Loquillo: “Corazones Legendarios”


Por: Javier González. 

Los discos de duetos siempre han sido un artefacto de difícil digestión para los sufridos fans del mundo del rock. Como amantes de las grandes canciones grabadas en su formato original se suele mirar con cierta desconfianza a este tipo de trabajos, donde poco o nada se aporta a las grabaciones originales, más allá de una amplia colección de nombres de reconocido peso en el sector que en la mayoría de casos apenas importan al acólito de turno, mucho más feliz por volver a escuchar el añejo material en su forma ya conocida una y otra vez, manteniendo  intacta esa magia única y especial que nos retrotrae a tiempos pasados que saben a pura gloria. Otra cosa muy distinta sería hablar del público medio, mucho más abierto a este tipo de experimentos con gaseosa, y las compañías discográficas que en tiempos de bonanza del sector los utilizaban para aumentar su facturación a veces descaradamente con colaboradores metidos con calzador.

Una sensación similar a la de los fieles seguidores mencionada al comienzo del párrafo anterior nos embriaga al enfrentarnos a éste “Corazones Legendarios”, el nuevo disco de Loquillo, donde selecciona hasta un total de veintitrés temas de su discografía para reinterpretarlos con una nutrida (y a ratos sorprendente) selección de compañeros y compañeras del mundillo musical, actualizando el sonido de viejos himnos para presentar unas versiones que en muchos casos se acercan más al estilo personal del invitado en cuestión que del propio músico de El Clot, algo que a buen seguro habrá sido una premisa de partida previa en esta celebración en toda regla que se ha regalado para sí mismo el Loco

Si tuviéramos que hablar en trazo grueso de estas adaptaciones podríamos categorizarlas en varios grupos; el primero capitaneado por sospechosos habituales, viejas amistades que en algún momento (o muchos) han tenido relación artística y personal con el catalán. Aquí aparecerían los nombres de Alaska, quien lleva a terrenos plagados de “glitter” a “Rey del Glam”, Manolo García, tan importante en los primeros tiempos del Loco, entonando una quizás demasiado plana revisión de “El Rompeolas”; regalando a otro disidente como Andrés Calamaro la invitación de cantar “El último clásico” y a Carlos Segarra, un auténtico hermano de sangre, la ocasión de bordarlo en “Salud y Rock and Roll”, rematando con las colosales interpretaciones de Bunbury, regalándonos un mítico “nenaaaaa” en este nuevo “Cadillac Solitario” que suena más que nunca a los primeros Mink DeVille, y el inequívoco guiño al rock “chulea guiris madrileño” que tan bien sabe llevar a su terreno Ramoncín recordando a “Ceesepe y Pepe Risi” con la magistral “En las calles de Madrid”, cerrando capítulo de forma más que emocional y nostálgica con “Rock suave”, donde escuchar la voz de Jorge Martínez nos pone la punzada en el corazón (¡ánimo, Ilegal!). 

Otra de estas clasificaciones podría moverse entre los nombres que en algún momento de su larga trayectoria se han cruzado con Loquillo, de ahí que no sorprenda encontrar de nuevo a Pereza, tanto Leiva como Rubén Pozo, atacando “Rock and Roll Star”, corte que el dúo ya había grabado con anterioridad, pero que en esta ocasión adaptan mirando a los ojos al “Cabretta” del ya mencionado Mink DeVille; tampoco extraña ver a Coque Malla hacer suyo otro temazo como “Besos Robados”, que sin embargo queda lejos del original, algo que no sucede con el chorro de voz que aporta Tarque en “Carne para Linda”, la cual resuena colosal y mayúscula, básicamente como el temazo que es, y cerraríamos este capítulo con Nat Simons, otra amiga de la casa perteneciente a una generación más joven a la que no hace falta explicarle los códigos del rock, con ella comparte otra vez “Cruzando el paraíso”, un buen trallazo de “Balmoral” que brilla especialmente dulce en esta adaptación. 

Cerraríamos esta amplia categoría con las sorpresas, tanto en el ámbito de nombres como en lo relativo a noticias positivas y negativas en lo relativo al resultado final; entre las notas positivas hay que poner en la balanza la belleza, decadente y europea que derrocha “La edad de Oro”, donde entre capas de guitarras que retrotraen a “Heroes” de Bowie aparece la voz de un Nacho Vegas que nos regala un dueto de altura con Loquillo, que por derecho propio se cuela entre lo mejor del minutaje, y “Sonríe”, donde las Hinds, Carlotta Cosials y Ana Perrote, se suben al barco pirata para llenar de frescura y buen rollo este auténtico trallazo con sabor fronterizo. Otros nombres propios que asoman para regocijo del Loco son los de Raphael (un auténtico regalo para él), quien le acompaña en “Voluntad de bien”, Miguel Poveda (“Nunca volveré a ser joven”), Ismael Serrano (“Antes de la lluvia”) y Miguel Ríos con quien cierra un círculo imaginario cantando una guitarrera “Rock and Roll Actitud”. 

