Rufus T. Firefly: “El concepto romántico de banda es muy difícil de cumplir hoy en día”


Por: Javier Capapé.

En El Giradiscos siempre peleamos las entrevistas. Algunas veces son un reto, pero otras vienen como un regalo. De esos que no deseas abrir para que no pase el momento ansiado, pero que una vez lo abres descubres un mundo mucho más valioso de lo que esperabas. “Todas las cosas buenas” ya había sido para nosotros un presente. Nos habíamos sumergido en todos sus recovecos y habíamos quedado igualmente extasiados tras sentir estas mismas canciones en sus versiones en directo, pero tener al otro lado de la línea a su creador dispuesto a adentrarse con nosotros en su disco más ecléctico e inspirado se convirtió en una oportunidad única.

Del disco descubrimos todas sus caras. La inspiración que llevó a Víctor y Julia a trazar estos nuevos pasajes, así como su valiente decisión de no rendirse ante nada. Siempre hemos defendido el buen hacer de Rufus T. Firefly. Saben lo que quieren y no se detienen cuando se trata de apostar por lo que nace de sus impulsos. Con la cabeza bien alta y seguros de sí mismos han vuelto a demostrarnos que no podemos ponerle límite a su ambición, cuyo único objetivo es hacer del arte una verdadera forma de vida. “Todas las cosas buenas” condujo nuestra conversación, pero alrededor de ella brotaron otros temas que nos volvieron a demostrar su entrega y pasión por todo lo que hacen y la sincera honestidad con la que afrontan su día a día. Desde luego que una hora acompañados de Víctor Cabezuelo es una de esas “cosas buenas” cargada de “una luz que nunca se apaga”.

Teníamos muchas ganas de hablar con vosotros porque hemos quedado muy sorprendidos con vuestro último disco, “Todas las cosas buenas”. Podemos decir que es otra nueva vuelta de tuerca en vuestra indispensable carrera. ¿Cómo estáis percibiendo su recibimiento?

Víctor Cabezuelo: Todo lo que está pasando desde que sacamos “Canción de Paz” está siendo muy bonito. Súper emocionante. Siento algo especial con este disco.

Lo primero que escuchamos sobre este disco nos dio pistas de un ligero cambio de rumbo en vuestro sonido, algo que empieza a ser una constante en cada uno de vuestros pasos. Esta vez os inclináis por el brillo de los años ochenta después de venir de un disco influenciado por el soul de los setenta. ¿Cómo surge este cambio?

Víctor Cabezuelo: Puede que se vea así, pero creo que en este disco hay una mezcla de todo. De todos los estilos que nos gustan. Es verdad que hay muchos elementos que hemos usado, sobre todo sintetizadores y cajas de ritmos, que son muy ochenteros, pero tampoco hemos querido ir hacia un sonido exclusivamente de esa década. Creo que se nota, porque en realidad éste es un disco bastante ecléctico.

Es verdad que ponemos rápidamente la etiqueta de los ochenta al escucharlo, pero hay bastantes más cosas en él.

Víctor Cabezuelo: Es normal que lo primero que llame la atención sea ese sonido de sintetizadores o de guitarras con mucho chorus, que son muy características de los ochenta. También hay algo muy representativo en el disco que son las melodías. Están muy inspiradas en lo que se hacía en aquella época. Melodías súper ricas que me gustan mucho. Pero es cierto que está mezclado con muchas otras cosas.

Vuestro primer lanzamiento fue “Canción de Paz”, una de las más delicadas y directas de vuestra carrera. Destaca por su sonoridad más limpia y minimalista. ¿Hay cierto riesgo en abrir un disco despojándoos de vuestra potencia y apostando a la vez por una letra tan clara?

Víctor Cabezuelo: No sé cómo ver lo del riesgo dentro de Rufus, porque todo lo que hemos hecho es arriesgado o poco convencional. Tenemos poco cuidado en seguir las normas que se supone que hay que seguir actualmente. Hacemos canciones como sentimos que tenemos que hacerlas, sin importar otra cosa, y en este caso nos apetecía empezar el disco con esta canción porque creíamos que era una buena invitación para escucharlo. Nos imaginábamos llamando a un amigo o a alguien querido para enseñarle algo importante. Para nosotros eso es “Canción de Paz”. Es la puerta que abre todo el disco. En un principio, nuestra idea era que “El principio de todo” fuera la canción que abriese. La idea inicial al grabarlo era que empezara con un solo de batería, pero al final surgió “Canción de Paz”, de las últimas, y no sabíamos muy bien dónde ubicarla, porque era muy diferente al resto. Así que finalmente pensamos ponerla la primera y sacarla como primer lanzamiento para que fuera como la invitación a todo lo que venía después.

Es bonito lo de la invitación porque es una canción que te mete en el disco de una forma muy diferente a como nos habíais tratado hasta ahora. Hay también otra cosa en ésta y en otras canciones del disco que son sus letras. Ahora son mucho más directas, no tan llenas de imágenes que desvíen nuestra atención. ¿Teníais ganas de tener un discurso más accesible y directo?

