Coldplay alinea los planetas en Barcelona


Estadio Olímpico Lluís Companys, Barcelona. Miércoles, 24 de mayo de 2023 

Texto y fotografías: Javier Capapé 

Nueve meses de espera y dos horas de éxtasis. Algunos se preguntarán si merece la pena. Creo que los que me conocen y los que por aquí me leen saben perfectamente mi respuesta. Coldplay no ofrecen un concierto al uso. Llevan más de una década haciendo de cada una de sus citas un espectáculo que trasciende más allá de la música y se convierte en una experiencia inmersiva, ultrasensorial y casi mística. Es como si nos abrieran la puerta al cielo durante dos horas. Como si nos permitieran acercarnos a las estrellas y brillar con ellas. Sus conciertos son comunión, entrega, energía positiva y desconexión con nuestra realidad. Son una experiencia que todo mortal debería experimentar en su vida. Porque esas dos horas pueden cambiarte. Permitirte tomar conciencia de nuestro momento para resetear y empezar de nuevo. Son una auténtica fiesta sanadora y vital.

¿Podemos afirmar que es el mejor espectáculo musical que podemos vivir en este momento? A buen seguro la respuesta sería que sí, porque no hay nadie que quede decepcionado con ellos. Nadie. Ni con su pirotecnia, ni con el juego de luces asistido por las xylobands, ni con el carisma inigualable de Chris Martin (que se permite incluso parar bruscamente la interpretación de sus canciones si tiene que hacer algún comentario que compartirnos), ni con su repertorio. Sí, porque aunque en el setlist haya demasiado espacio para "Music of the Spheres", no se olvidan de repasar cada uno de sus discos (aunque en el caso del destacado "Everyday Life" sea de forma breve y testimonial). Los británicos son conscientes de lo que les ha regalado cada uno de sus álbumes, con los que han ido dando pasos de gigante hacia el mainstream, pero sin olvidar sus orígenes, como bien lo muestra el peso en el repertorio de "A Rush of Blood to the Head", con la imbatible "Clocks" o la estremecedora belleza de "The Scientist" (también estaba programada "Politik" en su primera noche barcelonesa, pero quedó relegada del setlist por el homenaje espontáneo e improvisado que brindaron a Tina Turner con "Proud Mary"). Tampoco pueden dejar atrás "Yellow", de su aclamado debut, uno de sus tótems. Una canción casi perfecta, historia de la música por derecho propio, y por eso le dan su merecido espacio, que todos intuimos cuando nuestras pulseras se iluminan de amarillo antes de empezar su cuenta atrás.

Las aportaciones de "Mylo Xyloto" se muestran de las más coloristas de la noche, con las pulseras multicolor haciendo su función integradora del espectáculo tanto en "Paradise" como en "Charlie Brown", algo similar a lo que ocurre con los temas de "A Head full of Dreams", cuyo "Hymn for the Weekend" interpretaron con sus caretas de alienígenas y Chris Martin progresando en el uso de la lengua de signos. Dejan tiempo también para el intimismo de "Ghost Stories", que estuvo presente con la magnífica e introspectiva "O", así como para uno de sus discos más esperados en la ciudad condal, ese "Viva la Vida" que con su tema titular levanta a cualquier estadio.

Por otro lado, podríamos echarles en cara su ligero abuso de las programaciones, en las que se apoyan casi por completo canciones como "Something Just like this" (a pesar de no perder un ápice de efectismo gracias al uso de la pirotecnia) o "My Universe" (donde la banda BTS aparece enlatada y únicamente presente en las pantallas que flanquean el escenario). También estas programaciones conducen las transiciones entre actos como ocurre con la versión hacia atrás de "The Scientist" o las marcianas "Infinity Sign" y "Aeterna", una nueva composición que posiblemente forme parte de su futuro disco en una línea excesivamente discotequera.

Toda la velada es una sucesión continua de cañonazos pop, de éxitos imposibles de no corear en este gran karaoke colectivo, en el que entran tonadas absolutamente enérgicas y poderosas como "Higher Power", que puede considerarse sin ninguna duda como uno de sus nuevos clásicos que perdurarán pasado el tiempo (además de una de las más acertadas de "Music of the Spheres"), "Adventure of a Lifetime" o "A Sky full of Stars". En esta última, a petición del propio Martin, se dejan de lado los móviles, aunque sea solo durante cinco minutos. Se abandona todo lo superfluo para centrarnos en la música y entrar en verdadera comunión con el resto de los presentes, algo que es ya muy difícil de ver en un concierto en directo de gran calibre, cada vez más dominados por la captura del instante preciso o del vídeo con el que presumir al día siguiente. En un espectáculo de estas características se necesita una desconexión digital así. Importan los efectos, pero ante todo la música, no nos olvidemos, por encima de la foto en las redes o del "yo estuve allí".

No sólo las pulseras sostienen los conciertos de Coldplay. No nos olvidemos que las guitarras de Jonny Buckland suenan por momentos más contundentes que en las versiones originales de "Adventure of a Lifetime" o "People of the Pride", por citar sólo dos ejemplos, o que las baterías de Will Champion mantienen ese pulso característico en todo momento, al igual que los bajos que tanto le gusta marcar a Guy Berryman en canciones como "A Sky full of Stars" o "Paradise". Y Chris Martin, ¿qué decir de él? Su presencia trasciende el espectáculo. Da igual que se ponga tras la guitarra, aporree el piano o recorra a saltos y gran velocidad la pasarela que le lleva al B-stage. Sabe dar lo que cada una de las 55.000 almas del estadio más quieren. Nos silencia, nos hace cantar con la intensidad que él requiere, nos hace bajar y elevarnos, nos sube al escenario y nos llena de vitalidad, que para lamentos ya tenemos el resto de los días tras la puerta del estadio. ¡Hasta su castellano nos convence!