Por el camino, por diversas causas, se quedan “Por Amor”, compartida con Los Secretos, “Memoria de jóvenes airados”, “Feo, Fuerte y Formal” y “Cuando fuimos los mejores”, donde ni tan siquiera el buen hacer de Shuarma, Dani Martín e Iván Ferreiro respectivamente es capaz de hacer olvidar las versiones originales, sobre todo en el caso de la última cuyas querencias originales cercanas a The Stranglers no se han superado en el resto de grabaciones posteriores; tampoco acaban de funcionar “Los buscadores”, un trallazo de rock épico y letra arrebatadora al que la voz de Kutxi Romero no le pega, y ni mucho menos la adaptación planetaria de “El ritmo del garaje”, básicamente porque esta canción tiene un sentido expansivo, macarra y arrogante que va en dirección contraria al talento de Jota, muy loable y reivindicable en su faceta como letrista e intérprete desde el interior, en lides que no tienen que ver con un rock expresivo, canalla y vacilón. Básicamente es cambiar la actitud de Loquillo, la mejor Alaska y el aura, presencia y mística de Santiago Ulises Montero, palabras mayores de nuestro rock, por un indie como Jota. Sobran más explicaciones. 

“Corazones Legendarios” es la nueva fiesta que se regala a sí mismo Loquillo, un derecho que se ha ganado a base de muchas décadas de trabajo siempre en defensa del rock and roll como forma de un cabaret de Las Ramblas al estrellato absoluto. Aquí encontrarás momentos divertidos y reivindicables, también otros realmente emocionantes y de mucha calidad, pero, seamos francos, cuando tu repertorio es imbatible, la banda que te acompaña es un cañón en directo y tú eres uno de esos artistas que “no canta, no baila, pero que no hay que perderse”, es complicado escuchar estas nuevas versiones y no pensar con mucho cariño en la discografía original. 

Seguiremos buscando en el calendario el próximo concierto de Loquillo cerca de nuestra ciudad, sin aditivos ni colaboraciones, porque por sí mismo se basta y sobra para impartir magisterio. Como diría aquel: “es difícil ser humilde cuando uno es tan grande”.

Malcolm Scarpa: "The Road Of Life Alone (30 Aniversario 1995-2025)"


Por: Txema Mañeru. 

Tristemente no pasó por las páginas de El Giradiscos la Edición 30 Aniversario del debut del año 93 de Malcolm Scarpa, titulado “Malcolm Scarpa”, que fue una de las últimas ediciones del sello Hall Of Fame Records, del gran Caballero Reynaldo, y cuyo nombre del sello viene de una canción del propio Malcolm. Por cierto, a ver si lo reeditan pues sus 150 copias ya están agotadas. No está a la altura de los dos siguientes, pero está muy cerca y los extras, las demos y los directos (más el cuidado libreto) vuelven a ser un lujo más que recomendable. No sabemos cómo lo hizo, pero componer y grabar un total de 78 temas en 2 años con semejante calidad y, además, dejando buenos temas fuera, no está al alcance de cualquiera. Salió, al igual que la de “My Devotion” (disco favorito de Scarpa) y este tercer disco de ahora, “The Road Of Life Alone”, ya con su nueva marca, Caballero Reynaldo Producciones Psicotrópicas

Ahora han aumentado la edición de lujo de la caja con 4 compactos a 162 ejemplares. Seguramente se agotarán también por lo que te recomiendo que pases por www.caballeroreynaldo.es y te hagas con tu copia pronto. Vuelve a ser una gozada el libreto de 24 páginas, con interesantes testimonios de Luis González (Caballero Reynaldo y bajista de Malcolm), Paco Tamarit, y Rosa María Morillo Escarpa. Esta vez con un total de 89 tracks, de los cuales son hasta 60 inéditos. Por supuesto la joya de la corona vuelve a ser el disco original remasterizado, al que se suman 3 outtakes que aparecieron solo en la edición en vinilo de dicho álbuml. A eso hay que sumar un directo de unas sesiones de radio, demos (“The Magic Demos Vol. 3”) y tres conciertos de 1995. El más amplio fue el de Zaragoza, con un total de 18 temas en el compacto 3, y los de Elche y Madrid, que aparecen en el disco 4. 

Tanto en el disco oficial, como en los directos, cuenta con el respaldo de una sección de ritmo formada por Luis González y Tito Eduardo Ruano. En los ricos textos del libreto podemos encontrar el firmado por el gran Paco Tamarit, donde hace un maravilloso escrito de admiración hacia Malcolm. Interesantes escrituras bien acompañados además de chulas fotografías, recortes y precisos créditos. Para Paco fue el mejor de todos en una lista en la que también aparecen Beatles, Vainica Doble, Cole Porter, David Bowie, Phil Spector, Neil Sedaka, Carole King o The Mamas & The Papas, entre otros.