Víctor Cabezuelo: Creo que sí, que el mensaje de estas letras tenía que ser mucho más claro que en otros discos. Tenía que ser más directo, entendible y terrenal porque si no nos hubiéramos quedado a medias con lo que queríamos transmitir, y estoy feliz porque creo que todo se entiende. Hay un poco de poesía y abstracción, por supuesto, que es algo que nos gusta mucho, pero en general se entienden bien y las que no se entienden a la primera es fácil que con una breve explicación entres en ellas. Estoy muy contento porque es justo lo que quería con las letras de este disco.

La Plaza” es otra canción que nos llega de repente y nos lleva al sonido de The Cure o The Smiths. De hecho, tiene un verso que remite directamente a ellos: “una luz que nunca se apaga”. ¿Cómo ha sido de importante la influencia de estos grupos en vuestro crecimiento como banda, siendo tan especiales para tantísima gente, y que ahora también están dentro de vuestro sonido?

Víctor Cabezuelo: A lo largo de toda nuestra carrera siempre hemos hecho grandes homenajes a un montón de bandas y artistas. Desde Marvin Gaye a los Beatles o Pink Floyd. Siempre ha habido muchos referentes que nos han emocionado y nos han inspirado para hacer canciones. En este caso, los últimos años volvimos a escuchar mucho este tipo de grupos. The Smiths, The Cure y toda esta hornada ochentera, incluso El Último de la Fila si nos vamos a lo patrio. Así que, de alguna manera, por la historia que queríamos contar en “La Plaza”, quería que sonara muy a The Smiths. Quería que hubiera referencias muy claras a ellos, que fuera un homenaje particular, con el sonido de sus guitarras y demás. Fue muy premeditado.

Has dicho que “Canción de Paz” llega al final de la composición del disco, por lo tanto, ¿son estas canciones, como “La Plaza” o “Trueno Azul”, las que componéis al principio y de las que vais tirando del hilo hacia esta sonoridad?

Víctor Cabezuelo: La primera que compusimos y grabamos para este disco fue “Reverso”, que no ha entrado para la edición digital, pero sí que está en la física. Fue la primera y, para mí, fue la semilla de todo el disco. Esa canción la grabamos de una manera diferente a como estamos acostumbrados. Probamos a hacerlo todo en el local de una manera muy artesanal y nos encantó el resultado, así que pensamos en hacer un disco entero así. Por eso, “Reverso” es una de las canciones más importantes de “Todas las cosas buenas” aunque no esté en el formato más común, pero para mí es la semilla de todo.

Te escuché diciendo esto en el concierto de Zaragoza. Me llamó mucho la atención que fuera éste el inicio, como nos cuentas.

Víctor Cabezuelo: Fue muy importante porque conseguimos sonar de una manera muy orgánica y poco pretenciosa, que era algo que queríamos hacer desde el principio. La canción, por toda la temática, podría haber sido muy grandilocuente, pero me gusta que se quedara en un sitio pequeñito, pero muy rico y bello. Es de las más importantes además, no sólo de este disco, sino de la carrera de Rufus, por todo lo que significó para nosotros, especialmente por la vinculación con el Museo del Prado. Después de ésta hicimos “El Coro del Amanecer” y “Lumbre”. Si te fijas, estas tres canciones tienen algo en común. Como una especie de oscuridad luminosa, por decirlo de alguna manera, porque no son canciones oscuras, pero tienen acordes menores y algo diferente al resto del disco. En un principio, el disco iba a ir por la línea de estas tres, pero luego empezaron a salir otro tipo de canciones. No sé muy bien por qué, pero a veces los discos te van llevando por donde quieren, así que empezamos por ahí y acabamos haciendo canciones muchísimo más luminosas, como “Trueno Azul” o “La Plaza”.

Canción de Paz”, “La Plaza” y “Trueno Azul” son los tres adelantos que hacéis, y además son las canciones más pop y accesibles del lote. ¿Decidís lanzar el álbum con éstas, que quizá sean también las más luminosas de todas, para alejaros un poco de los tópicos que se asocian directamente a Rufus T. Firefly?

Víctor Cabezuelo: No sé muy bien por qué decidimos lanzar éstas. A veces estas decisiones las tomamos según lo que el cuerpo nos va pidiendo. Una de las candidatas para ser la primera era “El Coro del Amanecer”. Hubiera estado guay también lanzar esa la primera, pero son sensaciones que vamos teniendo las que nos hacen decantarnos por unas u otras. También influye cómo nos sentimos a nivel vital a la hora de sacar el disco para decidirnos. Sacamos éstas, pero podrían haber sido otras, porque creo que este disco tiene una cosa, que no sé si es buena o mala, pero es que no tiene singles. Esto es algo que nos pasa muchas veces con Rufus, que raramente somos capaces de hacer singles y, por eso mismo, cualquier canción del disco podría haber sido un adelanto.

