Por: Juanjo Frontera.
La voz de Valerie es vieja, vieja como un bosque. Dicho sea esto en plan cumplido, por supuesto. Para lo que ella hace, tener una voz que reivindica las de leyendas añejas como Bessie Smith, Memphis Minnie o Ma Rainey es contar con una herramienta privilegiada para obtener credibilidad y prestigio si tu trabajo es la música negra.
Sobre todo si se usa tan acertadamente como ella lo hace. Sin imitar, sin tratar de llegar a donde no puede, sin esa innecesaria impostura que la situaría como un mero producto vintage más, que solo serviría para ocupar escenarios que sólo llaman la atención de nostálgicos de tercera división. Por el contrario, ella lleva las cosas a su terreno y ha ido cincelando un estilo propio cuyo recorrido se rastrea en discos magníficos como "Pushin' Against A Stone" (2013) o "The Moon And Stars: Prescriptions For Dreamers" (2021), que dejaron un listón bien alto de cara a la llegada del que ya es su sexto álbum.
El que nos ocupa, un disco titulado "Owls, Omens & Oracles", no supone un quiebro extraordinario en la carrera de la de Tennessee, sigue manejando el mismo package de influencias que en su caso, además, es muy extenso. Valerie es una gran coleccionista de discos y ha profundizado, por tanto, en una variedad de géneros que le han servido para obtener diversos registros de unas fuentes que siempre han estado ahí: el soul, el gospel, el blues más añejo, el jazz o el pop y rock primigenios son constantes. No obstante, este disco es diferente a los demás, sobre todo al anterior, aquél celebrado "Prescriptions For Dreamers".
En primer lugar, si aquél era reposo, introspección y paisaje, este es puro jolgorio y celebración de la música y la vida. Quizás ha decidido su autora que es hora de sacar lo más lúdico que tiene en su chistera para entretener a un público que actualmente, la verdad, no lo está pasando demasiado bien a nivel vital en ningún rincón del planeta, y mucho menos en el país en que ella vive, Estados Unidos, donde ya sabemos todos quién gobierna.
June siempre ha sido una artista concienciada. Pero eso no quita para que sepa también restar peso al alma de su audiencia a base de himnos que buscan celebrar la vida y apartar nuestra cabeza de todas esas malas noticias que día a día la van derritiendo. En ese sentido, "Owls, Omens & Oracles" se configura como un analgésico capaz de suministrar felicidad y ganas de bailar sin freno ni conciencia.
Producido nada menos que por el genial M Ward, al cual conoció cuando colaboraron juntos con la faraona Mavis Staples, Valerie consigue de nuevo ese efecto del que hablábamos más arriba: que cada uno de sus trabajos sea un universo en sí mismo. Con un sonido abigarrado, sólido y que trae al presente de manera respetuosa técnicas de producción del pasado (Phil Spector, Jim Stewart, Arif Mardin…), el disco desprende un entusiasmo y una alegría irresistibles.
La pieza inicial y primer single del disco, “Joy joy” es clara y diáfana en cuanto a sus intenciones: un ritmo sincopado, casi funk, que va progresando hacia la fanfarria y la celebración casi litúrgica de la felicidad. Igual que “All I really want to do”, con sus ecos al pop de los primeros sesenta y aquél Wall Of Sound que el loco de Spector patentó a base de himnos adolescentes que aquí vienen a la cabeza inmediatamente.
Y la paleta de Valerie no para de crecer. “Endless tree” es otro himno casi pastoral que va poco a poco subiendo intensidad para agrandar el corazón del oyente. La guitarrera “Inside me” es quizás la versión más cercana al pop-rock que pueda escucharse de su autora. La atmosférica y casi insólitamente electrónica “Superpower” sorprende muy agradablemente. Todas despliegan un espectro especialmente amplio de conocimiento musical bien aplicado que, pese a lo variado, da forma a un conjunto perfectamente ensamblado y, sobre todo, muy disfrutable.
Por si fuera poco, June tira de amistades e incluye aquí colaboraciones estelares de The Blind Boys Of Alabama en la estupenda visitación al gospel que es “Changed” y de Norah Jones en la exuberante “Sweet things just for you”. Reserva la calma y la introspección para el final, con una dupla fantástica: “Missing you (Yeah, Yeah)” y “Love and let go” completan un álbum sensacional que vuelve a situar a su autora como una de las mejores preservadoras, sin dejar de ser actual, de la música afroamericana. Y una más que necesaria dealer de píldoras de felicidad en forma de canciones. Que no pare de trapichear, por favor.