Entrevista: Sarria

“Sonamos a banda clásica” 

Por: Javier González
Fotografía: Elephant Eme

Hacía mucho tiempo que no me echaba a la cara a un tipo con las ideas tan claras como Nacho Sarria. Músico a tiempo completo que desde temprana edad supo que la música no sería solo un mero pasatiempo más para él. Comenzó una aventura que ahora nos le presenta como solista. 

Primero se encargó de llevar los bártulos de Los Labios, quienes le ascendieron a guitarrista titular tras la partida de Álvaro Suite. Acabada la aventura de la banda, Nacho comenzó a dar vida a las canciones que posteriormente se han incluido en “Sarria”, un debut de aromas clásicos que destila fuerza y personalidad. 

Enamorados de sus canciones y tras disfrutar de un directo con banda donde lograron llevar a sus composiciones a un nivel superior, decidimos encontrarnos con Nacho para darnos cuenta que tras su estética netamente rockera hay una persona cercana que ha venido decidido a apostarlo todo a una única carta. 

¿Cómo estás, Nacho? ¿Cómo ha ido todo este año? 

Nacho: Bien, ilusionado. Estoy contento porque dentro de esta locura el año me ha servido para desahogarme y poder reunir una banda, algo que me ha supuesto un año. Me ha venido bien la pandemia para rehacer mi vida después de Los Labios y para reubicarme conmigo mismo y con el mundo. Este segundo año sí que se me está haciendo más largo, ando algo apático últimamente, ya que se me viene larga la falta de curro e independencia económica ahora mismo.

Los que seguimos el rock sevillano, sabemos de sobra que Nacho Sarria es un joven/veterano de la escena que ha militado en proyectos tan interesantes como Los Labios, pero para los neófitos. ¿Qué más destacarías sobre ti? 

Nacho: Soy un chaval de 26 años nacido en Málaga donde he vivido toda mi vida. Desde pequeño me enamoré de la música. Siempre he querido dedicarme a ello. Desde los nueve años me convertí en un obseso de la música. Ya te digo que me encanta la música, pero me gustan mucho los valores familiares. Me encantan los espacios abiertos, mi sueño es tener una casa en el campo en el futuro. Me gusta la paz y la tranquilidad. Cuento todo esto porque me da la sensación de que la imagen que se tiene de mí es de golfo y fiestero. Nada más lejos de la realidad. Disfruto mucho de la tranquilidad. Me encanta mi tierra. Me siento muy andaluz, me encanta nuestra cultura y cómo se vive allí. 

Vaya añito que has escogido para debutar. ¿Arranque de valentía, pura convicción o no quedaban más cojones que tirar para adelante? 

Nacho: Terminé la grabación a finales de 2019, mi intención era sacarlo en 2020, antes de la pandemia, pero las circunstancias han hecho que todo sea más lento. Mucha gente me aconsejaba no sacar el disco ahora, pero para mí no había mejor momento. Este es un disco oscurantista, ya que he pasado una época chunga que se ha reflejado aquí. Todo lo ocurrido ha dotado de nuevo significado a las canciones. Realmente los tiempos son los permitidos por mi bolsillo y la situación. Lo saqué cuando pude y me ha sudado los cojones el virus. Quería lanzarlo y aprovechar el año muerto para aparecer en escena y que la gente conozca mi música. 

Te has marcado un discazo de aúpa, de título homónimo, “Sarria”, donde si no me equivoco muestras todo lo poliédrico de tus influencias musicales. ¿Estamos en lo cierto? 

Nacho: Totalmente. Soy un apasionado de la música rock, pero me agobia y me aburre centrarme en un único sonido. Me tomé el disco para quitarme prejuicios, haciendo lo que me salía de dentro. Es un disco de matices con rock y folk. Es una forma de decir que soy yo y por donde puedo tirar. Mi música no se resume a una palabra. Mi intención era que la gente pudiera apreciar que no soy monotema, no estoy hablando de Keith Richards todo el día. Era importante decir de donde vengo y donde puedo ir. No me he esforzado por ocultar mis influencias. Hubo conversaciones en el estudio donde veíamos que las referencias eran muy claras, pero es que es lo que he escuchado durante toda mi infancia. Para el segundo disco no me permitiría esa licencia, para el primero no me he querido esconder. Me encanta Led Zeppelin, no me escondo, por eso hago esta música. 