Centrándonos en la música, el disco original y la caja se abre con la fiesta pop-rock, el gran ritmo y los finos punteos con mucho aire a The Kinks de "Gonna Full A Party". "Frolic Vamp" por su parte es una delicia psych-pop con guitarras surf al estilo de Beach Boys. Aquí tenemos ya los dos nombres claves que se citan siempre al hablar de Malcolm, que son Ray Davies y Brian Wilson. "She Was A Little Gem" es realmente una gema psicodélica que se mueve entre Robyn Hitchcok y Syd Barrett y "Matilda" es otro de esos preciosos lentos que recuerdan al lado más íntimo de un Ray Davies, con sus chulos arreglos entre místicos y psicodélicos, que extiende su sombra en "I Wrote A Song" desde el lado más desenfadado y con potentes guitarras eléctricas. Si "I Wish I Could Fall In Love Today" es una preciosidad lenta y romántica, como su título, con arreglos y coros entre Beatles y Beach Boys y la magia de unos teclados casi de juguete, no lo es menos la hermosa "Fue Un Otoño Estupendo", donde vuelve a demostrar que era también un guitarrista excepcional, además de un creador original y con mucha personalidad, gracias al a un melancólico instrumental al estilo Chet Atkins

Nuevas pruebas de talento llegan e otra perla romántica lenta como "The Girl I Once Knew (Bright Side)", pero con la vida continuando en Castellón. Por casi idénticos parajes, pero más nostálgico aún, se mueve en "My Tears Don’t Show", con cuidados coros entre Robyn Hitchcock y los Beach Boys más íntimos. "Cellophane House" suena más rock acústico con un ritmo pausado casi a lo J.J. Cale y "Slap Happy Anna" se divierte con las guitarras y ritmos entrecortados en las rítmicas percusiones. Con "I’m Spellboun"’ recupera esas baladas acústicas para morirse de amor y acordarte de los tiempos más felices en tu vida mientras que la otra cara de la relación se posa en "The Girl I Once Knew (Dark Side)". Menos mal que vuelve a elevarse con aires muy Kinks y Beatles en la estupenda melodía de "I’m Just A Failure", de nuevo también con cuidados teclados (siempre a cargo del propio Scarpa). 

El rock y las poderosas guitarras recuperan terreno en la pegadiza (buen estribillo) "I Got My Eyes On You" para ceder espacio a los arreglos en "That Wonderful Someone", sin letra pero con esas tiernas voces. "It Hapenned Just That Way" se llena de ternura con risas Pink Floyd y preciosa y nítida acústica. "Far Far Away" consigue sonar alegre a pesar de la letra y algunas eléctricas estupendas. "Sweet Blanche" es realmente dulce y hermosa con voces dobladas con auténtica magia, aunque sea con su sonido lo-fi, pero lleno de alma y entrega. El blues sirve de apoyo a la buena historia narrada (hasta hablando de Ray Charles) en "Louis The Lame" y la ternura melódica llena de amor una "You Were Only Fooling" casi a lo Jimmy Scott, puro sonido años cuarenta. "Había Una Vez un Colegio en la Calle Cienfuegos" nos deleitará en menos de un minuto para dejaronos con ganas de más. Buena versión de "The Same Street" y despedida del disco original con las breves notas al teclado de "Memory Forty Five".

Luego llegan los extras con algunos outtakes y temas que solo aparecieron en la edición vinilo. Su versión del "Sweet Dreams" realmente nos trae lo que dice su título con acústica, su voz y una deliciosa melodía. Por el mismo camino acústico y en solitario sintoniza su Dial con "Turn Your Radio On". La tristeza y la amargura vuelven con la preciosa melodía de "A Bitter Tear". El primer y brutal compacto se cierra con otra bucólica melodía marca de la casa como "Down Town Porch". 

No nos extenderemos con el resto de los discos porque lo que merece la pena es que los escuches y los disfrutes. Pero te daremos algunos breves detalles. Entre “The Magic Demos Vol. 3” destaca esa preciosidad ahora con doble nombre como es "Casilda (Matilda)" y hay 5 demos sin título que merece la pena descubrir. La guitarra en "Untitled #1" es una delicia absoluta. Los tres directos tienen buen sonido y son muy diferentes entre sí. En formato de trío suena de lujo y entre los 89 temas hay más de una docena de versiones. Ya conocíamos y nos gusta mucho el "Jambalaya", de Hank Williams o el "That’s Alright Mamma", que popularizo Elvis y que viene combinada con "If I Left You Get Away". Nos ha encantado, al igual que a la hermana de Malcolm que escribe las notas de “Las Demos” en el libreto, la versión de Split Enz, "Titus", con su acústica y su buena voz bordando ese gran melodía. También sorprendente resulta "Le Sheik Of Arabia" con sus aires jazz y ragtime. 

Sobre “Los Directos” escribe Luis (Caballero Reynaldo) y se ve que lo pasaron muy bien. Te los dejamos para tu descubrimiento. Esperamos y deseamos (estamos seguros que así será por la gran devoción de Luis por Malcolm) que sigan publicando más ediciones “30 Aniversario” de los discos que siguió grabando en los 90 y los del cambio de milenio.

Repion: El valor de la resistencia


Jardín de Invierno del Parque J.A. Labordeta, Zaragoza. Jueves 9 de octubre de 2025.

