Ilegales: "La lucha por la vida"



Por: Kepa Arbizu 

Cualquier celebración que se precie debe realizarse en compañía, y preferiblemente una que sea cercana en el plano emocional pero también que cuente con la disposición a participar y engrandecer los fastos programados. Una máxima atribuible a la hora de conmemorar cuatro décadas de existencia para una banda en el mundo de la música, motivo por sí mismo digno de reconocimiento, aunque sea solo por hacer gala de un encomiable espíritu de supervivencia; si además, como sucede en el caso de Ilegales, tu legado es el reflejo de uno de los grupos esenciales surgidos en el rock hecho en castellano, entonces tal onomástica adquiere tintes realmente trascendentales.

A estas alturas sabemos de sobra que Jorge Martínez, motor impenitente de este proyecto, esquiva atajos y caminos acomodaticios en su hoja de ruta vital y artística, por lo que no es extraño que, en su condición de anfitrión y organizador de estos festejos celebrativos, haya rehuido la oportunidad de realizar lo que podría ser un trabajo más convencional y estándar pero sin duda mucho menos estimulante, tanto para el propio creador como para el público. Por eso, "La lucha por la vida”, no es el tristemente habitual amasijo de grandes éxitos -y no porque no los tengan y a manos llenas- interpretados junto a compañeros afines. Frente a lo que supondría ese apacible escenario, la elección de invitados responde aquí a unos parámetros más audaces y el repertorio seleccionado, además de los muchos contenidos inéditos que incluye, será extraído, mayoritariamente, de su última época, aquella iniciada con “La vida es fuego” en el 2015 , sin prácticamente ninguna presencia de sus himnos más coreados por sus seguidores. Una demostración de merecida arrogancia que al mismo tiempo significa la prueba irrefutable de que su extensa carrera siempre ha estado alimentada de plena inspiración.

Aliado con viejos zorros de guerra (Willy Vijande y Jaime Beláustegui) y algún joven -pero de gran valía- recluta (Mike Vergara), la lucha por la superviviencia de la que siempre han hecho gala los versos del irredento asturiano, bucearán en esta especial ocasión para sacar a flote, e incorporarlos a las velas que soplar en este cumpleaños, momentos pertenecientes a aquel fugaz pero interesante proyecto denominado Jorge y los Magníficos, que, sobre todo en el primer capítulo de los dos que tuvo, homenajeaba a las músicas previas al rock and roll y de ascendencia no anglosajona. La preciosa “Estrella venenosa”, en su origen de ritmo latinoamericano y acústico, aquí mantiene dicho carácter melódico en el fraseo interpretativo, en el que toma parte uno de los invitados mas afines como es Josele Santiago, pero la instrumentación estará sujeta a una mutación hacia un intrigante surf-rock, tendencia estilística que será dominante en el otro tema salido también de las tripas de aquella propuesta primigenia, “Niña voodoo “, en este caso completada por la presencia de Cucho Parisi, de Los Auténticos Decadentes.

Pero que a nadie se le olvide que el viejo pero incontestable corazón (ese animal extraño) de Ilegales late al ritmo que bombean las melodías fundacionales del rock and rol, como nos recuerda ese bajo palpitante que impulsa el rhythm and blues salvaje de “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido“ por el que cabalga un Loquillo más desbocado y potente que nunca, como si estuviera vampirizado por el fiero espíritu de Jorge. A los que no les hace falta empujes extras para volcar su energía “negroide “es a M-Clan, que en un funk-blues rotundo y directo rubrican uno de esos tajantes títulos de la factoría ilegal, “Divino imbécil” , otra de las varias composiciones inéditas. 

