“El rock and roll es una de las formas de liberarte de las ataduras que se plantean desde el poder y los medios de comunicación”
Por: Javier González
No aparecieron en nuestras vidas para reservarse ni para jugar a medio gas. Capsula sale siempre a por el partido y con la sana idea de no hacer prisioneros. En directo y en discos, lo suyo es ir a degüello. Rock and roll abrasivo y grasiento. Oscilante y cañero. Hijo de mil padres, pero reconocido y reconocible. Así son Martín y Coni, Coni y Martín.
Desde hace meses andan quemando los escenarios, paseando a la nueva criatura, “Phantasmaville”, donde a su habitual prestancia guitarrera le suman esta vez un plus de vitalidad, energía y fuerza, así como algunas sorprendentes influencias que parecen haberles hecho surcar las olas sobre una tabla de surf para cruzar el Pacífico hasta llegar a su continente de nacimiento.
Martín Guevara, afable y comunicador, atiende nuestra llamada en el marco de una intensa charla que se define por sí misma en tres palabras: Rock & Roll.
¿Cómo ha ido todo durante estos años tan complicados?
Martín: Nosotros lo vemos como parte de lo que le ocurre a la humanidad. Somos músicos y gente del rock and roll, pero esto no exime a nadie. Los cambios traen complicaciones y está es una época complicada. Tratamos de asumirlo con optimismo. El rock and roll es una de las formas de liberarte de las ataduras que se plantean desde el poder y los medios de comunicación. A través de nuestras canciones, discos y directos intentamos transmitir esa sensación de libertad. Queremos buscar los huecos de libertad que nos dejan. De momento el rock and roll los tiene y nos ayuda a sobrevivir que no es poco.
Los discos son hijos de su tiempo, es innegable que lo que nos rodea influye a la hora de crear. ¿Cómo de influenciado está “Phantasmaville” por la pandemia?
Martín: Lo ha influenciado de dos maneras distintas, ya que hay dos fases de “Phantasmaville”. Comenzamos a componer al principio de la cuarentena más rígida, cuando al asomarte solo veías la ciudad fantasma, vacía, llena de restricciones, donde de noche solo se veían las luces rojas y azules de la policía, vigilando que no hubiera nadie fuera. En ese momento existía una sensación tremenda de estar comunicándonos a través de pantallas que eran las que nos decían lo que estaba pasando, cosa que a la vez es lo que ellos querían transmitirnos. Ahí surgieron la primera fase de canciones, algunas de las del disco tienen ese reflejo como “Melting Down” que viene a decir que la época antigua se está derritiendo y está surgiendo una nueva. Era lo que veíamos. En “Bestiarium” grabamos un trabajo más premonitorio y algo oscuro, hablaba de las nuevas bestias que son los algoritmos como forma de meter miedo en la población. Con el tiempo, al abrirse algo las restricciones, al hacer conciertos con gente sentada y mascarillas, empezamos a tocar en teatros, ahí sentíamos la energía de comunicarnos con nuestro público, la gente que nos sigue, transmitiendo un mensaje positivo de que todo iba a cambiar y que íbamos a hacer que esta etapa fuera mejor si la humanidad quería. No hablamos de canciones alegres, pero sí con mucha fuerza, transmitiendo vitalidad para que el día a día se hiciera con energía. Nada de canciones tristonas, pero canciones únicamente con un mensaje potente y enérgico.
Si algo es común a Capsula en sus discos es esa sensación de ir a por el partido, de no dejarse nada, independientemente de la cadencia de cada tema. ¿Sentís que en este trabajo habéis ido un paso más allá?
Martín: Totalmente. En nuestro caso cada disco vemos que hay una evolución. Tratamos de mostrar lo que nos va pasando en cada etapa de la vida, vamos aprendiendo. Estamos disfrutando de la ruta, del ir haciendo amigos en distintos lugares del mundo, gente con la que nos sentimos afines en gustos musicales y filosofía de vida. También disfrutar de la libertad de sentirnos libres para indagar en nuevos territorios musicales que nos fueron descubriendo y que íbamos descubriendo. Conocernos a nosotros mismos y saber para qué somos buenos y en qué podemos mejorar. Esa es la evolución de la banda, yendo un paso más allá en este trabajo, estoy de acuerdo.