Eso te iba a decir, porque no tiene singles, pero a la vez tiene muchos, porque es un disco como mucho más directo que los anteriores.

Víctor Cabezuelo: Según lo mires, porque el vaso puede estar medio vacío o medio lleno, pero sí, o bien no tiene ningún single o bien son todo singles.

A mí me gusta meterme mucho en vuestros discos buscando referencias. Me parece que siempre retáis al oyente y eso es algo que me encanta. Una de las cosas que me atreví a destapar, aunque quizá fuera totalmente errónea, iba en la línea de esos años ochenta que reivindicabais. Comparé este disco con algunos pasajes de Genesis, como ya mencioné en la reseña del mismo. Sobre todo con los Genesis de los primeros ochenta, cuando todavía se reflejaba el sonido progresivo de esa banda. De hecho, creo que vosotros también tenéis mucho rock progresivo en éste y otros discos. Por ejemplo, en “El Principio de Todo” siento unos teclados muy presentes y una guitarra rítmica con mucho chorus que me recuerda a “Abacab”. ¿Hay algo de inspiración real en estos discos de Genesis con Phil Collins de los primeros ochenta?

Víctor Cabezuelo: Imagino que inspiración directa no, pero es verdad que es algo que hemos escuchado muchísimo a lo largo de nuestra vida. Creo que en otros discos de Rufus también estaba esta inspiración. Quizá con otro sonido, pero siempre rondando por la cabeza. Igual que nos ocurre con los Beatles. Hay muchas cosas que forman parte de nuestro ADN que siempre han estado ahí y que nos es inevitable no pasar por ellas en todos nuestros discos.

Lo que me parece es que cuando se reconocen de forma más clara las referencias con grupos como Genesis, no tan reivindicados aquí, es como una puerta que se abre y da pie para que otras generaciones puedan escuchar su música.

Víctor Cabezuelo: Es que nos gusta mucho no ocultar nunca de dónde venimos. Hay a otros grupos a los que les da un poco de reparo, que no quieren mostrar esas influencias porque a lo mejor piensan que pierde valor su discurso, pero yo tengo clarísimo que todo viene de algo. No he escuchado en mi vida algo que sea completamente nuevo. Piensas en cualquier grupo o artista de la historia y siempre tenían a alguien a quien admiraban y a quien intentaban emular, por eso a mí no me preocupa que piensen que me gustan mucho los Beatles, Genesis o Radiohead. No me preocupa nada. Me da lo mismo lo que piensen. Para mí es un orgullo que me gusten esas bandas y reivindicarlas.

Por eso me gusta mucho también que Julia cante El Último de la Fila. Me encantó escucharla en directo.

Víctor Cabezuelo: Es algo muy bonito. Primero que Julia se haya animado a cantar, y luego que nos hayamos atrevido a hacer una versión de El Último de la Fila. Es bastante radical, la verdad, porque le hemos pegado un buen meneo a la canción, pero lo hemos hecho de una forma muy respetuosa. Cuando haces una versión y la quieres incluir en un disco, sus autores te tienen que dar permiso, pero me consta que Manolo y Quimi la han escuchado y les ha encantado y eso es algo que me hace muy feliz.

“Es la primera vez en los discos de Rufus que veo a un cantante”

Hay otra cosa muy importante a destacar, sobre todo en la parte central del disco, donde encontramos “Camina a través del fuego”, una canción de desarrollo lento, contenida y penetrante, y también “Premios de la música independiente”, por la que te doy la enhorabuena por tu tremenda interpretación vocal. Creo que consigues sobrecogernos más que nunca. En estas canciones destaca por encima de todo la voz, que está muy por delante. ¿Habéis querido destacar la voz de esta forma más especial, ya que otras veces había quedado más tapada?

Víctor Cabezuelo: Manuel Cabezalí, nuestro productor, pensaba que, de alguna manera, yo estaba más cómodo que otras veces cantando. También sentía que las letras estaban mucho más cerca que nunca de lo que quería contar. Como que había conseguido con estas letras un plus con respecto a otros discos. Había conseguido ser más sincero o hacerlo todo de una manera más honesta conmigo mismo. Así que él pensó que era buena idea potenciar todo esto y que la letra y la voz tuvieran más protagonismo que en otros discos. Digamos que encontró muy bien el equilibrio para que la voz estuviera súper nítida y clara y que igualmente hubiera una musicalidad y unos arreglos muy ricos. Estoy muy contento porque es la primera vez en los discos de Rufus que veo a un cantante y me gusta escucharme. Es algo que nunca me había pasado, así que estoy muy feliz.

En “Premios de la música independiente” veo esa pureza. También es una gran balada, con esas justas palabras, y es curiosa porque también deja muy a las claras la crítica hacia el indie en una canción que de alguna manera pone por delante esta etiqueta. ¿Es ironía o más bien una manera de alejarnos de una vez por todas de estas clasificaciones?


