Entrevista: Javier Escorzo

“Hay toda una generación de músicos estatales que pasados los cincuenta años están desarrollando una carrera espectacular” 

Por: Javier González 

Pocos periodistas de esta piel de toro pueden presumir de tener la amplitud de miras, buen gusto y bagaje que atesora Javier Escorzo; un profesional de los píes a la cabeza, de los pocos a los que siempre es interesante acudir y al que encima hay que agradecer su buen trato y franqueza a poco que uno le solicite la más mínima ayuda o colaboración. 

Sin duda alguna estamos hablando de lo que para nosotros es un referente en lo que a prensa escrita musical se refiere, algo de lo que ha vuelto a hacer gala al publicar “Balmoral. Loquillo, por un instante, la eternidad”, su segundo libro en el que desmenuza al extremo, con rigor, acierto y precisión quirúrgica, el disco que supuso un antes y después en la carrera musical de Loquillo

Perfecta excusa la que nos ha brindado éste pamplonés de mirada sincera para volver a contactarle, evidentemente hemos hablado de su nueva obra y del genial momento que vive el rock nacional, gracias en parte a una generación de cincuentones que se ha empeñado en seguir entregándonos obras atemporales y mayúsculas. 

Lo primero de todo… ¿Qué tal estás llevando el ejercicio de supervivencia que supone salvaguardar la salud y sobrevivir hablando de cultura? 

Javier: Lo estoy llevando como todo el mundo, con resignación y paciencia. Y con mucha tristeza al ver que el de la cultura es uno de los sectores que más está sufriendo los efectos de esta crisis. No me refiero solo a los artistas, sino también a promotores, salas de conciertos, personal de seguridad, técnicos, limpieza, promoción, management... Casi nunca se habla de ellos, pero su labor es imprescindible para que las actividades culturales salgan adelante. 

¿Qué es lo que más has echado de menos durante los últimos meses de todo lo relacionado con tu profesión como crítico? 

Javier: Todas las semanas escribo críticas de conciertos para Diario de Noticias, un periódico de aquí, de Navarra; un año normal suelo cubrir una media de unos ciento cincuenta conciertos, y estos últimos meses ha habido muy poca actividad de directo. Eso ha sido lo que más he echado de menos. 

Nos hemos puesto en contacto porque has escrito el que bien podríamos definir como el libro musical centrado en rock en castellano del año, “Balmoral. Loquillo, por un instante, la eternidad”. ¿En qué momento decidiste que te apetecía volver a la carga con una nueva obra? 

Javier: Vaya, muchas gracias por tus palabras. Después de publicar la biografía de Duncan Dhu, Mikel Erentxun y Diego Vasallo, tenía claro que quería escribir sobre Loquillo porque es uno de los artistas que más he seguido y más me han hecho disfrutar. Como conocía bien su carrera, estaba convencido de que detrás de “Balmoral” había un buen libro, así que me puse con ello. 

¿Por qué se la dedicas a un disco como “Balmoral”, que no es ni de largo el más exitoso de la carrera de su protagonista? 

Javier: Es cierto que quizás no sea su disco más exitoso, pero sí es el que le abrió las puertas a su etapa más exitosa, que es la que está viviendo en la actualidad. Aunque todos recordamos su época clásica de los ochenta, es ahora cundo está alcanzando más números uno de ventas, cuando está haciendo sus giras más potentes y cuando creo que está firmando sus mejores obras. Y el punto de inflexión fue, precisamente, “Balmoral”: con este álbum puso fin a una larga travesía del desierto que duró casi quince años, fue el colofón a muchos años de trabajo, aprendizaje e investigación. 

En el libro contactas con unas cuantas decenas de personas del entorno de Loquillo. ¿Hasta qué punto es difícil realizar esa selección? 

Javier: Al tratarse de un libro monográfico sobre un solo disco, quise hablar con todas las personas que tuvieron relación, ya fuera directa o indirecta, con “Balmoral”. Tenía muy claro que el enfoque debía ser lo más amplio posible, aportando los testimonios del propio Loquillo, pero también del productor, así como los de sus compositores, músicos, discográfica, fotógrafos... Quería que todos los ángulos estuviesen cubiertos. 

¿Qué tres nombres aportan la visión más clara sobre Loquillo bajo tu punto de vista?

