Entrevista a Julio de la Rosa

Estamos de enhorabuena. Esa es la verdad. El próximo sábado nuestra ciudad, Madrid, volverá a acoger el directo de uno de los tipos más grandes de la escena nacional. Hablamos, por supuesto, de Julio de la Rosa, quien hace unos meses editó el que es uno de los mejores discos del panorama nacional el aclamado, “La Herida Universal”.

Con motivo de su vuelta a la capital, nos hemos puesto en contacto con él para mantener una agradable charla en la que nos habla del proceso de gestación del álbum. El nacimiento de los primeros acordes, las primeras letras. El por qué de la temática elegida,El por qué de la temática elegida, el amor y otros problemas domésticos. También, como no, del poderío de su directo, arropado por una banda de acompañamiento única. En definitiva, todo aquello que
rodea al pedazo de disco que se ha sacado de la manga el jerezano.

Julio, en primer lugar queríamos darte la enhorabuena por haber publicado “La Herida Universal”, el que sin duda es uno de los grandes discos nacionales de 2010. ¿Cómo fue la gestación del álbum? ¿De qué manera surgieron las canciones?
Me encerré en casa, puse junto al balcón una silla, una guitarra y un minidisc. Mientras tocaba, vi en la estantería, ahí casi escondida entre los libros, una foto mía de cuando tenía ocho años, una foto que me regaló mi madre; así que me la puse delante y me pregunté: ¿qué fue de éste? Decidí tener que ver la foto cada vez que tocaba la guitarra, para intentar quitarme de encima capas de mierda y que lo que saliera fuera “limpio como un arroyo”, lo que decía Capote pretender con su escritura: sin artificios, sin pose.

Los ejes temáticos de este trabajo son el amor, el desamor y la práctica totalidad de variantes que rodean las relaciones humanas. ¿Por qué has decidido abordar estas cuestiones precisamente?
Salió solo. Es inútil pretender escribir sobre algo, al menos en mi caso: prefiero observar a posteriori lo que escribo y, una vez sé de lo que estoy escribiendo, volver atrás, darle un sentido a lo ya escrito y continuar ese camino. Cuando llevaba medio compuestas unas cuantas canciones, me di cuenta de que el bolígrafo quería hacer un caleidoscopio de relaciones personales, muy bien. Así que decidí que todo el disco giraría sobre ese tema.

Si te parece empecemos a hablar de las canciones en sí. Qué puedes decirme de los temas más dolorosos. “Uno”, “El Temporal”, “No me Mires con los Ojos”, “El Anzuelo” y “El Amor Desperdiciado”. Todas ellas son canciones lentas envueltas en atmósferas un tanto ásperas.
Bueno, “El Temporal” o “El Anzuelo” pueden ser algo ásperas, pero las demás son bastante suaves, ¿no? Quizá la letra las haga más duras, supongo. Pensé en hacer un doble disco, uno triste y otro alegre, pero al final opté por combinarlas, tirando algunos temas a la basura. Bueno, la música de estas canciones por sí solas ya dicen demasiado, así que a la hora de ponerle letra procuré decir cosas muy sencillas, sin metáforas rebuscadas ni juegos de palabras demasiado ingeniosos, para ver si conseguía transmitir algo que conmoviera con frases muy simples. Probaba y probaba y, de repente, resultaba que decir cosas como “somos uno”, “yo nunca quise de verdad”, “¿por qué te recuerdo follar?”, o “no quiero llegar a viejo y encontrarnos y pensar que lo siento”, resultaba que tenía mucha más fuerza que cualquier imagen brillante que se me ocurriera. Fue la música la que pedía ese tipo esas letras, supongo.