Aunque únicamente presencié el primero de los conciertos en la ciudad condal, el repertorio apenas sufrió cambios en las cuatro noches, y quién más, quién menos ya sabía lo que esperar, incluso que el espectáculo se cerraba en lo más alto con la épica "Fix You", seguida de la prescindible "Biutyful", pero hasta consiguieron emocionarnos con "la canción de las marionetas" al sentir que esta gira se nos escapaba de las manos. Y así, en los últimos instantes de la noche, asistimos a esa coda final instrumental sostenida con toda la banda in crescendo con sus instrumentos en círculo (y The Weirdos como testigos) mientras los fuegos artificiales nos cegaban y el escenario quedaba presidido por ese "Believe in love" que nos deja sin palabras.

El miércoles 24 de mayo fueron algo más ajustados en tiempo de lo que ofrecieron el pasado verano en Londres, dejando el justo espacio a la improvisación al encarar alguna sorpresa al piano en la parte central del show. Esa noche nos emocionó la historia de una seguidora que subió al escenario con Chris y le dedicó la frágil "O" a su madre tras haber hecho pública la historia que le había llevado a ese concierto en redes y llegar a oídos del propio Martin. Éste y otros benditos desajustes (como el pilar que realizaba una castellera que dejó abrumado al cantante con su control del equilibrio hasta hacer detener el show) nos hacen pensar que no todo está controlado durante estas dos horas, aunque si todo está medido, bienvenido sea el control. Cada elemento del espectáculo forma parte de un show perfectamente engrasado dividido en cuatro actos diferenciados (planets, moons, stars y home) para inundar de magia cada metro cuadrado, que es lo que persiguen. Hacer de esta una experiencia inmersiva y única en la vida. Hasta podemos decir que sus desbarres en el C-stage forman parte de esa orquestación perfecta del espectáculo. En cada ciudad que visitan en esta gira invitan a algún artista local a tocar-improvisar con ellos. Muy cerca del público, casi como si se encontraran en la sala Apolo que los acogió por primera vez en nuestro país. En el caso de Barcelona, la sorpresa fue mayúscula al advertir que los cuatro ingleses iban a compartir varias canciones con los Gipsy Kings. Quizá la parte más cañí de la velada, pero igualmente provista de encanto al resonar en todo el estadio olímpico su famoso "Bamboleo" o "Volare". No sé si algún otro artista en el planeta se atreve en este momento a invitar a músicos tan variopintos al escenario, consiguiendo llegar a ese nivel entendimiento con unas estrellas globales de la talla Coldplay. Es digno de admirar, aunque siempre preferiré el rescate de algunas joyas olvidadas de su cancionero que la repentización con versiones ajenas, excluyendo aquí el homenaje ya citado que le brindaron a Tina Turner con "Proud Mary", a la que dedicaron también el concierto completo. Una canción que brilló en sus formas acústicas y que consiguió una ovación inesperada.

Si volvemos a la pregunta que planteaba al principio creo que está muy clara mi respuesta. Siempre compensa. Y no solo eso, un concierto de Coldplay como el vivido en la primera de las cuatro jornadas que nos han regalado en Barcelona, es necesario. Todo el que ha experimentado algo así sabe que trasciende lo estrictamente musical y va directo a formar parte de nuestra experiencia de vida. Una experiencia transformadora, única. Aunque podamos pensar que sobran unas canciones o echemos de menos otras, aunque nos cueste creer todo su compromiso medioambiental mostrado en ese corto inicial proyectado en las pantallas gigantes, siempre nos hacen sentir especiales a cada uno de los presentes. Sus conciertos son la mejor de las celebraciones. Revitalizan. Cada concierto está cargado de simbolismo, pero por encima de todo, de una emoción sincera y desmedida. Y Chris Martin sabe canalizarla como nadie con su público. Esta "música de los planetas, de las esferas" paró el tiempo en Barcelona durante la pasada semana y volamos hasta las estrellas. Y puedo afirmar con rotundidad que me sentí una de ellas.


Larry Campbell & Teresa Williams: Gira veraniega con banda eléctrica


Por: Txema Mañeru 

Todo un lujo y una gran noticia supone el poder ver por estos lares a Larry Campbell & Teresa Williams, y esta vez con banda eléctrica. Pasaron por aquí hace cuatro años en acústico dejando un excelente sabor de boca y recordando sonidos de propuestas tan imperecederas y brillantes como las de Gram Parsons con Emmylou Harris, Robert Plant con Alison Krauss o el brillante guitarrista (que ha tocado con ellos) Tommy Emmanuel. Pero es que ahora regresan en formato eléctrico de cuarteto con su banda americana. Campbell es un maestro de todas las guitarras y se le conoce, sobre todo, por haber sido miembro de la banda de Bob Dylan durante más de ocho años. Igualmente ha sido director de la banda y productor del gran Levon Helm (The Band) y ha tocado o producido a muchos grandes más como Paul Simon Emmylou Harris, The Black Crowes, Sheryl Crown, Keith Richards, B.B.King o Phil Lesh, por citar algunos ejemplos. El currículum de Teresa Williams tampoco le va a la zaga pues ha cantado también con Emmylou Harris, Little Feat o Buddy Miller.

Tienen varios discos excelentes comenzando por el genial "Contraband Love" que enamoró al mismísimo Eduardo Izquierdo (Ruta 66) con su gran recorrido por todos los sonidos de raíces americanas, adentrándose hasta en el rockabilly o los sonidos cajun, además de su base country, folk y blues. Trabajar junto a Levom Helm les transformó y les empujó a este proyecto que es una gozada poder disfrutar en distancias cortas. Además, todavía les quedan un par de fechas por concretar, por lo que si estás interesado, puedes contactar con Béznar Arias en el 606381411 o escribir a info@nortesurrecords.com

Campbell se nos muestra también como un más que aceptable cantante, pero la voz de Teresa te cautiva como si fuera un ángel caído del cielo y sí, es muy fácil acordarse hasta de la mismísima Emmylou Harris, sin olvidar a otras Williams como Victoria o Lucinda. ¡Fliparás con la genial "The Other Side Of Pain"! Un temazo con excelentes guitarras y piano. Teresa canta de manera genial y luego Campbell le hace un magnífico dúo. "Save Me From Myself" es un precioso lento con fantástica pedal steel y con claros recuerdos a Gram Parsons y Emmylou Harris, como antes decíamos. "Hit & Run Driver" rockea de miedo en la apropiada voz de Larry. Luego está el vals de Texas de "Contraband Love". Todos estos exquisitos temas están compuestos por el propio Campbell, pero también alucinarás con joyas de Bessie Smith o un "Time Around" de Carl Perkins en el que tocó la batería Levon Helm, así como el final con la tradicional "Slidin’ Delta". 

