Los Jaguares de la Bahía: La locura tiene un maestro

 
Sala Ambigú Axerquía, Córdoba. Viernes, 24 de marzo del 2023. 

Texto y fotografías: J.J. Caballero

Es un misterio de dónde pueden haber salido estos tres seres de luz, y nunca vendría tan a cuento la ya manida y desprovista de significado expresión, aunque sea de dominio público que su base de operaciones y logística básica se encuentra en el Puerto de Santa María. Allí ya sabemos también que reside y trabaja a destajo el gran Paco Loco, alma mater y mente bien (o mal) pensante de un proyecto anárquico y libre que se mete en el estudio cuando los huecos en la agenda se lo permite y gira de forma más o menos regular ofreciendo espectáculos impagables, normalmente no apreciados por una mayoría más preocupada por darse un baño de multitudes o invertir mayores cantidades de tiempo y dinero en las respectivas zonas de confort. Nada que deba preocuparles.

Han cimentado su trayectoria a base de EPs (del recién editado dieron buena cuenta tras el bolo, agotando las copias a disposición del respetable) y un par de discos largos en los que hay de todo, bien picadito y variadito: Punk de salón, garage rock proteínico, pop lisérgico, space rock y sobre todo, intenciones lúdicas. “I’m older”, “Vaccine”, “No reply”, “I will wrong”, “So good”, “Soul seek”… Todas las canciones están diseñadas para relucir, no solo por las bombillas que puntean los uniformes del trío, a medio camino de empleados de protección civil y astronautas de cartón piedra, sino fundamentalmente por el sonido particular de un micro con filtro permanente, ni siquiera anulado para dar paso a los desternillantes speeches del señor Loco, una figura de importancia vital en varias de las últimas generaciones del pop independiente y no tan independiente en este país. Esta vez no estaba en su estudio, rodeado de cacharrería vintage ni válvulas del siglo pasado, sino en un viaje interestelar que comenzó y acabó a ras de suelo y de guitarras vestidas con sonidos sintéticos, percusión electrónica y mucho, muchísimo bagaje musical detrás. Un sonido peculiar, amplificado en la electricidad de “Cabezas rodantes”, “Spacejam”, “Socialhollic” o “I’m 57”, ejemplos variados de que hay mucho de autobiográfico en las confesiones socarronas de un músico esencial que utiliza el humor y la falta de importancia como armas vitales. Alguien profundamente necesario, sin duda.

Lo extraño de encontrarte a estos tres señores, cuya falta de prejuicios y probada solvencia musical van de la mano, con esos chocantes atavíos y haciendo música conscientemente minoritaria, es que a ti no te resulten tan extraños. Los consideras casi de la familia, por la cercanía y complicidad que transmiten. Tampoco te parece descabellado que un productor prestigioso dentro y fuera de sus propias fronteras acabe cada concierto medio en pelotas, luciendo calzoncillos y calcetines en las antípodas del morbo y convirtiendo dicha imagen en una seña de identidad más. Y todo eso se debe a algo muy sencillo, que no es otra cosa que la convicción de que grupos como los Jaguares de la Bahía existen, entre otras muchas cosas, para que una sala como Ambigú Axerquía se enorgullezcan de dejarse guiar por el riesgo y la ambición de mostrar la escena más alternativa en su máximo exponente. Locos de atar acabamos todos y todas después de comprobarlo. Una locura que durará hasta su próxima visita.