Texto y fotografías: Javier Capapé.

Existe un reducto de resistencia roquera en las fiestas del Pilar de Zaragoza. Entre tanta propuesta falta de alma o con exceso de ligereza apenas quedan escenarios en la ciudad para propuestas que no sean urbanas o cercanas a la radiofórmula durante estas fiestas. Los antiguos escenarios de las plazas céntricas de la ciudad han desaparecido y se imponen los grandes eventos de infinitos aforos en el corazón de la Plaza del Pilar o en el impersonal Espacio Zity. Pero entre todo ello, sigue en pie una aldea gala en lo alto del Parque José Antonio Labordeta donde mandan las seis cuerdas y el descaro de alma stoniana. El Jardín de Invierno se ha consolidado como uno de los escenarios imprescindibles de las fiestas en los últimos años. Para este 2025 se han dado cita aquí desde Califato ¾ a Killer Barbies, Telephunken o Calavera. Lo local se ha dado la mano cada noche con propuestas nacionales de lo más sugerente. De entre todas ellas, elegí Multipla y Repion para sumergirme en aguas turbulentas con la luna como cómplice y el espíritu de Labordeta como aliado (de hecho fueron sendos homenajes al cantautor aragonés los que revitalizaron este espacio hace unos años).

Con Multipla ya tuve mi idilio hace apenas unos días cuando los descubrí en el FIZ. Ya entonces me impactó su frescura y actitud. Esta vez ofrecieron un concierto ligeramente distinto a aquel, pero sin olvidarse de sus canciones más celebradas, como “Sidecar”, así como de su bajo marcado y sus delays de guitarra que nos llevan directos a los ochenta, pero con la energía de quien todavía tiene recién estrenada la veintena. Nos sorprendieron con varios desarrollos instrumentales con gancho y convencieron a un público más bien tímido al principio, pero que se fue soltando con las poderosas “Ya da igual” o “Días Grises”. Anunciaron que tienen material nuevo entre manos, así que ojalá vea pronto la luz y pueda darles más alegrías a este trío que podría tomar el relevo del punk melódico en la ciudad.

Las estrellas que hicieron brillar la noche del pasado jueves también se presentaron en forma de trío. Las hermanas Iñesta, acompañadas al bajo por Iris Banegas, descorcharon sus mejores canciones para subir el pulso de todos los presentes y convertir nuestro nuevo encuentro con las cántabras en una fiesta de punk rock acelerado, pero igualmente cargado de épica y poderosas armonías. El repertorio se sostuvo con las canciones de su disco homónimo y su EP “Entre todas lo arreglamos”, a pesar de que arrancaban la gira del que será su nuevo largo, del que únicamente presentaron su más reciente single “El sueño dura una semana”. Esperemos que mientras la gira va rodando nos vayan regalando más canciones de este disco, que ya hay ganas, y eso que éstas con las que juegan son de lo mejor que ha parido el rock en nuestro idioma en los últimos años. “Qué hay de ti?” abrió con paso decidido y sin apenas respiro encadenaron “Amor Fantasma” o la más ligera “Tú/Mi colonia”. 

No hay temas menores en su discografía, y así nos metieron en su “Madriguera” y recorrimos canciones que podrían ser ya clásicos como “Pronto”, “Sin hablar” o “Qué soy yo para ti”. Una detrás de otra, con pocas palabras y mucha convicción, gracias a la contundente pegada de Teresa (¡menuda entrega a la batería!) y la explosividad eléctrica de Marina. “Monstruos de río” volvió a ser uno de los momentos más inspirados y desgarradores del concierto, como cuando las vi hace unos meses en La Lata de Bombillas. Entre ese concierto y este último no hubo muchas diferencias, pero tampoco nos importó demasiado, ya que lo que nos queda es su dinámica y energía convertidas en canciones, lo que de verdad vale la pena. 

Pronto habrá tiempo para novedades, pero mientras tanto siguen sacando rédito a “Viernes” o “En todo momento”, no sin antes dejar que Teresa tome las riendas y nos conmueva a la acústica para entregarnos una de sus tonadas más delicadas, “Vienen de pasárselo bien”. Así precisamente nos sentimos, como si la escasa hora de concierto volara con el sentimiento de pasarlo más que bien. “Barrio Somavilla” incidió en esos años de la infancia que vuelven una y otra vez a nuestra mente para conectar con lo que más nos importa y “El día no me da” destapó a las claras la necesidad de buscar en los demás nuestro sostén cuando no podemos más. Marina y Teresa pueden ser precisamente ese asidero al que agarrarse cuando, como ellas mismas nos dicen, “algunas cosas nunca se arreglan, se quedan clavadas”. Una frase con la que cerraron su actuación. Aparece en “Brillante” y, como su propia música, nos da pistas para seguir y no olvidarnos de brillar aunque no demos para más, aunque se nos venga el mundo encima y nos parezca que no podemos avanzar. Ellas consiguen darnos el aliento necesario porque su música puede remover nuestros cimientos y lanzarnos de nuevo a caminar. Son Repion, son explosivas, creíbles y honestas, y su música, condensada en un concierto tan efectivo e intenso como el aquí narrado, me demostró una vez más que podemos salir adelante con todo. No dudéis ni un segundo si se os ponen a tiro. Están en su mejor momento y os van a convencer con creces. 