En otra onda encontramos composiciones con un toque más canalla y nocturno, en esta categoría, personalmente, incluiría “Las Camareras”, “Entresemana” y “Hasta que te Hartes”, probablemente estas sean las más lúdicas de todo el álbum – y por otra parte de las más celebradas en tus conciertos-. ¿Es la noche una fuente inagotable de temas para un compositor?
Bueno, de ahí excluiría “Hasta que te Hartes”, ya que esas citas de los martes bien podría ser a cualquier hora del día, para ir al cine o para cenar, no pensaba en encuentros de bares sino en citas. Así que de 16 canciones, hay sólo 2 en las que tenemos a la noche de telón de fondo…

Por cierto un inciso, ¿Hasta que punto eres nocturno, calavera o crápula? ¿No me iras a decir ahora que esto es todo leyenda y literatura? (Risas)
Es justo lo que te iba a decir. Nocturno soy, y mucho, no consigo dormir nunca antes de las dos de la mañana: me gusta estar en casa haciendo cosas. En cuanto a lo otro, va por rachas. Hay veces, o temporadas, que salgo por la noche… y salgo; pero no te creas que soy de los últimos. A ver, absolutamente todo lo que está escrito es, en cierto sentido, mentira: desde las canciones hasta las novelas, pasando por los libros de historia: porque lo que no es pura invención, no deja de ser una verdad dramatizada, por lo tanto, exagerada, y por consiguiente, con un alto porcentaje de mentira.

Volviendo sobre el disco. Hay auténticos trallazos dentro del mismo, obras de arte absolutas como es el caso de “Sexy, Sexy, Sexy”. Una canción redonda para explicar algo que nos ha pasado a todos, como es el hecho de caer rendidos incondicionalmente ante la belleza femenina. ¿Cuántas veces te ha ocurrido esto Julio?
Cada vez…(Risas)

Sorprende también el aire festivo de temas como “El Traje”. Descoloca en un principio tanto por sonido como por la claridad de la letra. ¿De dónde surge este acercamiento tan efectivo hacia la Samba?
En realidad es indi-samba, parece que nadie se ha dado cuenta de que éste es un disco de indi latino… Me gusta la música, me gustan todos tipos de música, y no tengo demasiados complejos a la hora de inspirarme en determinados estilos porque, en el momento en que uno empieza a poner arreglos y canta encima, ese estilo se convierte en otra cosa. Lo que pretendía con esa canción era hacer una canción muy festiva con una letra desoladora: ese sentimiento de evasión, sobre todo femenino, para esquivar profundas decepciones mediante horas de fiesta y baile. Fue partir de la primera frase: (‘bailo para que se espanten todas las complicaciones’), y todo lo demás salió rodado: tú a mí nunca me quisiste, tú sólo querías amor.

Tampoco puedo dejar de preguntarte por “Una Mierda de Canción”, una de los temas más sinceros que jamás he escuchado a la hora confesar los errores que suele realizar el género masculino. A nivel musical me fascina el juego de teclado y acordeón que la convierten en un trallazo.
Hay cosas tan duras que o bien las cuentas en clave de comedia o no se las traga nadie. ¿Hay algo más patético que terminar una relación amorosa y ponerte a escribir cancioncitas de amor? Con todo lo que hemos pasado, con lo bonito, profundo, verdadero que ha sido todo esto, que la cosa acabe en que el chico le escribe una puta cancioncita de amor… Y si, además, la canción es mala, ¿qué? Qué triste, ¿no? Por eso aquello de “y antes de que me odies yo querría disculparme por hacer de estos desastres una mierda de canción”. Una persona lo pasa mal por tu culpa, tú lo único que haces es escribir una puta cancioncita creyéndote que eres alguien súper especial porque tienes habilidad para juntar tres acordes y, para colmo, resulta que esa canción es una mierda. Y sí, en lo musical la cosa era hacer un dub algo distinto, de ahí lo de meterle esos arreglos de acordeón, y esa parte ruidosa.