Víctor Cabezuelo: Bueno, no va tanto por ahí la canción. Realmente es una canción que está escrita para la gente que quiero, lo que pasa es que está escrita por un músico independiente (risas). Quería jugar más bien con las expectativas de mi vida y de la gente que yo quiero. Sobre todo de cuando éramos más jóvenes y hemos visto que no se ha cumplido ninguna de esas expectativas al pasar el tiempo. Es como una especie de aceptación de la decadencia, pero desde un punto de vista positivo. No sé cómo explicarlo, pero no es una canción de rendición. Para nada. Es todo lo contrario. Es una manera de mostrar que esto es lo que tenemos, pero que además tenemos que estar orgullosos de ello y seguir adelante.

Una forma de aceptación con gusto.

Víctor Cabezuelo: No sé si con gusto, pero de aceptación por saber que esto es lo que tenemos. Sin más.

Sí que hay una frase en “Trueno Azul” que refleja el tema del indie que te comentaba, que dice: “Hice tanto por el indie y el indie no hizo nada por mí”. Precisamente por eso quería preguntarte por las etiquetas. Siempre se os ha encasillado dentro de ese movimiento independiente que, de alguna manera, ¿trasciende la etiqueta en sí misma o es realmente un sonido para vosotros?

Víctor Cabezuelo: Con esto del indie nos han pasado muchas cosas. Yo he sentido que cuando el indie era algo muy alternativo en su época, nosotros no éramos aceptados en esa corriente porque éramos demasiado pop para estar dentro del indie, y ahora que el indie se ha vuelto algo súper comercial, a un grupo como Rufus tampoco nos aceptan porque somos muy raros. Eso es así. Y me hace mucha gracia porque si analizas lo que es indie, tiene que ver con la autogestión y con la independencia frente a multinacionales y sellos. Así que si nos fijamos en eso probablemente seamos uno de los grupos más indies del país. Me hace mucha gracia pensar en todo eso y por eso aparece en la canción.

Volviendo a la forma de encarar las voces, que hemos comentado que sorprende en esas canciones centrales del disco, por estar más en primer plano, has mencionado “El Coro del Amanecer”, que me recuerda mucho por la forma en la que la encaráis a las producciones de Martí Perarnau IV, incluso también a Manuel Cabezalí como co-productor del disco. Háblanos de su labor y aportación clave en estas canciones.

Víctor Cabezuelo: Lo que Manu ha intentado es coger las demos que teníamos, que siempre solemos trabajar muchísimo y casi se podrían masterizar y publicar, y mejorarlas. Él siempre mejora las demos. Cuando yo llego a mi límite y pienso que algo está perfecto, llega Manu, coge todo eso, quita lo que cree que sobra, añade lo que cree que falta, y lo convierte en una canción mejor siempre. Para mí eso es muy complicado porque tienes que confiar mucho en ti mismo para poder coger una canción que ya está prácticamente terminada y cambiarle algo para que quede mejor. La labor de Manu va por ahí, además de que ha sacado un sonido increíble al disco. Ha hecho una mezcla alucinante. Suena todo súper definido y bonito. Tiene potencia cuando tiene que tenerla y alma cuando lo necesita. La mezcla es espectacular. Este disco es el que mejor suena de toda la carrera de Rufus T. Firefly con diferencia. Además, Manu hace también una gran labor psicológica y sabe grabar muy bien a las bandas, porque en los grupos siempre hay diferentes roles, egos y situaciones, y Manu sabe manejar todas esas situaciones y desenvolverse muy bien con la gente. En ese sentido lo pone todo muy fácil y hace que sea un experiencia muy bonita grabar un disco, que al final es lo más importante.

La voz de Julia también está presente. Esta vez se lleva el protagonismo en “Ceci N’est pas une pipe”, una canción conceptual, que tiene la obra de Magritte a la que hace referencia como trasfondo. Ésta es más electrónica, incluso en ella cantáis “yo no soy nada de lo que era", como queriendo mostrar vuestra renovación sonora constante. Háblanos de cómo se lanza Julia con esta canción y cómo conseguís estar tan cerca del synth pop y de lo conceptual.

Víctor Cabezuelo: Ella te podría aclarar todo mejor. En esta canción yo he hecho poco. He grabado algún sintetizador y he aportado alguna cosa, pero la idea de la canción es toda de Jul. La letra también. Digamos que la idea inicial del disco era que Julia cantara la mitad del mismo y que esa mitad de canciones fueran suyas. Lo que pasa es que era la primera vez que hacía esto y se dio cuenta de que si quería hacerlo con el nivel que ella consideraba apropiado iba a tardar mucho más tiempo del que pensaba, así que al final prefirió asegurar y quedarse solamente con la versión de El Último de la Fila, con esta canción y con “El Coro del Amanecer” que está hecha a medias. Creo que han quedado muy bien las tres. Son increíbles y abren una puerta para que en un futuro se puedan hacer más cosas, que es lo que a mí me gusta.