No sé si podré afirmar que éste será uno de los mejores momentos de estos días de fiesta maña, pero lo que es seguro es que ese pequeño reducto de nuestro “Parque Grande” no es comparable con otro escenario. Es nuestro bastión y atalaya en este momento, nuestro pequeño gran tesoro para alimentar de buen rock noches para el recuerdo.

Y&T: El valor de lo clásico


Sala But, Madrid. Miércoles 24 septiembre 2025. 

Texto y fotografías: Fran Llorente. 

Yesterday & Today volvieron por sus fueros una vez más, en esta ocasión, en la Sala But, local que visitan por segunda vez, ya que en su anterior aterrizaje en Madrid (hace seis años) también actuaron en dicha sala. Noche para conservar en la memoria durante mucho tiempo y recordar de paso, que hay una historia grabada en oro, que algunos quieren enterrar en la jaula del silencio…

Nuestros protagonistas son una banda imprescindible en la historia del Hard-Rock de todos los tiempos. Dave Meniketti (guitarra solista y voz solista), John Nyman (guitarra rítmica y coros) Aaron Leigh (bajo y coros) y Mike Vanderhule (Batería y coros) volvieron a rugir nuevamente, descargando esas guitarras como tigres a las que nos tienen acostumbrados. Y&T son una máquina de rock’n’roll perfectamente engrasada, doscientos caballos de un bólido rugiendo a tope, con afiladas garras y pasión por devorar el asfalto. Los auténticos aficionados al rock clásico y al Hard-Rock más acrisolado deberían tener (al menos una vez en su vida) la ocasión de gozar de esos fraseos como huracanes que arrasan por donde quiera que pasan.

La banda celebra su 50 Aniversario, que no es una fecha baladí. Tras sus dos primeros discos, resultones y brillantes dentro del contexto del rock setentero, la banda de la Bahía de San Francisco vivió tiempos realmente estelares, disfrutando de una inspiración sin parangón y de una colección de elepés enormes como elefantes. “Earthshaker”(1981) y sobre todo, la trilogía compuesta por “Black Tiger”(1982), “Meanstreak”(1983) y “In Rock We Trust”(1984) les catapultaron a los altares del rock melódico y del mejor Hard-Rock de todos los tiempos, disfrutando de una enorme popularidad en los gloriosos años ochenta. Merecida fama que rubricarían con otros elepés de suma inspiración como “Down for the Count”(1985), “Open Fire Live”(1986) “Contagious”(1987) o el hasta cierto punto malogrado comercialmente “Ten”(1990), plástico exquisito que todavía resuena en nuestra mente con esas enormes composiciones, solo a la altura de las más grandes figuras de la historia del rock. 

Gloria y reconocimiento, que se vio algo opacada con el cambio de gustos musicales y la irrupción del Grunge en la década siguiente. A partir del año 2.000, resucitaron nuevamente y hasta ahora, figurando como una banda de culto para los sibaritas del rock’n’roll más diamantino. Dave Meniketti, quien afortunadamente ha superado un cáncer de próstata, hizo llorar nuevamente a su Gibson Les Paul en cortes como “I believe in you” o “Rescue me”, un guitarrista y cantante nunca suficientemente valorado, que bebe de aguas limpias y que funde la mejor tradición de monstruos -ya fallecidos- como George Harrison, Gary Moore o Mick Ronson, por citar a tres prodigios de la naturaleza acostumbrados a hacer gemir el instrumento. Y&T son un pleno al quince, un combo que nunca falla en directo y una de las mejores propuestas en vivo que se pueden disfrutar en la actualidad. 

Otro detalle que nunca pasa desapercibido: a los miembros de Y&T les gusta disfrutar sobre las tablas, y van cambiando el repertorio de un lugar a otro, alternando los temas de "Ayer & Hoy", haciendo honor a su nominativo, y alternando los clásicos imperecederos como “Meanstreak”, “Midnight in Tokio”, “Lonely side of town” o “Black Tiger” con otras gemas brillantes de su extensa discografía. “Open Fire”, “Rock’n’roll gonna save the Word”, “25 hours a day” y “Struck down” fueron las primeras andanadas del show, todavía con un sonido no muy pulido que enseguida mejoró hacia el caudal limpio y saludable que les caracteriza. Luego vendrían disparos a quemarropa de la talla de “Don’t stop runnin”, más las mencionadas “Meanstreak”, “Lonely side of town” y “Midnight in Tokio”, seguidas de una arrebatadora “Contagious” y de “Gimme the Beat”. Mención especial para “I believe in you”, balada estremecedora donde la guitarra de Menikketti llora, como si presintiera todo el mal que hay en el mundo, empezando por el criminal genocidio en Gaza o la maldita guerra entre Ucrania y Rusia que parece no tener fin. 