Canciones motivadas por una fuerte carga emocional que se siente y palpa en disco, pero que en directo, va un paso más allá. Fue una gran pérdida la de su amigo Levon Helm, pero les empujó con este proyecto que está dejando mágicos discos como su debut homónimo y también su reciente “Live At Levon’s!” que puede ser una muestra muy cercana a lo que nos ofrecerán en sus conciertos por España en el mes de agosto. ¡A ver si completan todas sus fechas para que podamos seguir disfrutando con ellos en visitas posteriores.

 

El Beasto celebra su 25 aniversario con un doble concierto en A Coruña



Todo comenzó con un fanzine en el lejano 1998 que se extendió a un sello discográfico, tienda de discos y agencia de contratación y management. Desde entonces, y ya han cumplido 25 años, han publicado unas decenas de discos, de los cuales ha vendido unos cuantos, y han trabajado en cientos de conciertos y giras.

 La celebración por lo tanto no podía ser de otra forma que a través de un par de conciertos en la ciudad que les vio nacer, A Coruña. El primero, de una banda que está dando sus primeros pasos, Boston Babies. El segundo, de un artista fundamental para los homenajeados, el señor Tex Perkins.. No obstante fue de una de sus bandas, los inmensos Beasts Of Bourbon, de donde salió el nombre de El Beasto, por lo que de alguna forma se cierra el círculo. 


2 de junio

Banda → Boston Babies 

Fecha → Viernes 2 junio 2023

 Ciudad → A Coruña 

Sala → Sala Mardi Gras 

Hora → 22:30 h 

Precio entradas → Entrada inversa 

3 de junio

Banda → Tex Perkins And The Fat Rubber Band 

Fecha → Sábado 3 junio 2023

 Ciudad → A Coruña 

Sala → Garufa Club 

Hora → 22:00 h 

Precio entradas → 15/18 € 

Venta anticipada → Ummagumma, Butcher Shop, Rockbox 




Tex Perkins And The Fat Rubber Band

La carrera musical de Tex Perkins es reconocida no solo en Australia sino también internacionalmente, y ha tenido un papel fundamental en bandas tan influyentes como The Beasts Of Bourbon y The Cruel Sea, entre muchas otras  notablemente reconocidas durante las últimas décadas. Es difícil describir un relato coherente de un hombre cuya carrera ha hecho prácticamente de todo, desde ser un rufián pionero con su música experimental punk en el ruidoso Sydney de los ochenta  hasta el rítmico country oscuro de Dark Horses. Los fans europeos están al tanto de la dureza al límite de los Beasts Of Bourbon, de su gruñido sucio de pub-rock así como de los evocadores sonidos de The Cruel Sea, cuyo extraordinario single en 1991, "This Is Not The Way Home", situó a Perkins dentro de un nuevo contexto musical y proclamó el surgimiento de un original y arquetípico sonido australiano. 

Otra de las bandas que han girado por Europa fue The Ape, una banda de rock con un fuerte sonido setentero que recuerda a los AC/DC de Bon Scott mezclado con Sly Family Stone y James Brown. Duro, hostil, funky y groovy, The Ape te hace viajar al ‘Little Animal’ de los Beasts Of Bourbon. La última aventura musical de Tex Perkins parte de su colaboración con el guitarrista y compositor Matt Walker (The Fat Rubber Band). Tex y Matt junto con su nueva banda sacaron un álbum debut aclamado por crítica y público en 2021 que ha conseguido agotar hasta tres ediciones. 

Perkins tiene ahora una banda realmente excelente a su lado con Fat Rubbers Band, mientras que en sus primeros días deconstruyó música tradicional similar a Cave, este álbum es una gran reverencia al origen del Blues. El 10 de Febrero de 2023, Tex & The Fat Rubber Band sacará su nuevo álbum, "Other World". Con este disco vuelven a un sonido más rockero y estarán de gira por Europa en Mayo/Junio de 2023. Una oportunidad única de ver algunos de los mejores músicos australianos sobre un escenario.

Boston Babies 

Boston Babies son un joven power trio formado en 2021 que define su estilo como proto punk. La banda la componen Mitch Martín (guitarra, voz), Nico Uriarte (bajo, coros) y Breixo Omil (batería, coros). ¿Influencias? Punk rock del 77, power pop, garage, noise o pub rock se apoderan de ellos conduciéndoles por la autopista del rock and roll más enérgico, un sonido años 70 que, junto a su increíble imagen glam rock, se ha convertido en su principal seña de identidad.

 Boston Babies han llegado con ganas de remover el panorama musical actual y recuperar la energía sexual del rock and roll. Su frescura, su actitud punk y su cuidada puesta en escena congrega a una audiencia variopinta y colorida que no se pierde un bolo, no se corta un pelo y disfrutan como niños de su incendiario y super divertido directo.

 Hacía tiempo que no se veía una banda de chicos tan jóvenes tocando rock and roll y moviéndose con tanta soltura dentro y fuera del escenario. Una banda, que sin tener un solo tema en plataformas digitales, está haciendo “sold out” en todos sus conciertos. ¡No te los pierdas cuando pasen por tu ciudad!

