La resurrección de Roy Orbison

Por: Javier López Romo 

Hay muertos que siguen en silencio en sus cajas de madera y bajo tierra. Y hay muertos que a la voz de Lázaro, se eleva en una resurrección divina. Este es el caso de Roy Orbison, que se levanta de su féretro treinta años después para salir de gira, reconstruido virtualmente en forma de lolograma, placa fotográfica que se obtiene mediante holografía. Es una técnica muy avanzada de fotografías, que consiste en crear imágenes tridimensionales basada en emplear bien la luz. Y para que esto suceda se utiliza un rayo de láser que graba una película fotosensible.

 Para los que somos amantes del rock and roll de Roy Orbison estamos de suerte gracias a esta avanzada tecnología, volveremos a saborear y a bailar esas canciones tan mágicas, y a disfrutar por obra y gracia de su presencia sobre un escenario, como si nunca hubiese muerto y aún perteneciese al mundo de los vivos. Luego si Roy Orbison sale de gira, nosotros, tendremos que hacer lo humanamente posible por acompañarle.

Todo estaba previsto para el lanzamiento de su primer concierto el día de su nacimiento, 23 de abril, con una serie de diez shows, fecha que se ha adelantado hasta el día 8 en Cardiff. Su debut, y su figura girará en el centro del escenario rodeado por la Royal Philharmonic Orchestra. El espectáculo "In Dreams: Roy Orbison In Concert" recorrerá de nuevo la amplia discografía del músico de Vernon, Texas. Y el rock volverá a izarse glorioso y clásico, como en "Pretty Woman", "Only The Lonely", "You Got It...", por citar unas pocas. Volveremos a verle vestido de negro como lo hacía su amigo Johnny Cash, con su chaqueta de flecos, su inmenso tupé, la Gibson ES-335 en sus manos, (marca de guitarra que le entusiasmaba), o la Epiphone de doce cuerdas con la que componía en su estudio; sus gafas de sol y pasta, debido a una enfermedad ocular, y sus bailes lentos, casi andantes… Y qué decir de este genio apabullante y único que la vida nos segó con 52 años, cuando él era el cetro del rock.

Demasiado joven para morir, y demasiado viejo para sufrir; porque no tuvo una vida fácil ni cómoda, y si una vida cargada de problemas tanto personales como familiares, y que aquel fatídico 6 de diciembre del 88, en Hendersonville, Tennessee, después de cenar en su casa, construida junto al lago Old Hickory, con su madre, un ataque al corazón, se llevaba de este mundo injusto lo más grande que el rock and roll parió. Quizás se rompió el molde con él, o fue el molde él donde después se refugiaron tantos y tantos músicos. El caso es que ya nadie fue igual, ni hubo otro igual; hubo otros, sí, pero ya distintos. Resucitar es entrar en esos panteones donde la sangre ya seca en cuerpos amados, donde confluyen sangres ajenas y rememoradas; ese pasmo de la vida será una bienaventuranza de doble comportamiento al que en vida ya se habituaron. Bienvenido entonces Roy Orbison a tu nueva y celestial vida, en la que cantarás con esa voz de tres octavas, baladas sobre amores inmensos y perdidos, en las que la melodía era rítmicamente excepcional, como demasiado avanzada para aquellos tiempos. Hubo críticos, muchos, que ensalzaron y contaron que la voz de Roy llegaba a ser operística, capaz de crear sonidos inauditos acoplados al rock and roll y al rockabilly, y que este género fue el auge en la carrera musical de Orbison.

Porque tuvo un antes y un después. A veces me pregunto: ¿qué hubiese pasado con él si hubiese muerto en el 65 ? Supongo que la respuesta sería la de no haberlo conocido nunca, o si; ya que en el 64 su sencillo "Oh, Pretty Woman"· rompió la beatlemanía y nos mostró años después a la bellísima Julia Roberts. Hubiese sido un rockero para minorías, un músico en declive, tanto en lo personal como en lo profesional; porque las tragedias iban y venían como tormentas de verano. Muere su primera mujer, se incendia su casa, mueren dos de los tres hijos y, sus ojos se deterioran hasta el punto de casi perder la vista. Pero no, hay luchadores que ganan batallas en el anfiteatro de los horrores, caes en la arena del coso, y te levantas cual gladiador todavía no herido de muerte, y luchas, y vences, para morir siempre hay tiempo… Sale de gira con The Beatles, y se hace íntimo amigo de John Lennon y George Harrison, con este último grabaría más tarde alguna canción siendo parte de los Traveling Wilburys. Y fue él y sólo él, quien animó a los Beatles e invitó a que visitasen los Estados Unidos. Dicho y hecho, pero la promesa se rompió cuando Roy debía dirigir la gira, y faltó a su promesa por unos compromisos externos que le impidieron dirigir las giras siendo el quien abriría los shows. Y después, bueno, después todo el mundo sabe, gira con los Beach Boys, por Australia con The Rolling Stones, una película de la Metro, "The Fastest Guitar Alive", en la que introduce en la banda sonora varias canciones suyas, y aún así no logra ser un hombre en la cima. ¡Dios, qué escrúpulos mundanos nos alejan para llegar al vértice de la montaña…! Una montaña que podría destruir con su voz, con su ingenio, con sus canciones, con su rock and roll.

