Palacio de Vistalegre, Madrid. Sábado, 20 de septiembre del 2025.
Texto y fotografías: Fran Llorente.
Festival de Punk-Rock por todo lo alto en el Palacio de Vistalegre con tres bandas teloneras (por cuestiones de horario y circunstancias personales solo pudimos disfrutar de los barceloneses Último Recurso, cuyo show desgranaremos en próximas entregas) y un plato fuerte, que deseamos destacar en toda su extensión: el veterano Evaristo Páramos, toda una institución de la música combativa y del punk contestatario en esta tierra abonada al eterno conflicto.
A sus 65 primaveras, el veterano cantante de La Polla Records se ha dejado crecer la melena, incluso una poblada barba, como profeta carismático del punk ibérico más asilvestrado e irredento. Genio y figura hasta la sepultura, se mostró en plena forma, abigarrado como nunca y combativo como de costumbre, escupiendo sin piedad 42 trallazos a lo largo de dos horas y media, que no dieron paz ni respiro al personal.
Repasando de este modo toda su trayectoria vital, que ha sido una gloriosa carrera (de obstáculos), digna de varios Grammys que nunca recibió, si acaso, le premiaron con otro tipo de gramos en su Salvatierra natal… Desde La Polla a esas dos aventuras efímeras, The Cagas y The Meas, que abanderó nuestro protagonista hace más de dos décadas, sin olvidar por supuesto muchas rolas de los imprescindibles Gatillazo, incluso las novísimas perlas de Tropa do Carallo, banda de reciente creación, cuyas andanadas fueron cayendo, sin prisa pero sin pausa.
A la vejez viruelas, se marca un trasiego de punk-rock de autor para relamerse, y no deja títere con cabeza, como viene siendo costumbre en los recitales de tan peculiar artista. Mientras tanto su amado público se baña en cerveza, de todas las formas posibles e imaginables, a veces refrescando el gaznate y otras tantas, lazándola al aire, una especie de lluvia dorada (a veces molesta) que caía sin piedad sobre nuestras sufridas cabezas...
Arropado por una banda de auténtico lujo, entre los que destacaban dos guitarristas muy sólidos, capitaneados por el veterano Alberto Salgado, más los míticos Abel Murúa al bajo e Iker Igelltz ‘Tripi’ a la batería, dieron sopas con honda al personal desde los primeros compases. “Nuestra alegre juventud” (De La Polla Records) y “Otra canción para la Policía” (Gatillazo) abrieron fuego en un verdadero aquelarre donde nuestros protagonistas dejaron meridiano el apego y simpatía que tienen por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (léase en clave sarcástica y modo ironia ‘on’). “No disfrutamos en el paro ni disfrutamos trabajando… Los ‘maderos’ cuidan de nuestra seguridad, tururú, estando con ellos nada nos puede pasar”.
Y mientras se marchita nuestra jubilosa senectud, nos preguntamos el porqué de muchas cosas que no funcionan en este planeta criminal, al tiempo que por las pantallas iban desfilando punteros lemas como “El trabajo no es un derecho, es una mierda”. Ya lo decían los viejos anarco-sindicalistas. “Si el trabajo fuera bueno, los ricos lo tendrían para ellos solos”. Evaristo y compañía retoman esas viejas esencias actualizando el mensaje en piezas como “Esclavos”, “Delincuencia” o “Come libertad”… “En esta dictadura, mal vestida de democracia, los lobos que dominan ya se empiezan a impacientar, elige entre ser libre o estar protegido y seguro, yo que tu no me fiaría, o te volverán a joder…”
Enarbolando la bandera Palestina, sorprendió hasta cierto punto las muchas canciones que el ‘Imán’ Evaristo dejó caer del álbum “Toda la puta vida igual”, porque además de la pieza que da título al álbum, también se aventuró con “Igual para todos”, “Puedes ser idiota”… intercalando clásicos de la talla de “No somos nada”, “Salve” o “Txus” con toneladas de punk-rock (y rock’n’roll de colmillo afilado, made in ‘Páramos Factory’) y sabias reflexiones sobre lo que no funciona en esta podrida sociedad (que es casi todo). Algunas piezas menos conocidas como “En el submundo”, “Todo arreglao” (Tropa do Carallo) o “Sin sitio para vivir” (The Meas) fueron completando el trasiego hasta dar de bruces con la piedra filosofal: bofetadas sonoras del tamaño de “La solución final” que encandilaron a propios y extraños.
En el último tramo, con la parroquia ya desatada por completo, y numerosos espontáneos subiéndose al escenario para abrazar al Apóstol y de paso cantarse los jocosos estribillos, en medio de un alborozo bastante peculiar, que mantenía nervioso y entretenido al personal de Seguridad del recinto, “Carne para la picadora”, “Esclavos del siglo XXI” y la maravillosa “Ellos dicen mierda, nosotros amén” pusieron un brillante colofón a la velada. Sudorosos como nunca y bañados en lúpulo, salimos con una sonrisa de oreja a oreja, tarareando una vez más las tonadas del profeta Evaristo y repitiendo aquel viejo aforismo de “Quien tuvo, retuvo”.