La banda hizo una especial mención por la paz y continuó al ritmo de estupendas rolas como “Rhythm or not”, la festiva y veraniega “Summertime Girls” hasta morder el nudo gordiano del Tigre Negro, con “Black Tiger” y una más que deliciosa “I’m coming home”, perteneciente a su último disco de estudio hasta la fecha, “Facemelter”(2010), seguida de otro de los momentos estelares de la noche: la estremecedora balada “Rescue me”, con la que echaron el cierre de forma provisional. Luego vendrían unos bises para frotarse los ojos y relamerse las orejas, “Hurricane”, la magistral “Eye of a stranger” y la siempre recordada “Forever” pusieron el broche de oro a una actuación magistral que recordaremos durante mucho tiempo. Chapeu por los Y&T y su perseverancia en la música (con mayúsculas) en estos tiempos extraños y criminales de bazofia por doquier.

Ilustres Principiantes: Salvana


Fotografía: Tino Solé.

"Reversia" es el álbum de debut de la banda barcelonesa de shoegaze Salvana. Editado bajo el sello de Intromúsica, el trabajo incluye doce canciones que muestran la definición del sonido, con un renovado enfoque hacia el rock alternativo moderno y el post-rock, que el cuarteto empezó a apuntar con su EP de debut homónimo ("Salvana", 2022).

Formada en 2022, Salvana es una banda de shoegaze y rock alternativo con base en Barcelona que ese mismo año logró hacerse un nombre a nivel nacional gracias a un EP homónimo cargado de distorsión, delay y reverb. Integrada por Laura (voz, bajo), Carlitos (voz, guitarra), Pablo (guitarra) y Vera (batería), la banda no ha dejado de crecer desde entonces, girando por toda España, actuando en Los Conciertos de Radio3 y teloneando a grupos como Pile, Cloakroom, Pom Pom Squad, Margaritas Podridas o Trentemøller. Ha aparecido en MTV España, ha sido incluida en playlists internacionales como Dreampop y Shoegaze Now, y ha colgado el cartel de sold out en salas de Barcelona y Madrid

Grabado en Granada (Estudios La Mina) en enero de 2025 en pleno proceso febril de todo el grupo, "Reversia" fue coproducido por Raúl Pérez (Biznaga, Viva Belgrado), que aportó su visión creativa, y Dani Molina (Neuman), quien expandió algunos temas con sintetizadores y piano ("Brumas"). Además, Albert de Rodriguez Rodriguez y el diablo de shanghai añadió guitarras en "Metamorfina" y Antonio Blanca (Uniforms) se encargó de la masterización del disco.

Un LP, por cierto, que Salvana ya comenzó a componer en 2022. Mientras que algunos temas tienen su génesis en esa época ("Brumas", por ejemplo, fue grabada en 2022 pero se reconcebió en La Mina), otros necesitaron de un pequeño viaje a Benirramae en verano de 2024 para imaginarse. La pérdida, el desasosiego, el desamor y ciertos bucles vitales se dan cita en el corazón de un disco que supura shoegaze moderno, bebiendo de bandas a las que admiran como Nothing, DIIV o Momma, entre otras.



Alzando las copas en “Casa Vero”


Espacio Aura, Zaragoza. Jueves 2 de octubre de 2025.

Texto y fotografías:  Javier Capapé.
Fotografía: Àlex Romeo Puyo.

 A veces me pregunto cuál es el motivo principal para celebrar un festival. Muchos me dirán que es un evento que sirve como punto de encuentro y convivencia, pero disculpen si difiero. Ante todo, un festival es una gran oportunidad para escuchar música en directo. Sí, he dicho bien, para escuchar música. Ese debería ser siempre el motivo primordial, por encima de la excusa para compartir bebida y conversación con los colegas. Y si empiezo diciendo esto es porque el pasado jueves asistí a la cuarta edición de Casa Vero con muchas ganas de escuchar a varios artistas que están viviendo su momento de gloria en pleno ascenso hacia un público masivo. Quería escucharlos antes de que se convirtieran en algo más grande, lo cual es inevitable, pero en los jardines del espacio Aura de Zaragoza me encontré con algo ligeramente distinto. Con un lleno absoluto, pude constatar que muchos de los allí presentes estaban más preocupados por degustar los excelentes vinos que ofrecían las bodegas Viñas del Vero que por la música de los artistas que se subían al coqueto escenario.

Demasiado barullo, demasiada gente de espaldas al escenario, demasiadas charlas en las barras, demasiadas copas de vino (por otra parte nada cómodas para combinar con los conciertos) y poca atención. Una actitud que vislumbré desde el principio y que no paró en toda la velada. Y eso que los artistas que se dieron cita en Casa Vero eran de lo más jugoso. Desde la gran promesa del neo folk Carlos Ares al fresco tecno pop de Samuraï o el rock más enérgico e incontestable de Ultraligera, una de las mayores sensaciones del último año. Ni siquiera este sugerente cartel centró la atención que merecían estos artistas. Pero a algunos sí nos atraparon y convencieron, afortunadamente.

