Entrevista: Xarim Aresté

"La música, como cualquier arte, es curativa."

Por: Kepa Arbizu

Xarim Aresté ha compaginado su carrera profesional entre proyectos propios y ser un reputado músico al que acudir si se anda en busca de dosis de talento. Así, si importante es su historial en cuanto a nombres con los que ha trabajado (Josele Santiago Maika Makovski, Sopa de Cabra...), no menos relevante resulta el logrado a través de los discos en los que ha estampado su propia firma. 

Unos trabajos en los que iniciando el recorrido desde el sonido rock, con todos los afluentes que se le suponen (folk, blues, jazz..), cada paso le ha ido acercando a un universo más complejo y extenso. Casualidades -o no- de la vida, esa tendencia se corta en seco con el orgánico y conciso nuevo álbum, "Mercuri", apegado a la manifestación más clásica de sus influencias sonoras. 

Compuestas tras una breve estancia en su pequeño pueblo de origen, Flix (Tarragona), estas actuales canciones son la banda sonora idónea para hablar con su creador sobre ellas, por supuesto, pero también sobre la música y la vida, que en tantas ocasiones tienden a fundirse en la misma cosa. 

Tu nuevo disco, "Mercuri", lo grabas durante el final del año pasado estando de visita en tu pueblo natal, Flix, ¿qué encontraste allí que te empujó a hacerlo? 

Xarim Aresté: Sentí que el aire estaba repleto de canciones y simplemente seguí su rastro. Las canciones solo se dejan ver cuando la mente se quita de la ecuación. Hay que relacionarse con ellas de espíritu a espíritu. Y por eso me fui al pueblo donde nací, porque suponía un gran cambio, una ruptura con mi rutina y con mi forma de entenderme a mi mismo. De alguna manera quería exterminar a mi antiguo yo. 

En Flix me encontré con lo que uno se encuentra cuando está solo consigo mismo en silencio: fantasmas. Todos mis fantasmas. De hecho, el arte es una comunicación directa con esos fantasmas, con aquella parte de nosotros mismos a la que ni siquiera sabemos poner palabras pero que sentimos intensa e irremediablemente en cada latido. Ese dolor intrínseco del ser, inseparable de la experiencia humana. Pero ese miedo, esos fantasmas, a la vez que esconden los saberes, nos conducen hacia ellos.

Son muchos los ejemplos de músicos que viven en grandes ciudades pero se que escapan de ellas para componer, ¿es en ocasiones difícil, o por lo menos muy diferente, hacer esa tarea de componer en un entorno tan cargado como las grandes urbes? 

Xarim Aresté: Son cosas diferentes, si. Son opuestas, de hecho, lo que de alguna forma significa que son lo mismo. Para mí la entrada al arte es el "no-tiempo", y esto implica también un cierto "no-espacio". Cuando estoy conectado a él no sé si estoy aquí o allá. Sencillamente estoy. Parecería que en el pueblo hay menos distracciones. Pero la verdadera frontera siempre es la mente. 

¿Y es diferente escribir canciones cuando se hace, en principio, por el mero hecho de hacerlas a cuando hay en mente que vayan encaminadas a formar un disco? 

Xarim Aresté: Absolutamente. La finalidad condiciona todo. Si haces un disco, será tu disco, y... ¡Pum!, ya ha aparecido el ego. Y con el ego, el miedo, el juicio, la muerte, el éxito y el fracaso. Con el amor pasa igual. Aunque luego sirva para todo, querer el amor para algo, es quitarle lo sagrado. Y sin sagrado no hay arte, al igual que sin magia no hay amor. La música, cuando no se hace para curarse a uno mismo, es tóxica. La música es algo muy poderoso, te multiplicará todo lo que le des e igualmente te multiplicará todo lo que le quitas. 

