Los Eterno: Eterno Saludo Musical

A mitad de camino entre la música experimental, la psicodelia , el krautrock y un montón de cosas más, así es como suena la primera y más que sorprendente referencia de un grupo que por su nombre, Los Eterno, poco o nada dirá al gran público.

Habrá que esperar al instante en que nos paremos a observar detenidamente la nómina de músicos que conforman el proyecto, para quedar gratamente sorprendidos y entender porque motivo éste su primer trabajo, tiene la calidad que atesora.

Tras Los Eterno se encuentran músicos de extensa trayectoria vital como Nacho Olivares y Jaime Sevilla (Lou Anne, Clovis), quienes acompañados por Cristina Plaza (también de Clovis) y, sobre todo, el maestro Fino Oyonarte(ex miembro de Los Enemigos, entre otras muchas cosas), han dado vida a un excepcional cuarteto de la manera más casual.

Comenzaron por reunirse para pasar el rato y tocar. Un estudio, una vieja tienda cerrada por vacaciones, sus casas, todos eran los lugares perfectos para improvisar su repertorio, en una suerte de escenarios indefinidos donde las composiciones surgían con calma, sin la estrecha vigilancia de la industria y sin la presión del que busca hacer canciones efímeras, simples y facilonas. No había un plan establecido ni una idea preconcebida, de hecho a día de hoy sigue sin haberla. Y quizás esa sea su gran virtud.

Unos acordes por aquí, unas melodías por allá, hasta incluso unos leves fraseos en algún corte, bastan para dar con la fórmula secreta, en un disco atemporal capaz de ir creciendo a cada escucha hasta convertirse en un habitual de esos momentos de soledad en los que uno se tumba en la cama y se deja llevar de la mano de sus pensamientos.

Y es que esa es la principal baza de “Eterno Saludo Musical”, plagado de belleza e introspección a partes iguales, que te invita a viajar con él a través de cada surco del vinilo, descubriendo matices en cada segundo del minutaje.

Casi en la totalidad del mismo los labios del cuarteto permanezcan sellados, mientras con las manos dibujan arpegios imposibles en canciones como “Dinerico”, “Terracota” o “Rompehielos”, por citar sólo tres ejemplos. Temas que hablan por ellos demostrando que esa forma de comunicación la de aporrear con fuerza y sutileza las cuerdas es más que suficiente. El silencio como la mejor forma de expresión, siempre y cuando lo que se diga sea bello, y en este disco todo lo es. De principio a fin.

Sin duda una de las grandes sorpresas del curso musical. Uno de esos trabajos que, a pesar de las maravillosas tardes de verano que estamos pudiendo disfrutar, invitan a que te sientes en la calurosa habitación, para degustar y desentrañar éste señor álbum, e intentar evocar con palabras lo que Los Eterno han hecho con sonidos. Con esa rotunda afirmación está todo dicho.

Texto: Javier González