Javier: Me resulta muy difícil quedarme solo con tres nombres. Lo que pretendía era desmenuzar todo el proceso de creación de Balmoral, y para ello quise explicar detallada y cronológicamente cómo fue tomando forma el disco. En esa labor me resultaba imprescindible contar con las voces de todos los colaboradores que tuvieron la generosidad de atenderme. Indudablemente, la labor de Jaime Stinus en la producción fue primordial, porque Balmoral fue un disco muy “de productor”. Como compositores, creo que Igor Paskual y Gabriel Sopeña tuvieron un peso importantísimo en este álbum, aparte de que ya llevaban muchos años con él y lo conocían perfectamente. Pero insisto en que sin la aportación del resto de colaboradores (Sabino Méndez, Jaime Urrutia, Luis Alberto de Cuenca, Juan Mari Montes, Andrés Calamaro, Carlos Segarra, Laurent Castagnet, Laura Gómez Palma, Thomas Canet y David Bonilla), el libro no hubiese estado completo. 

¿Crees que es una obra que plasma el difícil tránsito de una estrella del rock a la década de los noventa, que sirve como crítica a la industria estrecha de miras y a unas estructuras que se resisten a los cambios, algo muy habitual en nuestro país por otra parte?

Javier: Sí, indudablemente. De hecho, esa es una de las tesis fundamentales del disco. A mediados de los noventa, gran parte de la prensa musical decidió dar por amortizada a toda una generación de artistas que lo había sido todo en los ochenta. La industria estaba empeñada en que sus artistas siguiesen repitiendo hasta la náusea las mismas fórmulas que tan buenos resultados les había reportado en la década anterior. Ante ese panorama, Loquillo optó por reinventarse y desarrollar nuevos personajes que se salían del estereotipo que se le atribuía; grabó discos de poetas, de jazz, de rock más adulto... No fue un camino fácil y tuvo que enfrentarse a un montón de cosas, pero el tiempo demostró que él tenía razón. 

¿Hasta qué punto piensas que “Balmoral” ha posibilitado toda la carrera que Loquillo ha desarrollado desde entonces hasta nuestros días? 

Javier: Creo que “Balmoral” fue la culminación de un trabajo muy sólido que había desarrollado en los años anteriores. Aquí recuperó el favor del público y a la crítica no le quedó más remedio que rendirse a la evidencia. Pero, evidentemente, el disco no surgió por generación espontánea. Sería imposible comprender “Balmoral” sin los discos que le precedieron. Y es un hecho que, a partir de “Balmoral”, Loquillo se mueve en otra dimensión. No hay más que ver los recintos en los que toca desde entonces (grandes pabellones y plazas de toros) para comprobarlo. 

¿No crees que el Loco venía anunciando este disco desde su primerísimo “Los Tiempos Están Cambiando”? 

Javier: Sí, estoy de acuerdo. Aunque algunos se han negado a reconocerlo, el Loco siempre ha sido un artista con una gran amplitud de miras. Creo que desde el principio de su carrera llevaba dentro todos los personajes que desarrolló posteriormente y que eclosionaron definitivamente en “Balmoral”. De hecho, en los discos de los ochenta con los Trogloditas ya había señales que apuntaban en esa dirección, como cuando cambió las chupas de cuero por los trajes o cuando incluía canciones como “Mis problemas con las mujeres” o “En Dino’s a las diez”. Solo necesitaba tiempo y el equipo adecuado a su alrededor para explotar todo ese potencial. 

¿Falta valentía, riesgo y ganas de no ser políticamente correcto en nuestra música pop y rock?

Javier: Es posible, aunque, paradójicamente, quienes presumen de ser más contestatarios suelen ser, muchas veces, los que menos arriesgan y más se dedican a repetir esquemas. La rebeldía puede convertirse en otro cliché. Si uno se fija, la inmensa mayoría de los pronunciamientos ideológicos o políticos que llegan desde el mundo de la cultura suelen ir siempre en la misma dirección ideológica, a veces incluso con las mismas palabras. Por eso es necesario que existan artistas como Loquillo, un hombre libre que no tiene miedo a meterse en ningún jardín y que dice siempre lo que piensa, independientemente de las repercusiones que sus palabras puedan tener. Por cierto, que en su disco de poesía de Luis Alberto de Cuenca tiene una canción que se llama, precisamente, “Political incorretness”. 

¿Qué tres artistas crees que han envejecido mejor dentro de nuestro rock? 