Quizá lleguemos algún día a ese disco a medias, entonces.

Víctor Cabezuelo: Eso es.

Con “Dron sobrevolando Castilla-La Mancha” nos vamos hacia el baile. Hay mucho sintetizador. De hecho parece que hayas disfrutado más frente al sintetizador que con las guitarras. Incluso en directo te vemos más con el teclado que con la eléctrica.

Víctor Cabezuelo: He disfrutado mucho con la guitarra también, pero es que en este disco estaba Marc Sastre con nosotros, que nos ha ayudado con las guitarras y, claro, como él toca tan bien, directamente cuando vino al estudio le di la guitarra y le dije que tocase él. Así que le enseñé mis ideas y él las grabó de forma maravillosa. A mí me daba mucho gusto verle grabar, por eso me centré en los sintetizadores, aunque a mí me encanta tocar la guitarra. Si pudiera la tocaría todo el día, pero creo que soy mejor teclista que guitarrista, por eso me centré en los sintes y en intentar hacer lo que mejor sé hacer. Sintetizadores, arreglos, capas… estas movidas que creo que se me dan bien, y de esta forma nos repartimos el trabajo. He estado súper a gusto con los sintes porque me encanta tocarlos y además siento que las cosas son fáciles cuando lo hago. Siento que me sale de un sitio innato y natural. En este disco me he dejado llevar totalmente y le he echado mil horas a los sintes porque me apetecía mucho. Además, tenía algún teclado nuevo que quería explotar, así que me lo he pasado muy bien con ellos.

Hay mucho sinte, pero la canción que da título al disco es la más cruda o rock de todas, la más enérgica. En esa canción me parece que hay mucho de dolor compartido y del poder sanador de la música. ¿Es verdad que las cosas que realmente importan, esas “cosas buenas”, están más cerca de lo que creemos?

Víctor Cabezuelo: Esa canción es básicamente una oda a la amistad y a toda la gente querida que, al final, es lo que queda. Vas recorriendo la vida y te das cuenta que algunas personas siempre han estado ahí. Incluso aunque hayas estado sin poder verlas un tiempo siguen ahí, y eso es algo muy valioso para mí. A veces pasan meses, me vuelvo a juntar con ellos y es como si hubiera pasado solo un día. Es algo muy bonito y quería hacer una canción que hablase de eso.

Estamos repasando casi todas las canciones del disco y llegamos a “Lumbre”, que cierra de manera magistral el mismo. Parece que tenga varias partes. Se nota ese toque progresivo, porque incluso hay varios actos. Desde un principio más contenido hacia un pop más electrónico al final. ¿Por qué le dais siempre ese toque final a los discos como si las canciones que los cierran fueran un gran compendio de todo lo que contienen? Me parece que siempre, vuestras últimas canciones son como un gran broche.

Víctor Cabezuelo: La última canción es la más importante del disco para mí. Es la canción con la que tienes que cerrar tu particular carta de amor. Es, de hecho, el último párrafo de esa carta de amor. Y en ese último párrafo tienes que hacer como una especie de resumen de todo y decir la cosa más sincera que puedas, e incluso algo que te dé ganas de volver a leer la carta entera otra vez. Es un sitio súper importante del disco, por eso intentamos poner la canción que más peso emocional tiene de todo el conjunto. No sé si es la mejor o no. Probablemente siempre sea la menos escuchada porque a la gente siempre le cuesta llegar a la última canción de los discos, pero queremos que sea muy importante en algún sentido. En “El Largo Mañana” estaba “Selene” y en “Magnolia” la que le daba el título a todo el disco. Creo que es un puesto de honor y por eso aquí está “Lumbre”, que es muy representativa de lo que queríamos contar en este disco y que además viaja por todo el universo del mismo.

He empezado diciendo que Rufus T. Firefly siempre buscáis una nueva vuelta de tuerca a vuestro estilo, pero en realidad tenéis un sonido muy bien definido y muy vuestro. Este disco contiene vuestro espíritu original también. Hay psicodelia, hay rock potente, guitarras y sintes también… por lo tanto, ¿podríamos hablar de un perfil o estilo propio en Rufus T. Firefly en lugar de una deriva sonora de disco a disco?

Víctor Cabezuelo: No lo sé, pero creo que en este disco hemos intentado hacer todo lo mejor que podíamos. Dentro de eso hemos ido a por lo que mejor sabíamos hacer también. No ha habido una especie de búsqueda intencionada de estilo, como en “Magnolia”, que claramente queríamos que sonara a psicodelia y que tuviera esas baterías y delays de la nueva psicodelia, o como en “El Largo Mañana”, que claramente tenía una influencia soul con esas características tan claras. Aquí ha sido diferente. Hemos ido canción por canción intentando hacer lo que mejor sabíamos hacer y por eso se mezclan tantos estilos, porque precisamente es una mezcla de muchas cosas.

