Entrevista: Egon Soda

“Aunque llevábamos unos años dormiditos, parece que la calle vuelve a tener sentido” 

Por: Sergio Iglesias 

El nuevo disco de Egon Soda, "El rojo y el negro", supone, por un lado, una clara apuesta por los sonidos negros en el aspecto musical y, a la vez, una declaración de intenciones en las composiciones, profundizando en ese carácter combativo del que ya habían dado muestras en algunos temas de sus anteriores trabajos. Tras el fantástico "Dadnos precipicios", este nuevo disco se presenta como una gran oportunidad para seguir sumando adeptos al ecléctico sonido de esta superbanda catalana. 

“El rojo y el negro”, seguramente un título más que evidente y coherente para lo que nos vamos a encontrar al escuchar el disco… 

Ferran Pontón: Sí esa era la idea. Yo tuve claro desde el principio, desde antes incluso de hacer la primera canción, que quería jugar a esos dos colores de la ruleta: por un lado, en la parte musical, hacer un viraje y tratar de trabajar una serie de argumentos distintos que fuesen más en la línea de la música negra, que nos encanta pero que, tal vez, no habíamos trabajado tanto; y por otro lado, en el tema de las letras, yo quería que fuera una reflexión sobre mi manera de entender el mundo estos años y la educación que yo he recibido, mi condición de persona que tiene un ideario pero que, a veces, no se siente a la altura o que ve que ese ideario no le llena del todo. De manera que quise trabajar con esas dos vertientes y que se unieran en esa lucha de colores. 

Después de un disco tan perfecto como “Dadnos precipicios”, aclamado por la crítica y el público, ¿habéis notado cierta presión a la hora de hacer este y habéis trabajado de manera diferente a como lo habíais hecho hasta ahora? 

Ferran Pontón: En realidad, en el único que se trabajó de una manera diferente fue, precisamente, en “Dadnos precipicios”, ya que antes de empezar a hacerlo quedamos Ricky (Falkner), Charlie Bautista y yo y arreglamos entre los tres las canciones que yo había traído; así que cuando entramos en el estudio ya había una “semi preproducción” y eso nunca lo habíamos hecho con Egon Soda, porque en esta banda siempre es todo un poco “aquí te pillo aquí te mato”. Hace dos discos yo les traje a estos pobres veinte canciones y entre todos conseguimos que fuera un disco. “El rojo y el negro” ha sido algo parecido, porque todos hemos tenido un año y medio muy intenso a nivel profesional y los diez días que hemos conseguido para hacer el disco se utilizaron para todo: para oír el disco entero, para tocarlo juntos por primera vez y para grabarlo, de manera que también era importante tener unas ciertas directrices que, en este caso, como te decía antes, ya estaban definidas, para poder remar todos en una misma dirección. 

¿La presencia de los miembros de Egon Soda en otros grupos paralelos os obliga a trabajar de forma más rápida a la hora de grabar? 

Ferran Pontón: Sí, exactamente; cada día que podemos rascar, y esto vale para un disco pero también para un concierto, para nosotros es oro puro y es un momento mágico porque, aunque somos amigos y familia, tres viven en una ciudad y otros tres en otra, y aprovechar ese momento para hacer música es lo que nos parece más fantástico, de forma que aprovechamos al máximo cualquier momento que estamos juntos para poder disfrutar de la amistad a través de la música. 

Hablando sobre eso con Gonçal Planas (Mi Capitán) y ahora contigo, me sorprende muchísimo ese compromiso que tenéis con todos vuestros proyectos y consideráis cada uno de ellos como vuestro “grupo principal”… 

Ferran Pontón: Desde luego. Cuando te gusta la música, y encima tienes la suerte de hacerla con la gente a la que quieres, eso implica que no hay primeros y segundos grupos, sino que hay música por hacer en las mejores condiciones posibles. Por desgracia, los días sólo tienen 24 horas y nosotros necesitaríamos que tuvieran 36 ó 48 (risas), así que, a veces, hay que mover la agenda o hay que hacer dos o tres conciertos en un mismo día como le pasa a Xavi Molero, que ha hecho incluso tripletes en algún festival. Pero insisto que siempre lo haces, no desde un ranking de importancia, sino que todos son proyectos a los que les pones amor y cariño. La vida es muy corta y, si no le pones ganas a lo que haces, estás perdiendo el tiempo. En mi caso esa es la filosofía tanto en Mi capitán como Egon Soda: ponerle cariño al 100% y aprovechar el tiempo. 