Este es un trabajo que por su estilo, orgánico y natural, rompe sustancialmente con el de tus últimos trabajos , mucho más variados y experimentales, ¿tenias ya previsto aplicar ese cambio o es algo que te encontraste dadas las circunstancias en las que grabaste el álbum?

Xarim Aresté:  En realidad en esta última sesión hay de todo. Escribí más de cuatro horas de música. Creo que he publicado la familia de canciones que tenían el mensaje más transparente. Se puede decir que voy atando cabos durante el proceso. Nunca tengo nada diseñado. Mi única paranoia es la de proteger la emoción madre de cada música. Me evaporo para darle a ella el poder. No pienso mucho hasta que no he terminado de grabar. Así que no se muy bien que contestar ante eso... 

Y de todo ello seleccionas solo séis..

Xarim Aresté: Esta media docena de tema está emparentada con otros que saldrán en breve con el nombre de “Venus” y que completan la colección. Así ha salido. 

“Mercuri”, la palabra que da nombre al título del disco, puede hacer referencia a un mineral, que se asemeja a la plata, un planeta, el más cercano al Sol, y un Dios romano, que según parece se asocia a lo errático y volátil por sus continuos traslados de un lugar a otro, ¿cuál de estas acepciones, y por qué motivos, es la que te ha inspirado para nombrar el disco? 

Xarim Aresté: No recuerdo como apareció el nombre exactamente. Mercurio es el maestro del lenguaje, de la magia. Es Hermes en Grecia y Thot en Egipto. Él conecta el saber humano con el saber divino. Creo que la paganización de la música es lo que más desarmonía le ha generado a la humanidad, y este disco trata de dar luz a la autoridad interna de cada uno. Trata de dar con lo no relativo de cada uno. Y eso pasa por identificar qué no somos. Los mayores errores vienen dados no por lo que no sabemos, sino por lo que creemos saber. Creo que al final mis discos se ponen el nombre ellos mismos. Todos son rompecabezas vivos para mi. 

¿Y las cosas sobre las que cantan también han salido diferentes y acordes con ese entorno más natural y tranquilo donde grabaste?

Xarim Aresté:  El entorno natural aparece en cualquier lugar, justo cuando apagas el teléfono y ya lo tienes. Respirar aire puro y alejarme de la densidad de Barcelona cambió mi sensación en la relación conmigo mismo. Pero no sabría decir qué impacto tuvo esto en mi música. La música me transporta siempre a otro lugar, sea como sea. De hecho, estés donde estés, la música siempre te lleva a otro sitio. 

Generalmente, cuando estoy en casa, me gusta hacer música tranquila. Cuando me junto con la banda no es así… aunque de vez en cuando también me divierto rompiendo todo yo solo. Sí que es verdad que este disco está dominado por la guitarra acústica, y eso siempre implica cierta tierra. En estas canciones mi foco estaba más en el mensaje que en los arreglos o las hostias. Y cuando más desnudaba la cosa, más grande se hacía toda.

Aunque tu música muchas veces crece libremente entre géneros, el blues parece ser una de sus piezas capitales, algo todavía más palpable en un álbum como éste...

Xarim Aresté: Probablemente si. El blues es el quark de la música. Una partícula elemental. Hallo blues allá donde paro mi oreja. Cada pueblo tiene su blues: la memoria de su dolor y de su gozo. El blues es el suspiro y el caminar.

Cierras el disco con la canción más cruda, “Un día em vaig posar trist”, no sé si su ubicación justo al final tiene algún propósito o significado.. 

Xarim Aresté: La puse la última porque ya en sí misma la veo como un bonus-track. Se sale de madre. Pero de alguna forma resume el concepto del disco, si. Es la más cruda pero a la vez la más cómica. La risa, después de todo, es lo que demuestra si hemos entendido algo. 

Alguna vez te he leído que comparas tu manera de hacer música con pintar. Precisamente es un autorretrato vestido de pirata la portada del disco, ¿qué significado tiene?