Aunque de Carlos Ares solo pude escuchar la parte final de su concierto, tengo que destacar su convincente actitud, consiguiendo que sus palabras nos interpelen, y su gran banda, generosos con su líder y totalmente entregados cual combo unido. Un cóctel exquisito para unas soberbias canciones que además se tornaron en mágicas a la luz del atardecer, que llegó en la recta final de su actuación con el himno autoconfesional “Peregrino” y la desgarradora (y también muy personal) “Páramo”.

De Samuraï destaco su poderosa juventud y su entrega desmedida. En su primer concierto en la ciudad del cierzo se desnudó en experiencias y emociones y nos las ofreció a “corazón quemado”, como reza la canción con la que abrió su intenso concierto. Una pose mucho más rock que en sus grabaciones y una contundencia y descaro que no se perdió en todo su timing. Su banda es muy potente y ella es puro derroche de emoción, algo que pudimos constatar a las claras con “En los espejos” o en esa belleza que derrocha fragilidad y sinceridad como es “Palabra prohibida”. Si cuando cobra todo el protagonismo la voz de Aroa Lorente, el nombre que se esconde tras Samuraï, más nos encandila, cuando se acelera y se muestra sugerente también nos atrapa, como ocurre con los toques techno de “Cuando dolía el amor” o con la impecable “En el aire”, en la que invitó a Leo Rizzi para regalarnos un dueto de altura, quizá más logrado por su espontaneidad que en la versión original de estudio.

La madrileña se atrevió con la versión de “Emborracharme” de Lori Meyers, e incluso presentó por primera vez en vivo su más reciente single “Dejándolo pasar”, aunque tuviera que repetir su inicio hasta en tres ocasiones. Heredera de Taylor Swift en “Que nadie nos entienda” fue capaz de cerrar con gran solvencia un directo que confesó que había sido algo ambiguo para ella, pero en el que nos demostró que no está dispuesta a ponerse ningún límite. Confesó, en medio de la ruidosa muchedumbre frente a la que algunos intentamos mostrar nuestro rechazo para poder escucharla como era debido, que existe porque escribe, y la verdad es que demostró que está en la senda correcta, porque es difícil resistirse al fabuloso embrujo de “Lo que vivimos”, con la que se despidió por todo lo alto hasta un nuevo encuentro con el público zaragozano en poco más de tres meses.

El momento que quizá todos esperaban era la aparición de Ultraligera. Una banda que está subiendo como la espuma con una propuesta tan contundente como sincera. Son un auténtico vendaval y en Zaragoza se les esperaba con ansia desde que arrasaron dos noches consecutivas en la mítica Ley Seca hace apenas un año. Por los cientos de congregados en las primeras filas del escenario del espacio Aura sabemos que no volverán a esos pequeños escenarios de antes. Lo suyo son altos vueltos y así lo demostraron, con un directo sin respiro que nos dejó a todos exhaustos. Bien es cierto que para poder disfrutarlo hubo que retirarse hasta la mesa de sonido, ya que la zona más cercana al escenario se convirtió en terreno de batalla.

Mientras se sucedían las canciones de “Pelo de Foca” iba anotando ideas que reincidían una y otra vez en lo mismo: directo arrollador, una apisonadora, tan duros como convincentes… Ultraligera son precisamente eso, una máquina desatada que ha conseguido lo que muchos ansían pero muy pocos logran en esta despiadada industria. Llegar de cero a cien en poco más de un año, y eso hay pocos que además sepan gestionarlo bien. Por ahora el quinteto lo está haciendo como mejor saben, con directos más que potentes y una pose descarada y provocadora que encaja a la perfección con su letal discurso. Son muy grandes, y así nos lo hicieron ver mientras desgajaban canciones tan impactantes como “Silla de mimbre”, en la que reivindican los años de la niñez que nos traen recuerdos que perduran toda la vida, o “Europa”, una balada en la que invitaron a guardar un poco de silencio para los que querían escucharles de verdad. Clamando por lo que verdaderamente importa, porque aunque pareciera que Ultraligera llevaban puesto el piloto automático eran muy conscientes de dónde estaban. De hecho, Gisme se mostró bastante comunicativo: “No son números, no son salas llenas, recuerdo caras y el apoyo de la gente”. Así se ganaba al público que los había visto previamente, pero también de aquellos que veían su espectáculo por primera vez. 

Para llamar la atención todavía más (si es que acaso sus canciones no son de por sí provocadoras) nos llevaron al éxtasis con sendos solos de guitarra y una larga improvisación a la batería en “Pelo de Foca”, además de ya la clásica escapada de Gisme buscando algún lugar en el que subirse a cantar fuera del escenario (en esta ocasión optó por la torre metálica que protegía el espacio de la mesa de sonido). Cuando presentó al resto del grupo, reparó en la suerte de rodar en la furgoneta durante este intenso año de gira con sus amigos como aquello que les sostiene, además de alzarse como estandarte y reivindicar la música en directo por la magia de hacer que sigan sonando los instrumentos encima de un escenario, ya que en estos tiempos más que nunca no basta sólo con darle al play. La música se siente en comunión con el público. No podemos estar más de acuerdo con estas palabras que mueven a nuestro equipo del Giradiscos y afortunadamente también a muchos de los que se olvidaron de las copas de vino y disfrutaron de veras hasta el broche final mientras se sucedían sus inconmensurables “Tú no lo ves”, “Matanza en el Hotel” y “Recuerdos del Baile”.

