"Otis Blue/Otis Redding Sings Soul", de Otis Redding. Especial 60 aniversario


Por: Àlex Guimerà.

Si una leyenda del rock me tiene del todo fascinado por su personalidad, éste es sin duda alguna Otis Redding. Criado en ambientes rurales siempre se mostró al mundo auténtico y sencillo, familiar y bondadoso. Aun gozando de su estrellato musical hizo patente su honestidad y humildad, dejando claro que la genialidad no tiene porque ser propiedad exclusiva de excéntricos o divinos, sino que a veces adopta formas terrenales sin tener que complicarse sus caminos. Patoso y grande (medía más de metro noventa) tenía enormes dificultades cada vez que le tocaba hacer un play-back para televisión, amén de su descoordinación al bailar, supliendo esas apariciones públicas con su gran carisma e imborrable sonrisa.

Descubierto en los estudios de grabación de la mítica Stax Records, a los que acudió como mozo de carga y con mucha insistencia para que le oyeran cantar, enseguida dejó patentes sus innatas aptitudes para la música, que pasaban por tener una voz mucho más que prodigiosa y por un instinto natural para la composición y para los arreglos, así como también por saber interpretar las canciones desde lo más profundo del alma, lo cual dejó helados a los responsables de la discográfica sureña que vieron en él un verdadero filón de oro.

Tras dos discos (“Pain In My Heart” y “ The Great Otis Redding Sings Soul Ballads”) y un puñado de gloriosos singles aparece este “Otis Blue/ Otis Redding Sings Soul”, seguramente su mejor disco, disculpando el memorable “Dictionari Of Soul” de 1966 que incluye “Try A Little Tenderness”, de gran calado en los sectores hippies. "Otis Blue" se trata de un compendio perfecto de música soul que combina temas propios junto a versiones de grandes del género como lo son Sam Cooke, Solomon Burke o Smokey Robinson.

El disco fue grabado en menos de 24 horas en los estudios de la Stax en Memphis con la participación de la formación de gala de T. Broker and The MGs, maestros de los estudios y padres de la archifamosa “Green Onions”: Broker T. Jones (órgano y piano), Steve Cropper (guitarra), Donald “Duck” Dunn (bajo) y Al Jackson (batería); más la sección de viento, se convertían en nombres importantes para la música de la factoría y del nuevo Rey del Soul. Precisamente son trompetas y saxos lo primero que se escucha en el disco, marcando el ritmo y acompañando a la melodía que está por llegar, en este caso bajo el título de “Ole Man Trouble”, canción propia cuya letra proviene del Gospel.

La fórmula se repite en todo el disco, así en “Respect”, composición posteriormente popularizada por Aretha Franklin, tiene además lectura metafórica reivindicativa de las desigualdades raciales tan extendidas en la Norteamérica de esos días. O en “Down In The Valley”, de Solomon Burke, que se asemeja más a la original que otras, aunque quizás esta tiene más ritmo y vitalidad, por decir algo. Otra versión es “My Girl”, prestada de la industria Motown, con quien la Stax rivalizaba, y cuyas diferencias quedan aquí patentes cuando la comparamos con la de los Tempations.

La trilogía perteneciente a Sam Cooke la inicia “A Change Is Gonna Come”, cambiando la dulzura e inocencia del ídolo de Mississipi por una fuerza y pasión desenfrenadas. La siguen “Shake”, irremediable incitación al baile la interpretación en vivo de la cual era todo un espectáculo de descontrol, delirio y por qué no decirlo de enajenación humana, y la exitosa revisión de “Wonderfull World”, todo un clásico universal.

Con “I´ve Been Loving You Too Long” encontramos el clímax de este discazo. Redding canta al amor cálido y tierno, pero también pasional y desesperado, haciendo lo que tantos y tantos han intentado sin éxito, dar música a ese sentimiento que todos hemos vivido cuanto menos en alguna ocasión en la vida y que como en su letra señala una vez que comienza no se puede parar. Es el Soul en estado puro.

Pero no solo de Soul vive el astro, también se atreve con el Blues en “Rock Me Baby”, de B.B. King , del que sale con una nota muy alta, lo que nos da que pensar cuantos géneros y registros podía dominar con fortuna. El disco se completa con “(I Can't Get No) Satisfaction”, de los Stones, dejando en evidencia los orígenes del Rythm´n Blues anglosajón, y con “You Don't Miss Your Water”, único éxito de William Bell, arquitecto del sonido Stax y amigo personal de Redding.

