La noche del sábado, 400 personas se dieron cita en una Sala Heineken que sonó sorpresivamente bien a pesar de la costumbre para ver la reentré en los escenarios españoles de Sala & The Strange Sounds. Lejos de llenarse, sí, pero con suficiente público para que la cosa quedara "pintona" y el concierto se disfrutara sin demasiados agobios.
El concierto fue la demostración palpable de que unas canciones que no inventan, ni revolucionan nada – y con esto, nadie dice que sean lineales, porque no lo son -, pueden ganar enteros si se defienden con ganas, actitud y energía. Ahora bien, la sombra de “esto ya lo he visto en bandas de fuera, y me resulta más creíble” planea en todo momento durante la actuación.
Porque musical y estéticamente, el peso del grupo lo llevan, de lejos, Sala Elassir y Kjetil Hallre. El primero es un frontman que cumple con creces su papel: le pone ganas, tiene desparpajo frente al público y se nota que ha hecho barro, aquí y en otros países. Y Kjetil mola, un tío que sale al escenario con casco obrero y que, sin alardes virtuosos (nadie lo pide, y tampoco lo necesitan) se queda contigo nada más arrancar. Los dos, juntos, son una máquina de matar que rara vez se descuadra o desentona.
No se puede decir lo mismo de los dos músicos de apoyo que completan la formación. Nada que objetar sobre su oficio, porque lo tienen, y de calle. Pero se nota a la legua que no son parte del grupo, y que no sé hasta qué punto lo quieren ser. Porque en ningún momento se meten en el rollo de los dos miembros base, la complicidad con éstos, brilla por su ausencia. Y todos los indicios dan a entender que su participación en la banda tiene fecha de caducidad. Y por ahí, no. Por ahí, no.
Todo esto desmerece el conjunto de un show que es aceptable, que tiene buenas intenciones, pero dudosos resultados. En las canciones que suenan en directo, hay ecos a The Strokes, a Babyshambles. También a The Hives, aunque no sé si esto último es positivo. Y también un matiz retro en las guitarras (perfecto el uso de las acústicas) que los hace interesantes. "Flip a Coin" supone un arranque espectacular, aunque no todo está a la altura. Quizá todo se explique con una ausencia evidente de repertorio. "Oh Vivianne", que muestra la faceta mas deliciosamente pop de la formación está a la altura. También "Don´t you let me down", pepinazo adictivo y buena muestra de ese contraste "new-old" que marca el sello del grupo.
Original cuanto menos la idea de las bolsas en la cabeza (ver fotos), tanto en el videoclip de “No Way” - que estrenaban esa misma noche en el concierto, tras finalizar el primer bloque -, como en la interpretación del tema en directo. Mucho menos productivo, que el público se suba al escenario durante cuatro canciones – cuatro: una dos, tres y cuatro- y aquello se convierta mas en una fiesta de fin de curso de segunda, que en un concierto presumiblemente amable y fresco de rock and roll. (Nota mental a una chica anónima de las que subió: si te subes borracha al escenario, te caes y te das con el monitor, por favor no te levantes y sigas bailando en plan digna, que terminas en YouTube)
La noche termina con la coreable "Margot", aunque antes cae “Tonight”, otra de las adictivas. Incluso alguna versión maja de las que no desentonan: "I Fought The Law", de los Clash. Que algunos ven como una profanación. Quien firma, como un osado, pero simpático atrevimiento.
Sala & The Strange Sounds están bien, tienen ideas potentes, gusto y actitud, mucha actitud. Y tienen cosas que ofrecer en el futuro. La única duda que queda al salir de la sala es: ¿esa actitud es marca de la casa o de muchas - demasiadas - casas? Quizás el esfuerzo y el camino a seguir es perfilar esa personalidad que, de todas todas, está por explotar.
Texto Kike del Toro
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