Continuando con el disco, ¿por qué esa “obsesión” por hacer un disco de música negra? 

Ferran Pontón: La culpa de todo la tiene Martí Perarnau (Mucho) a quien conocemos desde hace años; él lleva ya mucho tiempo haciendo un viaje hacia la música negra, que a mí me ha gustado toda la vida, tanto que el primer grupo que tuve fue uno de funk. Desde los últimos años, esas conversaciones de bar que he ido manteniendo con Martí, me han ido llevando a replantearme esa relación que tengo con la música negra y cómo la podía convertir en algo que fuera natural y universal. No se trataba de hacer un ejercicio de estilo ni una mamarrachada, sino de ser muy respetuoso con ese tipo de sonidos e intentar descubrir los mecanismos ocultos que están debajo de esa manera de tocar. No es tanto hacer un tema de funk o un tema de soul, sino de ver cómo tocan esa guitarra, cómo dejan ese espacio, cómo suena esa batería… entender un poco más esa alma que hay debajo y poder hacerlo nuestro. A través de esas conversaciones con Martí y después con Juli Saldarriaga, nos hemos metido mucho en eso y, entre todos, ha ido germinando esa necesidad de querer darle un toque más negro a nuestra música y ver cómo podíamos ir metiéndolo de manera natural, sin traicionar el espíritu del grupo, de manera que fuera un color más en la paleta, aportar esos tonos de “marrón-negro” que podemos utilizar a nuestro antojo y cuando nos venga en gana. 

Igual esa es la clave de que todo salga así de bien: no tanto buscar el negro absoluto como ese “negro-marrón” del que me hablas ¿no? 

Ferran Pontón: Exacto, al final casi todo en la vida son matices y saber encontrar tu tipo de negro, como en el monólogo de Pepe Rubianes (risas)… se trata de encontrar el tipo de negro en el que estás cómodo y que te sugiera cosas que quieres contagiar al que te escucha. 

Me cuentas que esto de hacer un disco de música negra fue idea tuya pero, con la capacidad musical y la disposición que hay en esta banda, como si les propones un disco de country o de flamenco ¿no? 

Ferran Pontón: Sí; yo además de hacer lo que más me gusta, tengo la gran suerte de que mis amigos son todos unos musicazos increíbles. Pero, al principio, también tienes tus dudas porque no era algo que hubiéramos hecho antes, no tenía claro que la gente estuviera cómoda y no me apetecía que nuestro lenguaje musical se resintiera. Así que fue una suerte que Jordi Mora, que es el coproductor y técnico ingeniero del disco, lo entendiera muy bien y creara inmediatamente esa sonoridad en la que no sólo lo imaginas, sino que lo escuchas y te ves haciéndolo, lo que te ayuda muchísimo a la hora de tocar el disco. 

En ese “rojo” de las letras de las canciones pareces sacar tu lado más combativo, ¿lo veías como una necesidad o casi como un deber? 