Iguana Death Cult: “Echo Palace”


Por: Txema Mañeru 

Iguana Death Cult ya nos sorprendieron con su punk-funk psicodélico en su anterior y recomendable trabajo, de hace ya 4 años, “Nude Casino” (Innovative Leisure / Popstock!). No era el debut de los holandeses ya que dos años antes habían firmado un prometedor, pero todavía algo verde, “The First Strings Of Hideous Insect Life”. Es normal que con semejante reválida les fichara el prestigioso sello Innovative Leisure tras verles en un fascinante directo en el SXSW de Texas. También es normal que se hable de referentes como Iggy Pop & The Stooges (su nombre viene de ahí), Parquet Courts, Idles, Super Furry Animals, Fontaines DC, Fat White Family, Thee Oh Sees o los más alocados King Gizzard & The Lizard Wizard. Yo, tras oír repetidas veces ese trabajo, nombraría a su vez a Talking Heads, Ty Segall, Cage The Elephant o Rolling Blackouts CF. De hecho, ellos mismos han reconocido abiertamente la gran influencia de los Talking Heads y de su disco y película “Stop Making Sense”,

 Ahora, tras caer rendido en repetidas ocasiones a este “Echo Palace” (Innovative Leisure / Popstock!), tengo un nombre más esencial a sumar a la rica ecuación. Te estamos hablando de la No Wave de James Chance & The Contortions. Algo a lo que ayuda mucho la presencia de un saxo desquiciado en algunos temas. Un disco que ha venido precedido hasta por 4 rotundos singles. No es el caso de la buena apertura con el jazz-funk marciano de "Paper Straws", al que sigue el buen tema titular, todavía más funk y combinando a esos citados Talking Heads con propuestas más actuales como los Parquet Courts o incluso los mejores Vampire Weekend. A continuación sí llega uno de esos adelantos, con buen videoclip, con el título de "Pushermen", donde Tobias Opschoor canta genialmente y nos traen hasta un guapo punto a los Devo más orgánicos. Grita, pero nos cautiva, y en varias letras nos hablan del aislamiento y la soledad a la que les llevó la dichosa pandemia.

 El poderoso bajo en "Sunny Side Up", acompañado de guapos teclados de Jimmy de Kok, nos anticipa otro single como es "Sensory Overload", en el que ya se acercan a saco, y para bien, a los citados James Chance & The Contortions, sobre todo cuando entra ese arrebatador saxo de un legendario en Holanda como Benjamin Herman. Todavía más locos y más funkys se muestran en una "I Just Want A House" que es una poderosa combinación de percusiones, guitarras y teclados. Regresan Herman y su abrumador saxo en otro claro single como es "Oh No". Esa pelea de la que hablan en algunos medios entre Parquet Courts y Super Furry Animals se aprecia muy bien en "Rope A Dove". Se ponen más melódicos al estilo de los Talking Heads del “Little Criatures” en la preciosa "Heaven In Disorder". Voces graves en su agradable estribillo y toques a David Bowie en el saxo y uni arreglos que llevan al tema por encima de los 5 minutos y medio en uno de los mejores momentos del disco. 

 Cierran el álbum con guitarras inquietas y saltarinas en "Radio Brainwave", donde destaca igualmente un guapo solo al sintetizador y algunas voces cercanas al hip hop. Se nota que han improvisado y se han divertido en su grabación, bien llevada a cabo por Joo-Joo Ashworth (Dummy, Sasami) y en la que redondea su sonido, para entregar su mejor disco, la masterización de Dave Cooley (Tame Impala). .Qué ganas de que vengan a presentarlo en directo, porque esto tiene que echar chispas sobre un escenario.

Entrevista: Ramírez Exposure


"Considero que he cultivado un estilo propio, o eso me gusta pensar".

Por: Skar P.D.

La colaboración entre el músico valenciano Víctor Ramírez, AKA Ramírez Exposure, y el americano Marc Jonson, que ha producido dos espléndidos discos bajo el descriptivo nombre de "Turning On The Century Vols I y II", se traslada al directo en una próxima gira que por el momento abarca diez fechas y que se inicia el 26 de mayo en la sala Because de Castellón y que dará un repaso exhaustivo a lo mejor de esos dos volúmenes, que es mucho y que contempla una serie de canciones plenas de sensibilidad. Víctor Ramírez nos cuenta más cosas acerca de la gira.

¿Qué hace un musico como tú haciendo susnshine pop en el siglo XXI? ¿Te sientes identificado con esa etiqueta?

Víctor: Siempre me ha movido más aquello que no tiene nada que ver con la norma general. Hay quien puede considerar que la música que hago no es una apuesta arriesgada ni innovadora. Pero creo que es toda una declaración de intenciones apostar por un estilo tan preciosista y encantador. Es una etiqueta con la que sí puedo sentirme identificado pero creo que mi música es mucho más. Considero que he cultivado un estilo propio, o eso me gusta pensar.

¿Curt Boettcher o Beach Boys?

Víctor:  Ambos me encantan. Pero me quedo con Carl y Brian Wilson. Esas voces no son de este mundo...

¿Te sientes partícipe de la música actual o por el contrario, como otros muchos, asumes la cuasi marginalidad en la que parecen instalados el rock y el pop actualmente? Y en ese sentido, ¿te identificas con alguna de las nuevas propuestas generacionales?

Víctor: Me repugna el funcionamiento de la industria musical, en líneas generales. Creo que la música actual es un reflejo de la absoluta idiocracia en la que ha caído nuestra sociedad. Las canciones, si se les puede llamar así, son más planas y aburridas que nunca. No me suena agradable, ni siquiera un poco emocionante. Se ha implantado lo feo y estrafalario, como algo supuestamente transgresor. Así que sí, asumo la marginalidad. Hay grupos y artistas actuales que me encantan, que seguro que se sienten como yo. Creo que algunos periodistas, son en parte responsables de toda esta idiotez general que hay en torno a fenómenos actuales.

¿Puedes citar algunos de esos artistas?

Víctor: Pues por ejemplo Weyes Blood me gusta mucho. Me voy con mi novia a verla a Madrid en octubre. Esa chica es una artista maravillosa. A eso me refiero, ese debería ser el estándar de lo que es buena música.  Se ha perdido eso, la gente ya no busca ese tipo de emoción.

Estoy muy de acuerdo en lo de la absoluta idiocracia actual de la sociedad, pero centrándonos solo en el aspecto musical ¿Crees que es reversible?

