Paul McCartney: "Egypt Station"

Por: Àlex Guimerà 

Cuando uno se imagina un nuevo disco de Macca no puede evitar el deseo de una vuelta a sus raíces sonoras como hizo con "Flaming Pie" (1997), con nuevas canciones pop pegadizas y con una producción tan sobria (en el buen sentido) como clásica. Pero lo que uno espera y la realidad suelen diferir, puesto que el liverpooliano en el nuevo milenio ha publicado la música que él ha querido y no la que sus fans esperan de él, ya que para ello tiene sus giras de conciertos desbordantes de generosidad.

Este es el caso de "Egypt Station", en el que el talento del músico resulta evidente pero en el que las piezas parecen colocadas algo dispersas. Bien es cierto que el disco gana enteros con las escuchas y destaca por dos elementos: la fabulosa producción, que trabaja con profundidad desde las guitarras acústicas más insignificantes, a los pianos, efectos rítmicos o la voz del ex-Wings; y, cómo no, de nuevo esa sensación de la facilidad que tiene nuestro protagonista para sacar melodías de una chistera que viene funcionando sin fondo desde hace más de 56 años.

Con todo, el afán de Paul para seguir a la onda del pop actual nos trae este viaje con paradas de distinta índole. Arrancando con la instrumental "Opening Station", antesala de una de las mejores piezas del paquete, el single "I Don' t Know", la enésima balada pluscuamperfecta del otrora bajista de los Beatles. Luego, el también single de adelanto, "Come On To Me", simple y pegadiza hasta la médula, de irresistibles sección rítmica, vientos, armónicas y pianos, nos lleva directos hacia la pista de baile. Otra en la misma línea es "Fuh You" (curioso juego de palabras), que busca cierta épica del pop contemporáneo, con su subidón tras "paradinha" acompañado de coros y de un fornido cello. Un posible éxito, carne de cañón de publicidad.

En "Happy With You" encontramos su cara más íntima y nos carga de nostalgia amorosa arropado por unas cuerdas deliciosas. Allí encontramos al Paul septuagenario romántico y melancólico que aparece también en otros cortes que miran hacia atrás como la tierna balada de piano y violines "Hand In Hand" (ojo al solo de flauta también) o la creciente "Do It Now", con aires a Brian Wilson. Sin olvidarnos de "Confidante", dedicada a su guitarra, con una maquetación de las guitarras acústicas encantadora, otra de las mejores del disco.

Con "People Want Peace" parece buscar nuevamente un himno a la paz para llevarlo a la calle -como hizo con la injustamente olvidada "Freedom" del "Driving Rain" de 2001- , aunque algo corta y previsible, la pieza funciona por sus acertados matices sonoros y coros. "Who Cares" desde su guitarra distorsionada inicial nos mete en un power pop nuevaolero que podrían haber firmado los mejores The Cars o XTC, discípulos privilegiadas de sus enseñanzas pop. Más experimental es "Back To Brazil", que adopta unos sintes y unos jugueteos melódicos algo desconcertantes. Algo similar ocurre con "Caesar Rock" y sus capas rítmicas, los cambios vocales, ciertos rapeos y la sensación que nos queda de que la pieza busca reenganchar a aquellos "indignos" que le descubrieron a raíz de su colaboración con Rihanna y Kayne West en la insulsa "Four Five Seconds". La alargada "Despite Repeated Warnings" viene dotada de un cambio que evoca a sus Wings de mediados de los setenta, igual que el final tripartido "Hunt You Down/Naked/ C- Link" . ¡Cómo le gusta encadenar canciones al bueno de Macca desde que lo hiciera en el cierre del álbum "Abbey Road"! Antes de aquella se ubica el brevísimo corte ambiental "Station II" con el que hace parada en el universo de Brian Eno.

Son las paradas musicales interesantes que de nuevo nos ofrece este dios (o el Dios) del pop llamado Paul Mc Cartney en su decimoséptimo disco de estudio en solitario, y a quien parece no afectar el paso del tiempo, con sus constantes apariciones en público, edición de nuevo y siempre interesante material, colaboraciones con músicos y productores de moda y unas adorables giras que esperemos que tarden mucho en llegar a su final.