Finalmente el diez de diciembre de 1967 la desgracia acabaría con la vida de nuestro héroe, privando a generaciones venideras de su enorme talento y del camino al que se dirigía, camino señalado por una de las mejores composiciones que la música contemporánea ha dado, "(Sittin On) The Dock Of The Bay". Nunca sabremos cuánto más pudo dar al Soul y con qué giros evolutivos nos habría sorprendido, pero al igual que su ídolo Sam Cooke (fallecido el mismo día dos años antes), el mundo y la música nunca fueron los mismos, dejándonos un legado musical y personal que confirman que el mundo con él siempre fue un mundo mejor. 

Grant-Lee Phillips: “In The Hour Of Dust”


Por: Kepa Arbizu. 

Pese a que la producción en solitario de este músico nacido en Nasvhille casi cuadruplica en número a la editada al frente de la banda surgida durante la década de los noventa, Grant Lee Buffalo, resulta prácticamente inexcusable no realizar su presentación aludiendo a su presencia en dicha formación. Un grupo que, posiblemente por su nacimiento en un momento histórico que demandaba una ruptura radical con el pasado más inmediato, nunca logró que su simultánea militancia en el rock clásico y en aquellos ambientes más sombríos encontrara una merecida mayor relevancia, obteniendo por igual una escueta respuesta desde las dos orillas en las que podría haber sido acogida. Un relativo anonimato, en absoluto directamente vinculado con sus extensas virtudes, que sigue acompañando a quien fuera su principal valedor y que suma ya una docena, incluyendo su más reciente publicación, de trabajos auspiciados por su propio nombre. Una firma reproducida desde ese involuntario sótano mediático que sin embargo sigue resonando imponente bajo la caracterización de un "songwriter" sobrio y decidido a continuar escribiendo, o en este caso sería mejor decir pintando, emotivas y reflexivas postales.

Resaltar el cariz paisajístico y cinematográfico de sus composiciones no es solo dar par bueno el reflejo proyectado de los primerizos intereses artísticos, luego olvidados o relegados por el protagonismo del formato sonoro, despertados en Grant-Lee Phillips, supone sobre todo reconocer la brillante actitud para lograr que sus historias alojadas en el pentagrama adquieran una corporeidad evidente. Un don creativo que asume mayor protagonismo si cabe en un disco, “In The Hour Of Dust”, que alude y tiene su origen en la fascinación surgida tras observar un cuadro donde se reproducía, el hecho muy simbólico para la cultura india, del traslado de las vacas de regreso a casa, un momento que anuncia la llegada del crepúsculo dejando un rastro de arena levantado a su paso. Una poderosa imagen, trasladada a la portada del álbum bajo los propios trazos pictóricos del compositor, que se alojó en su mente hasta el punto de funcionar como metáfora común sobre la que hilvanar unas canciones que, al igual que dicho rito ancestral, deslizan su paso hacia un destino que resulta difícil de ser vislumbrado por la polvareda levantada a su alrededor.

Una incertidumbre existencial, a la que no le faltan hechos y actitudes en el día a día para ser regado, que escoge como escenario para ser expuesto un sonido especialmente intimista y acústico que entronca a la perfección con la ilustración que presenta el disco. Un espíritu contemplativo, para nada exento por otro lado de un fuerte expresividad melódica, que acorde a dicha naturaleza germinó en unas primeras grabaciones caseras que, manteniendo ese formato recatado, pasaron por la observación e intervención de la “magia” del estudio con el fin de aportarles mayor corpulencia. Un trabajo en el que mucho y bien han tenido que ver músicos de mareante currículum como Patrick Warren, en los teclados, y Jay Bellerose, en la batería, aliados en el cometido de sacar adelante un disco que bajo su ánimo reposado se revuelve incómodo en un tiempo donde el constante y cercano aliento del abismo parece ser la única norma fiable.

Al contrario de lo que suele suceder en otros discos, en éste, su tema introductorio, “Little Men”·, no resulta el ejemplo más estrictamente identificativo del clima musical predominante en el álbum, siendo este medio tiempo de hechuras majestuosas pero recatadas, trenzando una línea de comunicación con el Chuck Prophet menos eléctrico, uno de los repuntes de mayor intensidad a la hora de alentar el ánimo sonoro. Una -relativamente anómala- condición instrumental que sin embargo en su faceta conceptual se volverá primordial a la hora de desvelar la naturaleza política de un álbum que se inaugura bajo este grito humanista contra el déficit de derechos actuales. A partir de ese instante, se extenderá un velo casi hegemónico en el resto del repertorio imponiendo un sentido más envolvente en una puesta en escena que por el contrario sigue vibrando líricamente.

