Luis Cebrián y Ana Muñoz ponen la voz, los instrumentos, la imagen y las ganas al grupo musical Louisiana. El nuevo y primer trabajo de la banda llega a nuestras manos con un título homónimo y con siete fantásticas canciones en su interior, entre las que se encuentra “No hay valor” y que se encuentra disponible de forma libre en virtualbum.es
En esta entrevista Louisiana nos acompaña para hablarnos de este nuevo proyecto y de su secreto para ser una de las grandes promesas del panorama musical. Y es que ellos sí tienen valor para darnos su calor…
¿Qué circunstancias se dieron para que Luis Cebrián y Ana Muñoz se convirtieran en Louisiana? (No sé si Ricardo Fandangos, Daniel Cebollada y Raúl Zeta forman también parte del conjunto, porque la información de Internet es variada). ¿Cuáles son los pasos a seguir para un grupo nuevo que quiere dar a conocer su música?
Que él se llamara Luis y yo Ana J. Ambos conformamos, por así decirlo, el núcleo duro de Louisiana, pero Richi, Dani y Raúl son también parte de la formación.
Luis y yo hemos ido marcándonos pequeñas metas desde el principio y, en ese sentido, tocar en directo fue prioritario antes que grabar. Él provenía de un grupo llamado Nubosidad Variable que venía de celebrar sus diez años de carrera pero yo necesitaba alcanzar cierto grado de desinhibición con Luis y, sobre todo, con el público. Por entonces ensayábamos en mi habitación y, en cuanto escuchaba instrumentos y voces amplificados, me daban ganas de salir corriendo. Paralelamente a la multitud de conciertos que comenzamos a ofrecer como dúo y en formato acústico, Richi, Dani (ex Nubosos) y Raúl fueron incorporándose a Louisiana, relegados en un primer momento al trabajo de local: con ellos trabajamos el repertorio. Y llegó un momento en el que evidenciamos que grabar un disco era (también) imprescindible para seguir caminando hacia adelante. Hubo de pasar un año largo hasta que pudimos hacerlo, hasta que entramos a grabar con quien deseábamos, Rafa Domínguez: fue durante ese periodo de tiempo, previo, cuando redujimos de manera considerable el número de conciertos y nos centramos en ese trabajo de local al que he aludido, pero de una manera más intensa e intensiva, con la intención de perfeccionar y pulir las canciones.
¿Cuáles son los pasos a seguir?
Hay que ensayar mucho y ser constante, metódico, pertinaz; hay que tener capacidad de renuncia y sacrificio; hay que mantener la ilusión intacta. Yo detesto pasar las horas muertas frente al ordenador creando eventos de Facebook o enviando correos electrónicos con la carpeta de promo. A mí lo que me gusta es tocar, no introducir mensajitos en botellas de vidrio y arrojarlas al mar. Además, “venderse” a uno mismo resulta terriblemente incómodo. Pero... es necesario, si uno no lo hace, nadie lo hará por él, y eso es algo de lo que hay que mentalizarse. Si para tocar hay que tocar a una y mil puertas, yo toco. Por otra parte, más allá de cualquier meta, todo músico debería ser consciente de que lo que va enriqueciéndonos son los propios pasos, el propio camino y que, por el mero hecho de ser recorrido, ya debería merecer la pena.
Vuestro primer trabajo de título homónimo consta de siete canciones. Me ha llamado la atención que el primer corte que encontramos se titule “No hay valor”. ¿En qué aspectos estabais pensando? ¿Para qué “no hay valor”?
“No hay valor” nació al término de una conversación mantenida con un amigo, Javi Bronski. Era sábado por la noche y decidimos regresar a casa dando un paseo en lugar de coger un taxi después de haber estado tomando algo por ahí. A última hora de la mañana del domingo lo llamé por teléfono para contarle que nuestra conversación y nuestro paseo se habían convertido en canción. Tan sencillita. Se la mostré a Luis (juntos re-componemos lo que yo compongo de manera individual) y nos pareció que podía funcionar. Fue, de hecho, la primera que interpretamos en directo. Una de las ideas que se sugieren en la canción es que amar y ser amado suponen sendos actos de valentía. Como nota anecdótica, puedo contar que Javi ha sido el encargado de masterizar ésta y el resto de canciones del disco, lo cual me (nos) hace una ilusión inmensa.
La producción y grabación en la Cafetera Atómica ha venido de la mano de Rafa Domínguez. Habéis firmado con el sello discográfico aragonés “Virtualbum”, página desde la que se puede descargar vuestro primer álbum. ¿Creéis que Internet es indispensable para potenciar y dar a conocer a todos los grupos musicales que acaban de empezar?
