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El concierto fue la demostración palpable de que unas canciones que no inventan, ni revolucionan nada – y con esto, nadie dice que sean lineales, porque no lo son -, pueden ganar enteros si se defienden con ganas, actitud y energía. Ahora bien, la sombra de “esto ya lo he visto en bandas de fuera, y me resulta más creíble” planea en todo momento durante la actuación.
Porque musical y estéticamente, el peso del grupo lo llevan, de lejos, Sala Elassir y Kjetil Hallre. El primero es un frontman que cumple con creces su papel: le pone ganas, tiene desparpajo frente al público y se nota que ha hecho barro, aquí y en otros países. Y Kjetil mola, un tío que sale al escenario con casco obrero y que, sin alardes virtuosos (nadie lo pide, y tampoco lo necesitan) se queda contigo nada más arrancar. Los dos, juntos, son una máquina de matar que rara vez se descuadra o desentona.
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Todo esto desmerece el conjunto de un show que es aceptable, que tiene buenas intenciones, pero dudosos resultados. En las canciones que suenan en directo, hay ecos a The Strokes, a Babyshambles. También a The Hives, aunque no sé si esto último es positivo. Y también un matiz retro en las guitarras (perfecto el uso de las acústicas) que los hace interesantes. "Flip a Coin" supone un arranque espectacular, aunque no todo está a la altura. Quizá todo se explique con una ausencia evidente de repertorio. "Oh Vivianne", que muestra la faceta mas deliciosamente pop de la formación está a la altura. También "Don´t you let me down", pepinazo adictivo y buena muestra de ese contraste "new-old" que marca el sello del grupo.
Original cuanto menos la idea de las bolsas en la cabeza (ver fotos), tanto en el videoclip de “No Way” - que estrenaban esa misma noche en el concierto, tras finalizar el primer bloque -, como en la interpretación del tema en directo. Mucho menos productivo, que el público se suba al escenario durante cuatro canciones – cuatro: una dos, tres y cuatro- y aquello se convierta mas en una fiesta de fin de curso de segunda, que en un concierto presumiblemente amable y fresco de rock and roll. (Nota mental a una chica anónima de las que subió: si te subes borracha al escenario, te caes y te das con el monitor, por favor no te levantes y sigas bailando en plan digna, que terminas en YouTube)
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Sala & The Strange Sounds están bien, tienen ideas potentes, gusto y actitud, mucha actitud. Y tienen cosas que ofrecer en el futuro. La única duda que queda al salir de la sala es: ¿esa actitud es marca de la casa o de muchas - demasiadas - casas? Quizás el esfuerzo y el camino a seguir es perfilar esa personalidad que, de todas todas, está por explotar.
Texto Kike del Toro