Entrevista L. A.


“Este disco es una vuelta a mi infancia”
 

La semana pasada se puso a la venta “SLNTFLM” (Universal), el nuevo disco de L.A. El interesante proyecto que encabeza como único compositor, guitarrista y vocalista, el mallorquín Luis Albert Segura, un trotamundos de la escena local balear que empezó a ser conocido por parte del gran público hace tres años merced a la publicación de aquel maravilloso “Heavenly Hell”, representando parte de lo mejor que editó en nuestro país, al menos en lo que ha facturación nacional se refiere, en el ya lejano año 2009. 

Ahora vuelve a la carga con un disco de apenas seis canciones, primera parte de un total de tres que irán viendo la luz escalonadamente, que nada tiene que ver con lo que proponía en su anterior obra: El pop-rock de clara raigambre noventera ha dado paso a la influencia de los años cincuenta y sesenta. La producción digital ha sido sustituida por la analógica. La perfección ha sido vencida por la emoción y sencillez de la primera toma. Dando como resultado un disco que engancha y emociona desde la primera escucha. merced a la calidad de sus composiciones y a la belleza de un sonido a mitad de camino entre el “lo-fi” y lo vintage, que le sienta como anillo al dedo. La ronda promocional trajo hace unos días a Luis Albert hasta las oficinas de su sello discográfico por lo que decidimos concretar una cita con él para que nos hablara de todo lo relacionado con “SLNTFLM”, esto fue lo que nos contó. 

Han pasado casi tres años desde que nos volaras literalmente la cabeza con aquel maravilloso “Heavenly Hell”, un disco que consideramos fundamental en tu carrera por haberte abierto las puertas del público de manera más mayoritaria. ¿Qué valoración haces ahora, con la perspectiva que da el tiempo, de aquel trabajo? 

L.A.: Aquel fue el cuarto disco de mi trayectoria, aunque para mucha gente represente el inicial. Es el primero de una etapa nueva que tiene como recorrido los tres últimos años. También es el álbum que posibilita que estemos ahora sentados en las oficinas de Universal, algo que tiempo atrás pensábamos que sería imposible. Le debemos mucho a “Heavenly Hell”, gracias a él firmamos con una multinacional con la cual seguimos y con la que ahora estamos presentando “SLNTFLM”, lo que quiere decir que todo está funcionado correctamente. El mero hecho de que tanto vosotros como yo estemos aquí haciendo algo que hicimos tiempo atrás, es la mejor de las señales posibles. (Risas)

Hace unos días que vio la luz “SLNTFLM”, tu nuevo Ep, de apenas seis canciones, el primero de los tres que nos anuncian desde tu discografía para este año, que musicalmente supone un auténtico giro de timón, pues poco o nada tiene que ver con “Heavenly Hell”. ¿A qué responde un cambio tan radical de sonido? 

L.A.: El cambio musical responde principalmente a los tres años, quizás más, que han pasado desde que grabamos “Heavenly Hell”, a lo que hay que añadir que ese disco tardó en prepararse casi otros tres años por unas circunstancias muy concretas. Además cuando uno es consumidor de música, acude a conciertos, a festivales, compra revistas y consulta webs, se empapa mucho de otros sonidos. La evolución de lo que he ido escuchando a lo largo de estos años es patente en “SLNTFLM”. Por otro lado me he dado cuenta de que este disco es una vuelta a mi infancia; a los discos de The Beatles, Rolling Stones, The Zombies o The Beach Boys.

En cierta medida supone una mirada atrás para poder caminar hacia delante. ¿Verdad? 

L.A.: El sonido es una vuelta atrás que, sin ser tendencioso, suena nuevo, sin dejar de recordar a los años cincuenta o sesenta. Utilizando para grabar algo tan simple como una guitarra, un bajo, una batería, los micros delante y una voz. No hay más secretos. He vuelto a mis principios para volver a hacer una cosa nueva y marcar de esa forma un sonido nuevo. Por otro lado pienso que no hay muchos grupos que suenen así actualmente. Es una parábola rara en el espacio. (Risas) 

¿Cuál crees que es la principal diferencia entre “Heavenly Hell” y “SLNTFLM”?

