Lorde: “Virgin”


Por: Nuria Pastor Navarro. 

No todo el mundo puede fardar del hecho de haber escrito “Ribs” con dieciséis años, pero Lorde sí puede hacerlo. En aquel pequeño universo Tumblr de la recién iniciada década de 2010, entre las chaquetas de cuero de los Arctic Monkeys y la filosofía nihilista de Lana del Rey, se coló una joven neozelandesa con miedo a crecer. Y desde entonces, todo cambió.

Ella Marija Lani Yelich-O'Connor comenzó a escribir sus propias canciones con doce años, edad a la que también firmó por primera vez con una discográfica. Su primer EP, lanzado gratuitamente en 2012 a través de Soundcloud —eterno amigo de los artistas indie—, alcanzó una gran popularidad, destacando especialmente la canción “Royals”. Dos años después, Lorde estaría recogiendo dos Premios Grammy… Y eso que sólo había soplado diecisiete velas hasta entonces.

Su voz sombría y profunda junto a sus líricas letras —aquí se nota la vena de poeta heredada de su madre— pronto le hicieron un hueco en los corazones de los adolescentes del momento. Y es que no existe creación que refleje de mejor manera el limbo de la juventud que “Pure Heroine”, primer álbum de estudio de la artista. “Tennis Court”, “Buzzcut Season”, “Team” y, cómo no, “Ribs” marcaron un antes y un después en la historia del género indie.

No obstante, la joven estaba decidida a seguir marcando escuela. “Melodrama”, su segundo álbum de estudio, sigue dando voz a esa tristeza semioptimista tan característica de Lorde. En esta pintura sonora encontramos temas tan memorables como “Green Light”, “Sober” o “The Louvre”, si bien escucharse el álbum completo en orden es casi una experiencia extrasensorial.

Ya después de la pandemia, en una especie de arrebato experimental, Lorde lanzó “Solar Power”, un trabajo bastante distinto a los anteriores que generó un extrañamiento general en sus seguidores. Tiempo más tarde, reconocería que este disco no la representa en absoluto, y que no sabe exactamente qué la llevó a esa estética más playera y distendida.

Habría que esperar hasta 2024 para su gran regreso, o al menos el de la joven música que todo el mundo recordaba. El tema “Girl, so confusing featuring lorde” de Charli xcx no sólo marcó la reconciliación de las dos artistas —que al parecer habían tenido sus diferencias en el pasado— sino que fue signo de la buena salud de la gran era del pop femenino. Aún así, el “BRAT summer” de Lorde todavía se reservaría un año más.

“Virgin” quizá sea el trabajo más transparente, literalmente, de la artista neozelandesa. Con varias radiografías como portada, Lorde nos muestra de forma más que metafórica su interior. Según ha declarado a varios medios, este álbum representa una especie de renacimiento para ella, pues en los años anteriores pasó por una crisis creativa que la llevó a pensar que no había más música dentro de sí misma. Es también una declaración directa de su nueva autopercepción, pues ha explicado públicamente que su expresión de género es cambiante. “Soy una mujer excepto los días en los que soy un hombre”, le respondió sin rodeos a la artista Chappell Roan cuando le preguntó sobre su identidad de género.

Esta fluidez se ve reflejada en varios de los temas del disco, además de en el propio sonido general. Y es que “Virgin” también tiene cierto toque experimental: silencios, estribillos perdidos, letras casi recitadas en lugar de cantadas… Todo se fusiona con un aire nostálgico que recuerda mucho a aquel “Pure Heroine” de 2013. 

“What Was That” fue el primer sencillo con el que nos obsequió, y con el que pudimos confirmar que la Lorde clásica había regresado. Rupturas amorosas, la época en la que teníamos diecisiete, duda y confusión… El tema tenía todo lo necesario para aumentar la expectación por “Virgin”, que, sin embargo, abre con la canción “Hammer”.

Esta, como otras tantas del álbum, explora el deseo con un tono pegadizo que funciona como una perfecta bienvenida al disco, y las diez siguientes no bajan el ritmo. La sexualidad mezclada con nostalgia y dolor reflejada en “Current Affairs” o “Clearblue”, la complejidad de ciertas relaciones familiares en “Favourite Daughter” y el gran crecimiento personal —que no por ser deslumbrante deja de ser doloroso o difícil— que Lorde relata en “If She Could See Me Now” o “GRWM”.

Cada canción, cada verso está inyectado de un peso profundo y personal que la artista deja de llevar a su espalda para compartir, como siempre ha hecho, con su público. Y esa identidad cambiante ya mencionada no sólo se declara con un grito de libertad, sino que critica también los estándares de belleza a través de su propia historia en “Man Of The Year” y “Broken Glass”. Y el disco finaliza con “David”, una especie de recuerdo-despedida de una relación pasada, que, de nuevo, revuelve el dolor con el autocrecimiento.

Si fuera necesario describir “Virgin” con una palabra, esta sería “remolino”. Remolino de emoción, recuerdos y rupturas. Remolino de libertad y crecimiento personal. Remolino de adolescencia adulta y adultez adolescente. Remolino de todo aquello que fue, es y será Lorde. En definitiva, una carta de amor personal a sí misma que se suma al regreso reinventado de aquellos profetas de Tumblr. Con Marina y Lorde ya en el reproductor de música, solamente queda esperar a la inimitable Lana del Rey