Suede: “Antidepressants”


Por: Àlex Guimerà. 

Llevo siguiendo a los London Suede -así se hacían llamar al principio por coincidencia de nombre con una banda americana- prácticamente desde sus inicios en 1993 cuando dieron el pistoletazo de salida al Brit Pop con su salvaje actuación en los Brit Awards, a pesar de que su propuesta era glam-punk salvaje y aún no nadaban en corrientes poperas. Eran los comienzos de la primera etapa de su carrera que incluye los discos tremendos que sacaron con Bernard Butler en la banda, el estelar "Coming Up" (1996) y esos más que correctos "Head Music" (1999) y "A New Morning" (2002), tras los que decidieron separarse. 

Afortunadamente, una década después volvieron con un perfecto álbum de regreso como fue "Bloodsports" (2013), la ópera glam "Night Thoughs" (2016) y el melodramático "The Blue Hour" (2018) . Cerrada la década decidieron publicar el doble álbum recopilatorio "The Best Of Suede 1992-2018" (2020) y ofrcer una gira de aniversario del "Comming Up" en la que mostraron músculo y un buen estado de forma encima del escenario. Todo indicaba que nos encontrábamos en un punto y aparte previo a abrir una tercera etapa en la vida de la banda, algo que vistas las publicaciones posteriores no nos cabe ninguna duda.

Fue en 2022 con su noveno álbum, "Autofiction", cuando marcaron territorio demostrando que son una banda que aún tiene mucho que ofrecer. El álbum en cuestión se desmarcaba de su anterior producción mostrando un sonido más crudo y visceral, lo que lograron grabándolo en directo y tomando como referencia su homónimo álbum de debut. Así, este pasado 5 de septiembre publicaban "Antidepressants", repitiendo portada en blanco y negro, y mejorando la propuesta en el que será, sin duda alguna, uno de los mejores trabajos de su dilatada carrera.

De nuevo los londinenses han contado con la producción del veterano Ed Buller (colaborador histórico de la banda) para unas canciones que fueron grabadas en directo en estudios de Bruselas, Estocolmo y, cómo no, Londres. El resultado es un álbum que mantiene intacto el poso dramático de Suede pero que lo encrudece. El grupo adopta formas cercanas al post-punk, con ecos a The Cure, Joy Division y New Order, en las que destaca el fornido bajo de Matt Osman que en muchos momentos se erige protagonista. Los singles de adelanto - "Disintegrate", "Trance State" y "Dancing With The Europeans"- ya anticipaban este viraje en el que la voz de Brett Anderson se escucha más versátil y menos encorsetada en el dramatismo y la melodía pop, capaz incluso de frasear al puro estilo de los Pixies

Al poner la aguja nos encontramos con “Disintegrate”, que es un golpe seco, directo, que rehúye de cualquier comodidad para instalarse en terrenos de descomposición personal. Le sigue “Dancing With The Europeans”, con un tempo inesperadamente bailable pero que danza por pistas oscuras. El tema titular, “Antidepressants”, condensa el concepto del álbum en una pieza sombría y gótica, mientras que “Sweet Kid” aporta un respiro melódico más accesible para evitar que el disco caiga en la monotonía. La tensión se eleva de nuevo con la catártica “The Sound And The Summer”, y se mete en terrenos "pinkfloydianos" en “Somewhere Between An Atom And A Star”, pero sin perderse en plagios baratos.

En la segunda cara, con “Broken Music For Broken People”, apuestan por la crudeza y la urgencia punk, antes de que “Trance State” nos hipnotice con ese ritmo repetitivo y esas trabajadas capas sonoras. “Criminal Ways” tira de guitarras mordientes a cargo de un Richard Oakes especialmente inspirado en todo el álbum a la vez que meten crítica social, mientras que con “June Rain” encontramos su enésima balada oscura para relajarnos ante tanta intensidad previa. Finalmente, con “Life Is Endless, Life Is A Moment” cierran el viaje caminando por unos pasajes tenebrosos en los que respiramos fragancias de rock (pop) industrial.

En definitiva, "Antidepressants" confirma esta tercera etapa de Suede como una época muy interesante en el que la banda ha sido capaz de reinventarse sin perder su esencia, en una obra fresca, con nervio, a la vez que áspero y oscuro, plagado de guitarras cortantes, suciedad eléctrica y ritmos contundentes, que la convierten en algo simplemente apabullante y magnético.