Veintiuno: “Ser fracasado es una manera de mirar al mundo”


Por: Javier Capapé.

En las últimas semanas estoy enredado entre las canciones de “Balada de Delirio y Equilibrio”, quinto disco de la banda toledana Veintiuno. Un álbum que huele a confirmación definitiva, además de ser un ejercicio totalmente estimulante para los sentidos de aquellos que aprecian el arte de forma global, sin restricciones ni cortapisas. Porque en este disco encontramos un cuidado gusto por atender todos los detalles que forman parte de una obra completa. Esta “Balada” está formada ante todo por canciones, pero en el camino se detiene en historias que autodefinen a su autor y sus intérpretes, así como en escenas que trascienden lo estrictamente musical y se detienen en lo visual y estético igualmente. 

Hablamos con Diego Arroyo, pieza fundamental de un puzle que comenzó con un audio de whatsapp y se ha convertido en un disco valiente y cargado de sorpresas y matices. Un disco definitorio que será clave para esta banda de mirada abierta asentada entre el pop, el funk, el rock y la música alternativa. No hablamos de indie en esta distendida charla, porque Veintiuno tiene la firme intención de traspasar etiquetas para respetar y poner todo el foco en la obra en sí misma. 

Con el disco ya a pleno rendimiento e inmersos en una gira en la que día a día van sumando adeptos, Diego se nos mostró muy lúcido y certero en una conversación cargada de pequeños e interesantes descubrimientos, como es en sí misma la música que contiene esta sugerente “balada”. 

“La Balada de Delirio y Equilibrio” es vuestro quinto álbum, lanzado hace unas semanas. ¿Cómo te sientes después del camino que os ha traído hasta aquí? 

Diego: Aliviado, porque es quitarse un peso de encima. Ha sido un disco con un trabajo muy intensivo en muchos sentidos y soltarlo me quita peso y me relaja. 

Cinco discos en diez años. Ya no se puede hablar de vosotros como nuevas promesas, ni mucho menos. Además, desde el Giradiscos os llevamos siguiendo desde vuestros primeros EP’s. ¿Qué nos ofrecéis en este álbum que lo haga destacar sobre el resto? 

Diego: Para empezar, no soy yo quien tiene que señalar lo que hace destacar a este disco sobre los otros. Cualquiera que lo escuche debería de ser quien hiciera esa valoración. Lo que yo puedo decirte es que lo que ofrecemos es una colección de canciones que recogen nuestros gustos, preferencias, experiencias y conocimientos hasta este momento. Hemos hecho un viaje emocional y profesional hasta llegar a éste, cosa que creo que es extensible a cualquier disco que saquemos, y sinceramente creo que es un buen disco. Desde luego, no trabajaría en ninguna obra si no pensase que es la mejor que estoy haciendo porque el nivel de autoexigencia de la banda es muy alto. Lo demás son afirmaciones que tienen que decir los demás de nosotros. 

Lo que sí que nos presentáis, desde su propio título incluso, es un disco con cierto toque teatral o de conjunto. ¿Entronca directamente con vuestra canción de 2018 “Delirio y Equilibrio”? 

Diego: Tanto es así que el primer track, literalmente, es un mosaico que empieza con un fragmento de esa canción en reverse, después hila con la maqueta de ese mismo track en reverse, y finalmente da paso a una reacción real de esa canción extraída de whatsapp. Esa canción justifica como argumentario, o coartada incluso, a la misma idea del disco. 

Precisamente mi siguiente pregunta tenía que ver con esa intro, “Destello”, pero ya casi me has desvelado su sentido. Volvéis a realizar un ejercicio parecido al que hicisteis con “El arte de perder”, que también tenía una intro de este estilo que presentaba el disco. ¿Es ésta una forma de dar una mayor unidad a las canciones y presentarlas como una obra completa o con un hilo temático? 

Diego: Hay varias decisiones dentro del disco que pretenden dar un hilo temático al mismo y muchas son más o menos evidentes y visibles en él. Algo que tienen en común “El arte de perder” y “Balada” en cuanto a su introducción es que la voz hablada que recogen esas intros es una voz que no ha sido creada para los discos, sino voz hablada que hemos recogido y que de alguna manera los justifica. Es un manierismo estético que no sé cuánto de recurrente puede llegar a ser porque tampoco tengo la voluntad de que se repita más veces. En “El arte de perder” lo que había era el audio del discurso que dimos cuando nos dieron el premio Odeón, porque enganchaba y entroncaba con el discurso del álbum y lo que estábamos defendiendo en el mismo, y en “Balada de Delirio y Equilibrio” es un audio que propició el álbum en sí mismo. Tuvimos la idea de teatralizar el audio real, pero cuando tuve el permiso de utilizarlo tal cual me pareció que tenía más sentido utilizarlo directamente y trabajar con él. Este disco tiene mucho de introspectivo, pero sobre todo lo tiene desde el acto de creación. El audio que inicia toda la concatenación del proceso de pensamiento que me lleva a todas las canciones es ese y entrar por ahí era el lugar más lógico para el disco. 

Me decías además que era de una conversación de whatsapp, ¿verdad? 

Diego: Sí, es un audio de respuesta al envío de la canción “Delirio y Equilibrio”. 

Es que no se espera que sea algo totalmente natural. Yo pensaba que estaba preparado. 

Diego: Entiendo que haya gente que lo piense y tampoco es que quiera cambiar esa perspectiva. Es un audio real y es importante para mí, como lo es el lugar desde el que he escrito las canciones. Éstas tienen que ser buenas independientemente de dónde vengan, pero lo cierto es que vienen justo de ahí.