Víctor: Quisiera creer que sí. Me gusta tener esperanza en ese sentido. Creo que siempre ha sido un poco así, lo bello y anómalo han permanecido siempre más ocultos. Lo que más me preocupa es eso de la Inteligencia Artificial. ¿Da un poco de miedito no? Además afecta a otras artes, como al dibujo. Es como no querer darle el valor que se merece al proceso creativo.

Hablando de procesos creativos acabáis de publicar el segundo volumen de "Turning On The Century". ¿Esta colaboración tan intensa con un musico veterano y tan de culto como Marc Jonson puede suponer un antes y un después en tu carrera?

Víctor: Más que un antes y un después, lo veo como el cierre de una etapa en mi trayectoria, que se inició con 'Young Is the new old ' en el 2017. Me gusta ir cerrando ciclos. Estoy muy contento con estos dos volúmenes. Creo que hemos hecho una colección estupenda de 22 canciones. Cualquiera con un poco de sensibilidad sabrá apreciarlas.

Trabajar con Marc siempre es mágico. Es una persona que vive por y para las canciones. Un compositor de primera. Me ilusiona cuando me dice que aprende mucho de mí. La forma en que se ha llevado a cabo el proceso creativo de este disco me encanta. Hemos trabajado desde la distancia transatlántica con suma facilidad, casi incluso más que si hubiésemos estado juntos en el mismo espacio físico. Me encanta la tecnología en ese sentido. Tiene su parte buena también.

¿No te parece injusto que este derroche de creatividad compartida no tenga la repercusión que merece, más allá de determinados círculos, y que sin ninguna duda hubiera tenido en un tiempo anterior?

Víctor: Bueno, injusto es una palabra que utilizaría más para otra cosas. Al final, son canciones y van a estar ahí siempre para quien quiera disfrutarlas. 

Hay veces que sí que pienso que estamos dando miel al gorrino y que no sabe apreciarla (risas). No pasa nada. 

Creo en las trayectorias largas. Esas que impresionan, vistas en perspectiva, desde la distancia del tiempo. Mi trayectoria va a ser así. No puedo parar. Me gusta mucho hacer música. Y aun así, a pesar de esa falta de reconocimiento de la que hablas, me siento afortunado y agradecido por todas las aventuras vividas hasta la fecha. He aprendido de gente muy alucinante. Eso es lo que cuenta. Las sensaciones que quedan en ti cuando haces música

En breve comenzáis una gira que discurrirá básicamente a lo largo del mes de junio. Supongo que esa energía telepática a través del océano de la que hablabas al definir tu colaboración con Marc se merecía que la plasmarais en directo

Víctor: En principio no íbamos a hacer ninguna gira pero a Marc le encanta venir a tocar a España. Y yo llevo sin tocar desde el 2018. Esta es nuestra tercera gira y creo que va a ser la más especial de todas. Ya que hemos llegado hasta aquí... Lo daremos todo y más.

Vamos sin banda porque no nos queríamos complicar la vida logísticamente y, honestamente, no necesitamos una banda. Tenemos una máquina llamada B-beat, que nos va a facilitar muchas cosas.

Ken Stringfellow tiene una participación importante en estos dos discos y además lleva mucho tiempo colaborando contigo ¿es posible que se os una en alguno de los shows?

Víctor: Eso hubiera sido fantástico y quién sabe...  Igual surge la oportunidad de hacerlo posible. Juntar a Ken y Marc en este proyecto ha sido una decisión muy acertada.

Ya lo creo que sería fantástico. Volviendo al concepto de esa máquina llamada B-beat aunque vuestros discos no están en absoluto sobreproducidos es innegable que, los arreglos de mellotrón, sintetizadores etc. tienen un papel reseñable, se me ocurre ese aire a la Motown de Valentino Nightingale por ejemplo o la batería de "Zing Zong" del vol. I. ¿De alguna forma la ausencia de estos obliga a una reinterpretación de las canciones?

Víctor: Sí y no. Hay canciones que funcionan muy bien con el B-beat. Y otras que piden una interpretación más desnuda y personal. La sensación que tenemos ensayando estos días, es que el público va a disfrutar mucho porque nosotros lo estamos haciendo. Canciones como "In The Rain" o "Tape Recorder" sonarán como versiones acústicas pero otras como "Zing Zong" o "Valentino", lo harán como si tuviéramos una banda. Hay algo de lo que muy poca gente se habrá dado cuenta pero casi todas las baterías del disco son programadas. Pero suenan naturales, es otra de las cosas buenas de la tecnología. La usamos sin perder el norte.

¿En directo os vais a basar exclusivamente en los dos volúmenes de "Turning On The Century" o vais a incluir algo de vuestros discos en solitario? ¿”Suddenly sunshine”? ¿Algún cover?

Víctor: Haremos un repaso muy completo de las más destacadas de los dos volúmenes. Pero también dejaremos algo de espacio a algunos clásicos de Marc. “Suddenly sunshine” sonará, por supuesto. Es la canción con la que empezó toda esta aventura.

De momento tenéis 10 fechas confirmadas ¿confías en agregarle alguna más? ¿cómo gestionáis las fechas, de forma autodidacta o tenéis a alguien que se encarga de ello?

Víctor: Sí, de forma autodidacta. Soy el “booker” de nuestra propia gira. Aunque no hubiese sido posible sin los organizadores de cada ciudad. Son geniales por confiar en nosotros. Estoy muy contento de haber sido capaz de conseguirlo, porque no las tenía todas conmigo. Me dio mucha rabia cuando una agencia de contratación me dijo que lo nuestro no podía gestionarse, que eran conciertos para poquita gente y que no iba a funcionar. Bueno, ya veremos. No me gusta la gente aguafiestas, hemos trabajado mucho y nos merecemos esta gira.

De las fechas que tenéis agendadas hay dos que me llaman la atención como eso de tocar en Edimburgo con BMX Bandits Un concierto de lo más atractivo por otra parte ¿Teníais algún contacto con Duglas T. Stewart?