En el disco conviven varios universos sonoros, que os emparentan con diversas tradiciones rockeras distintas. ¿Necesidad o viejo anhelo?
Martín: Anhelos pocos y menos viejos. La historia de la música es algo que nos apasiona, seguimos teniendo la llama muy vida. Nos vuelve locos conocer cosas y entregarnos al máximo. Descubrir nuevas músicas es enorme. Nos ocurrió a finales de 2019, allá por Diciembre, girando por Asia que muchos disc jockeys ponían “musicones” tremendos que tenían que ver con guitarras del surf. Se trataba de un héroe tremendo, Takeshi Terauchi, un tipo con un uso del vibrato muy agresivo e interesante. También con bandas peruanos de música tropical de los setenta como Los Mirlos. No eran referencias hasta ahora. Fue una locura descubrirlos y meterlos dentro de nuestras canciones, pasándoles por el filtro de Capsula, con nuestras limitaciones y forma de entender la música. La mirada hacia adelante, el futuro y la construcción de algo nuevo. La creación pasa por explorar el subconsciente, cosas que escuchamos de niños y se quedaron ahí, y también crece gracias a otras que se van descubriendo con saltos en el tiempo.
“Behind the Trees” me suena canción de final del mundo con esa forma de cantar tan descarnada y esos sonidos de guitarra rotundos y marcianos a la vez.
Martín: Totalmente. Al final la canción que usamos para abrir es la más distinta. Tiene ese toque de heavy rock de los setenta con detalles de Black Sabbath o Pentagram, una cosa de blues- rock pesado. Era la canción que más se despegaba. Creíamos que ligaba con “Bestiarium” abrir con ella. Tiene ese rollo Hawkind de los setenta, de la etapa de Lemmy, pesadota de bajo y guitarra con mucho fuzz. Además, el tema comienza en 6x8 con tempo de blues, pasando a un 4x4 muy sónico de los noventa, cercano a Sonic Youth. En una misma canción conviven dos etapas y sonidos. Quizás ese sea nuestro aporte a 2021.
“The Mobius Strip” ha quedado musicalmente como una locura con ese saxo…
Martín: Sí, la verdad es que lo del saxo fue una idea de último momento. La hicimos en nuestra versión surfera y pantanosa. El riff original era muy Motörhead mezclado con lo Motown que es el ritmo de batería, súmale el saxo alto que tiene mucho rock and roll de los cincuenta, te da algo curioso y distinto. La letra habla de entra en una cara y salir al otro lado de la cinta, es una descripción del tiempo no lineal. Algo que andamos investigando bastante, nos gustaría crear una máquina mental del tiempo donde desplazarnos por las épocas. Quizás la música que tocamos ahora sonó hace dos mil años o dentro de dos mil años. No lo tenemos muy claro.
“All My Friends” es puro Dick Dale, una forma de hacer canciones que aquí funciona muy bien con un panorama cada vez más rico con bandas como Los Coronas, Mambo Jambo y un sinfín más que llevan ciertas referencias más o menos comunes a sus terrenos.
Martín: Particularmente con Los Coronas y Mambo Jambo tenemos muy buena relación, pese a la diferencia de sonido. El otro día tocamos en Lisboa con otra banda que nos encantan, The Bo Derek´s. Creemos que pese a las diferencias de sonido, venimos de la misma raíz, se nota que estuvimos con Little Richard, Muddy Waters, Chuck Berry, Bo Diddley, se nos metieron dentro, les tenemos un gran respeto que es lo que nos une a nosotros. “All My Friends” tiene todo eso y tiene un espíritu festivo que en directo invita a la fiesta. Es surfera pero no talibán, lo que nosotros entendemos como surf en un lugar sin playa como en mitad de la selva.