“Tenemos la obligación de ir avanzando un paso por delante del público” 

Entre estas canciones se respira más variedad de estilos que en anteriores discos de Veintiuno. Seguís siendo fieles a vuestro pop con ciertos toques de funk incluso, pero ahora encontramos canciones más contenidas, más minimalistas, e incluso otras más contundentes o potentes. ¿Hacia dónde os gustaría llevar vuestra paleta sonora? 

Diego: Es importante que la paleta vaya ampliándose en la misma relación que es importante que lo que haces genere una forma que sea reconocible en sí misma. Nuestro trabajo es ampliar esa paleta sonora. Cuánto se amplíe depende de muchos factores, entre ellos cuánto está el público dispuesto a absorberlo. Y esto es algo que supone una partida de tenis entre la persona que crea las canciones y la que las recibe. Nosotros en cada disco intentamos añadir cosas a la paleta de Veintiuno sabiendo que tenemos unas formas muy asentadas desde el principio como condicionamiento, porque hay ciertos manierismos estéticos que queríamos que fueran connaturales a la banda y de esa forma hacerla reconocible, pero creo que tenemos la obligación de ir avanzando un paso por delante del público. ¿Cuánto? No lo sé. Ojalá a la gente le encante “Suspiria” porque justificará que más adelante, cuando queramos hacer desarrollos instrumentales que vienen del garage británico, podamos jugar con ellos, pero eso tiene que ver con muchas cosas, entre ellas que hayamos conseguido entender los códigos, hacerlos bien, y que guste lo suficiente para que lo sigamos desarrollando, porque nadie va a estar haciendo música en contra de su propio público, es algo inevitable, lo que eso no significa que tengas que estar copiándote todo el rato, que es lo más aburrido del mundo. Hay cosas que siempre quiero probar en Veintiuno, pero por la naturaleza que tiene el grupo admite mejor algunas cosas y permite ciertos juegos y otros son simplemente trajes que vas probando. Igual que las armonías, que es algo con lo que me gusta mucho jugar sin desnaturalizar el contexto. 

¿Qué terrenos habéis querido explorar con estas canciones? 

Diego: Hay muchas cosas que se pueden destacar de las mismas. Producir y grabar en casa, por ejemplo, que es algo que he hecho más que nunca en este álbum, también por tiempos, porque este disco se ha hecho en mitad de una gira y eso nos ha obligado a ser creativos, además de trabajar rápido en la furgo durante los viajes. Por otro lado, la búsqueda de texturas, que siempre está ahí. Hay instrumentos a los que nunca nos habíamos aproximado y con los que nos hemos puesto a jugar para llegar a algunas canciones porque queríamos incorporarlos a la paleta de la banda. Hay también armonías que siempre había querido probar. De hecho hay tres temas en este disco que tienen más juego en las armonías de lo que puede haber en todo el resto de la discografía de Veintiuno. Hay una apuesta por ir abriéndonos, por ir jugando y por ir enriqueciendo el lenguaje de la banda, pero sin desnaturalizarlo. Hay muchas cosas, como te digo. Tendría que ir cogiendo el tracklist tema a tema para poder señalar todo. 

Has dicho que habéis grabado en casa. ¿Cómo ha transcurrido esa grabación y cuál ha sido el papel de Tato Latorre en todo este proceso?

Diego: Tato ha producido alrededor de un 60% del álbum. Ha tomado una parte muy activa en el mismo, además de dar consejo a la banda. Tato es un profesional increíble y un hombre deseoso de hacer música. Cuando le das la oportunidad de hacerlo, salir de su zona de confort y probar en zonas desde las que no suele producir, le gusta jugar. Trabaja muy rápido y es muy jugón. En ese sentido nos hemos entendido mucho. Si tienes la cabeza lo suficientemente activa como para pelotear con Tato lo que te va a devolver es muy divertido y muy rico. Se ha involucrado mucho, hasta el punto de que ha tomado parte en la dirección del directo de la banda y nos ha ayudado a subir un escalón. Solo tengo agradecimiento hacia él y mucha admiración, porque he aprendido muchísimo, tanto con él como con Santos y Fluren, con quienes seguimos produciendo. De todos te llevas algo y en este caso, dado que ha hecho más temas con nosotros, hemos tenido un contacto más íntimo con Tato. 

En cuanto a la composición, este disco sale tras una larga gira con “El arte de perder”, consolidándoos en muchos escenarios. ¿Te ha costado encontrar más los momentos de inspiración para componer toda esta “Balada” estando tan activos con la gira en la que estabais inmersos? 

Diego: Intento llevar un estilo de vida creativo porque es importante para mí. Lo disfruto mucho. Mis hobbies tienen que ver con leer, con escuchar y tocar música, con dibujar… así que componer es algo que yo haría aunque no me dedicase a la música, porque lo hacía antes de dedicarme a ello. Es lo que me gusta hacer, lo que forma parte de mí como persona. Componer no es un reto, sino más bien componer en forma y tiempos para saber lo que es para la banda. Cuando estás en una banda, en el punto que estamos nosotros, las cosas tienen un calendario, un tempo y cadencia, y tienes que trabajar en relación a eso sin que desnaturalice tu propio proceso. Para mí, el reto ha sido ese, entregar cada cosa cuándo se debía entregar, manteniéndome estimulado para hacer lo que me gusta hacer. 

“Lo mejor que le puede pasar a un proyecto artístico es tener una fecha de entrega” 

Imagino que es difícil cumplir con esos calendarios sin sentir ese peso encima por entregar una obra. 