Incluso las armonías más melódicas y pegadizas aparecen aquí vestidas bajo ese estado de duermevela que hace de la embriagadora “Did You Make It Through The Night Okay”, una disputa entre el impulso natural por cantar al cielo despejado y la necesidad de reflejar la constante amenaza de tormenta, o de la dulzura exhalada por “Stories We Tell” delicados episodios anunciados desde una vigilia compartida por Ray Davies, Paul Kelly o Will Oldham, una terna a la que se podrían sumar en el caso de la encantadora timidez con la que habla "She Knows Me" los nombres de Damien Rice, M. Ward o incluso un Nick Drake que se destapa como referencia prioritaria en “Last Corner of the Earth”, ruta por ese caótico paisaje del que no hay que perder de vista un horizonte que en “Dark Ages”, y sus bases de piano y cuerdas que parecen reclamar la presencia de Mark Eitzel, sitúa en un cercano futuro desvestido de mortajas. 

Un mapa de la incertidumbre que si tiene su clímax de estremecedora hondura, propia de almas errantes como las de Bill Callahan o Vic Chesnutt, en la imponente “Bullies”, que incluso su percusión resuena como los pasos amenazantes de eso abusones infantes hoy convertidos en mandamases del planeta, también acoge en esa cartografía del desastre paradas donde apaciguar el alma. La absoluta elegancia con que se expresa “Closer Tonight”, la luminosa nostalgia de una bellísima “No Mistaking”, que parece escrita por la sombra crepuscular de los Beach Boys, o incluso el letargo atmosférico de “Someone” adoptarán en ese sentido el indispensable papel de asidero romántico que impida sucumbir ante el susurro de los fantasmas. 

“In The Hour Of Dust” encuentra su expresividad a través de un sentido rítmico que parece brotar de una larga noche de desvelo, como si de un retrato bajo el trazo insomne de quien observa su alrededor encontrando más dudas que certezas se tratase. Para ello, sus sonoridades ligadas a la tradición americana se deslizan volátiles, con los párpados a medio cerrar pero sin embargo cobijando en su interior imágenes de poderosa lírica y melodías que despliegan sus exuberantes alas con sigilo. Estas canciones querrían haber nacido sonrientes para homenajear los sueños serenos, pero acaban poniendo música al desasosiego cotidiano, una banda sonora que hechiza con su afilado recato mientras rastrea los orígenes del errático destino bajo el que amanecemos a diario.

Pablo Ferrer Torres: “Kraftwerk: la máquina humana”


Por: Javier González. 

Una vez más debemos felicitar a los compañeros de Muzikalia por el acierto con el que dirigen su labor editorial, en esta ocasión los parabienes se centran en un volumen aparecido en librerías durante el verano llamado “Kraftwerk: la máquina humana”, firmado por Pablo Ferrer Torres, periodista y programador cultural, quien firma con esta obra su tercera referencia. 

En la misma se aborda con minuciosidad la historia de la mítica formación alemana, una de esas bandas que siempre queda bien tener en boca, pero cuya trayectoria pocos son capaces de reconocer y menos aún de hacerlo de la forma en que se hace en este milimétrico recorrido por su sin par singladura, donde el carácter y evolución de propuesta quedan expuestos de forma magistral, demostrando el influjo de los alemanes en la historia de la música europea y mundial a lo largo de los últimos cincuenta años, un legado quizás solamente comparable al de The Beatles

A lo largo de las páginas asistiremos al momento fundacional en que allá por 1970, Florian Schneider y Ralf Hutter, antiguos estudiantes del conservatorio de Düsseldorf, crean Kraftwerk, complementando más tarde la formación con la presencia de Karl Bartos y Wolfgang Flür, dando paso a lo que podríamos definir como la “alineación histórica” del cuarteto. 

Vinculados inicialmente a la corriente del krautrock, supieron evolucionar hacia una propuesta personal, siempre bajo el prisma de la obsesiva búsqueda de un sonido vanguardista en su laboratorio sonoro (“Kling Klang”), trabajando las texturas como artesanos en un proceso minucioso que les apartaba de las giras continuadas y bajo el que alumbraron obras mayúsculas de la música contemporánea europea como “Autobahn” (1974), “Radio-Aktivitat” (1975) y “Trans Europa Express” (1977), probablemente sus tres mayores emblemas donde fusionaron una forma de hacer música única con trabajos conceptuales perfectamente desarrollados. 

Con ellos consiguieron convertirse no solo en un pilar fundacional de la música electrónica, siendo la verdadera referencia para estilos que jamás hubieran existido sin Kraftwerk; logrando derribar las barreras del género y ejerciendo su inspiración en Iggy Pop o David Bowie, cuya influencia es innegable en álbumes míticos como “The Idiot” y “Low”; del mismo modo que lo fueron para una generación posterior de bandas hoy míticas (Depeche Mode o Joy Division siempre han reconocido su valía) y otras propuestas más alejadas en el tiempo al estilo de las de Radiohead y The Chemical Brothers, por citar tan solo unos cuantos ejemplos que muestran el peso de su alargada sombra.