L.A.: El cambio principal entre ambos es el de trabajar con mucha frescura, algo que no había hecho antes. “Heavenly Hell” lo trabajamos con mucha premeditación, con mucho tiento, dando mil vueltas a las canciones, buscando las mejor estructura posible, retocando las voces y trabajando los “pluggins”, una y otra vez. Era como una película de Spielberg repleta de efectos especiales. Ahora el disco está hecho en primeras tomas, sin afinadores, sin “plugins”, grabado de manera analógica. Ese es el gran cambio. No hay segundas tomas de nada. Todo está hecho a la primera, no repetíamos ni aunque nos hubiéramos equivocado. 

Cabe recordar que “Heavenly Hell” fue un álbum que te llevó tres años grabar, y en el que apostaste por la perfección, para pasar ahora a dar vida a un álbum analógico y orgánico. ¿Qué crees que aporta esta última forma de grabar? 

L.A.: La primera norma de los tres productores del disco, Kevin Augunas, Mark Neill y Richard Swift, era que todo dependía de la vibración que nosotros aportáramos. Y así fue, en cada canción se captó la emoción del momento quedando reflejada en el disco tal y como se interpretó. Evidentemente podría volver a hacer un “Heavenly Hell”, es cómodo y divertido experimentar con muchas cosas, sobre todo si te lo pasas bien, pero a día de hoy me quedo con este formato. 

Por cierto, ¿digital o analógico? 

L.A.: Por ahora me planto aquí, en lo analógico, una temporada. A ver qué pasa (Risas). 

También ha habido cambios a la hora de afrontar el proceso de producción y grabación del álbum. Te has arropado con la presencia de los ya citados Kevin Augunas, productor de los afamados The Black Keys, Mark Neill y Richard Swift, yéndote a los míticos estudios “Sound City Studios” de California, donde, entre una atmósfera casi mística, se han gestado obras de músicos de la categoría de Tom Petty, Neil Young o Nirvana. ¿Cómo te sentiste al grabar allí?

L.A.: Imagínate. Es como los estudios “Abbey Road” de Londres, pero en Estados Unidos. Es un sitio mítico. De hecho David Grohl (Nirvana, Foo Fighters) está produciendo un documental sobre él, con comentarios y apariciones de gente que ha grabado allí como Tom Petty o Fleetwood Mac, entre otros. Ahora mismo el propietario del mismo se lo tiene alquilado a nuestro productor, Kevin Augunas, que lo ha vuelto a dejar como estaba en los años cincuenta. Ha hecho una restructuración de todo. Lo ha remodelado devolviéndolo a aquella época. Parece un plató de televisión con mucha luz y todo lleno de instrumentos. Estar ahí dentro es estar viviendo una experiencia única. Te das cuenta de que eso no lo puedes encontrar en otro sitio. Además yo soy muy mitómano, así que imagina ver imágenes de Johnny Cash o de Tom Petty grabando allí con The Heartbreakers.

Otra cosa en la que parece que se ha evolucionado es en el aspecto musical. Ahora L.A. suena mucho más crudo, más orgánico, si podemos utilizar el término, mucho más rockero, quizás mostrando una querencia por el rock americano de la costa oeste y hasta con algún que otro ramalazo psicodélico. ¿Estás de acuerdo con nuestra percepción?

L.A.: Estando allí es inevitable que el disco suene californiano. Ellos flipan al vernos tocar ese tipo de música. Es como si nosotros vemos a un chino cantando flamenco y que lo haga decentemente. Si hubiéramos hecho el ridículo no hubiéramos ido a aquel estudio. A ellos les mola lo que hacemos porque les suena diferente. Nos decían que teníamos algo distinto. Si te das cuenta los acordes de “Over and Over” combinados de otra forma son flamencos. Ellos al ver escuchar esos detalles les suenan exótico, que es un término que utilizaban mucho. 


¿Ha sido complicado abandonar tu estudio en la isla para llevarte el proyecto a Estados Unidos? 

L.A.: Es una cosa jodida. Tiene que haber una compañía detrás o alguien que ponga dinero. Ten en cuenta que es caro llevar a un grupo entero todo un mes a Los Angeles, a un estudio como este, con tres productores… pero si alguien cree, como es el caso de Universal, en el proyecto y este funciona, hay que tirar hacia adelante. 

