Puede que sea una anécdota, pero que Elton John diga en una entrevista al prestigioso The Guardian que es fan de una novedosa banda de post punk, de esas en las que las voces la emparentan con el rap y con apenas un par de sencillos publicados, cuanto menos llama la atención; sobre todo a los miembros de la banda para empezar y a todo bicho viviente para continuar. “Elton John, desayunando, escuchando Yard Act… me sorprende, no puedo mentir”. Son palabras de James Smith, a la sazón frontman y voz de la banda de Leeds. Un respeto para Elton John.
Provenientes de otras bandas, James Smith y su amigo de cervezas postlaborales, Ryan Needham (bajo), decidieron darle forma a las pistas minimalistas que habían registrado con ayuda de una caja de ritmos y reclutaron a George Townend (batería) y a Sammy Robinson, un tipo con una imagen setentera y que toca la guitarra, y es que, para dejarlo claro, Yard Act además de unas líneas de bajo infecciosas que oscilan entre el dance y el punk, es una banda en la que los sonidos de guitarra no pasan precisamente desapercibidos. Esto les emparentan con bandas como Fontaines D.C. por una parte, pero por la otra, esa en la que se ven involucrados estribillos guerreros de ascendencia punk y ritmos que coquetean con el dance y el funk, les sitúa más cerca de Sleaford Mods, por citar otra referencia, incluso de B-52's en ocasiones. Y Yard Act se encuentran cómodos en esa ambivalencia y de paso se alejan lo suficiente del academicismo de Black Midi o Black Country, New Road.
No es extraño que la historia del personaje ficticio, Graeme, protagonista del exitoso single, "Fixer Upper", con su visión sarcástica de la realidad imperante, su ritmo galopante y el afilado riff de guitarra, sorprendiera a tipos como Elton John o a todos los Graemes del mundo y a los que se creen que no lo son. El sarcasmo y el humor presentes de los discursos paridos por James Smith, más centrados en abrirte las ventanas que en romper el cristal, y la utilización de coros de entonaciones emotivamente grupales actúan de ingrediente fundamental en las propuestas emitidas por la banda. No es descabellado atisbar detalles en todo ello de otro Smith, convertido en icono referencial, como es el líder de The Fall. Algo que comparten con otras bandas emergentes como Do Nothing. Como para no llamar la atención.
La trepidante "The Overload" abre el álbum del mismo nombre apoyada en una guitarra y en un ritmo de inequívoca inspiración funky, del funky más agresivo para entendernos, y resuelta con un estribillo de esos que retratan situaciones en plena vigencia y no es difícil imaginar a la audiencia saltando y gritando un coro cargado de ironía: "la sobrecarga del descontento". En "Dead Horse" la interacción de sonidos funkys se hace más notoria incluyendo esos grititos en segundo plano extraídos del acid house de los raves tardochenteros. Imposible dejar de bailar esta descripción de " un país chiflado medio lleno de idiotas” y la pérdida de aspectos tan básicos hasta ahora como la música y el humor. El coro cinematográfico a lo Woody Allen de la, por momentos, alocada "Payday" refleja todo el sarcasmo que transmiten las letras de James Smith, que incluso se permite el lujo de ofrecer soluciones: "toma el dinero y corre, toma el dinero y corre”.
Alejada de los sonidos más bailables y apoyada en cuatro notas, inquietantes en su reiteración, "Rich" es una letanía en la que el humor se vuelve hasta insultante en su petición de perdón por el dinero amasado: "Señor, perdóname, ten piedad de mi alma, nadie te dice lo difícil que es, por favor, enséñame cómo ser modesto y rico". En "The Incident" se acercan más al flow del hip hop en su descripción de la competitividad, en su versión de secta anuladora. Todo ello con una guitarra de tonalidades setenteras circulando en segundo plano, nada que ver con la frenética ""un, dos, tres cuatro, fuera" y casi punk "Witness (Can I get A?)".
Resignada y casi naif suena "Land Of The Blind" en su acertada descripción de la visión de los derrotados por el sistema. Casi mejor que suene así de infantil. Rozando el gótico, ese que casaba tan bien con el EBM, se muestra "Quarantine The Sticks", con su marcial estribillo y que amplía la paleta de registros sonoros por los que se mueven Yard Act, que a estas alturas del álbum es evidente que gozan de cierta amplitud. Pero si hay una tema en el que la ironía y el sarcasmo que rezuman las letras de Smith se tornan en proclamas más severas este es "Tall Poppies" y su descarnada visión de la historia de un jugador de fútbol que una vez abandonado el estrellato se convierten en un Graeme más de la vida, atrapado en rutinas fundamentalmente domésticas.
A lo largo de este "The Overload" hay suficientes detalles de las influencias ochenteras de las que esta generación de bandas, que bien pudieran formar parte de algo parecido a la nueva ola del post punk, no reniegan, así en "Pour Another" no es difícil encontrar a B-52s convenientemente remezclados por New Order. Y es en el corte que cierra el álbum ,"100% Endurance", donde Yard Act se muestran más cercanos a reivindicar una salida negociada a la situación actual, una liberación emocional, y una apuesta por aprovechar las oportunidades, todo ello envuelto en una cadenciosa melodía apoyada en el piano y que apela directamente a las emociones más cercanas al optimismo: "No hay necesidad de estar triste". Claro que no, mejor aprovechar el tiempo que malgastarlo en quejas baldías: “No quiero que piensen que pueden engañarnos, ¿verdad, Graeme?”.
"The Overload" nos muestra a una banda en la que parece hacer coexistir sin problemas la denuncia con la ironía y que desde luego utiliza el lenguaje de una forma elegante, y nada zafia, que intuitivamente no parece que esté al alcance de cualquiera. En ese sentido bien pudiera considerarse como un fotograma desenfocado de la hipocresía actual reinante. Es un disco con los suficientes rincones como para que merezca explorarlos más detenidamente y con momentos de brillantez suficientes como para hacerlo creíble. Yard Act podrían haber jugado con ventaja e incluir un par de sus exitoso sencillos previos, pero demuestran un estado de madurez que hace absolutamente lógico que se haya decidido por temas no publicados anteriormente. Y lo resuelven de forma muy solvente y aprovechan un gran cantidad de matices de forma que lo ofertado musicalmente se aleja de cierta monotonía quizás muy al uso del estilo de este post punk actual que se desarrolla a ritmo vertiginoso allá en las Islas británicas. Un disco que por encima de todo demuestra una utilización inteligente del sonido y del lenguaje, además de unos efectivos y coreables estribillos y que, sin duda, cumple con todos los requisitos necesarios como para esperar una cierta consolidación de la banda, porque mimbres hay. Y como de bien nacidos es ser agradecidos, Yard Act, coincidiendo con la salida de "Pour Another" como quinto sencillo extraído del álbum, han publicado un cover de "Tiny Dancer", la canción que abría el "Madman Across The Water", el disco que Elton John publicó en 1971 y que despeja cualquier duda acerca de la versatilidad por la que transcurre la propuesta de la banda de Leeds.