Ferran Pontón: Hay un poco de las dos cosas: tenía mi necesidad vital, quizá por el rollo de los 40 años y lo de reflexionar sobre quién eres y todo eso… pero, por otro lado, en la situación en que nos encontramos, es inevitable posicionarse políticamente… e incluso si no te posicionas también te estás posicionando, porque todo lo que tenemos alrededor cada día golpea constantemente en nuestras vidas o en la de los que nos rodean y no hay nadie tan insensible como para negar que eso está sucediendo. Otra cosa es que decidas que tu música no sirve para hablar de eso y es totalmente legítimo y me parece la mar de bien… pero, como te digo, eso también es un posicionamiento. Yo creo que mirando lo que ha ido pasando en los últimos discos de grupos a los que conocemos y de los que somos amigos, desde León Benavente a Niños Mutantes o Sidonie, ves que han empezado a introducir esos elementos que se han hecho más evidentes porque el contexto nos obliga hablar de esto… ¿cómo no vas a hablar de eso si la situación en la política, en la calle o entre hombres y mujeres es la que es? Es todo tan evidente y hay un activismo político que está tan en alza que parece difícil no hablar sobre ello. 

Aunque, tal y como dices, el activismo está en alza, ¿crees que todavía debería haber más demostraciones masivas como las manifestaciones de las mujeres el pasado 8 de Marzo? 

Ferran Pontón: No deberíamos tener miedo a pensar, reflexionar y discutir, que es una cosa muy sana. En el ejemplo que comentas, yo creo que entre las mujeres que salieron a la calle había personas con diferentes ideas y pensamientos políticos, pero tenían claro que las unía esa lucha femenina. Por eso creo que tenemos que encontrar algo que nos una más allá de nuestras ideas políticas como, por ejemplo, la dignidad como personas y que no haya una brecha tan enorme entre ricos y pobres. Encontrar esos puntos comunes, llevarlos a la calle y reclamar a nuestros políticos que estén a la altura es muy necesario y, aunque llevábamos unos años dormiditos, la calle parece que vuelve a tener sentido en los últimos 5-6 años y esto es muy bueno. 

Aún así, en algunos pasajes del disco parece salir tu vena más pesimista en versos como “La derrota fue y será siempre nuestra” o “no pudiste arrancar tu voto a los lobos”… 

Ferran Pontón: Eso son dos versos de “El espíritu de la transición”, una canción que habla sobre el posicionamiento o la visión que te queda cuando reflexionas sobre esos años: un sentimiento de culpa, impotencia, de que no te gusta y lo puedes decir… pero tú no estuviste en aquella época, luchando con aquellos que acabaron en prisión y que fueron golpeados por pelear por lo que creían… Por eso, ahora tampoco tú les puedes decir que aquí hay cosas que están mal, pero, sin embargo, lo debes decir porque, si no, las cosas no progresan y esa transición no avanza y, al final, ese sentimiento entre culpa y deber sí que genera esa visión pesimista. Pero yo en la vida no suelo ser pesimista y siempre trato de ser una persona conciliadora porque creo que el pesimismo suele tender a crispar, pero sí que es cierto que, cuando reflexionas desde el punto de vista de la izquierda y del progresismo sobre lo que se ha hecho y lo que se debería hacer, ves que ha habido mucha lucha, pero a lo mejor los resultados se quedan cortos y a veces te encuentras en medio de esa contradicción… y esa contradicción es lo que creo que está más presente en las letras y no tanto el negativismo. 

¿Contradicciones como la de “Lucha de clases” entre “No puedo quejarme y lo sé” y “no voy a rendirme”, por ejemplo? 

Ferran Pontón: Así es. Yo me siento una persona privilegiada porque, aunque empecé a trabajar muy pronto, siempre he podido trabajar en lo que he querido y en lo que me ha gustado y lo sigo haciendo hoy en día; muchísima gente no puede decir esto pero, por otro lado, eso no me entierra en vida ni me tapa la boca para decir aquello que veo que no está bien. Esa lucha constante que se da y que tiene que ver con una manera de pensar que yo he heredado, creo que debe ser un motor de reflexión, eso es lo que te hace un animal político porque vas construyéndote a ti mismo poco a poco. 

En “Matanza” habláis sobre los atentados de Agosto en Barcelona, ¿cómo se enfrenta uno a una situación tan dura? 