Mucho se podría hablar de lo que contienen estas páginas, desde un repaso a lo más selecto del repertorio hasta su capacidad técnica para construir sus propios instrumentos en los periodos iniciales de la banda, pasando por un interesante apartado donde se habla su influencia en España, aquí toman la palabra Aviador Dro, Esplendor Geométrico y hasta Niños del Brasil, entre otros. Sin embargo, creo que lo que más huella deja es conocer el absoluto orgullo alemán que latía en su corazón. En un momento donde dicha etiqueta venía lastrada por el recuerdo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, Kraftwerk supieron romper el hilo de vergüenza que comunicaba directamente con una generación anterior, la de sus padres y abuelos, en muchos casos parte activa del conflicto, para mostrar el valor de su cultura, alejándose de las referencias anglos mayoritarias (pop y rock), buscando un sonido propio y personal con objeto de dar vida a una forma de hacer música totalmente alemana. Redondeando la jugada con obras pro-europeistas como “Trans Europa-Express”, en la que parecen expresar el deseo de un continente unido y en paz. 

Kraftwerk supieron convertirse en una auténtica referencia dentro y fuera del mundo de la electrónica, siempre guiados por una fe inquebrantable en el trabajo y su disposición a innovar, demostrando que ser adelantados a su tiempo era parte fundamental de la actitud de la banda. 

Su legado permanece esplendoroso e inmortal, sin ellos una forma de hacer cultura como el clubbing hubiera sido imposible. De la misma forma que hoy, donde el riesgo artístico y la voluntad de abrir nuevos cauces sonoros parecen ahogados por la inmediatez y el consumo estúpido, muchos tenemos claro que su historia probablemente no hubiera sido posible. O sí, quién sabe, puesto que estos alemanes, medio humanos, medio robots, no se hubieran dado por vencidos así como así.

The Hives: "The Hives Forever Forever the Hives"


Por: Begoña Serralvo.

Tras más de tres décadas en activo y con un estilo que rara vez ha mutado, The Hives regresan en 2025 con "The Hives Forever Forever The Hives", su séptimo álbum de estudio. El disco consolida una fórmula conocida: canciones cortas, guitarras urgentes y un tono irreverente que reafirma la vigencia del quinteto sueco en la escena del garage rock veinticinco años después de su creación.

Producido por Pelle Gunnerfeldt junto a Mike D (Beastie Boys), con aportes de Josh Homme (Queens of the Stone Age), mantiene un sonido crudo pero nítido: guitarras con distorsión precisa, bajos al frente y baterías que sostienen el vértigo sin saturar la mezcla. No hay ornamentos excesivos; la crudeza es intencional. Con 13 pistas en apenas 33 minutos, el disco se consume como un concierto comprimido. Ninguna canción supera los tres minutos y medio, reforzando la sensación del "aquí y ahora", "lo quiero ya" que siempre ha caracterizado al grupo.

Temas como "Enough Is Enough” abre con un riff incendiario que remite al clásico “Hate to Say I Told You So”, marcando un retorno a la esencia garage punk, o la breve “O.C.D.O.D.” que acelera hacia territorios casi hardcore, con un pulso abrasivo que recuerda a Dead Kennedys, son quizás los himnos del álbum, sin olvidar el tema titular, “The Hives Forever Forever The Hives”, que funciona como manifiesto: arrogancia, humor y rock de alta velocidad.

Lejos de reinventar su propuesta, The Hives reafirman aquí su identidad. No buscan sorprender con giros estilísticos, si no defender su posición como una de las últimas grandes bandas de garage rock capaces de transmitir la energía del directo en estudio. En una época donde el rock convive con el pop sintético y la electrónica, este álbum se siente casi como una declaración de resistencia: la guitarra eléctrica aún puede sonar peligrosa.

Podríamos decir que "The Hives Forever Forever The Hives" no es, por tanto, un disco de reinvención, sino de reafirmación. Su fuerza radica en la coherencia: riffs frenéticos, ritmos inmediatos y la voz de Howlin’ Pelle Almqvist al frente con la misma insolencia de siempre. Un álbum que no pretende escribir un nuevo capítulo en la historia del rock, pero sí recordarnos —con estruendo— que The Hives siguen siendo una máquina de energía imparable. Y tendremos el gusto de comprobarlo en directo en noviembre en Madrid, Sala Riviera.

José Lanot: "Después de quemarlo todo"


Por: Txema Mañeru. 

Un disco tan especial como éste, necesitaba una edición tan chula como la que ha hecho Family Spree Recordings. Sí, se suponía que Tony había dejado el mítico sello discográfico, y realmente es así por falta de tiempo y exceso de trabajo, pero la afición le tira tanto que no descarta editar álbumes muy concretos como ha sucedido con este debut en solitario de este músico, escritor y hasta técnico de sonido.