 
Diego: Estoy razonablemente convencido de que lo mejor que le puede pasar a un proyecto artístico es tener una fecha de entrega. Luego el tema está en que la fecha sea la que tú quieres, que eso nunca sucede, pero hay un equilibrio que es complejo porque cualquier disciplina artística tiene intrínsecamente relación con la divagación y con la deriva, por no decir con hacer el vago, aburrirte, distraerte y que te lleguen cosas. Eso va contra las fechas de entrega, pero las cosas tienen que tener un límite o no se terminan. Si no tuviera fechas de entrega yo no terminaría nunca nada. Te lo prometo. 

En cuanto a la inspiración, tanto lírica como estilísticamente, ¿qué grupos habéis tenido en vuestro radar en este tiempo de composición que os hayan tocado especialmente? 

Diego: Este disco se empezó a hacer cuando nos fuimos a Argentina. Haber visto en directo a Nafta, a Bándalos Chinos, a El Zar, a Zoe Gotusso y a Malena Villa nos dio mucho. Volver al rock argentino, que ahí está muy presente, o escuchar mucho a Fito Páez, que es el mega mainstream allí, son cosas que nos afectaron de forma inapelable. Algunas siempre habían estado en nuestro ADN, como Soda Stereo o Los Rodríguez, sobre todo Los Rodríguez, pero luego hay bandas o artistas que hemos escuchado compulsivamente y que se filtran en las canciones. “Songs about Jane” de Maroon 5 ha estado muy presente también, el último de Bleachers, “People Watching” de Sam Fender… Hay mucha música presente en estas canciones, un montón de cosas que están en pequeños detalles, pero sí, hay gente que nos contagia mucho. 

Vamos a hablar también de las colaboraciones que hay en esta “Balada de Delirio y Equilibrio”. Esa es otra de vuestras características, que siempre os habéis rodeado de amigos con los que compartir vuestras canciones. Aquí están Siloé, la argentina Malena Villa o Sebastián Llosa. ¿Qué os ha llevado a trabajar esta vez con todos ellos? 

Diego: Diferentes cosas. Malena llegó a nosotros por Spotify, por canciones que habíamos escuchado de ella que nos flipaban. Y ella tuvo la locura de meterse con cuatro tíos que no conocía en un apartamento de Palermo para componer. Desconozco todavía, y mira que hemos hablado, si nos había escuchado antes. Con ella nace la colaboración de una clara devoción por la música que ella hace, por la voz que tiene y por su carácter, porque es una tía increíble. Con Iván Ferreiro ya habíamos hablado en anteriores ocasiones de escribir juntos y él me lo puso en bandeja porque me dijo: “Te tienes que subir un fin de semana a Gondomar a escribir”, y eso hice. A Enol le tenemos mucho amor en la banda, compartimos oficina y sello y también habíamos hablado muchas veces de hacer una canción juntos. Teníamos “Acantilado” y le invitamos a entrar y a meter su letra en la canción. Siempre es algo estimulante. Para mí, como autor, hay un riesgo de convertirme en una isla en la que te quedas solo escribiendo y te repites, y por eso, cuando entra otra cabeza que escribe canciones me ayuda mucho a salir de mí mismo y ver las posibilidades que ve otro en las canciones en las que ha venido a participar. Con Siloé lo que tenemos es una amistad trazada a lo largo de muchos años porque nosotros hemos sido teloneros de Siloé y hemos tocado mucho con ellos, por lo que ya habíamos hablado de hacer una canción juntos. No sabíamos si nuestra o de ellos, pero yo tenía “Irremediable” y alguien en la banda dijo que sentía que era una canción en la que habíamos dado con algo para incorporar a Siloé, y fue mandarles la demo y decir que sí. Fue una colaboración sencillísima. 

Precisamente has hablado de Iván Ferreiro, que yo me lo estaba reservando para la siguiente pregunta. Quería saber cómo se gestó esa colaboración en “La La Land”, que además Ferreiro la hace tan personal y especial, como ocurre con todo lo que toca. ¿Cuánto de importante ha sido la música del gallego en vuestra vida para cerrar el disco con esta maravilla de canción? 

Diego: Mi coartada para decirte lo fan que soy de Iván es fácilmente rastreable por todo internet, porque ya en 2015, en la letra de una canción de Veintiuno escribí este verso: “Como decía tu canción favorita, es imposible el equilibrio”. Incluso también se puede ver cuando he colaborado en Radio Nacional y le he llamado para preguntarle por canciones obvias, y no tan obvias, de su discografía. Me encanta Iván en solitario y me flipaban los Piratas. Me encanta la forma que tiene de aproximarse a la creación artística, su honestidad y su discurso, además de que me encanta como persona. Le adoro. Le tengo una devoción absoluta y he tenido el privilegio de sentarme a pelearme con él por estrofas, que es algo maravilloso. Solo te puedo decir cosas increíbles de él porque es un tío increíble. Siempre va un paso más allá. Tiene la mirada muy larga y muy docta y sabe ver en ti cosas que tú no ves en ese momento y por eso te discute hasta la última coma. Eso es súper estimulante. 

La verdad es que la canción ha quedado sublime. A mí también me pierde Iván, pero es que esta canción es una auténtica maravilla. 

