Reserva confirmada en el Hotel Morgan


Sala Mozart, Auditorio de Zaragoza. Sábado, 17 de mayo de 2025. 

Texto y fotografías: Javier Capapé. 

Tarde de sábado en la capital aragonesa. Por fin ha llegado el tiempo primaveral. El cierzo ha cesado y nos regala un ambiente espléndido para pasear y encontrarse con los amigos. Los planes se amontonan cuando el tiempo juega a nuestro favor. Algunos optarán por encerrarse en casa a ver el sinsentido eurovisivo, otros no abandonarán las terrazas entre gin tonics y cervezas, y algunos afortunados elegirán la música en directo para alimentar su espíritu. En la noche de este pasado sábado en Zaragoza era difícil elegir. El pop rock con alma se daba cita en la Oasis con Veintiuno, Amaral repetía otro lleno con su grandioso espectáculo de presentación de “Dolce Vita” en el Pabellón Príncipe Felipe, y la Sala Mozart del auditorio se llenaba de aromas soul y rock de los setenta con Morgan. Difícil elección, aunque algunos optamos por la seducción de la banda madrileña Morgan para movernos entre las curvas de su cauce sonoro y reservar una confortable habitación en su recién estrenado “Hotel”.

La imponente sala no presentaba esta vez el aforo completo, pero a pesar de eso, Nina de Juan agradeció desde el primer instante a los presentes que les hubiéramos elegido a ellos entre tanta interesante oferta. Desde la visión del afortunado que esto escribe y que ya se había deleitado con la exquisita propuesta de Amaral la noche previa, puedo aseguraros que mereció mucho la pena, porque con Morgan siempre recibes más de lo que esperas. Son un torrente de creatividad y con ellos se siente la pasión del que se entrega a este arte sin limitaciones. Lo dan todo, lo sienten todo y conmueven desde su actitud e interpretación generosa.

Para la gira inicial de teatros de su cuarto disco “Hotel Morgan”, la banda aprovecha realmente bien los espacios con los que cuenta. No es para nada lo mismo presentarse en un auditorio que en una pequeña sala o en la inmensidad de un festival, así que los Morgan saben aprovechar con gran tino las posibilidades de un auditorio de tan excelente sonido como la Sala Mozart zaragozana. Comenzaron saliendo a mitad de la platea, entre el público, y afrontando a pelo, únicamente con una guitarra y las voces de todos, los primeros compases de su blues acústico “Arena”. Fueron bajando escalones, acompasados al ritmo del tema, los ocho miembros que componen la banda de directo mientras lo encaraban, hasta terminarlo en círculo en el centro del escenario cuando arribaron en él. Suponemos que esta maravillosa forma de comenzar irá cambiando según el recinto y el recorrido de la gira, ya que sabemos que con su anterior disco estiraron casi hasta los tres años su vida en directo, así que será muy interesante verles también cuando esta gira se encuentre en plena mutación que le dará el rodaje.

Como he dicho, son hasta ocho los músicos que se suben al escenario de esta gira, porque junto a los cuatro miembros fijos de la banda, les apoyan los dos hermanos Planas al bajo, percusiones y guitarras de apoyo, y dos vocalistas que, con sus coros, dan mayor cuerpo a estas canciones. Ya lo apreciamos en el propio disco, pero es que han otorgado mucho mayor peso vocal a las canciones de este “Hotel Morgan” y eso les hace crecer, armando con mayor solidez unas canciones ya de por sí fantásticas. Carolina García y Alejandro Ovejero se encargan de esta tarea que nos deleita y deja con la boca abierta, casando con la personal voz de Nina a la perfección. De hecho, os puede ocurrir como a mí, que os dejéis llevar por sus armonías y os perdáis en ellas en más de una ocasión durante el concierto. Algunos se estarán preguntando si Alejandro Ovejero es el mismo Ove que comenzó con el grupo y que se apeó del mismo tras la gira de su segundo trabajo para dedicarse a la apicultura. Pues sí, no se equivocan, es el mismo Ove que antes fuera bajista del grupo, y menudo potencial guardaba en su voz. De hecho, acaba de presentar un disco bajo su propio nombre en el que se pone frente al micro y nos lleva por terrenos cercanos a la canción de autor más cálida. Así que Ove ha vuelto al redil, ahora como músico de apoyo, pero unido a los suyos, al fin y al cabo.

Tras el sugerente inicio blues, continuaron las armonías delicadas de “Delta”, canción que abre su último disco de forma magistral y que aquí también acometieron en círculo como una prolongación de la anteriormente citada. Ya con todos los músicos en sus puestos afrontaron “Error 406” (imposible acostumbrarme a estos títulos cuando lo que me sugiere la canción es ese “Bad Human” tantas veces repetido). Las voces, reforzadas por los coros protagonistas en todo momento, condujeron el tema junto al wah wah de Paco López, increíble guitarrista que define de por sí el sonido de esta banda, y que, sin ninguna duda, es cada vez más personal y reconocible entre la oferta musical de nuestro país. Uno de nuestros mejores bastiones del rock.

A estas alturas podemos olvidar ese apelativo referido a Morgan como un grupo que imita cierto sonido o banda para definir su estilo. No es nada apropiado. Morgan suenan ya a ellos mismos, a la banda añeja que toda escena quisiera tener y que, en este caso, es una maravillosa realidad. “El Jimador”, con Nina agarrando con cierto pudor la pandereta, permitió que Paco se luciese de nuevo con su Les Paul, bajando las revoluciones en el arranque de “Pyra” que, como su nombre indica, se vuelve incendiaria desde su estribillo. Hasta este momento, cinco canciones y todas de su último disco, aunque “Paranoid Fall” nos llevó a la primera parada en su reciente pasado con su característica potencia derrochada por doquier, con Ekain Elorza haciendo vibrar las butacas de todos los presentes con su intensa pegada. Tanto es así, que hasta perdimos algunos matices de la voz de Nina.