Lanot se pegó 7 años (entre 2016 y 2023) escribiendo en redes sociales una serie de textos (reflexiones) con una temática variada donde tocaba comentarios musicales de sus bandas favoritas, pero también otros temas artísticos (mucho cine, que se nota que le encanta) y muchos otros de carácter histórico, porque la historia es una de sus aficiones mayúsculas.

Todos esos textos los recogió en un recomendable libro titulado “Después de quemarlo todo”, al igual que este vinilo, que publicó el pasado año la Editorial Sílex. El libro venía acompañado de un compacto con 10 canciones compuestas por él que son las que ahora ha sacado Family Spree en un vinilo con carpeta doble preciosa y con vinilo de color amarillo. La muy colorista (y chula) portada cuenta también con su diseño gráfico y en su interior tiene las letras de las 10 canciones en español e inglés. Bueno, 9, porque una es un precioso instrumental al estilo, casi, de Booker T. & The MG’s.

El disco cuenta con la gran y eficiente producción de Fernando Pardo. Algo muy lógico pues Lanot fue músico de los mismísimos Sex Museum. Además de esa gran banda ha estado implicado en otras historias tales como Los Potros, La Fundación, Teatro Negro de Praga, Los Delayers, Bird Dogs o Wonderboys. También ha trabajado como DJ o pinchadiscos y es técnico de sonido en la Sala El Sol de Madrid. Está muy bien acompañada por músicos amigos entre los que destaca Paco Poza (Los Imposibles) o Javier Polo (The Winnerys). Brilla también la aparición de Jevhen Riechkalov con su trompeta y su fiscorno. En la sección de ritmo tenemos a Lete García Merino y Javier Polo. José aporta, además de las canciones, multitud de voces, guitarras de todo tipo, ricos teclados y shaker. Hablando de teclados, también son importantes la presencia con dichos instrumentos de Eduardo Molina y Fran Meneses.

La aventura arranca contundente como una maza con "The Maze". Un tema con una intro entre Buzzcocks y Magazine, pero, a la vez, deliciosamente melódico con riffs de guitarra y órgano que molarían a los seguidores de George Harrison o Manu Gastado (Los Tupper). "Conjuro" contiene otra excelsa melodía muy bien coloreada por la trompeta de Jehven. Una buena historia y arreglos psicodélicos que te recuerdan a los Love del “Forever Changes”, pero que también trae ecos a Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (CRAG) o Ángel Kaplan (Bubblegum)

El dato de Kaplan o Love es aplicable a muchos otros buenos momentos del disco donde incluso las guitarras traen logrados ecos western. "Strictly Bipolar" es uno de esos ricos temas que se ven aún más enriquecidos por los teclados de Fran y Eduardo. Resuena ensoñadora también al estilo de los de Arthur Lee, pero es algo más rítmica y las guitarras ahora tienen toques surf. El tema "Después de quemarlo todo" cuenta con otra muy buena historia y una melodía preciosa, además de un estribillo redondo y buenas guitarras. Lo compuso para que lo tocaran Micky y Los Colosos del Ritmo. Cierra la cara A "All Those Words", otra preciosidad melódica y romántica con más aromas a CRAG o incluso a Alberto Montero, pero con más tonos de americana. Sus voces múltiples y los coros son de los más destacados del trabajo, un aspecto especialmente cuidado a lo largo del mismo.

La cara B la abre un tema de corte más eléctrico como "La puerta". A lo mejor influye que el propio Fernando Pardo colabore en la composición de la música. Voces y guitarras dobles que conforman otra lograda melodía, haciendo más que comprensible que se citen referencias a The Zombies o Bee Gees. La letra de "My Town" la firma Matt Black (en la carpeta interior también viene la traducción al castellano, al igual que las otras cantadas y escritas en inglés) en un tema muy juguetón con muchos cambios en melodía y puentes que te hace pensar que suenan varias canciones en una. "Serenity" es el citado, y sereno, tema instrumental con ecos a Booker T., pero también a Pájaro por su ritmo casi de Semana Santa. "From The Ashes" vuelve a brillar con esas voces y guitarras mágicas llenas de eco. Tras un alegre puente con dobles voces otra vez tenemos unos poderosos punteos eléctricos sobre otras de fondo con tonos más western. "To Feel I’m Alive" es un gran final melódico con aires a The Zombies, pero también a Nilsson, Love o The Hanging Stars donde sobresale el órgano de Eduardo Molina y las estupendas voces en modelo pregunta-respuesta y con guitarras western-surf... 

Todo ello lo puedes escuchar y conseguir en www.familyspreerecordings.bandcamp.com y sería estupendo que hubiera una gira para presentar este trabajo tan especial y poco común.