Javier: Aquí sí que me resulta absolutamente imposible ceñirme solo a tres. Hay toda una generación de músicos que ya ha pasado de los cincuenta años (en algunos casos, también los sesenta), que está desarrollando una carrera espectacular. Es la primera vez que en España tantos músicos llegan a esas edades haciendo cosas nuevas y de tanta calidad. Es el caso de Loquillo, Santiago Auserón, Mikel Erentxun, Diego Vasallo, Bunbury, Alaska, El Drogas, Calamaro, Ariel Rot, Manolo García, Kiko Veneno, Carlos Segarra y sus Rebeldes... Toda esa generación está abriendo camino a los que vienen detrás, como ya hicieron en los ochenta. Y aunque lleva bastante tiempo sin publicar, no quiero dejar fuera de la lista al gran Jaime Urrutia, que lleva años preparando su nuevo disco; dice que no lo sacará hasta que esté absolutamente convencido del resultado. Yo creo que será una obra maestra. 

Ando flipando en estos días con el sonido de bandas como Desvariados, Los Fusiles y Chencho Fernández, artistas relativamente minoritarios, respetuosos con ciertas tradiciones musicales estatales y que facturan grandes canciones. ¿Los conoces? ¿Qué te parecen? 

Javier: Conozco a Desvariados, los vi en directo con Burning hace unos años, me parecieron buenísimos y me alegro del éxito que están teniendo. A Chencho lo conocía de oídas, pero si me he decidido a escucharlo en serio ha sido precisamente por recomendación vuestra. Y a Los Fusiles no los tengo controlados, pero me los apunto. Confío plenamente en vuestro criterio. 

¿Qué otras bandas del panorama resaltarías alejadas de los postulados del actual falso indie? 

Javier: Pues te voy a dar varios nombres de artistas navarros que me parece que tienen una calidad incuestionable: Gussy, Con X The Banjo, Jabi Izurieta, Andrea Santiago, Javi Robles, Belcos, El Desván, Juárez, Jon Ulecia & Cantina Bizarro, Melenas, Exnovios, Chuchín Ibáñez... Artistas muy diversos, pero todos con un nivel altísimo dentro de su estilo. 

¿Cómo definirías a todos aquellos que seguimos escribiendo sobre música por poco o nada de dinero? 

Javier: De momento somos el último eslabón de una cadena que viene de décadas atrás y que es cierto que ahora parece que vive horas bajas, aunque yo confío en que resurja. Yo me eduqué, y supongo que también será vuestro caso, comprando muchas revistas musicales, leyendo todo lo que podía sobre música. Ahora los chavales se acercan a la música de una manera muy diferente, yo lo veo en mis hijos. Les gustan canciones sueltas y a veces no conocen el ni el nombre del artista que las canta. No sienten la necesidad que tenía yo de profundizar, de averiguar cosas sobre el autor, en qué se había inspirado, cuáles eran sus influencias... El disco ha perdido su vigencia como obra conceptual, también; todo son listas de reproducción y algoritmos. Son tiempos extraños, al menos para los que venimos de otra época, y parece que nos hemos quedado en tierra de nadie. Pero quiero creer que lo que hacemos tiene su importancia. A mí, por ejemplo, me alegráis el día cuando publicáis una entrevista o una reseña profunda y bien escrita sobre algún artista que me interesa, y yo espero que mis textos hagan lo mismo con otras personas. Esa pasión con la que hacemos este trabajo debe ser el motor de todo. 

¿Qué te parece la actual situación de la música? ¿Cuándo crees que volveremos a una relativa normalidad? 

Javier: No sé qué decirte, la verdad. Esperemos que la situación mejore pronto, porque es evidente que todo el mundo lo está pasando mal, personal y económicamente hablando, y especialmente el mundo de la música y de la cultura. Se trata de un sector que da de comer a muchas familias. Para despedirnos, solamente quería decirte que tras el dulce regusto que nos ha dejado este libro nos preguntamos algo. 

¿Qué andas tramando para un futuro no demasiado lejano? 

Javier: No tengo planes concretos, la verdad. Nunca los hago. Sí que tengo varias ideas en la cabeza, el tiempo dirá si alguna termina tomando forma y acaba materializándose. 

Muchas gracias, Javier. Ya sabes del profundo respeto y cariño que sentimos hacia ti. Eres un crack. 

Javier: Muchas gracias a vosotros, ya sabéis que ese respeto y ese cariño es mutuo. Admiro mucho vuestro trabajo y lo disfruto a diario. Siempre es un placer charlar con vosotros.