Reconocemos que con absoluta premeditación nos hemos tomado nuestro tiempo antes de ponernos a escribir la opinión que tenemos acerca de Ballenas Muertas en San Sebastián, el quinto disco de estudio de los navarros El Columpio Asesino; un trabajo que vio la luz semanas atrás y que hasta el momento no había aparecido por nuestras páginas.
Y es que para bien o para mal, la banda pamploníca lleva tiempo jugando en la categoría de los más grandes, al menos en nuestra opinión, algo que invita a una profunda reflexión previa antes de lanzarse a vertir opiniones apresuradas sobre su nueva obra.
Un estatus obtenido con absoluto merecimiento del que tiene gran parte de culpa, para qué negarlo, el éxito que supuso la publicación de su anterior trabajo, Diamantes, y sobre todo la inclusión en el mismo de Toro, un auténtico cañonazo que sonó hasta la extenuación y que logró llevar el nombre de El Columpio Asesino hacia una dimensión desconocida hasta entonces para el quinteto.
Ahora vuelven, como decimos, con Ballenas Muertas en San Sebastián un trabajo con matices claramente continuistas con respecto a lo que supuso su anterior entrega; donde la hoja de ruta busca ahondar en una electrónica elegante que destrona de nuevo (¿quizás definitivamente?) a las guitarras, para apoyarse en unas bases rotundas, especial atención al juego de bajos, y unos sintetizadores sinuosos, los cuales irremediablemente harán que lluevan las comparaciones con bandas como Suicide; y también con géneros musicales cada vez más patentes en el rastreo de influencias de grupos relativamente recientes de nuestro panorama como el Kraut, todo ello en mitad de esas atmósferas y mensajes, ya no tan crípticos, que a veces hablan de ruinas y de dolor, de desasosiego y conflictividad social y hasta en alguna ocasión del amor desde una vertiente relativamente soleada.
Bajo ese manto tan atormentado como genial relucen perlas del calibre de Babel, un peldaño por debajo de aquel Toro ya inmortal, crónica de un mundo incendiado, la desconcertante Escalofrío y el hedonismo decadente de Ballenas Muertas en San Sebastián; de la misma forma que desde una perspectiva mucho más liviana y pop lo hacen A la Espalda del Mar y Anzuelos, dos cortes que inesperadamente acaban por dejar un enorme sabor de boca en el oyente, y desde una perspectiva más perturbadora La Lombriz en tu Cuello que da paso a un final de enorme categoría con Entre Cactus y Azulejos.
La principal pega que podemos poner a Ballenas Muertas en San Sebastián es que pese a tratarse de nuevo de un disco notable, y ya van unos cuantos dentro de la trayectoria de El Columpio Asesino, uno no puede evitar la sensación de echar en falta algo más.
Sí, se trata de un disco más consistente que Diamantes, pero resulta paradigmático que probablemente lo mejor de todo el disco venga representado por dos cortes como Anzuelos y A la Espalda del Mar que parecen moverse en una onda distinta a la del resto de sus compañeras. Por otra parte también el recuerdo juega una mala pasada y cuando uno escucha y escucha los distintos cortes, echa a faltar el golpe en la mandíbula que suponía Toro, la típica canción que acaba por gustar a casi cualquiera y que ahora no está, dejando en cierta medida la sensación de que la faena podría haberse rematado de mejor forma.
Pero ni por esas podemos decir que El Columpio Asesino hayan pinchado en hueso. Todo lo contrario. Han demostrado que tanto en su vertiente más cruda y guitarrera como en una onda más electrónica y hasta pop, son maestros a la hora de facturar discos y canciones que paso a paso les están consagrando como lo que son, una de las realidades más interesantes de nuestro panorama.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com