Lo que si que parece que no ha cambiado es ese afán, ya sea por causas propias o ajenas, por espaciar varios años la salida de tus discos. ¿A qué responde este hecho? 

L.A.: Es curioso, la verdad. En estos dos años de trabajo por el camino existió la posibilidad de editar un “Heavenly Hell II”, con alrededor de ochenta canciones. Muchísimas demos, otras que no llegaron a ser ni demos. Podríamos haber sacado un álbum hace un año y medio de catorce canciones; de hecho ya teníamos el diseño realizado para que viera la luz. Lo que ocurrió es que todos, la compañía, el mánager y yo, nos dimos cuenta de que no era lo que pedía el proyecto. Era seguir la misma línea pero no nos llevaba a ningún lado. No creíamos que aportara nada extra. Eso fue lo que nos llevó a desechar las canciones y seguir trabajando en otras. De esas otras nació otro disco híbrido entre “Heavenly Hell” y “SLNTFLM”. Verdaderamente el proceso de preparación de este disco no me llevó más de tres meses, presenté las canciones a la compañía y nos fuimos a grabar. El tiempo real de estudio fueron ocho días, creo recordar. El álbum lo podría haber tenido en medio año. Lo que nos ha llevado más tiempo ha sido encontrar lo que realmente me excitaba musicalmente hablando. 

Por otro lado mantienes tics que nos hacen darnos cuenta de que los hilos que unen cada uno de tus discos, aunque musicalmente alejados, están presentes. No hay más que acercarse unos minutos a tus composiciones para darnos cuenta de que la capacidad de transmitir emociones sigue presente. ¿Es complicado transmitir tanto a través de frases y composiciones relativamente sencillas? 

L.A.: No lo sé (Risas). Lo que muestro en las canciones es mi forma de componer. Por otro lado me gusta comprobar que lo habéis pillado (Risas). Porque para qué negarlo estoy un poco “acojonado” (Risas). Es un cambio radical de sonido. Quizás la gente que se acercó a “Heavenly Hell” no entiende una canción con tres voces y lap-steel. A lo mejor “SLNTFLM” les parece muy Country.

Es curioso pero la última vez que nos vimos nos comentaste que “Heavenly Hell” vino precedido de una ruptura amorosa que quizás en cierta medida pudo condicionar aquellos textos. Repasando los actuales vemos que hay referencias al amor, o desamor, al paso del tiempo y hasta asoma cierta añoranza de juventud. ¿Son estas temáticas mucho más recurrentes a la hora de hacer una canción que las demás?

L.A.: Con el paso de los años me he dado cuenta de que no puedo elegir de qué hablar en las canciones. Yo me siento y hago melodías. A partir de ahí surge lo que más me evoque en cada instante. No puedo forzar la maquinaria para parecer más intelectual o hablar de según que temas controvertidos como hace Bruce Springsteen. Él lo siente así y es sincero. Yo hablo de lo que es real en mi vida que es el amor, que me hago mayor y que echo de menos la etapa de cuando era pequeño y no tenía problemas económicos, ni sentimentales. 

Tal y como cantas en “Older”

L.A.: Exactamente lo que canto en “Older”. Pero es curioso porque esa es una canción que finalmente ha quedado relativamente alegre. Como si estuviera diciendo “me estoy haciendo viejo pero me la suda” (Risas).

¿De dónde surge un caudal de talento capaz de dar vida a canciones como “Hanging on a Wire” o “Leading Role”?

L.A.: Verdaderamente no lo sé. No me considero nada del otro mundo. Simplemente, como te decía antes, cojo la guitarra y va surgiendo, después le vas dando un color y construyes una historia para que entre fácil. En el caso de “Hanging on a Wire” era la candidata a ser single de adelanto del disco, lo que ocurre es que con “Over and Over” teníamos la percepción de que era la más diferente a lo anterior. Si pasas esa barrera, lo demás entrará fácil. Creíamos que si metíamos “Hanging on a Wire” la gente pensaría que era “Heavenly Hell” pero más seco y que les entraría bien. Probablemente será el siguiente corte que extraigamos como single. 

¿Crees que es el trabajo más maduro de cuantos has editado?