Me gustan los tonos soleados de “Into the Sun”, con esos toques tan marcianos otra vez, aunque es muy Costa Oeste Americana…
Martín: Hay dos canciones “Into the Sun” y “I Don´t Mine” que salieron al final de la grabación del disco, cuando estaba casi todo terminado. Queríamos algo corto y al pie, a por todas, pero salieron estas dos en una tarde, juntas. Las tocamos una tarde y decidimos que tenían que entrar en el disco. Tienen una inspiración San Franciscos 68-69, entre Jefferson Airplane e incluso The Doors. Nos parecían buenas para intercalar entre temas muy distintos. Entendimos que era como salir de Japón por el Pacífico camino de Perú, geográficamente lo único que quedaba era ir por San Francisco. Era un viaje geográfico guiado por las estrellas del cielo para llegar a Perú a través de la Isla de Pascua.
“El temor es que la gente pierda el hábito de ver música en directo y relacionarse con gente a la que le gustan las mismas cosas”
“El Camino de la Plata”, musicalmente es muy interesante, da la sensación de ser una mirada a vuestra tierra de origen. ¿Había morriña al hacerla?
Martín: Hay muchos Caminos de la Plata, está la ruta de la Plata y otros muchos. Pensamos en los paralelismos entre los primeros conquistadores y el común con los nuevos, con toda esta cuestión del nuevo mundo donde China y EEUU tienen ganas de controlar el planeta entero entre ellos. En el fondo siempre es detrás de la plata. Les interesa el nuevo oro. Es una referencia del pasado que en el futuro podría ser el camino del bitcoin. A veces le damos muchas vueltas a las cosas. (Risas)
“Ciudad Fantasma” tiene una doble lectura, la generada en la crisis y esa frase que dice: “ya no sé qué es real”, “los fantasmas solo bailan en esta ciudad”. ¿Hasta qué punto el postureo ha matado la autenticidad?
Martín: En realidad hay muchos fantasmas en la ciudad, siempre los hubo de todo tipo. De lo que hablamos es de ese momento que decíamos al comienzo, mirar por la ventana para nosotros y componer en la furgoneta que es donde vivimos en la carretera. De golpe nos vimos con la cuarentena, sin ruedas, en una furgoneta de cemento con ciudades vacías, donde no había nada. El mensaje que salía de las pantallas y que nos iban indicando eran los contagios, las muertes y qué no hacer. Era una especie de nuevos fantasmas que eran los únicos que podía bailar. La letra pasa por ahí y de una observación de la sociedad que bebe de Moris, del rock argentino primigenio, de ahí que sea en castellano. Hay una reminiscencia a la crítica social, comienza con Moris. Veíamos los fantasmas claros, holográmicos, como apariciones que nos invadían desde los ordenadores para decir qué hacer. Vemos que nos quieren hacer vivir en ciudades fantasmas. Como rockers dotados de espíritu combativo queremos vivir en ciudades reales. Los fantasmas te plantean la duda sobre qué es real y qué no. Lo que es real tenemos que decidirlo nosotros desde nuestro lugar.
En estos meses he viajado a varias grandes ciudades de España con la terrible sensación de que en todas las ciudades hay algunas calles que son las mismas.
Martín: Es lo que tiene la gentrificación, algo global en todo el mundo. Nos tendremos que escapar de alguna manera o plantear formas alternativas. El rock and roll está bueno para eso.
Da la sensación de que la pandemia no termina, algo que está afectando al directo, un lugar del que sois auténticos animales. ¿Cómo ves la situación al respecto?
Martín: La cosa está fea o nos lo quieren hacer creer. Es tan difícil saber qué es verdad. De momento estamos disfrutando a tope cada minuto que nos dejan. Ver a la gente de pie tras dos años, bailando en los conciertos, gozándosela es una pasada. Es una sensación que ojalá las generaciones posteriores puedan tener como hábito. El temor es que la gente pierda el habito de ver música en directo y relacionarse con gente a la que le gustan las mismas cosas. Toda esa comunicación verdadera, humana, de contacto real que no se pierda, por favor. En lo que llevamos de gira que está siendo con la gente bailando y disfrutando a muerte es un disfrute. Que dure mucho. Y si no, que se acabe lo otro. Nosotros estamos en la trinchera intentando que esto funcione.