Formalmente tus canciones son mezcla de rock y blues, psicodelia y una innegable cadencia que por momentos nos retrotrae al rock andaluz. ¿Es una buena presentación para tu música?

Nacho: Sí, por qué no. Resume un poco el concepto. Me hace gracia lo de andaluz, mi cultura de rock andaluz es poca. No es que no me guste. Me gusta el progresivo, pero me acaba saturando. Mucha gente me ha hecho ese comentario, me encanta, pero nunca hubo intención. Si suena andaluz, suena honesto conmigo y el resto de gente que ha participado en la grabación. 

El disco suena absolutamente autobiográfico. 

Nacho: No me he inventado nada. Lo que cuento es las canciones es lo que me ha pasado. Hay que encajar mis sentimientos. “El Camino” la compuse con diecinueve años, la he tenido guardada en el cajón todos estos años. Creo que solo la he añadido una estrofa. Es un disco que resume mis problemas e inquietudes, las cosas por las que he ido a terapia. No me avergüenza decirlo. Me es fácil escribir sobre esas cosas. No sé escribir si estoy bien. 

En tus canciones hay mucho de trance algo que va acompañado de una apariencia cien por cien rockero. Se podría decir que eres músico de ética y estética. 

Nacho: La verdad es que muchas veces la gente se dirige a mí como músico. El otro día en un bar al que fui a ver una actuación, me confundieron con miembros de la banda. La estética es importante como escudo, yo voy así al Mercadona. A mí me gusta la ropa y la estética de los sesenta. Me siento más identificado y creo que es importante para un músico, me gusta que mi imagen transmita. Esto no es un curro de oficina. Estoy trabajando todo el día. Me importa la estética si no prima sobre el sonido de una banda. Considero que la estética que tengo es la adecuada al mensaje que transmito. 

¿Cómo se escribe un trallazo y un hit como “Gitana”? 

Nacho: Estando muy enamorado de la persona equivocada. Me influyeron dos cosas. Un disco de la Creedence con guitarras secas y una chica mestiza de la que me enamoré dos semanas, juro que no fue más tiempo. Fue un subidón y luego vi que no había nada que hacer y me salió “Gitana”. No me sale sentarme a escribir sin más, escribo cuando tengo algo que contar. Lo que cuenta la letra es lo que pasó. Me di cuenta que no era para mí y pensaba dónde estará. La veía todos los días, ella sabía que me gustaba y no quería nada conmigo. Me dio coraje e hice “Gitana”. 

Antes has citado “El Camino” que es tu particular “Five to One”. 

Nacho: Joder, qué guay. Muchas gracias. Para mí “El Camino” es la canción más especial del disco. Antes te he dicho que la escribí hace siete años, al hacerla todavía no cantaba con confianza, ni me veía como vocalista. Al hacerla vi que me ese era mi rollo. Mi forma de escribir. Habla de tantas cosas que no sabría de qué habla exactamente. Me la compuse para mí. El estribillo es un consejo a mí mismo, para esas cosas soy muy obsesivo. Me puede la prisa. Es una canción cuyo resumen es frénate y no te agobies porque las cosas no te salgan bien, ya que al final las cosas suelen terminar bien. 

“L´Occidental” es una crítica a la forma de vida que nos hemos autoimpuesto. Parece un himno chamánico, quizás algo indio… que emparenta por temática con “Esperando al Sol”. 

Nacho: Al escribirla imaginaba contenedores ardiendo, aunque nunca en mi vida iría a quemar un contenedor. Jamás. Estuve con Los Labios viviendo en Los Ángeles, un lugar que tenía idealizado. Recuerdo que lo quería ver todo. Al estar allí me llevé un chasco brutal. Me di cuenta que la película de las cosas que funcionan, era una vergüenza. Me sentía vivir preso. La frase de la canción que marca lo que sentí allí: “Es el camino a la libertad o una celda de constante necesidad”. Veía a la gente como si fuéramos marionetas. No soy crítico para con el sistema, pero me surgió. Los Ángeles me pareció vacía, un lugar donde no vi valores y donde la sociedad me generó rechazo al ser humano. La gente estaba muy mal. Había una competición por demostrar quién tenía mejor coche y más dinero. Nunca me he sentido más andaluz que ahí. Comencé la música allí, la fui escribiendo durante tiempo. A veces escribo unas frases que me marcan el rumbo de la canción. Así surgió. 

