La M.O.D.A: “San Felices”


Por: Javier González. 

Qué agradable sensación la de entrar a casa para sentir el calor del hogar. Un espacio conocido, capaz de brindar seguridad y que ofrece un confort totalmente necesario, sobre todo cuando fuera el mundo arde y ruge la tempestad. Esa es la sensación que te inunda cuando te enfrentas a “San Felices”, el nuevo trabajo de los burgaleses La M.O.D.A., tras cuatro años de la publicación del celebrado “Nuevo Cancionero Burgalés”. 

Desde fuera diríamos, jugando a hacer un ejercicio de arriesgada suposición, que no ha debido ser fácil enfrentarse a la composición de estas nuevas canciones y es que es muy probable que por el camino se plantearan demasiadas preguntas que convenía responder con acierto, en esa eterna disyuntiva a la que enfrentan los proyectos musicales de relativo recorrido.

Sí, sabemos que La M.O.D.A. ha llegado donde está con la honestidad de quien hace las cosas a su manera, tirando de autogestión y sin el abrigo de una gran capital capaz de servir de colchón, demostrando que el rock de provincias también puede/debe jugar en nuestra primera división musical. El problema está en que cuanto más alto se vuela, más grande es la expectativa y, seamos francos, más carroñeros andan esperando a la vuelta de la esquina deseosos de un tropiezo que alimente el cainismo de una sociedad que lo ha convertido en deporte nacional. 

Afortunadamente estos últimos tendrán que esperar en sus madrigueras porque la banda ha hecho lo que mejor sabe hacer. Facturar un conjunto de historias que resultando familiares, remueven por dentro para volver a sonar tan reconocibles como certeros, algo que no es poca cosa atendiendo a lo jugoso de su ya dilatada discografía. 

Es cierto que no han arriesgado demasiado en su propuesta, el hecho de confiar para la producción en Carlos Raya ya daba una pista de por dónde podían andar los tiros. Es más, ésta circunstancia podría invitar a pensar en un sonido de calidad, pero quizás excesivamente limpio y edulcorado -un buen ejemplo es el tratamiento de los vientos que observamos en “San Felices”-, pero, afortunadamente, su presencia es solo un matiz que juega a favor de obra, puesto que la verdadera naturaleza de La M.O.D.A. permanece intacta, en gran medida gracias a esa forma de mostrar el orgullo por las “cosas pequeñas”, su particular y habitual reivindicación de la vuelta al terruño, y la invitación que nos hacen para afrontar la vida como una sucesión de días alegres y tristes a los que tenemos que mirar con el estoicismo de quien ha leído y entendido el poema “If” de Kipling; elevando el espíritu en las fenomenales “Letra Helvética” y “Alsa pa Madrid”, donde las pérdidas personales y amorosas se afrontan con dignidad, como heridas que dolieron, pero que hoy forman parte de nuestra piel transformadas en bagaje y no en carga. 

Sorprenden con las veleidades “arty-funk”, acercándose a Franz Ferdinand o Roxy Music, que se marcan con “Si bailas bailo”, dotada de un estribillo que a buen seguro será un bombazo en su directo, y el pop descarado que se facturan en “No te necesito para ser feliz”, arropado por otras jefazas como las chicas de Repion que aportan un toque de lo más sutil a la última parte del tema. 

“La vida en rosa” es otra buena muestra de su gran hacer, sostenido por unos vientos que van y vienen para regalarnos un temazo con hechuras de himno, la épica “Píntalo todo de negro” también consigue funcionar, aunque no esconderemos que nos gusta más “Desde Marte”, con esas querencias tan habituales en la banda que siguen reconfortando; más estándar y fría nos sigue resultando “Los tiempos que vivimos”, quizás demasiado plana en su letra y con una pretensión nada oculta de ser un tema radiable, sobre todo si la comparamos con la introspección y crudeza de “Días difíciles”, donde se ponen frente al espejo sin ocultar una reflexión durísima, o si lo hacemos con “Subiendo como el Chava Jiménez”, donde ya desde el título nos ponen el nudo en la garganta mencionando al héroe de El Barraco, el mítico ciclista abulense que forma parte del imaginario colectivo de una generación que empatizó con su espíritu rebelde como profesional de las dos ruedas, acompañados por Leiva nos erizan el vello en una canción que destila belleza y emoción por los cuatro costados. 

Nos aproximamos al final con otras tonadas marca de la casa, “Todos sonríen menos yo”, donde reflexionan sobre la religiosidad y la vida nómada del músico, y “Los que estuvieron”, reivindicando a los que no están ya, pero también a aquellos que siguen al pie del cañón, una composición realmente emotiva que es un auténtico regalo y que sirve para agradecer su apoyo y trabajo a todas aquellas personas que en la sombra siguen haciendo que La M.O.D.A. sea posible. 

Sigue siendo solo una hipótesis, pero puede que ante la duda los chicos de La M.O.D.A. hayan escogido  la mejor de las soluciones posibles. Con “San Felices” han mirado bien dentro, quizás a lo más profundo de su alma y corazón, y han llegado a la sabia conclusión de que lo que más nos gusta de su música es la sinceridad y sencillez de su mensaje, por lo que han decidido con buen tino ser ellos sin más. Sí, hay un productor de renombre cuyos trabajos son coreados por un público masivo y sí, también hay alguna que otra canción que juega a querer evolucionar por otros derroteros, pero sobre todo hay un sonido reconocible y una banda facturando por enésima vez un puñado de composiciones que en su mayoría resuenan notables, emocionales y adictivas bajo el sello de calidad “made in Burgos”, poco más se me ocurre pedir cuando lo que nos brindan vuelve a superar el notable con holgura.