Diego: Gracias. Estoy muy contento con ella, la verdad. “La La Land” partía de un sitio muy bonito. Claro, al final Iván es mi colega, tenemos amistad, pero no puedo evitar tener pudor por sentarme a escribir una canción con él. Es un tótem con el que he crecido y que ha bañado mi educación emocional. Por eso le pregunté por dónde quería empezar. Él me dijo, después de cenar y tras unos vinos, que no tenía nada más en la cabeza rondándole desde hacía semanas que una frase, que decía así: “Te elevabas más y más hasta encontrarte con el suelo del cielo”. Y le dije: “De ahí podemos tirar kilómetros y kilómetros”. Y eso fue lo que hicimos, porque toda la canción parte de esa frase. Le puse acordes y empezamos a trabajar sobre ella y sobre lo que nos iba llevando a esa historia que iba saliendo y sobre la que íbamos discutiendo, hasta que día y medio después la acabamos. 

Una de las afirmaciones que mejor podría describiros es vuestro “derroche de espontaneidad y descaro”. Así os acercasteis a Love of Lesbian, con los que conseguisteis uno de vuestros sueños en el disco anterior, y ahora volvéis a colaborar con gente tan grande y especial para vosotros como Iván. ¿Qué queda de aquel “grupo de fracasados”, como os definíais antes, ahora que parece que toda la escena indie, pop y rock quiere acercarse a vosotros? 

Diego: Ser fracasado es una manera de mirar al mundo. No creo que el hecho de que circunstancialmente ahora nos vaya bien, que es innegable, afecte a cómo nos vemos a nosotros mismos. A nosotros nos ha ido mucho más tiempo mal que bien, muchísimo más. Tendría que irnos bien diez años para que nos fuese bien el mismo tiempo que nos ha ido mal. Y pocos proyectos musicales van bien diez años, la verdad. Estoy deseando que llevemos el mismo tiempo arriba, pero nos queda muchísimo. El “Memento Mori” es algo que trabajamos mucho en la banda porque sabemos lo que cuesta llevar una furgoneta o un tour manager. Sabemos lo que cuesta cada paso que damos, lo que cuesta hacer un disco. Sabemos el tiempo que se invierte en esto, en días de vacaciones y en discusiones con los jefes. Sabemos lo que implica joder tu primer coche. Ese que te has comprado con dos mil euros o que te ha dejado tu padre y que has reventado en la carretera. Sabemos lo que vale eso y por eso está muy presente. Va a estar ahí siempre, y está en decisiones que tomamos, en cosas que no externalizamos y que mantenemos de forma interna en la banda. Somos la gente que pregunta cuánto cuesta cada cosa que hacemos, aunque estemos como ahora en una “major”, porque queremos saber cuánto se está gastando, porque si se puede hacer mejor y más barato, lo queremos hacer así. Es algo que está en nuestra manera de trabajar. Después, inevitablemente, surgen amigos por el camino, y eso es guay. También te digo que ha sido una cosa muy orgánica. Nosotros hemos intentado hacer todo de forma natural y no forzar las cosas ni pedirle de más a nadie. Con Love of Lesbian, que nos tratan como si fuéramos sus hermanos pequeños, tenemos el privilegio de que han entrado por las canciones, y eso es lo mejor que puedo decir. El regalo que me llevo es que Santi o Julián me digan que les gusta una canción mía, y que luego hayan escuchado este disco sin que yo les pidiera que lo escucharan. Eso es lo que para mí es importante y prefiero no perder ese foco. 

“Los tiempos fuerzan a que saques singles, pero si tú tienes una identidad artística, el tiempo va a comerse esa urgencia y la gente llegará al álbum” 

Ahora que todos los discos se desgajan hasta el extremo antes de su lanzamiento (de hecho el primer adelanto de este disco tiene ya casi un año), ¿creéis que puede afectar al concepto global de una obra como ésta, que quizá debería degustarse preferiblemente de forma conjunta y no como una unión más inconexa de singles? 
 
Diego: Es que ese equilibrio es muy difícil de conseguir. Los tiempos fuerzan a que saques singles, pero si tú tienes una identidad artística, el tiempo va a comerse esa urgencia y la gente llegará al álbum, lo que no quita que para nosotros era muy importante dejar buena parte del disco inédito a pesar de los lanzamientos previos. De hecho, de trece tracks quedaron inéditos para el lanzamiento ocho. Con el tiempo nadie se va a acordar de qué singles habían salido y cuáles no. Eso te lo garantizo. Hoy nadie se acuerda de cuántos singles sacamos de “El arte de perder”, ni cuántos de “Gourmet” o “Corazonada”. Eso se pierde en el mar de la memoria. Para nosotros es importante que podamos guardar todo lo posible antes del lanzamiento, aunque se convierta en una pelea todo el rato. 

Si te parece, vamos a hablar de algunas canciones en concreto de esta “Balada”, comenzando por “Perder los modales”, que suena muy épica y cuyo saxo me lleva a Clarence Clemmons y la E Street Band. ¿Qué puedes contarnos tanto de su parte lírica, como de este arreglo? 

Diego: Que si te lleva a la E Street Band lo estamos haciendo bien porque el saxo de Clemmons es una referencia muy directa en la música de Veintiuno y, claro, es más reconocible cuando te pones a un tiempo de ciento cincuenta la negra, que es la velocidad a la que va esta canción. Pero no solo por el saxo, este tema es Springsteeniano por el glockenspiel, que si lo escuchas, está también bastante presente y es una seña del Springsteen de los setenta, sobre todo del “Born to Run”. Es un color que queríamos darle porque nos encanta Springsteen y los “hijos” de Springsteen. Flipamos con Sam Fender, War on Drugs, The Killers… y todos ellos son hijos estilísticos de Bruce. Tienen una sonoridad y una manera de tratar las canciones que nos gusta muchísimo. 

