Los buenos tiempos volverán: 40 años de Duncan Dhu en las Noches del Botánico


Noches del Botánico, Madrid. Miércoles, 11 de junio del 2025. 

Texto: Guillermo García Domingo.
Fotografías: Marián Bujanda Bravo.

 La entrometida tormenta que no tenía invitación, ni siquiera disponía de entrada, se presentó de improviso y arruinó la actuación de Red Moon Yard, la banda que deseábamos ver y escuchar después de su convincente debut, “Pureland”. Nos quedamos sin disfrutar de este disco y las canciones del siguiente, “Intinerari” de próxima publicación, que iban a ser defendidas por el grupo que lidera Marcos Fernández Fermoselle, un “lama” roquero que canta en inglés. Es una especie única, uno de esos monstruos inéditos que nadie prevé que surjan a lo largo de la larga evolución musical. Al menos queda la satisfacción de que el día anterior sí pudieron hacerlo. Por si fuera poco, nos enteramos, casi al mismo tiempo, de la caída del cartel de Morrissey, cuya actuación estaba prevista para el día 12 de junio, y que tanta expectación había generado, y lo que es irremediable, el fallecimiento de Brian Wilson.

De modo que apostamos todo a Duncan Dhu a través de Mikel Erentxun, quien no nos falló. Esta gira tiene como propósito celebrar el 40 aniversario de “Tierras escocesas” (1985). Con toda la razón, Mikel declaró ante el micrófono que “así empezó todo”, justo antes de abordar “Casablanca”. A mediados de los 80 estaban triunfando precisamente los mancunianos The Smiths de Morrissey, pero, ¿estaba escrito que los guipuzcoanos de Duncan Dhu, Mikel, Diego Vasallo y Juan Ramón Viles, convencerían a más de 3 millones de personas que tienen copias de sus discos? Incluso a sus componentes les tuvo que sorprender el increíble éxito que han obtenido desde entonces hasta “El duelo (final)” . Sin embargo, también es cierto que Erentxun y Vasallo han nacido para componer e interpretar música, tanto juntos como por separado. Aunque este último se ha quedado al margen por decisión propia de esta gira está presente en ella. El propio Mikel se encargó de reivindicar su importancia al interpretar la canción compuesta por Vasallo,“El río del silencio”, que formó parte del elenco de “El grito del tiempo” (1987) gracias al empeño del músico, pese a la oposición del productor. Diego “llevaba razón”, sentenció Mikel, y añadió que su compañero siempre ha hecho “canciones buenísimas”. 

Es verdad que ambos han seguido caminos divergentes, si bien ninguno de los dos ha soslayado el compromiso con la integridad artística por encima de las pretensiones comerciales, siempre legítimas, por otro lado. Diego Vasallo ha buscado premeditadamente los inhóspitos páramos escoceses de sus inicios, una soledad artística que a esta revista siempre le ha seducido. Mikel también ha explorado un camino propio, guiado por la curiosidad musical y la irrenunciable calidad como lo atestigua “Septiembre”, su último trabajo, que tantos parabienes ha recibido con todo merecimiento. 

Duncan Dhu representa la (aparente) sencillez de las canciones, un resultado final que es extremadamente difícil de obtener. “Three chords and the truth”, es un sabio consejo, no solo válido para el blues, sino también es extrapolable a otros géneros. Que se lo digan a Duncan Dhu. El “jefe del clan escocés” (de tres cabezas, después de dos) ha reunido con el paso de los años un catálogo de canciones que se han ganado el favor del público y del tiempo. 25 de ellas fueron interpretadas el pasado miércoles, una vez que la amenazante lluvia se encaprichó de otros cielos. “Los buenos tiempos volverán… la lluvia los devolverá” vaticinaba “Esos ojos negros” y eso es exactamente lo que ocurrió. La banda en la que confía ciegamente Erentxun desde hace una década fue la encargada de reanimar esos clásicos que nunca habían muerto en realidad. Faltaban Marina Iñesta, que el día anterior participó en dos canciones, y el batería Karlos Arancegi, sustituido por Gorka Etxea, en cambio, sí que estaban Rubén Caballero a la guitarra, Mikel Azpiroz a los teclados y Fernando Neira al bajo.

La canción que ha alcanzado la categoría de clásico conserva un núcleo sólido y ardiente, que puede ser avivado mucho tiempo después y con otros arreglos distintos a los originales. La brisa que empezó a levantarse en el jardín botánico después del paso intempestivo de la lluvia avivó los rescoldos a partir de “La barra de este hotel”. En los conciertos siempre hay un momento en el que los componentes de la banda se encuentran en torno a una canción y ya no se vuelven a separar hasta la despedida. Así lo anoté con el propósito de fijar esa inmediatez primordial que a veces se disuelve durante el eco de las horas y días posteriores. Soy admirador del filósofo escocés David Hume, la primera impresión no tiene parangón para aquellos que creemos en el aura del directo.

La mayoría de las canciones resultaron favorecidas por el tacto del teclado de Arancegi, en la línea iniciada por Erentxun en el citado “Septiembre”, y la guitarra de Caballero, un “mano lenta” que deja que respiren las notas que salen de sus múltiples guitarras. Sirvió de ejemplo de lo mencionado anteriormente, “Rosa gris”, justo después de que lloviera tímidamente, un conato, para mojar y ambientar como es debido “Una calle de París”. Del disco “Crepúsculo”, uno de los mejores trabajos de la banda, que sorprendió a propios y extraños en 2001, incluyeron en el repertorio, “La herida”, que se erigió envolvente y poderosa e hizo que la herida “volviera a sangrar”, “Siempre (al abandonarnos)”, adornada con la participación de un persuasivo órgano, y “Desnuda”, que, a mi juicio, fue de las mejores del concierto, con sus idas y venidas musicales, junto a “Mundo de cristal”, para la que los músicos adoptaron el patrón del rhythm and blues con un resultado óptimo. En “La casa azul” aceleraron y metieron una marcha más. A esas alturas del concierto y ya en los bises, los clásicos recuperados alumbraban y calentaban al público en pie, que coreó las baladas de “No puedo evitar (pensar en ti)” y “Esos ojos negros”. Son los vencejos los que anuncian el verano, aunque como Mikel es de Donosti, en este caso fueron las gaviotas, “Cien gaviotas” las que inauguraron el verano en Madrid, acompañadas de “Jardín de rosas” y “En algún lugar”. 

El poder del jefe del clan, Duncan Dhu, lejos de declinar se ha consolidado, los “buenos tiempos” siempre vuelven, sobre todo si fueron así de memorables. Conciertos como el que acabamos de relatar dan sentido a esta gira conmemorativa.