Kingfishr: “Nuestro primer disco cierra un capítulo y abre otro”


Por: Àlex Guimerà.

La banda irlandesa Kingfishr acaba de publicar el pasado 22 de agosto su esperado álbum de debut, "Halcyon". Tras arrasar con sencillos como "Killeagh" y conquistar festivales internacionales, el trío formó parte del cartel del reciente Mad Cool Festival con una actuación el pasado 10 de julio y, más adelante, los tendremos de vuelta en Barcelona (7 de noviembre) y Madrid (8 de noviembre).

Nos atienden Eddie Keogh (voz y guitarra) y Eoin “Fitz” Fitzgibbon (bajo). Se disculpan por la ausencia del tercer miembro del trío, Eoghan “McGoo” McGrath (banjo). Charlamos con ellos sobre su trayectoria, sus influencias y lo que viene en el futuro. 

En España aún sois una banda poco conocida, aunque muchos os descubrieron en vuestra actuación del pasado Mad Cool Festival. Además, en noviembre regresáis a Barcelona y Madrid. ¿Cómo valoráis esta primera toma de contacto con el público español? 

Kingfishr: Estamos muy emocionados por tocar en España. Algunos amigos —unos diez o quince— vinieron a vernos desde Irlanda al Mad Cool porque llevaban dos años asistiendo al festival y les encanta. Nos hizo mucha ilusión tocar allí y también regresar en noviembre a Barcelona y Madrid. Creemos que es una oportunidad increíble para conectar con el público español. 

El 22 de agosto publicasteis vuestro álbum debut, "Halcyon". ¿Qué nos podéis contar de este disco?

Kingfishr: Supongo que es casi el cierre de un capítulo, una especie de versión moderna de los álbumes. Obviamente, ya hemos publicado mucha música. Probablemente hayamos lanzado cerca de 30 canciones. Quizás deba verificar la cifra exacta, ya que crece constantemente, pero es más o menos ese el número de temas publicados.

Los tres nos conocimos y nos hicimos amigos en la universidad. Estudiamos ingeniería juntos y no teníamos grandes expectativas musicales. Tocábamos música como pasatiempo y, más tarde, en 2022, lanzamos un par de canciones y las cosas empezaron a avanzar. Pudimos dejar nuestros trabajos y probar suerte. Siempre dijimos que volveríamos a trabajar en seis meses. Eso iba a ser solo una flor de un día. Y aquí estamos, tres años después. El álbum se ha hecho esperar, supongo. Pero solo se puede lanzar un álbum debut una única vez, así que más vale aprovecharlo al máximo. Estamos muy satisfechos, nos encantan las canciones. Todo el viaje ha sido absolutamente increíble. Así que sí, estamos emocionados por ver qué opina la gente. 

¿Cómo recordáis esos primeros tiempos de la banda? 

Kingfishr: Como he dicho, todos nos conocimos en la universidad, estudiando ingeniería. Los tres cursábamos la misma carrera. Aunque probablemente nos llevó un año antes de que realmente conectáramos con la música. Somos amigos por varias razones: traumas compartidos, la pasión por las pintas... La música no llegó hasta quizás un poco después. Creo que empezar la banda fue casi una casualidad. Todos éramos bastante musicales, pero supongo que nunca pensamos en formarla hasta que llegó la COVID-19, el confinamiento, y nos quedamos todos encerrados en casa. No teníamos nada mejor que hacer, solo pasar el tiempo. Así que no queríamos seguir con los estudios y decidimos jugar a la PlayStation y componer música. Hacíamos esas dos cosas durante unas 15 horas al día, todos los días, desde las 2 p. m. hasta las 4 a. m. Las horas de sueño eran raras. Fue en ese momento cuando empezamos a componer música, y la gente de la casa nos decía: «Esto es bastante bueno, deberíais hacer algo con esto». Y entonces nació la banda. No fue hasta seis meses o más después que conseguimos ponerle nombre, porque si nos preguntas a cualquiera de los tres, te dirá que lo más difícil de estar en una banda es elegir el nombre.

Así que fue complicado, pero al final lo conseguimos. Nos conocimos en la universidad y formamos la banda un buen tiempo después, por casualidad. Y estamos muy agradecidos de haberlo hecho, porque no éramos muy buenos ingenieros. Ha sido un accidente muy afortunado. 

Y ya que decís que es tan complicado poner nombre a la banda, ¿nos podéis contar de dónde viene? 

