Panda Bear/Sonic Boom: "Reset"


Por: Pepe Nave

El norteamericano Noah Lennox, conocido artísticamente como Panda Bear y miembro de la banda Animal Collective, reside desde hace años en Lisboa, mientras que en la vecina Sintra se instaló hace menos tiempo el británico Peter Kember, conocido como Sonic Boom, mitad de los legendarios Spacemen 3 y miembro principal de Spectrum

La confluencia geográfica no es la única, ya que Kember, admirador de la música de uno de sus alumnos aventajados y reconocido fan, Panda Bear, produjo en su día sus álbumes "Tomboy" (2011) y "Panda Bear Meets the Grim Reaper" (2015). Éste , a cambio, participó en el último trabajo de Sonic Boom en solitario, "All Things Being Equal" (2020). Si bien cada uno de ellos posee una personalidad musical muy marcada, ambos comparten el gusto por trabajar con samples, sonidos de sintetizadores analógicos, voces tratadas y una visión retrofuturista y psicodélica del pop. Sonic Boom, que viniendo de Spacemen 3, herederos de Velvet Underground, gusta de trabajar con los mantras y la repetición, ha ido convergiendo poco a poco hacia una aproximación más melódica, de forma que si se escucha su citado último trabajo se aprecia una proximidad sorprendente al estilo  de Panda Bear. De esta forma, y añadiendo que ambos forjaron una buena amistad, todo estaba dispuesto para que colaboraran en un disco que firmaran ambos por igual.

El primer paso lo dio Kember durante el pasado período de confinamiento en Portugal. Repasando su vasta colección de vinilos de los años 50 y 60, se quedó prendado con la energía que desprendían los comienzos de algunas canciones y que se mantenían hasta el final. Así, creó loops (repeticiones) de algunos de esos comienzos generando una base con la duración de una canción pop para futuros temas. Pensó entonces en enviárselas a Lennox, a ver si se le ocurría a él, en principio alejado de los temas originales, crear una melodía de voz distinta sobre cada una de ellas para generar canciones nuevas a partir de aquellos patrones. Éste, aceptó el envite a cambio de que Kember se involucrara en la composición de las letras y compartiera labores al micrófono, algo nada habitual en su música.

Posteriormente al trabajo por separado de ida y vuelta y con el alivio de las restricciones, se pudieron juntar y darle al conjunto un toque orgánico y cálido, por medio del uso de instrumentos de percusión como el güiro, esa especie de calabacín hueco con ranuras transversales por fuera, que se friccionan con una varilla, un poco como la botella de anís del Mono con la cuchara.

Los conocedores del rock and roll de los cincuenta, reconocerán el guitarreo rítmico de "Three Steps to Heaven" de Eddie Cochran en cuanto empieza el álbum, aquí vertebrando "Gettin’ to the Point" junto a unas palmas y el mencionado guiro, dotando de un aire festivo al tema, que melódicamente toma otros derroteros distintos al original de base, los habitualmente transitados por Panda Bear y su cadena de influencias. 

Los cazadores de samples tendrán un buen entretenimiento, "Go On" se abre con ese cortante loop de guitarra y batería proveniente de "Give it to me" de The Troggs, como no tienen nada que esconder son esas mismas palabras las que repite Kember al ofrecerle un contrapunto vocal a Lennox, una voz la del inglés más ruda y feísta que la del americano, más acostumbrada a las armonías vocales. No obstante, toma el liderazgo en "Everyday", un número más reposado que suena a una extraña canción de fogata nocturna en la playa, con la guitarra acústica, las palmas y las claves marcando el ritmo, además de los sintetizadores poniendo los acentos. Es imposible no pensar en los Beach Boys, tanto en ésta como en la mayoría del lote, ninguna sorpresa para los seguidores de Panda Bear y Animal Collective que siempre han orbitado en la constelación “brianwilsoniana”.

Con "Edge of the Edge" vuelve otro inicio conocido, el de "Denise", mítica canción de doo-wop de Randy & The Rainbows que se hizo conocida para generaciones posteriores vía la versión de Blondie. Es un buen ejemplo del concepto de "Reset".  Cuando un conocedor de la original, motivado por el comienzo, se arrancaría con el “Denise Denise”, ellos cogen un desvío que se lleva la canción a un sitio distinto, también alegre, pero algo más reposado, aunque con unos juegos de voces aguda-grave muy del "duduá" mencionado. Los teclados y los sonidos sampleados de marcado de teléfono resitúan la canción en una época futura, como pasa en algunos de los collages sonoros de The Avalanches.

Aunque el tono musical general es animado, las letras, bastante crípticas como para extraer interpretaciones claras y concretas de cada uno de los temas, parecen aludir, por contraste, a momentos difíciles tanto personales como de la humanidad, con versos como: “Yendo al grano, no lo soporto”, “algo viene tras la curva”, “estar al borde del borde”, “remolino tira de mí, más hondo, cayendo tan profundo, me voy a ahogar” y más claro todavía “todo nos ha conducido a esto, los tiempos son duros”, y en esa línea podemos encontrar muchos más. No es de extrañar, por otra parte, si uno está al tanto de las noticias. 

En el centro de la colección, llegan los dos momentos más intimistas, "In My Body" y "Whirlpool", en ambos casos, aunque inspiradas en esas baladas sesenteras de los mencionados Beach Boys, al ser comandadas por las voces y los sintetizadores encuentran un mayor paralelismo con las canciones más lentas y sencillas de Animal Collective (podéis encontrar alguna en la cara B de "Merriweather Post Pavillion") y con las del anterior álbum del propio Panda Bear, "Buoys" (2019), quizás el más tranquilo y menos recargado de su carrera.

Una de las más bonitas de la colección y quizás la balda más canónica es "Danger", y es que no podía ser de otra forma comenzando con el arpegio de guitarra de "Love of My Life", de The Everly Brothers. Si bien la nota de extrañeza, un tanto a lo David Lynch; y la muestra de que Sonic Boom es copartícipe aquí, es su intrigante voz cantando en el estribillo, “estoy en peligro”, cuando más bien parece estarlo el oyente. Amenazante o no, la canción es dulce, y más lo es la siguiente, "Livin’ in The After", con bajo, castañuelas y violines prestados de la bailarina balada "Save the Last Dance For Me" de The Drifters, pero el magnífico estribillo a dos voces lo aportan ellos, sonando a clásico instantáneo y no solo por la referencia al pasado.

El cierre lo pone "Everything’s Been Leading To This", con una juguetona línea de sintetizador, y aunque no hemos identificado si han trabajado con un sample concreto, hay referencias en el ritmo a la salsa, de, por ejemplo, Ray Barretto, con toque de cencerro incluido y el típico grito de “¡eh!” coronando la fiesta rítmica. Como un más difícil todavía, han generado la etiqueta de salsa-synth-pop psicodélica, o algo por el estilo.

Echando la vista atrás al terminar, lo mejor que se puede decir del disco es que alguien que no esté al tanto del citado concepto o que apenas haya escuchado música de los cincuenta o los sesenta y no pueda identificar ningún sample, disfrutará del álbum como una retahíla de canciones de pop psicodélico con grandes melodías aliñadas por una pizca de extrañeza aquí y allá. Y siguiendo con ese oyente en la feliz inopia, si uno no se para a escuchar bien las letras o no las traduce, le quedará una sensación de haber asistido a una sesión de música "levanta ánimos" para salir ahí afuera con al menos media sonrisa. Resonará en su cabeza la voz de Kember diciendo "Give it to me, give it to me", y claro que sí, le daremos nuestro tiempo y atención a "Reset" tantas veces como haga falta.