
Lo cierto es que “Don Señor” no es sencillo de digerir en una primera escucha. Esa es la verdad. Quizás sea porque es un disco repleto de composiciones de rock-folk pausado. Normalmente eso no ayuda, puesto que lo vende suele ser tirar de riff cañero. Aquí eso no ocurre. Estamos ante un trabajo de ritmo lento y cadencioso, en casi la totalidad de su minutaje, al que el oyente se enfrentará en primera instancia no sin cierto escepticismo.
Sin embargo esa sólo será la sensación inicial, la de un contacto primerizo que nada tendrá que ver con la realidad y cuya verdad descubriremos a medida que nos vayamos introduciendo en el mismo, pues las escuchas serán las que acaben dejando en nuestra retina, por supuesto para bien, las imágenes que dibuja el grupo en sus canciones.
Un ritmo casi marcial apoyado en el sonido de una guitarra acústica serán los encargados de abrir el minutaje en “Historias de Todos los Días”, con una lírica punzante y cruda que describe sensaciones, miedos y soledades, en un primer corte que marca las bases de lo que será la temática de casi todo el álbum, pues en el mismo también hay dosis de esperanza y claridad, sin embargo, quizás motivado por el aire lánguido de muchas melodías, esa es la sensación que consigue imponerse. De esta manera la introspección y el dolor parecen ser la bandera de Inra, tal y como queda patente en canciones como “Las Hormigas” o “Inevitablemente”.
Sorprende el buen gusto que ha mostrado el grupo al incluir un tema “El Salto del Perro Valiente”, de ritmo juguetón, con un riff repleto de buen gusto y una lírica muy bien hilvanada, que la convierten, sin duda alguna, en uno de los grandes cortes de este trabajo.
En “Don Señor” podemos encontrar colaboraciones de lujo como las de Abraham Boba, teclista de Nacho Vegas o Julio de la Rosa y que está logrando defender una digna carrera discográfica en solitario, o la de Miren Iza, alma mater de Tulsa, quien colabora en esa pequeña joya que es “Cuidado”.
Sin duda representan ambos artistas buenos referentes para hacernos una idea de en qué coordenadas musicales se mueve Inra, aunque si tuviéramos que citar más referentes no podríamos olvidarnos de Quique González e incluso del gran Enrique Bunbury, la forma de abordar las voces y los coros de “Amigo Mío” así nos hacen pensar.

Con ella y su particular toque de ternura llegamos al final del primer disco de Inra. La sensación tras las escuchas es más que positiva. Un trabajo repleto de belleza y buen gusto que no dejará indiferente a quien se acerque hasta el mismo. Desde aquí les deseamos la mejor de las suertes, simplemente por la valentía que han tenido a la hora de idear un disco como éste. Esperamos que lo defiendan a muerte y sepan perseverar, puesto que han elegido un camino de difícil tránsito, en el que la maniobra de despegue y consolidación del proyecto se presenta siempre lleno de turbulencias, y si no que se lo pregunten a su buena amiga Miren.
Por: Javier González.