Suede: "Autofiction"


Por: Àlex Guimerà

Quienes hemos seguido a la formación inglesa desde sus inicios hemos visto cómo su evolución ha sido patente, con un punto de inflexión en el celebrado "Coming Up" (96), tras la marcha de Bernard Butler y la entrada de un joven Richard Oakes. Con el disco "Beautiful Ones" transitaron del glam-punk de su homónimo debut y del oscuro dramatismo glam del "Dog Man Star" (94) hacia un pop electrificado, moderno y desenfadado. Luego, la banda, parón y separación a parte, prosiguió su discografía con su nueva y enérgica cara -"Head Music" (99), "A New Morning" (02), "Bloodsports" (13) - , si bien desde hace unos años su camino ha recuperado el acento profundo y sentido, ya fuera con una ópera glam como "Night Thoughs" (16) o con el menor y superproducido "The Blue Hour" (18) . 

Y es por dicha senda a la que han llegado al flamante "Autofiction", para el cual los londinenses miraron hacia sus orígenes y se fueron a tocar en unos viejos locales de Kings Cross, donde se dejaron llevar para componer y ensayar este álbum que finalmente fue grabado en los Konk Studios de Crouch End (London), fundado por The Kinks, bajo la producción de su habitual Ed Buller. Una producción que tiene un perfil bajo, con las guitarras ensuciadas y sin grandes efectos de estudio, con muchas similitudes con el sonido esgrimido por el indie americano de los noventa, a pesar de que el disco sea realidad puro post-punk con una temática muy personal, en la que Brett Anderson reflexiona sobre la vida, habla del éxito, del apoyo de sus fans, recuerda a su madre... 

La primera andanada nos la genera precisamente "She Still Leads Me On", que Brett dedica a su difunta madre y que suena directa, honesta y poderosa. El fraseo de "Personality Disorder" contiene un estribillo cargado de angustia y unas guitarras lúcidas, parecidas a las de "15 Again" y "Shadow Self", que nos evocan a bandas como The Cure o Bauhaus. Precisamente como gótico podríamos definir el tono del disco, misterioso en "That Boy on a Stage", oscuro e inquietante en otras como " It’s Always the Quiet Ones", en la balada "What Am I Without You?" o  en los pasajes de "Drive Myself Home". 

Para el cierre la elegida es "Turn Off Your Brain and Yell", con la épica habitual de anteriores álbumes aunque algo más ruda. La salida este álbum ha venido acompañada de una gran promoción, un concierto sorpresa bajo un falso nombre, una mini-gira en salas pequeñas de Londres y un documental ("Autofiction: A Short Film") . Aunque probablemente no resultaría necesario tanta parafernalia, ya que de buen seguro el elepé tendrá una buena acogida dado que contiene la mejor esencia del quinteto, logrando al mismo tiempo sorprendernos al no sonar para nada repetitivo. Pero sin duda la nota a destacar de "Autofiction" es que estamos ante su disco más directo, visceral, honesto y contundente en mucho tiempo. Imprescindible.