Nightrain: Guns N' Roses

Estadio Vicente Calderón, Madrid. Lunes, 4 de junio del 2017

Por: Alejandro Guimerà

Mi historia con los Guns ' N Roses se remonta a un viaje escolar nocturno en tren hacia Sevilla en el año 1991 cuando un chaval de la clase puso en la habitación-vagón el "Appetite For Destruction" en su transistor. Me quedé flipando pues aquello sonaba distinto a todo: descarado, salvaje y algo prohibido. Luego llegaron mis incursiones a las tiendas de discos para hacerme con las cintas de cassette del "Lies" y de los dos "Use Your Illusion" -tras alucinar con "You Could Be Mine" en Terminator II -. También fueron las camisetas, los pósters en la habitación y, al fin, hacerme con la entrada para aquel memorable concierto en el Estadio Olímpico de Barcelona del 5 de Julio de 1993 por 4.000 pesetas.

Por aquel entonces no existía el nefasto y recaudatorio "Golden Circle" y los niñatos de 15 años como yo pudimos plantarnos en primera fila tras toda la jornada haciendo cola. El directo sonó a la perfección y quedó en mi retina para la posterioridad como uno de los momentos cumbres de mi adolescencia. Los años pasaron y la banda se disolvió. Uno fue creciendo y madurando, nuevas bandas y sonidos llegaron para acompañarme pero allí seguían intactas las melodías del pasado. Por ello, la refundación de los Guns, el "Chinese Democracy" (disco bastante aceptable, todo sea dicho) junto con su gira, fueron acogidos con cierto recelo, pues la ausencia de Duff MC Kagan y sobre todo de Slash en la banda era notable. 

Finalmente, con el anuncio de la reunión definitiva - benditos intereses económicos - , la alarma saltó, pues la expectativa de rememorar uno de mis grandes recuerdos cogía forma. Máxime cuando entre las fechas señaladas se encontraban dos en nuestro país, Bilbao (30 de mayo) y Madrid (4 de junio). Fue así como nos embarcamos hacia la capital en pleno fin de semana de final de la Champions League. 

El concierto tuvo lugar en el estadio Vicente Calderón, coincidiendo con su último gran evento antes de su derribo. Los teloneros Tyler Bryant & The Shakedown, provinientes de Nashville, encajaron con el plato principal merced a su hard rock regado por el blues, que rápidamente conquistó a la audiencia con temas como “House On Fire”, “Lipstick Wonder Woman” o su revisión del clásico “Got My Mojo Working”. Diferente le fue a un Mark Lanegan, tan mal programado como poco motivado y que abordó demasiado inerte buenos temas como son "The Gravedigger' s Song", "Hit The City" o "Black Rose Way" de sus Screaming Trees, no aptos para excitadas multitudes sedientas de rock duro, alcohol y diversión. 

Advertir que el título de la gira de los GNR “Not In This Lifetime Tour” hace referencia a la frase que dijo Axl Rose cuando en 2012 le preguntaron si se reuniría con Slash, "No en esta vida". Pues sí, en esta vida se han vuelto a juntar y han saldado las cuentas con muchos fans altamente sedientos de poderlos ver en directo. Aunque a decir verdad, si bien a lo largo del concierto hicieron postureo de juntarse uno al lado del otro, no hubo ni miradas de complicidad ni ningún mínimo contacto visual entre ellos. La rentabilidad de la gallina de los huevos de oro... 

Y la hora esperada llegó cuando las pantallas y el audio con la melodía de los "Looney Tunes" anunciaban a los Axl Rose, Slash y Duff McKagan junto con los Dizzy Reed (teclista desde 1989), Richard Fortus (guitarrista rítmico haciendo de Izzy Stradlin), Frank Ferrer (baterista) y la exótica Melissa Rese (voces, syntes y teclados) . Con un sistema de sonido espectacular, unas pantallas y efectos audiovisuales de última tecnología y ocasional pirotecnia, que ayudaron a magnificar un espectáculo al que antes de empezar muchos ya calificaban como "el concierto de su vida", la cosa despegó. 