Por eso no sería tan necesario clasificar este disco como sí que se ha hecho con otros, por ejemplo con “El Largo Mañana”, que rápidamente se encasilló en el soul de los setenta.

Víctor Cabezuelo: Claro, porque ese disco llevaba a esa época. Era lo que queríamos. Pero este disco es un poco más difícil de ubicar porque reúne lo que creo que son todas nuestras cualidades. Por eso, como nuestras cualidades son amplias, porque nos gusta la música de todas las décadas, lo convierte en un compendio de todo eso.

No creo que estemos haciendo nada nuevo que no hayamos hecho en otros discos, lo que pasa es que lo estamos haciendo sin ningún tipo de prejuicios y muy, muy de frente”

Lo del compendio de estilos me gusta porque hace poco una amiga me decía que no sabía cómo entrar en vuestra música y yo le sugería que precisamente éste era el disco que tenía que escuchar para entrar en vuestro universo.

Víctor Cabezuelo: Sí, creo que es un buen disco para entrar en nuestra música. De hecho hay gente que está diciendo que no era muy fan de nuestra música, pero que este disco les gusta porque tiene algo diferente. Creo que da más la cara. Esa es la cosa. No creo que estemos haciendo nada nuevo que no hayamos hecho en otros discos, lo que pasa es que lo estamos haciendo sin ningún tipo de prejuicios y muy, muy de frente. Lo estamos haciendo en voz alta, por decirlo de alguna manera. En los otros discos siempre había alguna cosa de estar algo escondidos entre muchas capas y efectos que envolvían todo, pero que éste sea más directo es lo que hace que conecte un poco más con la gente y por eso puede ser una entrada para el resto de los discos.

Todas las cosas buenas” se excede del timing impuesto en la actualidad. Vosotros presentáis un disco largo, incluso en el vinilo se va a catorce temas. Siempre le habéis dado mucho valor al formato físico y habéis apostado por ello, incluso muy por delante de las plataformas, como cuando lanzasteis “El Largo Mañana” antes en vinilo que en plataformas. ¿Cómo podríais animar al público a darle valor a esos formatos?

Víctor Cabezuelo: No creo que tenga que convencer a nadie, simplemente siento que quiero hacerlo así y por eso lo hago así, aunque podría estar equivocado y quizá sea mejor escuchar playlist. No lo sé, pero siento que quiero hacerlo así porque es lo que me emociona y me encanta que los grupos que a mí me gustan lo hagan de esta manera. Si alguien conecta con esto, genial, pero si a alguno le parece una “chapa”, genial también, pero alguien tiene que hacerlo.

Lo que está claro es que en vuestros conciertos la gente se acerca y se anima a comprar vuestros vinilos.

Víctor Cabezuelo: Sí, además de que son súper majos. La gente sabe que como grupo independiente que somos esto es una parte de sustento vital fundamental para nosotros. Por eso hay mucha gente que nos compra el vinilo sin tener reproductor, pero lo compra porque sabe que nos está ayudando. Con que se lo firmemos y lo pueda tener en su casa ya es suficiente. Saben que nos ayuda a hacer más música, a seguir adelante y a seguir creciendo como músicos. De esta forma quizá en un futuro podamos hacer canciones que les vuelvan a emocionar, por eso esa gente es la que cree y apoya a Rufus T. Firefly. Ellos entienden lo que es esta banda. Al principio me sabía mal que se pillaran el vinilo si no tenían reproductor, pero ahora lo entiendo porque yo también lo haría por alguien así.

Hay además una parte artística detrás que solo está en la edición física. Vuestros discos se caracterizan por cuidar mucho esa parte.

Víctor Cabezuelo: Intentamos, sobre todo por parte de Julia, que todo esté acompañado de un imaginario visual muy especial. Nos gusta poner mucho hincapié en eso.

Os encontráis terminando la primera parte de la gira del disco. Una gira que empezó con el experimento de ofrecer unos conciertos que el público escuchaba con auriculares. ¿Cómo fue esa experiencia y por qué os decidisteis a llevarla a cabo?

Víctor Cabezuelo: Es algo que queríamos hacer hacía tiempo. Estuvimos investigando mucho para saber cómo hacerlo y finalmente vimos la oportunidad. Lo vimos factible y lo hicimos. Básicamente fue eso. Queríamos presentar el disco de una manera muy especial y pensamos que esta forma lo era. Y después de hacerlo creemos que sí, que ha sido muy especial. Hay mucha gente que me para para agradecerme y decirme que fue a un “concierto de los cascos” y que ha sido de lo mejor que ha visto en su vida. También gente que no vino que me pregunta cómo fue eso. Muchos músicos y en todas las entrevistas me lo preguntáis porque creo que más que unos conciertos fueron una declaración de intenciones. Nosotros vamos por otro lado y no vamos a ser un grupo normal. Vamos a hacer estas cosas porque además es también una manera de “vender” la imagen de la banda.