Kingfishr: El nombre lo sugirió la hermana de uno de nosotros porque nos rendimos, la verdad. Crecimos remando en botes, era un deporte. Y en la parte de atrás de nuestra casa hay una zona boscosa donde siempre había martines pescadores (kingfisher) subiendo y bajando. Si remabas, veías a los pájaros pasar en el cielo. Y pensamos que era un bonito símbolo visual. Desde entonces lo vimos como un nombre apropiado. Además, tiene muchas referencias mitológicas e incluso conecta con la leyenda artúrica, del “rey pescador”. Es un nombre que parece surgir mucho en diferentes lugares por alguna razón. Eliminamos la “e” porque nuestro abogado nos dijo que nos demandarían, ya que hay una empresa constructora o algo así con ese nombre. Así que, para evitar ir a juicio, simplemente quitamos la “e”. 

En los últimos años han surgido grandes bandas en Irlanda: Fontaines D.C., The Murder Capital, Inhaler... ahora vosotros. ¿Es Irlanda uno de los grandes salvadores del rock en nuestros días? 

Kingfishr: Irlanda siempre ha tenido una fuerte tradición. Y es algo que se siente y se vive. Incluso desde Thin Lizzy, Rory Gallagher y toda esa gente, parece como si vinieran de hace mucho tiempo. Todo lo relacionado con la música de guitarra, el folk y el rock está tan estrechamente unido que supongo que se presta a eso.

Pero sí, definitivamente también desde Fontaines y Murder Capital, e incluso bandas como The Scratch. No sé qué tiene la música rock y la música de guitarra en Irlanda. Es difícil saber exactamente qué es, pero estamos muy orgullosos de la situación actual en Irlanda, especialmente. Hay muchísima buena música y tenemos el privilegio de que nos mencionen junto con algunas de esas bandas. 

¿Cuáles son vuestras principales influencias musicales? 

Kingfishr: Cambiamos mucho con el tiempo. Crecí escuchando muchísimo a The Killers. Recuerdo que el primer CD que teníamos en el coche era "Sam's Town", una banda fenomenal. Y luego otros grupos como Mumford & Sons o Bon Iver. También nos han marcado cantautores como Dermot Kennedy, Ben Howard y, más recientemente, artistas de country como Tyler Childers.

Además, dos de nosotros crecimos tocando música tradicional irlandesa, lo que sin duda nos ha influido, ya que hay muchos grupos tradicionales irlandeses que están surgiendo y que escuchamos, como Project Smock, e incluso grupos con un toque más folk como Lankum y otros similares. Creo que ese elemento tradicional irlandés nos influye, al igual que todos los que mencioné. 

¿Y qué influencias literarias tenéis? Hago esta pregunta porque sé que la literatura y la poesía son muy importantes para el pueblo irlandés y su música, y percibimos esta importancia en vuestras letras. 

Kingfishr: Sí, absolutamente. Nos encanta que nos hagas esta pregunta. Nos inspiran autores como Seamus Heaney, que siempre nos ha parecido un personaje muy interesante. También está Seamus O'Rourke, que sigue escribiendo un montón de poesía. Escribió un poema que trata sobre su relación con su padre. Es un escritor fantástico que captura algo muy profundo de la cultura irlandesa. Pero también nos gustan John B. Keane o William Butler Yeats. Creemos que la tradición literaria irlandesa impregna nuestras letras, igual que el folk lo hace con nuestra música. 

El próximo noviembre, tocaréis en mi ciudad, Barcelona (7 de noviembre, Sala Wolf), y en Madrid (8 de noviembre, Sala Villanos). ¿Qué podemos esperar de este concierto en nuestro país para los que nunca os hayamos visto en directo? 

Kingfishr: Creo que cuanto más viajamos, más nos damos cuenta de lo que buscamos en cuanto a un concierto en directo. Creo que la cultura irlandesa se basa en cantar o tocar música en comunidad. Nos encanta la idea de que la gente pueda participar y cantar juntos, y que sea menos una banda en el escenario y más un canto colectivo en interacción con el público. Así que espero mucha energía, mucho canto, mucho sudor. Yo sudo muchísimo (risas). No es mi mejor cualidad. 

Habéis tocado en festivales como Glastonbury, Reading o la Isla de Wight. ¿Alguna anécdota especial? 

Kingfishr: Sí, Glastonbury fue una locura. Tocamos el sábado y otra vez el domingo, y tuvimos un público estupendo los dos días. Nos sorprendió mucho. El domingo por la mañana nos despertamos todos. Estábamos un poco cansados y tuvimos que ir a tocar. Estábamos programados a las 12:30, así que nos costó mucho salir del saco de dormir porque era el tercer día del festival. Bajamos a la carpa y nos sorprendió que estuviera llena. Nos quedamos impresionados. Ahora, anécdotas reales... mejor te las decimos en privado, (risas). Digamos que nos lo pasamos genial. 