L.A.: Es curioso porque cuando un director de cine hace una película en blanco y negro es como que todo el mundo dice que es su película de madurez. En mi caso sí que parece indicar que es mi trabajo más maduro, pero es que acabo de empezar. No puedo permitir el lujo de decir eso a estas alturas. Es una colección de canciones que suenan como suenan, grabadas en un estudio muy añejo pero en el que todo lo que hemos incluido ha salido naturalmente, de manera muy repentina. Ha salido un disco muy maduro pero sin revestirlo de pretenciosidad.

¿Sientes que has empezado a moverte en una forma de hacer canciones que puede tener continuidad? 

L.A.: Yo ahora mismo lo veo así. Me gusta mucho la línea que marca este álbum. Estoy muy cómodo con este sonido. Creo que podría ser un gran punto de partida. 

Un punto de partida que comienza por rodearte por una banda fija para grabar. Creo que has contado con los músicos que te acompañaban en directo. ¿Estamos en lo cierto? 

L.A.: La gente que ha grabado conmigo “SLNTFLM” es la que me acompañó en las presentaciones en directo del anterior disco. “Heavenly Hell” se grabó entre Toni Noguera, que era el productor, y yo. Hemos contado también con Richard Swift que en música es como un Mozart actual. Es un crack. Está girando con The Shins y ha producido los dos últimos discos de Damien Jurado. Es pura alma musical. Se ha encargado de algunos coros, ha grabado algún teclado, guitarras, baterías y algunos bajos. Por lo demás sigue la banda de siempre Pep Mulet, Ángel Cubero y Carlos Pilán. Se ha incorporado Dimas que es el nuevo batería, porque nuestro anterior batería dejó la banda hace medio año por voluntad propia. 

Te conocimos hace dos años, cuando la crisis comenzaba a azotar, sin embargo no deja de ser paradigmática el hecho de que parece ser que es durante este período en el que tu carrera se ha consolidado definitivamente. ¿Cómo has vivido este hecho? 

L.A.: Todo ha sido bastante jodido. El día a día de un proyecto como el mío es complicado. No estás ni arriba ni abajo. Está ahí en medio. Te manejas en aforos que van de cuatrocientas a seiscientas personas. En Madrid, Barcelona o Palma de Mallorca, sí que podemos meter mil personas, pero claro eso hay que pelearlo. Es un trabajo de la agencia de management y de mi mánager, Carlos Mariño. También de la compañía y nuestro. Es un trabajo de picar piedra muy jodido. Ahora hay que retomar esa carrera que dejamos hace casi un año parada para meternos con el disco. El panorama se presenta complicado porque la crisis está ahí. Creo que todo esto nos ha servido para ir sembrando y que en un tiempo quizás podamos recoger los frutos. 

¿Tienes intención de salir fuera de España con L.A.?

L.A.: Sí, la intención es llevarse el proyecto fuera. Hemos estado en Austin, también en Toronto. El mes que viene estaremos tocando en Londres, además de en un par de festivales más. Me interesa mucho salir, básicamente porque enriquece. Además tener cuatro o cinco sitios en los que moverte, para poder mantenerte viviendo de la música, es un empujón. Hacerlo en España solo es complicado tal y como están las cosas.

¿Algún día tendremos la oportunidad de escucharte cantar en castellano temas de L.A.? 

L.A.: No lo descarto. Nunca lo he hecho. De hecho tengo un par de canciones en castellano, lo que pasa es que no me veo cómodo aún. No me oigo tan bien como lo hago en inglés. El día que eso ocurra probaré a sacarlas. Ahora mismo ni me lo planteo porque me chirría. Hice una cosa con Mai Meneses de Nena Daconte para el tributo a Antonio Vega. Interpretamos una canción preciosa que se llama “Tesoros”. Lo probé y al escucharme no me sonrojé mucho (Risas). Aunque también es cierto que no he vuelto a escuchar la canción más veces. (Más Risas) 

Antes de terminar una última cuestión. ¿Dónde crees que te llevará el futuro a corto y medio plazo? 

L.A.: A corto plazo nos lleva a las distintas presentaciones del disco. Y a largo… iremos donde nos lleve. Ninguno de los miembros de la banda tenemos problema por embarcarnos donde haga falta como parte de L.A. 

Por: Javier González e Iván González.
Fotos: Iván González.