El saxo también vuelve en “Armadura”, aunque aquí me voy a lanzar, porque no me los has nombrado todavía, pero me recordáis mucho al espíritu The 1975. ¿Estáis en ese punto entre la tradición más pop de los ochenta y la modernidad (mostrada por ejemplo en vuestro uso puntual del autotune)? ¿Creéis que podría haber cierto paralelismo entre la banda de Matt Healy y vosotros? 

Diego: Ojalá, porque son un grupazo absolutamente incontestable e increíble. Ellos han conseguido hacer mainstream un tipo de música que sería impensable que lo fuese hace escasos cinco o seis años, y como tal son un espejo en el que nos miramos, sí. Es una de las bandas que más nos gustan junto con Bleachers, Twenty One Pilots o War on Drugs. Son bandas a las que miramos y en las que encontramos cómo traer hasta hoy las herramientas de ayer que a nosotros nos gustan. 

La verdad es que sí que encuentro mucho paralelismo entre The 1975 y vosotros. De hecho, devoré vuestro disco y casi sin pensarlo me puse a escuchar compulsivamente discos de The 1975, así que es inevitable que vea esa conexión. 

Diego: ¡Qué guay! ¿Algún disco en concreto? 

Tanto su disco de debut como el último, “Being funny in a foreign language”, los he estado escuchando mucho estos días, después de entrar en “Balada de Delirio y Equilibrio”.

Diego: Me lo tomo como un cumplido del copón, la verdad. Es parecido a lo que me ocurre con los Rodríguez. Soy un fanático. Es uno de mis grupos favoritos. Igual que en ellos podrías encontrar el enganche entre el rock de Tequila y el rock rumbero de Veneno y de esa escena, a mí me encantaría que nosotros pudiésemos traer esa ola británica y dotarla de algo que es nativo de aquí. Conseguir que imbriquen esos colores de lo foráneo y lo local sería fantástico, porque es esa mezcla la que me resulta interesante. Si encuentras elementos de esos en nuestra música, así como algunos rastros en la forma de cantar, aunque eso es algo más difícil porque la voz se contagia mucho de otras cosas que a mí me resultan interesantes en las letras, estaré cerca de complacerme a mí mismo. 

Has hablado también de “Suspiria”, una canción marcada de manera especial por su sonoridad, la delicadeza con la que se presenta y por salirse del color que tiene la banda. Y junto a ésta también destacaría “Nuestra parte de noche”, que os lleva hacia el blues. ¿De dónde surgen estos escarceos que dan ese color diferente a vuestro sonido? 

Diego: Como hemos hablado al principio, creo que hay que ir un paso por delante del público. Siempre tengo cierto miedo a salir de la zona que el consenso de oyentes de la banda ha decidido que es Veintiuno, pero es cierto que lo que menos escucho es la música que nosotros hacemos. Esa música es el resultado de limitar cierto grado de libertad con respecto a la música que nos gusta. Si escucho obsesivamente música de la Stax y la Motown, me brota una querencia inevitable que tengo por ese tipo de patrones, por ese ritmo de 6x8 y esas armonías, y es fácil que por eso suceda algo como “Nuestra parte de noche”. Otra cosa es que yo encuentre el sitio anímico y melódico para integrarlo en una buena canción, no como un ejercicio ligero, que es algo tentador, que hemos hecho y que todo el mundo hace con algo que te gusta formalmente y que quieres imitar. Para mí tenía que haber una canción con este estilo y esta vez creo que tenía una buena canción que podía defender eso. Y por otra parte, si me flipa Bon Iver y llevo mucho tiempo escuchándole, tanto como a Jon Hopkins y ese tipo de música ambiental, “Suspiria” es la enésima interacción de algo que quería hacer y que he encontrado el hueco para que tenga sentido. 

Me encanta que relaciones “Suspiria” con Bon Iver. 

Diego: Sobre todo con el Bon Iver de “22, A Million”, de los últimos discos. 

Junto con estas canciones que se salen del guión está también “Puñalada”, que es muy acústica, quizá la más acústica que recuerdo de vuestro repertorio, casi en la línea del cantautor tradicional en su primer tramo. ¿Cómo surge una canción tan bella y a la vez tan desprovista de arreglos en un disco vuestro, donde suele predominar el color? 

Diego: Cuando estuvimos viviendo en Argentina dos semanas, una de esas dos en Buenos Aires, todo era muy inspirador, algo que imagino es inevitable cuando estás rodeado de colores, sabores y olores nuevos, además de estar en una estación diferente de la que vienes. No me acuerdo bien por qué, puede que porque estábamos en el apartamento un día en concreto, pero estuvimos escuchando muchísimo “Rumours” de Fleetwood Mac. “Tango in the Night” y “Rumours” son dos discos que están muy presentes en el ADN de Veintiuno. Escuchando ese disco yo tenía un arpegio de guitarra muy pequeñito y una frase de estas que te van rondando la cabeza. Puede que la frase la escribiera cuando estuvimos en Córdoba tocando en Cosquín Rock, y decía: “Voy a hacerme un tatuaje donde fue tu puñalada, porque ya se está curando y me gustaba que me recordase a ti”. Tenía clarísimo que ahí había una canción, lo que pasa es que hasta que no escuché en ese momento “Rumours” no salió. Aunque la verdad, ya no sé si fue exactamente con ese disco, pero sí que tenía a Fleetwood Mac en la cabeza y estaba en el sofá tocando cuando surgió. Sé que fue así porque Yago lo grabó con el móvil. Tenemos grabado el momento en el que empecé a tocar esa canción en aquel sofá y, no lo sé, pero es como el cruce de cosas que no esperas que funcionen juntas, pero que están ahí y surgen de alguna manera espontánea. 