Así terminaba la última y más exitosa edición de Casa Vero que desde 2022 se consolida a orillas del Ebro (junto a sus ediciones alternativas de invierno en Astún). Un festival por el que ya habían pasado anteriormente Siloé, Veintiuno, Luis Fercán o Erin Memento, sumando para esta ocasión un cartel de lo más celebrado. No incidiré de nuevo en el hecho de pensarse muy bien a lo que se viene a este tipo de eventos, pero después de escuchar a los protagonistas de la pasada semana en el espacio Aura, muy por encima de la oferta vitícola y la distendida conversación, se halla el poder de la música, que sigue uniendo posturas, acercando almas y consolidando metas. No dejemos que se pierda nunca y apostemos por una próxima edición con tanta pasión compartida como con la que brindamos junto al certero dj Rialto, los siempre espontáneos Modelo, el nuevo trovador del indie Carlos Ares, la atrevida Samuraï y los irresistibles Ultraligera. Brindemos por ellos.

Cass McCombs: “Interior Live Oak"


Por: J.J. Caballero. 

La música de un outsider vocacional como Cass McCombs es necesaria en un mundo con demasiados estímulos en el que cuesta poner el foco en lo realmente importante mientras llenamos nuestras vidas de falsos deseos y demasiado ruido vacío. No se trata de reivindicar nada que no esté ya suficientemente reivindicado ni de hacer de adalides del buen gusto obviando cuestiones mucho más trascendentes, pero sí de advertir sobre esa frase tan repetida de que la música puede salvar almas, porque cada vez parece más cierta. Doce discos después, una personalidad bien marcada y unos parámetros sonoros bien radicados sobre los que seguir edificando monumentos de belleza probada, el caso del californiano no es sino uno de tantos que reflejan la incapacidad humana para apreciar el talento y la constancia. 

La vitola de indie de autor o de folk especiado que oídos poco avezados podrían asignarle es demasiado corta e injusta para una obra, esta magnífica colección de canciones titulada “Interior Live Oak”, que se asimila en toda su dimensión a largo plazo –no en vano vuelve a entregarnos un disco doble, como ya hiciera en el no menos interesante “Big wheels and others” de 2013)- y con la escucha intensiva de canciones inmensas e incluso kilométricas, como es el caso de “Lola Montez danced the spider dance”, la antítesis de otras más directas del corte de “Juvenile”, con su sintetizados juguetón en primer plano. 

La riqueza y amplitud de red se despliega en las carreteras paralelas que abren las guitarras eléctricas de “A girl named Dogie”, el power pop sorpresivo de “Miss Mabee”, en la que nos cuenta la historia de una mujer con nombre al azar que parece haber dejado huella en sus sueños, la baladística “I’m not ashamed” y la majestuosa “Priestess”, una especie de elegía escrita en honor a una amiga fallecida que suena a música clásica contemporánea. El amor en toda su extensión y expresión, cubriendo todo lo que se deba y pueda amar, planea sobre el corazón de un disco que también exhibe pulmones (“Missionary bell”, una delicia minimalista donde la nostalgia deja paso a la esperanza), páncreas (“Home at last” mira de reojo a The Cure en un bonito entramado acústico) y cerebro (“Diamonds in the mine” podría haber sido la canción de cuna perfecta firmada por los Beatles). 

Una apuesta global alejada de pretensiones pero repleta de momentos estelares, como el que protagoniza el aroma fronterizo de “Who removed the cellar door?”, que tambien podría rememorar al Dylan recién electrificado, o la vía pop inyectada en vena en “Peace”, con el camuflaje de su coetáneo Josh Rouse luciendo en primer plano. Lejos de conformarse con redactar un catálogo de tales dimensiones, lo amplía a la visión rock de “Asphodel” y asume pérdidas por el camino en el piano de “I never dreamt about trains”, la canción más triste del lote y a la vez la más apasionada. No en vano ha vuelto a llamar a filas a los primeros músicos que supieron apreciar su gigantesco perfil bajo: Jason Quever (Papercuts), Matt Sweeney y Chris Cohen. Y no han perdido ni un gramo de pasión.

“Interior live oak” es un tratado de identidad y certidumbres, un resumen ajustado de lo que ha sido la carrera de un músico callado y elocuente, sentimental e introspectivo, un artista capaz de grabar un disco de música infantil sin que nadie se diese por aludido y que cuenta historias de pesadumbre y redención con sus instrumentos celestiales. Una manera de tocar el cielo y alejar el averno al que parecen condenarnos las circunstancias. Bendito sea.