Ferran Pontón: La música de esta canción la escribí un día antes y la letra dos días después. Yo vivo a unas cinco cuadras de Plaza Catalunya; cuando sucedieron los atentados yo estaba caminando con mi hijo y cuando llegué a casa me llamó mi padre preocupado y me contó todo, porque no tengo tele en casa y no me había enterado de nada. De repente empieza la locura y la canción se metió en mi cabeza, pero me di cuenta de que yo no podía hablar estrictamente sobre el dolor de los atentados porque es algo de lo que sólo puede hablar quien lo ha padecido directamente. Durante dos días se quedó en el aire una sensación de vacío, de inquietud, un silencio rarísimo en la ciudad, y pensé en hablar sobre esto: sobre como la vida se ha convertido de repente en algo diferente y como, además, la gente está digiriendo esto y como los medios lo están utilizando para lo que les apetece, que es una cosa que me puso de mal humor… de esa desazón sale la canción. 

En esta misma canción hablas de los medios de comunicación y de cómo “no hubo ninguno a la altura de los acontecimientos”, ¿pero alguna vez lo ha habido? 

Ferran Pontón: Hay de todo… Los que os dedicáis al mundo del periodismo y la comunicación sois unos héroes porque la situación está muy jodida y, casi siempre, todo pasa por el esfuerzo personal y el sacrificio de los muchos grandes profesionales que hay. Pero cuando ves a los grandes medios de este país dejar de ser lugares de reflexión para convertirse en tablones de ideas, se te cae el alma a los pies. Además, habiendo tenido en nómina a escritores, pensadores, redactores que son unos cracks y que son gente que sabe pensar, tener que encajarlos en determinadas ideas me parece una cosa criminal. Se han perdido unos grandes amigos como eran los periódicos que eran lugares donde podías dudar de las cosas que tú pensabas y pensar otras diferentes; ahora, sencillamente, se trata de comprar el periódico que te va a vender lo que tú ya crees, sólo te autorreafirmas en lo que tú piensas y eso es horroroso en la vida, porque no haces funcionar el cerebro ni el alma. Estaría muy bien recuperar ese espíritu crítico, sea del color que sea, que todos los periódicos llegaban a tener, porque tenían gente que se podía expresar libremente aportando ideas nuevas. La manipulación y la instrumentalización de esos periódicos a favor de una cosa tan ridícula como la ideología política es perder algo que se había ganado y que era una gran ayuda para todos los ciudadanos. Esperemos que eso no se contagie a las redes sociales y que dejen de ser un lugar de reflexión para pasar a vender eslóganes y mítines y no para proponer un diálogo real, que es lo interesante. 

Hablando de ese himno que ya es “Corre, hijo de puta, corre”, ¿quiénes son más peligrosos y a quiénes hay que darles la hostia primero, a los corredores de la naturalidad o a los de la moralidad? 

Ferran Pontón: Yo creo que a los de la moralidad. La moral es un concepto de posesión, de poseer lo que se debe pensar e intentar vendérselo a los demás y eso me parece una cosa horrorosa. Otra cosa diferente es la ética, que me parece más interesante; la moral se construye desde un sitio para que sea dada al resto y la ética se construye pensando sobre la acción civil, y los vendedores de moralidad, que hay muchísimos en todas las esferas, desde la religión a la política, la salud, la educación… esa gente más que una hostia lo que merecen es que cierren la boca y escuchen porque, seguramente, de esa forma verán que muchas otras personas tienen otros caminos justos, injustos, perfectos o imperfectos, pero de los que se puede aprender. 

En este tema también te acuerdas de tus “hijos de puta”, esos amigos y compañeros (Martí, Juli, Iván, Alvarito, Luis, Gonçal)… no te olvidas de ninguno ¿eh?

Ferran Pontón: (Risas), pues sí que hay quien me ha dicho “joder, a mí no me has metido” (risas). Siempre me ha hecho ilusión meter a mis amigos en las letras pero, como es una letra que habla del estrés y de estar todo el día ocupado y de no parar, estas personas comparten conmigo ese estrés brutal que nos hace ir perdiendo el culo durante todo el día y por eso están ahí.