Sí, por supuesto. En unos cinco días superamos las mil descargas y esto, en ningún caso, habría sido traducible a discos vendidos en el mismo intervalo de tiempo. Para mí es el argumento más evidente y sobre todo cercano. Nuestra pretensión es que cualquier persona que pueda sentirse interesada por nuestra música pueda acceder a ella. Al público (potencial y actual) hay que ponérselo fácil. De todos modos, hay algo en Internet que me produce taaaanto rechazo… En lo referente a la exposición de la música, es como si navegásemos hacia una tierra de nadie en la que las canciones no merecen más de una oportunidad. Si gustan a la primera, levantamos el pulgar. Hay una inmensidad de botellas de vidrio arrojadas al mar y muy pocos discos se escuchan como hasta hace bien poco, porque uno ya está pensando en el que va a “consumir” después. El caso de Spotify y sus hipervínculos me parece paradigmático: a veces creo que es el mejor invento del mundo y a veces maldigo el día en que me pregunté qué había más allá de los Beatles (quienes, por cierto, no están en Spotify).
Vuestras canciones han sufrido muchos cambios y transformaciones durante su evolución. ¿Cómo sabíais dónde se encontraba el límite para que un tema quedase perfecto, bajo vuestro punto de vista?
Creo que la “evolución” de las canciones estuvo relacionada y supeditada más bien a la propia evolución del grupo. Me he referido con anterioridad a la incorporación de Richi, Dani y Raúl. La mayoría de las veces éramos dos, pero otras éramos tres, cuatro, cinco sobre el escenario. Contar con distintos formatos de cara al directo nos ha obligado a adaptar el repertorio según el caso y comprobar que los cambios y las transformaciones no se acababan nunca, aunque lo verdaderamente decisivo en este aspecto fue el trabajo de preproducción del disco. En teoría, el límite para que un tema quede “perfecto” lo determina la propia grabación, ¿no?, pues ésta es una referencia de peso a la que atenerse. Así, las canciones quedan fijadas y uno puede desentenderse de ellas para poder centrarse en otras nuevas. Sin embargo, Louisiana (ya) no somos del todo fieles al disco, nos gusta introducir pequeñas variaciones, sobre todo juegos de coros y pasajes instrumentales de cara al directo. Supongo que nos ocurre a todos y que es bueno.
Cuando estáis creando canciones que contienen vuestras propias ideas y sentimientos, ¿pensáis que el público sabrá apreciarlos a la hora de escucharlas? ¿Cuál es el secreto a la hora de transmitir lo que se quiere decir en los temas?
Cuando compongo una canción no pienso en el público. Y me atrevería a decir que Luis, Dani, Richi y Raúl tampoco lo hacen cuando estamos en el local. Louisiana es, en ese sentido, la medida de todas las cosas. No lo concibo de otra manera... En caso de que se establezca la citada transmisión de sentimientos, ése es el único secreto. Yo hago canciones para mí, componer supone una especie de exorcismo que me ayuda a ser más feliz y esta felicidad, claro, se acrecienta cuando el ritual se comparte con Luis, con la banda, con el público… entonces sí.
He oído que vais a acompañar a Los Pedales en su concierto de fin de gira en la madrileña Sala Sol en mayo. ¿Cómo surge el contacto y la idea de compartir escenario?
Fue gracias a Kike del Toro quien, en la actualidad, se encarga del management y la contratación de ambos grupos.Ya compartimos escenario con Los Pedales en un par de ocasiones y será un privilegio hacerlo de nuevo el 27 de mayo, en su concierto de fin de gira. ¡Aunque coincida con el Primavera Sound! Con Rodolfo y Gustavo existe una relación especial, son encantadores y muy buenos músicos.
¿Cómo se presenta el futuro para la banda?
Nos hallamos cerrando fechas para embarcarnos en una (modesta) gira a nivel nacional. Queremos reproducir toda esa multitud de conciertos que Louisiana ofrecimos en Zaragoza, pero ahora fuera de la ciudad. Como dúo, sobre todo, al menos hasta octubre, pero también jugando con los distintos formatos. Sin ir más lejos, el concierto del 27 de mayo será con banda. Eso es lo que queremos, más que cualquier otra cosa. Tocar.
El futuro es un tipo maleducado que nunca se “presenta”, pero yo prefiero que siga sin hacerlo. ¡Vivan las sorpresas!!
Por Paula Rodríguez Martín
El FIZ como trinchera
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*Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza. Sábado 28 de septiembre de
2024. *
*Texto y fotografías: Javier Capapé *
Un año más y un *FIZ* que pasa, pero...