“Oh Oh” y “Attempting” continuaron agarrándose a sus inicios, con “Chuches” en esta última haciendo virguerías con el órgano, desembocando en una de sus obras cumbre, la floydiana “Alone”, en la que Paco cantó la segunda estrofa. Ya que no se atrevió a hacerlo con “Jon & Julia” él solo, como en el disco, nos dejó este pequeño guiño vocal y algún otro más puntual a lo largo del concierto. Por su parte, Nina se apropió del centro del escenario cada vez más tiempo. Si antes se parapetaba detrás de su piano, protegiéndose así del exterior debido a su timidez, ahora toma las riendas en medio de las tablas en muchas ocasiones, cantando sin instrumentos a los que agarrarse y derrochando su carisma sin tapujos. Porque sí, también ha mejorado mucho a la hora de presentar sus “temitas”, como ella misma los llama. No ha perdido esa espontaneidad casi infantil que nos encanta, pero a la vez tiene un discurso más seguro sin olvidarse de ese sentido del humor que caracteriza sus intervenciones. Eso, más que perderlo, lo ha ido potenciando con el tiempo, y así pudimos percibirlo el pasado sábado. Aunque ahora podría decirse que esa espontaneidad está más preparada o controlada. Ha perdido el miedo, pero sigue queriendo hacernos ver que lo suyo, más que las palabras que las presentan, son las canciones en sí mismas, las que no requieren ninguna presentación, como ocurre con la brillante “1838”, que no sabemos muy bien de dónde toma ese título, o “Cruel”, potente y a la vez cercana, derrochando nuevamente camaradería entre sus intérpretes, que apoyan con sus palmas desde el centro del escenario el groove de una canción tan fresca como adictiva.

“River” nos sumergió una vez más en su característica versión del blues del Delta del Mississippi con el majestuoso solo de piano de David Schulthess, y “Praying” desató la participación del público en esas vueltas de estribillo que van creciendo con los “oh oh oh” que nos pidió Nina que nos encargáramos de hacer. Como en cada concierto, “Home” vino precedida de un majestuoso solo de guitarra de Paco López. Esta vez no emuló a su ídolo David Gilmour, pero nos llevó, junto a “Chuches”, a recorrer un extracto de la partitura de la estratosférica película “Interestellar”. Podrían haber sido Gilmour y Wright mano a mano, pero eran realmente los portentosos músicos de Morgan, que nos estremecieron una vez más antes de afrontar su canción más redonda, el eterno hogar al que regresar, ese “Home” al que tanto le deben. Seguidamente se enfrentaron al tema que más nos sorprendió cuando escuchamos este nuevo disco que venían a presentar. Una canción dividida en partes e intensidades que consigue hacernos flotar y cuya interpretación en directo estaba deseando presenciar para descubrir todo su potencial. Me estoy refiriendo a “Radio”. Hay canciones que crecen en directo, pero pudimos observar que ésta se mantuvo más pausada todo el tiempo, sin los sobresaltos con los que nos sorprendía en su versión original. Quizá le falte rodaje, aunque en su tercer acto consiguió ganar altura justo antes de que Nina se abrazara a Paco, su autor, al que agradeció el gran regalo que brindó al grupo con este “temazo” que, en sus propias palabras, le hará “perder años de vida” por la exigencia en su interpretación. Toda una muestra de que en la entrega de los miembros de este grupo no hay límites, como apuntaba al principio. Darán siempre lo que sea necesario para engrandecer sus obras, algo que también ocurre cada vez que brota el swing de “Another Road (Gettin’ Ready)”, canción que se alargó con solos de casi todos los instrumentos. Con un bajo por momentos casi en la línea de “Another one bites the dust”, con los dedos mágicos de “Chuches” una vez más al teclado, y con la percusión para reforzar el cierre, no sin antes marcar una línea discotequera a los coros y una improvisación a las voces del propio Paco, poniendo todo el jugo al servicio de esta canción, con la que cerraban antes de los bises recibiendo una generosísima y merecida ovación.

Nina regresó descalza y muy agradecida, confesando que nos regalaba “Volver” porque el resto del grupo sabía lo especial que era para sus seguidores. Una canción que siempre eriza la piel y conmueve, y en la que Nina no puede ser más contundente. Sola a piano y voz, como más hiere con sus palabras y a la vez más cura con su semblanza. Imposible no seguir rindiéndose ante ella. No dejes nunca de cantárnosla al oído, Nina. Algo similar a lo que ocurre con “Sargento de Hierro”, pero ésta ya con toda la banda bien empastada. “Final” echó el cierre del telón, ese que contaba con los neones del nombre del grupo presidiendo su particular “Hotel”. Nos la ofrecieron mucho más larga que en su versión original, que también cierra el disco, pero sin perder esa guitarra tan cruda (con Paco López transmutado en Jack White) y aumentando la potencia y el desgarro vocal que la define. Intensa y fulminante. Nina aprovechó para presentar a toda la banda mientras el crescendo final del tema bullía, algo que no dejó que escucháramos con claridad las flores que iba soltando a sus compañeros, pero a pesar de ello aplaudimos sin parar agradecidos de contar con esos fabulosos músicos que habían hecho magia en las tablas del auditorio.

No sabemos si Morgan han tocado techo. Si este disco es lo más cerca que estarán de alcanzar su pedacito de cielo. Pero lo que está claro es que siguen arriba, en un crecimiento sólido e imparable. Son indispensables y, haciendo referencia al camino que acaban de empezar a recorrer, estamos encantados de residir temporalmente en su acogedor hotel. Confirmo mi reserva en él hasta nueva orden.