Víctor: Todo esto fue una oferta de un estudiante de Castellón que está haciendo la residencia en Edimburgo. Nos lo propuso y no pudimos decir que no. Como te digo, la gente que ha colaborado en esta gira es porque les gusta mucho lo que hacemos, eso es genial. En cuanto a Duglas, conozco su fantástica trayectoria y me gusta un montón lo que hace. Tenemos muchas ganas de viajar hasta allí.

La otra es en un evento que se llama Cicely Virtual. Tu eres muy fan de la serie que aquí se llamó Doctor en Alaska ¿Te hace especial ilusión?  ¿Tu nombre escénico está inspirado en la serie?

Víctor: Oh sí. Conocí a uno de los organizadores en un concierto de El Loco Club de Valencia, hace ya algún tiempo. Soy un fanático de la serie, sí. Mi nombre escénico es un guiño pero funciona también sin que te remita a la serie, porque Ramírez Exposure significa EXPUESTO A RAMÍREZ.

Particularmente pienso que tu música sería una banda sonora perfecta para esa serie. Creo que destilan el mismo tipo de sensibilidad.

Víctor: Muchas gracias. Es un mundo en el que me gustaría meterme de lleno. Es uno de mis próximos objetivos, conseguir que mis canciones salgan en películas y series. Sería genial

Al hilo de esto ¿cuál va a ser la continuación de esta gira y de la colaboración con Marc Jonson? ¿qué proyectos tienes?

Víctor: Creo que después voy a necesitar un tiempo de desconexión. Tengo mi trabajo en el Hospital General de Valencia y algunos proyectos vitales a nivel personal que nada tienen que ver con la música. Estoy contento con el estado actual de mi vida. Lo que es seguro es que grabaré otro disco solo. ¿Cuándo? No lo sé, cuando sienta que es el momento adecuado.

Si tuvieras que convencer a alguien para que fuera a veros ¿qué le dirías?

Víctor: Les diría que estas canciones son de verdad y que van a tocarle el corazón. Eso, y que somos muy majos y cercanos.

De que son canciones de verdad no creo que nadie lo ponga en duda. Muchas gracias Víctor por tu tiempo.

Víctor: ¡Muchísimas gracias a El Giradiscos! Nos vemos en los conciertos.

José Ignacio Lapido: El curandero de almas


Kafe Antzokia, Bilbao. Sábado, 20 de mayo del 2023. 

Texto: Kepa Arbizu 
Fotografías: Lore Mentxaka 

Todos los conciertos, por su propia naturaleza, llevan implícitos una capacidad para trasladar y extender un sentimiento de comunidad, haciendo del recinto en que se celebra durante unos cuantos minutos el hogar de un número indeterminado de personas que comparten, aunque sea solo durante ese breve lapso de tiempo, un destino común. Características que si son extrapolables, en mayor o menor media, a todos y cada uno de dichos eventos, ciertas coyunturas, como el consabido paréntesis consecuencia de las restricciones sanitarias, han conseguido que determinados reencuentros alcancen el carácter de auténticas liturgias. Tal es el caso, tras un lustro sin poder observar a Lapido y su banda sobre un escenario, de lo sucedido con la llegada -auspiciada por la siempre loable e incansable labor de WOPMusic- del granadino al Kafe Antzokia de Bilbao, acogida con una entrada media pero cualitativamente fervorosa que ejerció en todo momento de entregado comité de bienvenida en honor a uno de los más finos estilistas que habita el rock hecho en nuestras fronteras.

Una actuación en la capital vizcaína que suponía un nuevo paso dentro de la gira que está sirviendo como presentación de su especialmente inspirado nuevo trabajo, “A primera sangre”. Un álbum que ha propiciado, dado su exquisito contenido, que a la propia añoranza por degustar una vez más sus hechuras de intimista y reflexiva lírica se haya sumado la necesidad de constatar "in situ" el momento de gracia creativa que delata su grabación. Elementos que anunciaban, como así se confirmaría más adelante, que lo que a priori tenía trazas de un emotivo recibimiento a un -en absoluto díscolo- hijo pródigo, desembocara, como así sucedería a la postre, en una reencarnación del mejor sonido americano bajo el acento rotundamente identificativo de quien formara parte esencial de la -orgullosamente reactivada- mítica banda 091.

La estruendosa ovación brindada a la presencia sobre las tablas de la formación no era simplemente el rutinario y obligado saludo al “invitado”, sino más bien un cálido abrazo entregado a quien se echaba de menos y ha realizado su regreso con las mejores y más exquisitas galas. Y no me refiero  a la habitual elegante sobriedad al atuendo de su cantante, más bien a la imponente puesta en escena que, como nobleza obliga en estos casos de presentaciones del nuevo vástago, puso parte del foco en desentrañar su contenido, lo que en realidad iba a ser parte de un itinerario que iba a albergar una vocación mucho más global y expansiva a la hora de recabar los méritos acumulados por su distinguida discografía.

Como si de un jinete al comando de su lustrosa caballería se tratase, Lapido dirige desde hace mucho tiempo una cada vez más compenetrada y hercúlea banda donde cada identidad particular consigue brillar refulgente bajo ese destino común. De esa manera, la siempre impulsiva guitarra de Víctor Sánchez, las bases rítmicas de Popi González y Jacinto Ríos, cual vibrante latido del combo, y el verso libro de genialidad que siempre imponen los teclados de Raúl Bernal, ejercieron bajo una pautada confraternización en pro de concebir un imponente espectáculo. 