"It' s So Easy" y "Mr. Brownstone" del debut de 1987 encendieron a la multitud que celebraba y coreaba como nunca su fiesta entre camisetas, tatuajes, gorras, cuero y pañuelos. Rock salvaje y una actitud como modo de vida. Le siguió la cañera "Chinese Democracy" que Slash y Duff hicieron suya entre logrados audiovisuales que se proyectaban en las enormes pantallas que les rodeaban, antes de que la cosa se comenzara a desmadrar en la pista con los primeros riffs del "Welcome To The Jungle". L.A., los ochenta, la movida del hard rock llegaba a las masas del futuro. 

El setlist se centró mucho en el "Appetite For Destruction" (1987), con hasta 8 temas, pero también con los dos volúmenes de "Use Your Illusion" (1991), con 4 y 5 temas respectivamente. Luego, la versión de "Black Hole Sun" a modo de homenaje por la pérdida de Chris Cornell que han hecho suya muy rápidamente y las versiones instrumentales de la BSO de "El Padrino" (Nino Rota) o "Wish You Were Here" de Pink Floyd, que Slash bordó con las seis (y doce) cuerdas de sus guitarras. Otra versión, "Attitude" de los Misfits, fue cantada por Duff demostrando su buena voz y dando la única pincelada del disco "The Spaghetti Incident?" (1993) con el que los californianos homenajearon a sus ídolos punk-glam de los setenta. 

De su último trabajo también aparecieron "Better", con participación estelar en las voces de Melissa, y la algo pesada "This I Love" que Axl compuso en los 90 antes de la disolución y que interpretó con una chaqueta de cuero blanca. Y es que los atuendos del frontman fueron cambiando con bastante frecuencia a lo largo de la noche, buscando al sex symbol que fue pero topando con el cincuentón que es, a pesar de que se ha adelgazado y puesto en forma los últimos tiempos. Lo que si que conserva a la perfección es una voz que sabe modular y reservar a lo largo de las desgastadoras tres horas de directo. 

Por quien parece que no pasan los años es por el bueno de Slash, cuyos dedos fluyen como nunca por los mástiles de sus guitarras de modo frenético y espectacular, demostrando una habilidad fuera de lo común entre medio de aquellos postureos que le encumbraron en guitar hero hace mas de 25 años. El amigo Duff no se queda atrás, pues aparte de ser el que mejor se conserva, sus trazos en el bajo siguen teniendo pegada. Sus idas y venidas encima de las pasarelas del escenario con acertados visuales de las pantallas detrás suyo hizo el resto. 

A decir verdad, la banda sonaba como una máquina perfectamente engrasada, calcando a la perfección los sonidos de los originales de las piezas (hasta 27 tocaron) buscando el revival celebrativo de los fans, lo que a buena fe lograron pues el ritmo del concierto no decayó ni un solo momento, dinámico y generoso a la vez que logrado. Ningún hit se quedó en la reserva, la desgarradora "You Could Be Mine" entre el frenesí del público, "Estranged" con sus solos memorables, las alargadas y metamorfósicas "Coma" y "Rocket Queen", la épica "Civil War", el himno universal "Sweet Child O ' Mine" o la gloriosa "November Rain", con Axl al piano y Slash en los cielos tormentosos con la guitarra. "Live And Let Die" de los Wings (petardos incluidos) sonó demasiado parecida a la original de McCartney & company entre los saltos de los asistentes, mientras que "Knockin' On Heaven' s Door" alargada y coreada se alejó demasiado a la original de Bob Dylan. Era el anticipo del final que puso la bestial "Nightrain", con la que se despedían antes de los bises. 

Para la vuelta, el baladón "Don' t Cry" (no me hagáis decir en cuál de sus dos versiones), una infravalorada "The Seeker" de los Who, "Patience" con el punteo magistral testimoniando el disco "Lies" (1989) y el colofón de "Paradise City", canción de estadios donde las haya que acabó entre fuegos artificiales y explosiones de confeti.  Un final de un concierto que sació las expectativas de los fans , y que demostró que los Guns N' Roses se han puesto las pilas, vuelven a estar en forma y saben lo que se espera de ellos. En mi caso, volver a aquel tren nocturno de los 90 dirección a Sevilla y a los maravillosos días que lo siguieron en los que lo fueron todo para mí.