“Me gusta mucho la escritura impresionista en las canciones” 

Esa frase es muy visual y consigue meterte totalmente dentro de la canción. 

Diego: Sí, a mí me gusta mucho la escritura impresionista en las canciones. En general, en la lírica, los escritores impresionistas me interesan mucho más que los expresionistas. Me gusta mucho más como Robe Iniesta consigue transmitirme algo que cuando me lo describen, pero es únicamente una preferencia personal. 

Estamos hablando de muchas influencias y de muchos músicos y discos diversos hasta ahora, pero es verdad que con singles como “Estarás”, “Acantilado” o “Irremediable” vais formando un estilo que es ya muy vuestro. Ya no hace falta buscar una referencia para hablar de vosotros. ¿Cuál es la fórmula que os hace parir temas tan directos y radiables, que parece que siempre hayan estado ahí, pero que en realidad tienen ese estilo propio de Veintiuno? 

Diego: Creo que es preferencia personal. Vas tomando decisiones y al final se quedan unas decisiones de melodía y de armonía determinadas. Cuando empezamos a trabajar, Veintiuno tenía un color buscadamente diatónico, con texturas muy limpias, muy ambient, con una idea de pop muy directa. También nuestro sonido está muy condicionado por el tipo de voz que tengo. Eso es algo inevitable. Creo que entre lo que te limitas conscientemente y lo que te da la identidad sonora que ya llevas de base es como surge el sonido, que al final decide solo. Hoy en día decidimos cada vez menos qué es Veintiuno. Sabemos qué es Veintiuno cuando damos con una canción que resulta ser continuista con lo anterior aunque no sea a propósito, pero el resto del tiempo no es un acto consciente. Es más consciente buscar lo que está fuera. 

Ya hemos hablado de que no hay prejuicios en vuestra forma de encarar las canciones. Os acercáis a artistas de todo tipo y sonoridades, independientemente de estilos. Sin embargo estamos en una época en la que tendemos a encasillarlo todo. ¿Creéis en la necesidad o el poder de etiquetar todo para facilitarnos las cosas? 

Diego: Me parece inevitable, pero la etiqueta es para quien la pone. Es inevitable y la odio, pero al mismo tiempo está ahí porque la necesitan la mayor parte de los oyentes de música. Y es que, además, no nos debemos a los melómanos, porque tú puedes amar a los melómanos pero trabajas para todo el mundo. La mayor parte de gente que escucha música, lo hace porque le recuerda a lo que escuchaban cuando tenían entre diez y diecinueve años, cuando eran permeables, libres, se enamoraron por primera vez y sentían que la vida podía ser un millón de cosas. A todos esos recuerdos se les enganchó alguna canción y esas canciones son las que van a buscar toda la vida. Por otro lado, también hay gente que escapa a las etiquetas, que no las pone a todas las cosas porque trasciende eso y disfruta la música por la música. Esa gente es maravillosa porque aunque su grupo de cabecera sea Pantera, que es uno de mis grupos favoritos, puede acceder y disfrutar de algo que esté completamente fuera de ese estilo, como Lorde, por ejemplo. Disfruto mucho de la gente que trasciende las etiquetas. Nosotros somos de esa gente, pero inevitablemente tengo que entender que haya etiquetas, porque de la misma manera en que a mí la moda no me interesa, hay gente que escucha música, pero tampoco le interesa. 

Hay un tema que dejáis fuera, “La noche de las perseidas”. ¿Se lanza esta canción en el formato vinilo? ¿Es esta vuestra forma de dar valor a lo físico a pesar de que la mayoría del público consume la música en streaming? 

Diego: Esa canción no está en el vinilo. No está en ninguna parte. Hay una cosa que hemos pedido hacer con este álbum que es extender su vida. Queremos que sucedan cosas con él. El disco es el que ya está lanzado y se ha escuchado, pero hay cosas que queremos que pasen con este disco porque algunas se han quedado fuera y queremos trabajar con ellas. Queremos darle recorrido y “La noche de las perseidas” es un guiño a algo que en el propio título lleva la pista y con lo que iremos trabajando. Es la forma de decirle a cualquiera que acaba de llegar que el disco no ha terminado con estas canciones, si no que vienen más cosas. 

Yo creía que esa canción había quedado reservada para el formato físico, pero es mucho más curioso e interesante así como lo planteas. 

Diego: A mí me molaría mucho lo que has dicho, pero así creo que cabrearíamos a todo el mundo que no ha comprado el disco. De esta forma cabreamos a todo el mundo de manera horizontal y complaceremos por igual a todos cuando llegue esa canción. 

“Es más fácil de entender lo que queremos contar cuanto más ponemos de nosotros mismos”

Háblanos del arte del disco, que también es cosa tuya. Nuevamente tan trabajado y original. ¿De dónde viene ese collage de la portada y las referencias al negro y rojo que han marcado todos vuestros adelantos? 