Escuchando el disco no puedo dejar de plantearme una cuestión. ¿Eres acaso el protagonista de todas las historias que nos cantas?
Sólo en algunas. Pero incluso en esas no se podría decir que ése soy yo, puesto que vuelvo a lo de antes: todo se dramatiza y se convierte en otra cosa, en literatura. Entonces, sí, está claro que uno tiene que saber de lo que escribe y tiene que haber sentido algo para poder escribir sobre ello, pero eso no quiere decir que uno sea de ese modo. Yo puedo haber odiado a alguien y puedo haber escrito sobre ese odio, pero eso no significa que tengo el cuerpo lleno de odio sino que, en un momento determinado (a veces incluso solo unos minutos) he sentido eso de lo que hablo. Pero te das cuenta de que ese sentimiento quedaría bien en una canción, y te pones a escribir, convirtiendo ese sentimiento en otra cosa, dramatizándolo para que coja forma de historia, de imagen, de canción. En definitiva, sí, hay algo de mí en todas las canciones que escribo pero, al mismo tiempo, todo es mentira. Se entiende, ¿sí?

Lo cierto es que es un disco que al oyente le suena muy cercano, no en vano todos hemos sufrido esa “Herida Universal” que es el amor. ¿Crees que es este el trabajo con el que mayor repercusión estás teniendo?
Ojalá, pero, ¿tú crees que es por eso?

Bueno… podría ser en parte el culpable, lo que unido al hecho de que creo que estamos ante el disco que representa, hasta el momento, el que es tu techo creativo. ¿Estás de acuerdo con mi afirmación?
Joder tío, no me digas eso. Entonces, ¿todos los que vienen serán peores? Me retiro. Aunque agradezco por otra parte que te haya gustado… Ha sido bonito, búsquense a otro, adiós. (Risas)

Bueno Julio, unas últimas cuestiones antes de la “retirada definitiva”…(Risas).De lo que no cabe duda es que la calidad de tus directos se ha elevado enormemente. Tanto por la valía del repertorio como por la seguridad y aplomo con que interpretáis los temas, todos y cada uno de los componentes de la banda. De la cual personalmente resaltaría la figura de Abraham Boba. ¿Cómo surgió la idea de colaborar? ¿Qué te aporta un músico de su categoría?
A Boba lo secuestré y me lo traje de Barna a Madrid, y desde entonces no le paran de salir novias para que toque con ellos. Para mí David - que es como se llama y como le llamo siempre, se me hace raro decirle otra cosa-, ha supuesto un descubrimiento tanto como músico como persona: nos hemos hecho buenos amigos, somos vecinos y nos pedimos azúcar, y sal. También a menudo me echa una mano con las bandas sonoras de las pelis que hago. Estoy especialmente contento con este directo que estamos haciendo ahora porque he conseguido encontrar a cuatro musicazos que además son gente adorable y nos lo pasamos genial juntos, arriba y debajo del escenario. Cecilio Santiago es gaditano, como yo, y lo conocí aquí en Madrid gracias a Jaime Olmedo, de Bandini. Para sorpresa de todos, resulta que además de aporrear es filósofo. Ignacio Celma, bajista de Havalina, dice que en esta banda hay demasiada cultura, así que él se encarga del toque de humor, aunque en el fondo sea el más intelectual. Y Pablo Magariños, el percusionista, era el batería de David, Boba, en Barna, “madriletizado” solo unos meses después que él. El caso es que todos nos hemos hecho grandes amigos, y eso se nota. Hay un vínculo ahí.

Hace un par de meses tuvimos el placer de verte en directo en el Neu Club presentando el disco. En un concierto que supuso todo un acontecimiento por la calidad del mismo como por la cantidad de público congregada. Fué un espectáculo memorable. ¿Cómo viviste aquella noche tan especial?
Pues realmente lo pasamos muy bien, sí. Había mucha gente entregada, y así da gusto. Además era uno de los primeros conciertos con la banda, la sala es bonita, estaba Dany Richter haciendo el sonido, estábamos estrenando disco; se juntó todo y salió muy bien.

El sábado volverás a actuar en nuestra ciudad, concretamente en la Sala Charada. ¿Qué verán todos aquellos amantes del buen gusto que se acerquen a disfrutar del directo?
Bueno, los que tengan mal gusto también pueden venir, que les encantará. (Risas) Ya que estaremos tocando junto a los puticlubs de la zona, uno de los miembros de la banda ha prometido hacer un striptease. Otro se plantea cobrar si le entra una grupi. Yo no sé si ir…

Texto: Javier González.