Y aún así, de la fama, tan sólo obtuvo algún que otro abrazo, pero también un doloroso abandono, plasmado por tragedias que marcarían su obra y su éxito. Porque se sentía invencible encima del escenario, lo llenaba de energía y de carisma, dotado de una abrumadora fuerza y de una arrolladora forma de tocar la guitarra y apalear el micrófono. Pero sin embargo una vez se bajaba de él, volvía a ser el hombre hermético, inseguro, débil, hasta el punto de colocarse el disfraz de una cierta timidez. A buen seguro que su auge llegó, como casi siempre tarde, pero encontró su lugar, el sitio donde quedarse arropado tanto del frío como del calor. Su acomodo no fue otro que esas composiciones próximas a las baladas melancólicas, de dureza infinita, y de fácil lagrimal. Porque Roy hizo llorar a hombres duros y adustos, a mujeres amables por bellas; se introdujo en corazones jóvenes,  vivió en adultos longevos y heridos como él. Pero Orbison fue siempre fiel consigo mismo, aceptó el destino que estaba grabado a hierro y fuego, y se resignó a los avatares crueles de la vida, nunca fue vengativo, no olvidó, pero si perdonó; esa es la calidad y cantidad humana de este texano que parecía no contar ya con más oportunidades, al menos durante un tiempo. Había que girar 180 grados para que la suerte, y el devenir de mejores días luminosos y radiantes, forjasen ese acero de un corazón en altos hornos, y a base de golpes de martillo, moldeasen esa Gibson como espada.

Sí. Empezaban los años ochenta, y una larga generación de artistas reclamaban la figura y la influencia de Roy Orbison en la música; había que rescatar su carrera, ensombrecida por la melancolía. Dicho y hecho, la aventura de los Traveling Wilburys, formada por George Harrison, Bob Dylan, Tom Petty, y Jeff Lynne, fue como volver a respirar de nuevo. Aquella febril aventura, digna de los mejores, relanzó el espíritu soñador de Roy Orbison. Bruce Springsteen, quien hizo varios duetos con él , y sabiendo su amistad con Elvis Presley, cantó y dedicó su “"Follow That Dream" al texano de amplios vuelos y sueños verdaderos…("Ahora estoy buscando, un corazón que este libre, buscando alguien, que busque conmigo, necesito un amor, un amor en el que pueda confiar, juntos buscaremos, las cosas que nos lleguen, en sueños, donde quiera que puedan estar, seguiremos ese sueño, hasta encontrar el amor que necesitas. Ahora cada uno tiene derecho a vivir, derecho a una oportunidad, para dar lo que tenga que dar, derecho a pelear, por las cosas que crees, por las cosas que te llegan en sueños, sigue ese sueño donde quiera que te lleve, vamos sigue ese sueño para encontrar el amor que necesitas…). Y Roy Orbison volvió a sonreír, su voz flotaba sobre mares y océanos, era tan lejana que llegó alcanzar los confines de la tierra madre; y sobre su música volvimos a danzar y a soñar, a disfrutar y divertirnos ante la poderosa voz del hombre quizás más triste de la industria musical, al carácter humano, conmovedor, seductor, artista y caballero entre estilos y géneros. Pero todo se difuminó en el peor de los presagios. Su propia muerte. Entonces sólo quedo el drama de un mal guión de cine y la soledad más absoluta.
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Y el mundo lloró, se enrabietó, sufrió, ni olvidó ni perdonó, simplemente quedó la impotencia de llevarse de un tajo tanta fidelidad y tanta música. ¿Qué pensar del desdén de la muerte, si yo aún estoy al otro lado? Ella no decapitará nuestros gustos, amores, deseos, anhelos, proyectos; la búsqueda de la supervivencia que protege el protagonismo de la vida. ¿Qué relación hay entre amor y muerte ? ¡La misma que hay entre amor y vida!

Parece "Un sueño hecho realidad..." dijo Alem Bisonte, hijo del cantante y presidente del Roy Bisonte Musir. Un homenaje sincero y verdadero treinta años después, que nos recuerda el que ya hizo Sony Music en Los Angeles con el CD y DVD "Black&White Night 30" versión ampliada y remasterizada del especial original de televisión. Noche mágica, un tributo en toda regla en el que participaron Bruce Springsteen, Costello, Tom Waits, entre otros.

Y si las estrellas siguen brillando lejanas en el horizonte, fieles y eternas, sostenidas, proyectando sobre nosotros toda la magia que durará más que nosotros, que nuestros amores, que nuestros ideales y nuestra música, Roy Orbison es esa estrella que nunca se apagará, permanecerá eterna, y seguirá cantando para corazones solitarios...