Por: Sandra Sánchez
Erlo, la cima más elevada del macizo de Izarraitz, en Guipúzcoa, de donde son Grises, da nombre a su nuevo álbum. No sabemos si con ello nos indican que consideran haber llegado a lo más alto con este trabajo o simplemente se trata de un guiño a su tierra, lo que sí es cierto es que se alejan notablemente de lo que conocíamos de ellos hasta ahora.
Si echabas de menos temas clave de la banda, como "Despierto" o "Wendy", no los busques en "Erlo". No están. En los 10 temas que componen el nuevo disco destaca por encima de todo la experimentación y la electrónica, los samples lo inundan todo, dan así un paso más de lo que lo habían hecho hasta ahora. Estamos ante un disco sin complejos, eso hay que celebrarlo siempre, con un aire fresco y bastante innovador. Como ellos mismos dicen, “nos dimos cuenta de que utilizando el esquema creativo y los instrumentos y sonidos de siempre no íbamos a lograr hacer nada nuevo e interesante para nosotros”.
El sonido de todo el disco es bastante uniforme, puede escucharse de principio a fin sin que nos llevemos sorpresas impactantes, no hay montañas rusas. Comienza con "Avestruz", el primer single, que nos da una buena idea de lo que vamos a encontrar después. Se trata de un sonido unitario, con ciertos toques de mayor intensidad y con las voces tan particulares (femenina y masculina), que sí siguen siendo sello de la casa. Con protagonismo claro de la masculina, a excepción de en "Señor Nadie", quizá la canción más experimental y endiablada (alguien diría casi desquiciada) y en "Furiosa", con una armonía más pausada y amable.
Los temas que les gusta desarrollar a Grises de forma recurrente son sumamente simbólicos; nos hablan de planetas, de viajes astrales, de paraísos, de sueños y de azares, dejando en el ambiente un halo evanescente y etéreo muy conseguido.
"Erlo" tiene además un punto tropical llamativo, sobre todo en "Soles", uno de los mejores temas, con capacidad propia para transportarte al universo que revela la letra de la canción (“soles que se acaban, los mares y el nirvana”). Esto es tan difícil de conseguir que seguramente sólo se logra no haciendo nada por intentarlo, dejando fluir el talento. Cosas de las musas.
Un disco en definitiva bastante enérgico, a ratos muy bailable y que supone todo un reto para los seguidores del grupo.