Diego: El negro y el rojo vienen por muchos motivos. En un primer nivel de lectura hay una alternancia sistemática de colores cálidos, como el rojo, y negros en los discos de Veintiuno. Si vas viendo la trayectoria de la banda, cuando un disco es rojo es muy probable que el siguiente esté en una gama fría y así sucesivamente. De alguna forma nos tocaba el rojo esta vez, pero son pequeños manierismos estéticos. Y además, el hecho de trabajar con rojo y negro permitía darle voz, de alguna manera, a esos personajes del disco. Inevitablemente el disco tiene que tener una portada, porque es una foto la que se sube y se muestra en todos los lados, pero en realidad tiene dos portadas. Puedes darle la vuelta y ver la portada negra complementando a la roja. Hay una voluntad de hacer eso. De hecho, la parte del setlist que corresponde a cada uno de los personajes es la que está presente en cada una de las portadas. Los elementos visuales también son los que yo asocio de forma más o menos directa, e incluso surrealista, a aquello que me transmiten cada uno de los personajes, porque he estado trabajando muchísimo en ellos, intentando describir lo que para mí son, lo que tienen, lo que llevan y lo que traen consigo. A la portada es a lo último que llego. Hice antes el libreto porque éste es un disco de bocetos. Ahora que la banda se ha profesionalizado teníamos la oportunidad de hacer cosas que nunca habíamos hecho, como hacer una dirección artística con tiempo. Ya lo hicimos con el disco anterior, y esta vez hemos ido un paso más allá. Ya no tengo que llevar a una diseñadora todos mis dibujos como hacía antes y que ella los modifique y los traduzca. Ahora tengo el tiempo de poder hacerlo yo mismo, de poder planificar una dirección visual para los vídeos y hablarlo con el equipo que se ha encargado de ello y que todo vaya alimentando, metonímicamente casi, el lenguaje del álbum. Es muy estimulante y, sobre todo, es que a mí es lo que me gusta hacer. Me gusta hacerlo y me pagan por ello, así que estoy encantado de poder hacerlo. Ni siquiera es una decisión consciente, es algo que he tenido tiempo para hacer, me hace ilusión y creo que ayuda a hacer más pequeñito el puente entre la voluntad artística y el público. Creo que es más fácil de entender lo que queremos contar cuanto más ponemos de nosotros mismos.

Es verdad que la portada nos lleva a dar vueltas sobre estas canciones. Ahora mismo lo que me has dicho del tracklist que aparece en la portada, que es de uno de los dos personajes, me ha hecho entender por qué no aparecía todo completo y, claro, inevitablemente me viene a la cabeza preguntarte ¿cuánto hay de “Delirio” y de “Equilibrio” en ti como el artista que ha concebido todo esto? 

Diego: Uno de los personajes está basado en mis propias experiencias, creo que es fácilmente comprensible y es honesto decirlo. Tengo mucho de uno de ellos. Cuál de los dos soy creo que es parte del juego. Siempre va a haber algo tramposo por mucho que intente contar el punto de vista de ambos personajes porque lo estoy contando yo, pero he preguntado y conversado mucho para llegar a estas canciones, así que intento que sea, sino verdadero, al menos honesto. 

Aunque quizá todos podemos tener un poco de “delirio” y pretender buscar ese “equilibrio” en nuestras vidas. 

Diego: Ojalá sea así. Lo contrario es esquizofrenia y hay que tomar litio. 

¿Cómo se va a desarrollar la gira de este disco? ¿Cómo habéis planteado llevar este concepto al escenario? 

Diego: Empezamos en Valladolid hace más de un mes y hemos hecho, en relación a nuestras posibilidades, un esfuerzo activo por hacer una puesta en escena elaborada. De nuevo, todas las manifestaciones artísticas nos permiten acercar al público un poco más y añadir capas de información a lo que estamos haciendo. La voluntad es que el disco se lea por sí mismo sin necesidad del libreto, ni de ver las portadas ni los vídeos, pero puede que haya un 5% de personas que vean todo y de pronto encuentren una relación entre una cosa que sucede en el escenario y algo que aparece en una canción o en una de las portadas. Me estoy llevando la alegría de que hay gente que me pregunta: “Oye, ¿esto que he visto en este show puede tener que ver con esto otro o estoy loco?”. Pues sí, tiene que ver y gracias por verlo. Creo que ofrecerle a la gente que te sigue eso me flipa porque es lo que a mí me gusta de los artistas que sigo. 

Cuidar ese concepto global y llevarlo al escenario, que no sea algo plano y hagáis una presentación al uso. 

Diego: Sí, eso es. Tuve una experiencia personal con un compañero que me decía, al sacar “El arte de perder”, que le parecía una chulada el diseño del álbum y que a ellos la compañía no les ofrecía una dirección artística así. Me preguntó con quién habíamos trabajado porque con un concepto así todo viste más. Y claro, yo le dije que no habíamos contratado a nadie. Esto es de la banda porque lo que nos gusta es eso. A mí la música me ha pagado una casa, pero yo no me metí en la música para que me pagara una casa. Yo me metí en la música porque llevo escuchando discos desde que nací, me flipan esos discos y quiero hacer canciones y álbumes. Así que, ¿para qué quiero que alguien me haga la dirección artística si lo mejor que me puede pasar es que me dejen hacerla a mí? 

Eso es. Es tocar todos los palos que están alrededor de la música. 

Diego: Por lo menos en los que tú tengas algo que opinar. Hay gente que conozco que tiene una visión de la moda increíble y que cuando se suben a un escenario piensas: “¡Joder, lo está plasmando perfectamente!” Yo de eso no sé, pero me interesa la pintura, el dibujo, el cine, la música, sin duda, y cuando puedo jugar con esas cosas, en la medida en que nuestro presupuesto y posibilidades lo permiten, me encanta hacerlo. 

“Ahora es cuando te voy a convencer de que tengo algo que contarte” 

Ya que hablamos de conciertos, habéis empezado con una gira que da todo el protagonismo a este show, pero estamos en temporada de festivales y estos se han convertido en una necesidad, como queriendo decir que si no estás ahí no eres nadie. ¿Cuál es vuestra opinión sobre esta vorágine festivalera? 