Si en líneas generales por algo destaca esta nueva "pelea" emprendida por la formación es sobre todo por su capacidad para calibrar a la perfección la parcela de protagonismo cedida a los colaboradores que acoge, y que en muchos discos colaborativos suele suponer poco más más que attrezzo promocional, sin que eso suponga en absoluto desvirtuar el carácter "ilegal". Incluso en las apariciones a priori más arriesgadas, la interacción entre invitados y banda alcanza resultados de lo más suculentos, por ejemplo en dos de los temas escritos ex-proceso para esta publicación, como son “Juventud egolatría”, donde el que fuera vocalista de El Canto de Loco, Dani Martín, saca adelante con excelente nota una suerte de electro-punk de lo más afilado, o “Muñequita de porcelana”, en la que el siempre osado Niño del Elche libera su faceta flamenca para confluir en un rocoso sonido entre Triana y el proyecto del que formara parte el "cantaor" junto a Toundra, Exquirla.

Mientras que las citadas piezas funcionan de manera sobresaliente a la hora de expandir el ya de por sí amplio imaginario sonoro de los asturianos, el grueso de piezas restantes se distribuirán para glosar los diversos recovecos estilísticos que Ilegales ha plantado a través de su basta discografía. Uno de ellos hace mención directa a ese tipo de ambientes más atmosféricos y embriagadores que siempre han tenido cabida en el cerebro de Jorge Martínez, destacando entre ellas la excepción que supone “Ángel Exterminador”, proveniente de épocas más pretéritas y siendo el único tema con status de emblemático de la formación,  al que el refuerzo primero de una sección instrumental más compleja y la presencia de Bunbury le hacen adoptar un acento todavía más onírico y majestuoso. Un clima sonoro extensible, a pesar de que la aportación de Iván Ferreiro no supere el aprobado, a la ochentera en presencia pero de bucólica melancolía , “El bosque fragante y sombrío”.

Ni mucho menos las descargas eléctricas carecerán de peso específico a lo largo del trabajo, al contrario, sus andanadas serán recurrentes en la mayoría del repertorio, eso sí, siempre al servicio de muy diversos escenarios. Invocando al poder de una buena y pegadiza melodía opositan “Te prefiero lejos”, otra de las inéditas, revestida de las características ráfagas de riffs que ejercen de banda sonora para el muy buen hacer de Coque Malla, o el primigenio rock and roll marcado por la luminosa nostalgia de “Vivir sin novia ni reloj”, que hace de bienvenida a la socarronería de Carlangas, miembro de Novedades Carminha. Si el paso tanguero latente de “Mi copa y yo” despunta para recibir la presencia de un Andrés Calamaro al que le va pintiparado el tema, “Mi vida entre las hormigas” supone un reto ampliamente superado por Luz Casal en su terroso poder recitativo. En ese continuo regreso al punk en que la banda siempre se ha sentido inmerso, la virulenta forma de cantar de Evaristo Páramos atrona entre estribillos coreables y consignas incendiarias de “Si no luchas te matas “, mientras que Kutxi Romero, de Marea, pone al servicio de otra de las piezas nuevas, “Punki raro”, su rasgada y bohemia voz para entronizar a un rock urbano de la mejor especie.

Los siempre difíciles de sacar adelante discos conmemorativos, dada su tendencia a convertirse en melifluas repeticiones de ideas y panegíricos a mayor gloria de la banda homenajeada, en este caso encuentra el mejor -pero también más dificultoso- camino para significarse como un trabajo de muchos méritos. Prescindir del cobijo de un repertorio clásico, tomando la osadía de tratar a sus más recientes creaciones como éxitos, además de buscar un elenco de colaboradores singular y arriesgado, deriva en la creación de un álbum que nos incita a descubrir, y disfrutar, tanto de los nuevos temas contenidos como de las actuaciones de los invitados a la hora de involucrarse en la naturaleza del grupo. Jorge Martínez y sus acólitos desprecian así vivir de la nostalgia, sus discos actuales, como el que tenemos entre manos, y sus directos nos siguen recordando que se mantienen firmes en pie de guerra. Cuatro décadas jalonan una singladura definida por la determinación de subvertir el orden con ingenioso e inflamable verbo, porque cuando las normas impuestas por el ser humano son injustas, la única moral aceptable es la de convertirse en “ilegal”.