Fueron unos oscuros y misteriosos flirteos instrumentales los que dieron paso a la sugerente intensidad de “Antes de morir de pena”, tema  que se alió con el envite directo de “No digas que no te avisé”, la imponente electricidad  supurada por "Luz de ciudades en llamas" o el dinámico rock and roll, fogueado de contundentes riffs, de "Lo que llega y se nos va", para servir de entremés, con el ánimo de afianzarse sobre las recién conquistadas tablas, respecto a la determinación de desglosar sus nuevas composiciones. Una recapitulación que encadenaría de manera sucesiva la belleza crooner a ritmo de vals con que es ejecutada "Arrasando"; la sobriedad celebrativa de "Curados de espanto" o el imponente estribillo sobre el que se asienta "Uno y lo contrario". Un primer repaso, previo estancia, acústica en ristre, en la casi canción de cuna que es "De cuando no había nacido" o la más melódica "Antes que acabe el día", que finiquitaría la corajinosa llamada al blues, de la mano de Hound Dog Taylor o Muddy Waters, efectuada por "Malos pensamientos". A partir de ahí se irían espolvoreando a lo largo del concierto otras de las más recientes creaciones a base de impregnar de la desértica psicodelia de "Creo que me he perdido algo" o de mecerse entre el clasicismo del piano de Bernal con "No hay nada más".

Todas ellas funcionaron a la perfección, lo que delata su inequívoca calidad, a la hora de integrarse con total naturalidad en el desarrollo de un concierto que se configuró como una retrospectiva global de los frutos dados por la carrera -en solitario- del músico. Y si profética se presentó “No queda nadie en la ciudad”, que agitó el ánimo de baile del público, ni mucho menos hay que significarla como una excepción en su acostumbrado discurso lírico de iluminado y atemporal diagnóstico. Dando muestras de una absoluta solvencia para intercalar sin solución de continuidad pasajes de efervescencia  ("Lo creas o no") con aquellos inyectados de estremecedora nostalgia ("Por sus heridas"), la noche, ya cerca de la frontera que limitaba con la madrugada, encaró un recta final donde iban a confluir incuestionables himnos que, como es lógico, auparon hasta su cénit la actuación. 

Un tramo que se encargó de llevar en volandas la siempre efectiva, que no efectista, "Cuando el ángel decida volver", y sus cambios de intensidades, o uno de sus primeros pero todavía invencibles icónicos temas, "El Dios de la luz eléctrica", momento para el cual el respetable ya se encontraba embebido de euforia. El colofón, dividido en dos vueltas al escenario cada una con su cuota individual de estruendosas algarabía, volvió a repetir la fórmula, que por otro lado resulta idiosincrásica en las maneras del granadino, de rondar por climas rítmicos diversos, ya fuera la hermosisima "En la escalera de incendios", apoyada solo en voces y piano, la majestuosidad de "En el ángulo muerto" o el pellizco vitalista que insufla "Cuando por fin". El tránsito entre las luces apagadas y las iluminadas le correspondió a "La antesala del dolor", una de esas canciones que por su propia naturaleza epopéyica no solo ostenta el poder de coronar en todo su esplendor un repertorio  sino de servir como impoluto resumen de una trayectoria.

José Ignacio Lapido y su banda recaló un sábado noche cargados de emotiva intensidad y acabaron  consagrándose un domingo a base de sublimar todas sus virtudes, exhibiendo un cariz impetuoso pocas veces visto o engrandeciendo su intimista y recogido acento. Tal es así que con su actuación convirtieron, o mejor dicho reafirmaron, al rock and roll como una de las bellas artes. Y probablemente no exista salvoconducto creativo alguno que logre instaurar la paz absoluta en el alma humana, pero lo que sin duda existen son autores -como los que ocuparon durante más de dos horas el escenario del Kafe Antzokia- capaces de, suministrando ese veneno que al mismo tiempos se convierte en antídoto, manifestarse como un gozoso bálsamo contra esa irreparable zozobra existencial.

Surfin' Bichos: Criaturas celestiales


Sala La Paqui, Madrid, Jueves, 18 de mayo de 2023

Texto y fotografías: Jesús Elorriaga

Sam Shepard decía que "siempre hay un tipo de nostalgia por los lugares donde te reconoces a ti mismo". El concierto que Surfin’ Bichos dieron el pasado 18 de mayo en la sala La Paqui de Madrid, podía dar lugar a un tipo de nostalgia casi fantasmal, de reconocernos como seres que ya no somos, por un lugar donde las caras son diferentes, esculpidas por el paso del tiempo, y enfrentarse a un vantablack, a un agujero negro capaz de absorber casi 30 años de vida desde su anterior disco al último, "Más allá", publicado hace apenas un par de semanas. Podía haber sido un acto estéril de nostalgia rock como otros grupos que arrastran su sombra pasada, pero los de Albacete no juegan a eso. Un grupo cuyo cuerpo ha estado simplemente dormido, pero cuyos miembros han tenido mucha vida durante estos años, con diferentes nombres, proyectos y devenires, demostró estar sincronizado a la realidad del presente gracias a su entrega y calidad sobre el escenario. 

Había gran expectación por la presentación en sociedad de su último disco y de ese reencuentro con su público, cálido en su entrega en una sala a media entrada. Salieron a las nueve de la noche al escenario Carlos Cuevas a la batería, José Manuel Mora al bajo, Joaquín Pascual a los teclados y guitarras y Fernando Alfaro, con su gorra de Dark Seas, a las guitarras y voz principal. El comienzo fue algo tibio, con “Viaje de redención”, donde aprovecharon para situarnos a todos en el lugar adecuado, tanto a nivel técnico como emocional, rebajando excitaciones y preparándose para despegar con “Yo que te he visto”, uno de los temas que debutaban en directo. Empieza la fiesta, despierta el perro feliz. 

Antes de volver a "Más allá", nos regalaron dos joyas de Fotógrafo del cielo: “¿Qué clase de animal?” (un tema habitual en el repertorio de Alfaro con Dark folk trío), desgarradora y trepidante, y “Rifle de repetición”, uno de sus mejores temas. Sin hacer demasiadas concesiones al público, conectados entre sí como hermanos eléctricos unidos por conductores invisibles, se lanzaron sin piedad con más temas del último disco. “Mortal” o “El caballo de mar” suenan bastante dignas en vivo, “Lotus Europa” rebosa oscuridad, con la voz de Alfaro profunda y mortuoria, mientras que “Alumbrando el fin” o “Señales” encajan con la misma energía que otros temas que intercalaron de diferentes pasados, como “Hey Lázaro”, “La oración del desierto” o “El crujido del cangrejo”, que suena como una maravillosa espiral que no quieres que termine. 