“Arriba en la Montaña” parece en cuanto a temática una canción contrapuesta, una bulería-pop. 

Nacho: Me invitó un amigo a su casa, en un pueblo de Sevilla. Me senté mirando a un campo grande, fue allí donde salió el ritmo. No sé tocar las palmas, ni sé tocar flamenco. Soy más payo que una oficina para cantar flamenco. No he salido andaluz musicalmente, no tengo el don. Me salió eso. Me pegaban las palmas. Grabando el disco fue una canción que costó terminar. Probamos las palmas y las grabamos con unos colegas, afortunadamente no se me escucha mucho. El mensaje es que me encanta sentirme en contacto con la naturaleza y respirar aire puro. Mi deseo es vivir donde me sienta puro. El mensaje es similar a “El Camino”, solo yo podré hacerme responsable de mis demonios. Son canciones que casi me canto a mi mismo para recordarme que he llegado a ciertas conclusiones. 

¿Qué te planteas para el futuro? 

Nacho: Pienso demasiado en el futuro, voy a intentar vivir más el presente. Siempre ando viendo cómo mejorar mi vida, pero es un error. Al final uno está preocupado por lo que puede pasar y no por lo que pasa. Ojalá consiga hacerme una vida con la música. Vivir tranquilo. Mi búsqueda no es económica ni material. Quiero que se base en hacer canciones y música. Ese es mi futuro ideal. 

Hemos podido comprobar que en directo sois una bandaza que suena como un cañón. 

Nacho: He tenido mucha suerte. Busqué banda en Sevilla, la tuve, pero sentí que mi tiempo allí había terminado, por no irme a Málaga, ya que tenía la sensación de volver con el rabo entre las piernas, me vine a Madrid, convencido de que vendría con mi disco grabado y que iba a conseguir una banda y me pondría a tocar. Encontré músicos, pero no una banda. No hice ni un ensayo. Me comí una mierda. Al volver a Málaga, me reencontré con Edu, el teclista, al que conocía desde los quince años y con quien tenía claro que quería tocar desde hace mucho tiempo. Al resto de compañeros los conocí en una jam session. Es curioso porque son personas que tiene el mismo concepto que yo. Solo quieren tocar y vivir de esto. Se hizo la magia. Una banda joven e implicada, al igual que yo. No les preguntes de qué viven, ni si tienen otro trabajo, viven de la música. Son talentosos y tienen mis raíces. Tenemos un sonido clásico y un mismo idioma. Ellos conocen la música que les gusta y la sienten igual que yo. Son la banda que nunca he tenido. Además, todos viven en Málaga. Siempre he tocado con gente más mayor que yo, por lo que siempre me he sentido solo en ese aspecto, mis amigos eran gente mayor. Quería tocar con gente en mi misma fase vital. Sentía que era un loco apostando por esto. He encontrado cuatro tíos especiales que están en mi onda. 

Insisto, yo he podido veros en directo. Vamos a tratar de convencer a la gente de que se pase a disfrutar de un concierto de Sarria. 

Nacho: Estoy encima del escenario, es raro venderte el directo sin haber sido público. Creo que hay mucha energía, temple y si yo nos viera desde el escenario, me sorprendería ver a gente tan joven, tíos que no tienen treinta años y suenan muy sólidos. Me da la sensación de que sonamos a banda clásica. No puedo ser objetivo porque es mi banda. Tengo suerte de tener esto. Es una banda que da gusto ver, para mí no es normal. Me siento orgulloso de ser una banda de rock de Málaga. 

Es curioso, pero en la provincia de Málaga no hay demasiados garitos rockeros. 

Nacho: En Málaga no hay cultura de rock. Hay bandas de rock en otras variantes, pero no en un corte tan clásico, con raíces en la época dorada de los sesenta y setenta del rock. No existe. Ojalá algún día seamos la banda de rock de Málaga. Me llenaría de orgullo.