Diego: Creo que está muy masticada la perspectiva de si hay burbuja de festivales o no, así que voy a decirte lo que son los festivales para nosotros. En un sistema en el que la música de las bandas está completamente enajenada del mainstream, no se nos tiene en cuenta, no se nos da oportunidad de acceder, no se pone a ninguna banda en el foco de lo mainstream, porque no hay ninguna banda en el Top 50 español de Spotify a día de hoy, y no hay bandas en la radio, los festivales se convierten en la posibilidad de que público que no es el tuyo te vea. Después, el modelo de negocio es cosa de quienes trabajan ese modelo, pero para nosotros los festivales han sido en los dos últimos años, y lo siguen siendo, la posibilidad de que gente que llega de manera casual hasta nosotros diga: “¡Hostia, vaya banda!”. Es un sitio en el que evidentemente tienes un set más corto, pero nosotros no vivimos de hacer festivales, vivimos de las salas. Vamos a los festivales y es una fortuna poder estar. Nos enfrentamos a un público que no es el nuestro y que con la posibilidad de no ir a ese concierto decide hacerlo, así que tienes que ir a convencer. Quien va a verte a tu show sabe quien eres o es el amigo o la pareja de alguien que sabe quien eres. Ahí tienes que ir a complacer y a estar a la altura, pero en festivales vas a convencer. Creo que en un mundo en el que a nosotros no se nos dan esos mecanismos, no se nos dan las grandes campañas de Spotify ni la radio, se nos ha intentado convencer, incluso, de que la música que hacemos no interesa, pero después acabas ganándotelo con palos y dientes, los festivales se convierten un expositor en el que la gente que tocamos instrumentos y que corremos el riesgo de hacer música en directo nos enfrentamos a un público que no nos conoce y pensamos: “Ahora es cuando te voy a convencer de que tengo algo que contarte”. 

Me gusta esa visión, no solo la tremendista que a veces se vende. 

Diego: Entiendo que hay un discurso sobre si hay burbuja o no, pero yo eso no te lo sé decir. Lo que te puedo decir es que el año pasado tocamos a las cuatro de la tarde en el Interstellar de Sevilla, abrían puertas y entraron diez mil personas a ver qué pasaba con Veintiuno. Se llenó el recinto para vernos y mucha de esa gente se ha convertido en público de la banda. Hemos pasado de tocar para doscientas personas en Sevilla a tocar para seiscientas en esta gira, con solo un año de diferencia. Eso para nosotros es una oportunidad. No tenemos tantas. Ninguna banda tiene tantas oportunidades. 

Vuestra relación con él público es muy estrecha. ¿Qué es lo que más valoráis de ésta concierto tras concierto? ¿Cómo hacéis para acercaros de una forma tan honesta a vuestros seguidores con todo vuestro discurso? 

Diego: Intentando ser profesionales, que sientan que su entrada ha valido de algo y tratándolos como gente que podría decidir estar en cualquier otro sitio y decide estar viéndote a ti, que es algo muy valioso. Es extensible a muchas cosas, pero como corolario te diría que es eso. 

Esto va muy unido también al papel que juegan las redes en esta relación con el público. ¿Cuál es vuestra visión de un recurso tan potente y necesario como éste en nuestros días? 

Diego: Sin redes sociales no existiría Veintiuno. Nos sirven de escaparate y de conexión con la gente. Hacemos uso activo e intensivo de ellas. Decirte lo contrario sería mentirte. Yo intento contestar y estar pendiente de las redes, y desde luego, si alguien me pregunta de una forma respetuosa y educada tendrá lo mismo de mí. 

En estos tiempos en los que estamos desbordados por el tema de la Inteligencia Artificial, ¿qué os gustaría que nos dijera la IA si le preguntáramos por esta “Balada de Delirio y Equilibrio”? 

Diego: Me gustaría que antes de preguntárselo a una IA alguien venga a un concierto a comprobarlo. De la IA espero una regulación lo antes posible. Voy a dar una opinión que envejecerá muy mal por el rumbo que llevamos, pero creo que sería muy bueno para los valores humanos que se hiciera lo antes posible una regulación intensiva del uso de inteligencias artificiales porque, aunque toda la tecnología se carga puestos de trabajo, la IA tiene la capacidad de cargarse todo el interés en la creación humana, y eso me da mucha pena y me aterra. 

Hemos hablado de mucha música en este rato y me gustaría terminar preguntándote, ¿qué les pediríais a vuestros seguidores, entre los cuales me incluyo, para que pudieran apreciar la esencia completa de este viaje en forma de disco? 

 Diego: Que se regalen el tiempo de escuchar el disco con calma y que tengan paciencia porque lo que les proponemos es la puerta de entrada a un viaje que para nosotros va a durar un par de años. Un viaje del que hemos sembrado las bases y en el que creemos que hay mucho más camino por recorrer. Que se queden a verlo con nosotros. 

Muchísimas gracias, Diego. Felicitarte por el disco. Te pediría que extiendas esta felicitación al resto de la banda, a Yago, a Pepe y a Rafa, porque creo que habéis hecho un disco que os consolida como una banda que ya no es una promesa, sino una banda muy a tener en cuenta. Con “Balada de Delirio y Equilibrio” habéis hecho algo distinto, que me llama la atención de una forma diferente. Desde el Giradiscos sabes que estamos con vosotros y seguimos felices de poder contar con vuestra música. Enhorabuena y nos vemos por los conciertos. 

 Diego: Muchas gracias a vosotros por seguir aquí.