Con los cascos apostáis por un sonido mucho más cuidado que en una sala porque estáis controlando lo que sale por los auriculares de cada oyente. Yo no pude escucharlo, pero me pareció una cosa súper atrevida y exigente porque le das al oyente exactamente lo que quieres.

Víctor Cabezuelo: Sí, justamente. Tienes que tocar muy bien porque la gente lo está oyendo todo perfectamente, con todo lujo de detalles. Es una experiencia extraña. No lo considero ni siquiera un concierto, es algo diferente. Es más bien como estar en tu casa escuchando un disco pero rodeado de gente. Es verdad que hay momentos en los que la gente cerraba los ojos y se imaginaba estando solos. Es un concierto mucho más íntimo que uno normal.

Ojalá podáis extenderlo y que llegue a más sitios, aunque imagino que será complejo por la infraestructura.

Víctor Cabezuelo: Es complejo, pero voy a hacer todo lo posible para que hagamos más conciertos así porque fue una experiencia increíble y quiero volver a hacerlo. Además, sabiendo ya cómo funciona, con sus pros y contras, creo que podríamos hacer conciertos muy bonitos de esta manera.

Para el resto de la gira vais en un formato más convencional, pero también cambiáis la disposición de los instrumentos, que están delante formando como un gran muro y dejáis detrás bajo y guitarra. Totalmente diferente a lo convencional. Y además destaca cómo habéis cuidado ese sonido en las salas, aunque no salga por auriculares. Ese sonido está realmente tratado con mimo y muy equilibrado. Os quería dar la enhorabuena porque habéis conseguido ese equilibrio perfecto entre cada instrumento en esta gira, que es algo muy complejo.

Víctor Cabezuelo: ¡Qué bien! Me alegro que tengas esa sensación. Tocar en salas es complejo porque a veces te enfrentas a problemas acústicos que son muy difíciles de solucionar, pero cuando en una sala consigues sonar bien lo tienes todo. Así que me alegra mucho que lo veas así.

En Zaragoza, donde yo os escuché, estuvo Ángel Luján en los controles. En ese concierto encontré en la Oasis, una sala compleja muchas veces para sonorizar, todos los matices de las voces, de cada instrumento, de los sintetizadores, que muchas veces se pierden… todo estaba ahí de forma precisa y eso es muy complicado.

Víctor Cabezuelo: ¡Qué maravilla! Se lo diré a Ángel.

No sé si hay más luz, pero no queremos potenciar lo oscuro en este momento”

¿Cómo valoráis esta primera parte de la gira antes de meteros en los festivales de verano?

Víctor Cabezuelo: Estos conciertos de antes del verano han sido una especie de aperitivo. Para mí la gira comienza a partir de septiembre u octubre, donde estará el grueso de la gira real. Volveremos a muchos sitios porque, como te digo, esto ha sido un aperitivo. Queríamos tocar antes de verano, porque a nivel de banda queríamos rodar el disco para ver cómo funcionaban las canciones en directo y cómo nos sentíamos con ellas. Ahora estaremos en algunos festivales, no en muchos, pero en los que vamos a estar, estaremos muy bien. Para mí es algo fundamental. Hemos cerrado un poco la puerta a algunos festivales en los quenos racaneaban muchísimo el caché, sobre todo en aquellos sitios que tienen grandes subvenciones o están patrocinados por grandes marcas, por ejemplo. Esos los hemos dejado porque nos dan pereza, por decirlo de alguna manera, y sin embargo vamos a tocar en festivales pequeños donde no nos importa para nada cobrar algo menos, porque si vemos que lo hace alguien honestamente y todo es como muy humano y casero, vamos por el dinero que sea, por supuesto. Pero hay a ciertos sitios que no queríamos ir. Plantarnos en ese sentido ha hecho que vayamos a tocar mucho menos este verano, aunque por otro lado vamos a tocar en sitios donde estaremos cómodos al cien por cien, así que una cosa compensa la otra.

Para después volver a las salas. Siempre habéis sido de tocar en diferentes salas, no centrándoos en una única por ciudad, sino probando distintas.

Víctor Cabezuelo: Realmente lo que queremos es tocar lo máximo posible porque os gusta mucho tocar. Queremos ir a todas las partes. Si unas veces tenemos oportunidad de tocar en unas salas y luego en otras estará genial e intentaremos ir a todas. Creo que al final lo que queremos es mover el disco lo máximo posible y tocar todo lo que podamos.

Hay otra cosa que quería sacar en esta entrevista, aunque no sé si meterme en este fango, pero bueno, es inevitable. La noche que os vi en Zaragoza fue cuando pasó todo el revuelo de Wegow. Creo que esa noche, por tus comentarios en el concierto, lo afrontaste de una manera muy elegante. Dijiste que la música estaba llena de altibajos y cosas difíciles. Vosotros seguís luchando, dentro de vuestra independencia, con todas estas piedras que os encontráis por el camino. Imagino que sois cada vez un poquito más fuertes o ¿estáis ya cansados de esta lucha?

