Los discos de duetos siempre han sido un artefacto de difícil digestión para los sufridos fans del mundo del rock. Como amantes de las grandes canciones grabadas en su formato original se suele mirar con cierta desconfianza a este tipo de trabajos, donde poco o nada se aporta a las grabaciones originales, más allá de una amplia colección de nombres de reconocido peso en el sector que en la mayoría de casos apenas importan al acólito de turno, mucho más feliz por volver a escuchar el añejo material en su forma ya conocida una y otra vez, manteniendo intacta esa magia única y especial que nos retrotrae a tiempos pasados que saben a pura gloria. Otra cosa muy distinta sería hablar del público medio, mucho más abierto a este tipo de experimentos con gaseosa, y las compañías discográficas que en tiempos de bonanza del sector los utilizaban para aumentar su facturación a veces descaradamente con colaboradores metidos con calzador.
Una sensación similar a la de los fieles seguidores mencionada al comienzo del párrafo anterior nos embriaga al enfrentarnos a éste “Corazones Legendarios”, el nuevo disco de Loquillo, donde selecciona hasta un total de veintitrés temas de su discografía para reinterpretarlos con una nutrida (y a ratos sorprendente) selección de compañeros y compañeras del mundillo musical, actualizando el sonido de viejos himnos para presentar unas versiones que en muchos casos se acercan más al estilo personal del invitado en cuestión que del propio músico de El Clot, algo que a buen seguro habrá sido una premisa de partida previa en esta celebración en toda regla que se ha regalado para sí mismo el Loco.
Si tuviéramos que hablar en trazo grueso de estas adaptaciones podríamos categorizarlas en varios grupos; el primero capitaneado por sospechosos habituales, viejas amistades que en algún momento (o muchos) han tenido relación artística y personal con el catalán. Aquí aparecerían los nombres de Alaska, quien lleva a terrenos plagados de “glitter” a “Rey del Glam”, Manolo García, tan importante en los primeros tiempos del Loco, entonando una quizás demasiado plana revisión de “El Rompeolas”; regalando a otro disidente como Andrés Calamaro la invitación de cantar “El último clásico” y a Carlos Segarra, un auténtico hermano de sangre, la ocasión de bordarlo en “Salud y Rock and Roll”, rematando con las colosales interpretaciones de Bunbury, regalándonos un mítico “nenaaaaa” en este nuevo “Cadillac Solitario” que suena más que nunca a los primeros Mink DeVille, y el inequívoco guiño al rock “chulea guiris madrileño” que tan bien sabe llevar a su terreno Ramoncín recordando a “Ceesepe y Pepe Risi” con la magistral “En las calles de Madrid”, cerrando capítulo de forma más que emocional y nostálgica con “Rock suave”, donde escuchar la voz de Jorge Martínez nos pone la punzada en el corazón (¡ánimo, Ilegal!).
Otra de estas clasificaciones podría moverse entre los nombres que en algún momento de su larga trayectoria se han cruzado con Loquillo, de ahí que no sorprenda encontrar de nuevo a Pereza, tanto Leiva como Rubén Pozo, atacando “Rock and Roll Star”, corte que el dúo ya había grabado con anterioridad, pero que en esta ocasión adaptan mirando a los ojos al “Cabretta” del ya mencionado Mink DeVille; tampoco extraña ver a Coque Malla hacer suyo otro temazo como “Besos Robados”, que sin embargo queda lejos del original, algo que no sucede con el chorro de voz que aporta Tarque en “Carne para Linda”, la cual resuena colosal y mayúscula, básicamente como el temazo que es, y cerraríamos este capítulo con Nat Simons, otra amiga de la casa perteneciente a una generación más joven a la que no hace falta explicarle los códigos del rock, con ella comparte otra vez “Cruzando el paraíso”, un buen trallazo de “Balmoral” que brilla especialmente dulce en esta adaptación.
Cerraríamos esta amplia categoría con las sorpresas, tanto en el ámbito de nombres como en lo relativo a noticias positivas y negativas en lo relativo al resultado final; entre las notas positivas hay que poner en la balanza la belleza, decadente y europea que derrocha “La edad de Oro”, donde entre capas de guitarras que retrotraen a “Heroes” de Bowie aparece la voz de un Nacho Vegas que nos regala un dueto de altura con Loquillo, que por derecho propio se cuela entre lo mejor del minutaje, y “Sonríe”, donde las Hinds, Carlotta Cosials y Ana Perrote, se suben al barco pirata para llenar de frescura y buen rollo este auténtico trallazo con sabor fronterizo. Otros nombres propios que asoman para regocijo del Loco son los de Raphael (un auténtico regalo para él), quien le acompaña en “Voluntad de bien”, Miguel Poveda (“Nunca volveré a ser joven”), Ismael Serrano (“Antes de la lluvia”) y Miguel Ríos con quien cierra un círculo imaginario cantando una guitarrera “Rock and Roll Actitud”.
Por el camino, por diversas causas, se quedan “Por Amor”, compartida con Los Secretos, “Memoria de jóvenes airados”, “Feo, Fuerte y Formal” y “Cuando fuimos los mejores”, donde ni tan siquiera el buen hacer de Shuarma, Dani Martín e Iván Ferreiro respectivamente es capaz de hacer olvidar las versiones originales, sobre todo en el caso de la última cuyas querencias originales cercanas a The Stranglers no se han superado en el resto de grabaciones posteriores; tampoco acaban de funcionar “Los buscadores”, un trallazo de rock épico y letra arrebatadora al que la voz de Kutxi Romero no le pega, y ni mucho menos la adaptación planetaria de “El ritmo del garaje”, básicamente porque esta canción tiene un sentido expansivo, macarra y arrogante que va en dirección contraria al talento de Jota, muy loable y reivindicable en su faceta como letrista e intérprete desde el interior, en lides que no tienen que ver con un rock expresivo, canalla y vacilón. Básicamente es cambiar la actitud de Loquillo, la mejor Alaska y el aura, presencia y mística de Santiago Ulises Montero, palabras mayores de nuestro rock, por un indie como Jota. Sobran más explicaciones.
“Corazones Legendarios” es la nueva fiesta que se regala a sí mismo Loquillo, un derecho que se ha ganado a base de muchas décadas de trabajo siempre en defensa del rock and roll como forma de un cabaret de Las Ramblas al estrellato absoluto. Aquí encontrarás momentos divertidos y reivindicables, también otros realmente emocionantes y de mucha calidad, pero, seamos francos, cuando tu repertorio es imbatible, la banda que te acompaña es un cañón en directo y tú eres uno de esos artistas que “no canta, no baila, pero que no hay que perderse”, es complicado escuchar estas nuevas versiones y no pensar con mucho cariño en la discografía original.
Seguiremos buscando en el calendario el próximo concierto de Loquillo cerca de nuestra ciudad, sin aditivos ni colaboraciones, porque por sí mismo se basta y sobra para impartir magisterio. Como diría aquel: “es difícil ser humilde cuando uno es tan grande”.