Xarim Aresté: El marinero simboliza el oleaje de la vida, el movimiento. Es una manera de preguntar al oyente: ¿Quién lleva el timón de tu vida? Joan Garau, el artista con el que históricamente trabajamos el diseño de mis discos, me sugirió usar esa pintura, y aunque al principio no me sentía cómodo, en seguida me pareció que tenía todo el sentido del mundo. En el disco he tocado yo todos los instrumentos, así que el autorretrato, en este caso, es total. 

También es destacada tu actividad como colaborador con otros músicos, ¿es una faceta de la que has sacado aprendizajes para aplicar a tu música o son dos planos que no llegan a converger? 

Xarim Aresté: Todo converge, siempre. Incluso lo que parece que jamás va a hacerlo. Me siento muy afortunado de haber podio hacer música con gente que amo y que considero maestra. Es impagable lo que he aprendido con ellos y con ellas. Y todavía mas impagable, si es posible, es la hermandad y el vínculo que se crea cuando te tiras a un abismo junto a alguien. 

¿Te planteaste, dado que sacar un disco en estos momentos, en los que la promoción es difícil y de momento la presentación en directo imposible, buscar otra fecha o tenías claro que debía salir durante esta época? 

Xarim Aresté:  En realidad adelantamos la salida. Sentía a la sociedad, a mi gente, noqueada y necesitada de verdad. La música no miente jamás. Es un espejo del alma. Al fin y al cabo estas canciones me han dado luz a mí, y de repente, al ver tanta oscuridad, me urgió compartirlas. La música es una especie de encarnación sutil de la geometría del universo. Es una piedra filosofal que une diferentes dimensiones de la existencia a la vez que nos enseña el orden que las sustenta para que nos reconozcamos en él. Porque nosotros no estamos fuera de esa geometría divina. Somos parte de ella. Resonamos con ella. La música es una herramienta que nos permite canalizar energía, compartirla, transformarla. Es expresión de la celebración y celebración de la expresión. Por eso la música, como cualquier arte, es curativa.

Aunque tu disco sea casi una obra de autoconfinamiento, ¿crees que la música, la industria cultural y en general nuestras vidas, necesitaban una pausa para reflexionar sobre el camino que queremos que tomen..? 

Xarim Aresté: Yo no sé lo que necesita cada uno. Sé que la música necesita tensión para llegar al clímax. Sé que nos metimos todos en un pozo y que nos pasamos la vida mirando hacia a otro lado; sé que, bien adentro, nos hemos sentido culpables por ser como somos y por sentir lo que sentimos; nos hemos odiado a nosotros mismos y a la vez hemos puesto la mejor cara; hemos olvidado que el amor es transparente. Que el ser es transparente. Pero de ese pozo es de donde también uno saca el agua fresca. Porque la emoción, por oscura y antigua que sea, cuando se expresa, cuando sale del pozo, sale fresca y reparadora. 

La industria musical necesita lo mismo que necesita el mundo, honestidad. Creo que esa es la respuesta para la mayoría de los conflictos de la humanidad. Cuando uno se pone a tirar del hilo de esa honestidad, empieza a salir mierda y mierda, y es difícil de soportar por momentos. Pero hasta la mierda tiene un final en esta mundo. La música será sagrada donde el silencio lo sea también. La música, toda la música entera, se edifica sobre del silencio. La pausa forma parte del ciclo del movimiento. Dejar sin pausa nuestros días, es quitarle vida a la vida. 

Lo que sí me preocupa de esas pausas para reflexionar es que me huelen a fascismo. A dogmatismo. Y ese tipo de inercia va de lleno a combatir la diferencia, lo cual suele llevar a la muerte del arte. Probablemente vienen tiempos oscuros. Habrá que hacer lo máximo para brillar por nosotros mismos y dar luz al que tengamos al lado. Como siempre, el que no tenga su luz interna encendida solo podrá ver con la de los otros. Pase lo que pase, el enemigo será nuestro propio miedo.