Víctor Cabezuelo: Lo de Wegow fue un escollo más en el camino, como dices. No es lo peor que nos ha pasado ni será lo peor que nos vaya a pasar. Creo que desgraciadamente hay muchas situaciones desagradables en la música. Esa de Wegow ha sido una más y tendremos que lidiar con ello, pero espero que con todo lo que ha pasado haya algún tipo de responsabilidad, porque no se puede coger el dinero de unas entradas y gastártelo, pero no soy yo el que tiene que decidir esto. No sé si veremos ese dinero o no y tampoco lo que le pasará a nivel legal a la gente de Wegow, pero movimientos se están haciendo y veremos en lo que quedan. Nosotros tenemos que seguir adelante. Si algún día tenemos la grandísima suerte de recuperar ese dinero que nos deben será una alegría increíble, pero si no ocurre seguiremos luchando, como nos ha pasado mil veces. Sencillamente, tenemos que seguir adelante, aunque tengo que decir que lo de Wegow, aunque parezca muy grande, no es el mayor robo que nos han hecho en la música, así que bueno, estamos un poco escarmentados de todo esto.

Siempre se asocia a Rufus T. Firefly con la personalidad que compartís Julia y tú, pero cada vez os mostráis como un grupo más sólido, que va mucho más allá de vosotros dos. Se os ve a los seis miembros que estáis en escena más coordinados, con más carácter, dando a todos espacio, tanto en directo como en los discos. ¿Sois, por lo tanto, una banda o más bien un proyecto dirigido por Julia y por ti? ¿Cómo os gustaría definiros en este momento?

Víctor Cabezuelo: Diría que somos una banda, pero es verdad que el concepto romántico de banda es muy difícil de cumplir hoy en día. Todas las bandas que yo tenía en la cabeza eran millonarios (risas). Siendo millonario es mucho más fácil tener una banda, pero teniendo que compaginar todo esto con otros trabajos es más complejo, hasta el punto de que a lo mejor no puedes ir a hacerte todos juntos unas fotos de promo porque tienes que combinarlo con tu trabajo diario o con tu situación personal y familiar. Por eso, en ese sentido, Julia y yo nos pusimos como la cara visible del grupo. Por nuestras vidas tenemos más disposición para hacer estas cosas. Entrevistas, promo, fotos… Somos la cara visible, pero el resto están ahí todo el rato. Sin parar. Graban con nosotros, componen con nosotros… hacen todo con nosotros. Sí, somos una banda, pero con estas particularidades. Muchas veces Miguel no puede venir a tocar porque está con Lori Meyers, Charly tampoco porque tiene un compromiso de trabajo… por eso el grupo está muy vivo. Hay mucha gente que forma parte de Rufus. Igual somos diez o doce músicos en el proyecto. Como una gran familia que va rotando. Al principio era raro, pero ahora pienso que es algo muy bonito porque nos adaptamos a todo. Es verdad que no somos una banda al uso, pero da igual. Ya se acabó el tiempo de las bandas al uso.

Es genial esto, porque es verdad que sois una familia. A veces podemos encontrar a alguien diferente en el grupo, pero seguís sonando con el mismo espíritu.

Víctor Cabezuelo: Eso intentamos, sí.

Ya lo hemos visto, y se puede intuir también desde la portada, que es mucho más luminosa, pero antes de terminar, quería preguntarte ¿hay realmente más luz en el universo de Rufus T. Firefly?

Víctor Cabezuelo: No sé si hay más luz, pero no queremos potenciar lo oscuro en este momento. No sé cómo se verá lo que estamos haciendo porque el contexto de “Todas las cosas buenas” no es muy alegre, precisamente. No es un disco lleno de alegría. Casi te diría que es lo contrario, pero es verdad que intentamos tener la mirada alta y buscar un después todo el tiempo. Intentamos que todo vaya a mejor. No somos optimistas, somos positivos, por decirlo de alguna manera. Queremos tocar mejor cada vez, que todo vaya a mejor, que se avance. Y eso es lo que intentamos reflejar en las canciones, porque a veces todo se complica y te puedes hundir en las desgracias. Bloquearse es lo peor que te puede pasar, por eso siempre intentamos tener motivación, esperanza y alegría dentro de lo posible.

Esa es la luz que se ve entonces en “Todas las cosas buenas”.

Víctor Cabezuelo: Eso es.

Muchísimas gracias Víctor. Ha sido un gusto hablar contigo. Queríamos daros la enhorabuena por este disco y seguir deseándoos lo mejor porque nos hacéis pasar muy buenos momentos y esperamos que así siga siendo.

Víctor Cabezuelo: Un millón de gracias. Ha sido un placer.