Sobrios en el escenario, José Manuel Mora y Carlos Cueva sostienen el pavimento rítmico con una contundencia y solidez admirables, mientras que Joaquín Pascual aporta el contrapunto de brillo necesario a la locomotora empujada por Alfaro, tanto en las baladas (“Mis huesos son para ti"), en los medios tiempos (“Abrazo en un terremoto”) o en las más profundas como “El final de una quimera”, alfa y omega de la creación de un proyecto que, en 2023, rebosa vitalidad. Sobre todo cuando subió la hija de Fernando Alfaro, Natalia (Lea Leone) y aportó frescura en el tercer acto del grueso principal del concierto. Con ella a los coros, tocaron otros temas del último disco, la maravillosa “Luz del Mediterráneo”, “El baile del más allá” y la enérgica “Máquina que no para”, junto a un clásico: “Comida china y subfusiles”. 

Hubo dos tandas de bises finales. En la primera, los temas más celebrados: “Gente abollada”, “Mi hermano carnal” (de nuevo con Lea Leone) y “¡Fuerte!”. Terminaron con otro pequeño viaje al pasado, del que rescataron “Crisis” y “Efervescente”. Los Surfin’ Bichos lograron pasar con notable alto este concierto de presentación en el que demostraron que la nostalgia es un tren que pasa demasiado rápido como para detenerse en lugares reconocibles. Hay ganas de más.


Luis Lapuente: “Conversaciones con Teddy Bautista”


Por: Txema Mañeru 

La verdad es que la Colección “Conversaciones” de Efe Eme nos está dejando bastantes volúmenes realmente recomendables. Muy recientes y especialmente atractivos para mí han sido los libros de conversaciones con Jorge Martínez (Ilegales) y Quique González. Pero es que si te pasas por www.efeeme.com comprobarás que hace tres años el gran Luis Lapuente entregó uno de los mejores y de los más entretenidos para leer. Sí, te hablamos de “Conversaciones con Gonzalo García Pelayo”. Al que debemos definir como un aventurero, vividor y moderno Leonardo Da Vinci. Pues ahora, el mismo autor ha escrito “Conversaciones con Teddy Bautista” (Efe Eme), que todavía puede suponer un paso más allá, dado el interés que siempre ha suscitado Teddy y también la gran polémica surgida en torno a su dirección de la SGAE en años recientes.

Aunque, ante todo, Teddy Bautista es un grandísimo e histórico músico. El creció antes que nadie aquí en los años 60 y triunfando en Estados Unidos. El soul de Canarios está todavía por superarse aquí. Un disco progresivo y experimental como “Ciclos” es otro gran hito en su trayectoria. Luego estuvo su participación en la buena versión española de “Jesucristo Superstar”, junto a Camilo Sesto. Papeles en el cine que sumó a su tarea de productor de artistas claves como Triana, Nacha Pop, Luis Eduardo Aute, Leño, Cecilia o Topo. Una actividad musical que dejó un poco de lado por renovar la vetusta SGAE. En 2011 fue detenido por orden de la Audiencia Nacional y tuvo un duro proceso judicial, durante una década, que terminó por absolverle de todas las causas que fue imputado. Controvertido conflicto en el que se mete de lleno un libro que nos lo cuenta todo sobre ello en unas más de 230 páginas que vienen ilustradas con montones de fotografías, de hasta una página de tamaño, a las que suman otras en cuidado papel satinado con grandes imágenes en color y en blanco y negro de toda su trayectoria artística. Todo coronado por un muy buen epílogo de Rosa Falcón y un extenso capítulo titulado “El Proceso” con mucho morbo y jugo, como ya hemos dicho.

 Al frente de la obra se encuentra Luis Lapuente, el Doctor Soul que tiene varios recomendables libros sobre música soul en Efe Eme que no nos cansamos de recomendar ni de leer. Te hablamos de la trilogía “El Muelle de la Bahía. Una Historia del Soul”, “La Tierra de las Mil Danzas. Los Grandes del Soul” y “Los 100 Mejores Discos de Soul”. También muy recomendable resulta su “Historia de la Música Disco”. Pero este “Conversaciones con Teddy Bautista” es realmente apasionante y lleno de sustancia. Nos descubre “secretos” como su devoción por Elvis Presley, James Brown o el soul más tórrido de Sam Cooke u Otis Redding. Cuenta cómo consiguió su autógrafo de Elvis y la revelación que supuso para él. También sus andanzas por los USA y su arrepentimiento de haber regresado a hacer la (puta) mili porque sino, quizás hubiera podido ser más grande como artista. Se emociona al recordar sus lloros al oír a Sam Cooke y cómo descubrió a Chicago o Blood, Sweat & Tears. Igualmente da buena cuenta de sus aventuras por Cuba junto a sus “amigos” Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, entre bastantes más. No se arrepiente de sus pensamientos y militancia comunistas, aunque haya tirado últimamente más por el anarquismo, recordando hasta su ataque por miembros de Cristo Rey. Al principio en Las Palmas nos habla de sus primeros escarceos con Los Ídolos, que versionaban a Cliff Richard y sus Shadows y que tocaron junto a ellos temas en directo. 

A lo largo de sus páginas además iremos asistiendo a un repaso por nombres y andanzas con otros músicos y amigos como Lightnin’ Hopkins, Caco Senante, Robert Moog o un Frank Zappa con el que coincidió personal, ideológica y musicalmente ¡Menuda vida azarosa y entretenida! Otro acierto es la presencia de citas de Franz Kafka al comienzo de los capítulos. Algo lógico cuando estos llevan títulos como “La Metamorfosis” o el ya destacado y amplio “El Proceso”. Además, recuerda al respecto cómo Fernando Arrabal le regaló “El Proceso”. La verdad es que yo me lo he devorado en tan solo dos días porque te cautiva la conversación por su emoción y humanidad, además de algunos datos escabrosos y curiosos siempre repletos de interés. ¡Merece la pena leerlo, escuchar lo que tiene que decir y decidir si era culpable o la historia le absolverá!