Lleváis mucho tiempo sobre el escenario y no habéis publicado un álbum hasta ahora. Sin embargo, vuestras canciones han tenido un éxito increíble en las listas. ¿Cómo es que habéis tardado tanto en lanzar el LP? 

Kingfishr: Probablemente sea por el estilo de publicación actual. Supongo que hoy en día la gente asimila la música de forma un poco diferente. Creo que todavía nosotros valoramos mucho un álbum, y puede que tú también, pero creo que a la mayoría de la gente ahora lo que le importan son los sencillos. Así que el álbum, creo, está más enfocado en la comunidad que construyes con tus fans, y los sencillos buscan llegar a nueva gente y atraerla a esa comunidad. Quizás primero hemos estado construyendo esa base. Y el álbum, supongo, cierra este capítulo, y es de ese modo como uno quiere terminarlo.

Ahora era el momento de cerrar ese capítulo y pasar al siguiente. Llevamos tres años siendo “la nueva banda” y parece que ahora era el momento adecuado, al menos, para terminar esa etapa y comenzar otra. Es como el cierre de nuestro primer capítulo, en el que contamos quiénes somos y nuestra historia. De eso trata nuestro primer álbum. 

El sencillo "Killeagh (no sé si lo pronuncié bien)" tuvo 100 millones de reproducciones y alcanzó el número uno en Irlanda. ¿Es vuestra canción más especial hasta el momento? 

Kingfishr: Bueno, es una canción que ha cobrado vida propia, algo que nunca antes había sucedido a esta escala. Esa canción era la cara B de un lanzamiento que teníamos. Ni siquiera era el sencillo principal. Y en cuanto empezó a crecer, nosotros no tuvimos nada que ver. Fue la gente quien la tomó y la impulsó. Sin duda tocó una fibra sensible culturalmente. En Irlanda, ahora es sin duda nuestra canción más reconocible. Aunque para nosotros quizás "Shot in the Dark" sea la canción más representativa a nivel personal, ya que cuenta mejor nuestra historia. No es que estemos restándole importancia a "Killeagh" ni al papel que tiene para nosotros como banda. Pero simplemente fue una canción que surgió de la nada, algo fortuito y nada previsto. Que haya tenido tanto éxito en Irlanda es difícil de asimilar. 

¿Podéis hablarnos sobre vuestro proceso de composición? ¿Qué suele ir primero, la música o la letra? 

Kingfishr: Es algo que ha ido cambiando. Al principio solíamos empezar por la música y después venían las letras. Últimamente ocurre al revés: hemos estado escribiendo para el segundo álbum y nos hemos dado cuenta de que nos dejamos llevar más por las letras. Ahora comenzamos con una idea lírica o melódica. Estamos explorando nuevas formas y eso hace que el próximo material tenga un aire diferente. No sabemos si el sonido será mejor o peor, es algo que tendremos que ver. 

Muchas de las letras de vuestras canciones parecen muy íntimas o nostálgicas. Tocáis música folk irlandesa y también pop. Pero con el folk irlandés, tratáis temas universales que son importantes en otros lugares del mundo. ¿De dónde vienen esas emociones?

Kingfishr: Es difícil de decir. Quizás hayamos cometido muchos errores en la vida. Pero supongo que es simplemente la experiencia. Alguien dijo una vez que todos llevamos una canción en el cuerpo, y creo que es muy cierto. La música folk irlandesa es antiquísima, tiene miles de años. Algunos de los instrumentos más antiguos del mundo se utilizan en ella. Eso está en nuestro ADN cultural, igual que ocurre con la música tradicional española.

¿De dónde vienen los temas de los que cantamos? De la familia, de la tierra, de la experiencia de la gente contando historias en bares, casas, alrededor de chimeneas y disfrutando de la compañía mutua. Creo que de ahí vienen. 

Y después de la gira y el lanzamiento del álbum, ¿cómo veis el futuro de la banda? 

Kingfishr: ¿Quién sabe? El futuro de la banda, como el próximo año, ya está prácticamente definido entre el calendario de lanzamiento del álbum, las giras, los conciertos y demás. Y ya estamos escribiendo el segundo álbum. Hay algunas canciones que probablemente ya sean candidatas. Así que, después de algunas fechas en el calendario que no podemos compartir, probablemente estemos pensando en una campaña para el segundo álbum y una gira que nos lleve a lugares del mundo donde aún no hemos estado, con conciertos más grandes. Es más de lo mismo, pero porque es absolutamente increíble. Nos lo estamos pasando genial y no creo que ninguno de los tres quiera parar pronto. Así que más de lo mismo: más canciones, más álbumes, más conciertos. Va a ser muy divertido. 

Estoy seguro. Personalmente, las últimas dos semanas he estado escuchando mucho vuestra música y tengo una intuición muy clara de que seréis una banda muy famosa y grande. ¿Os habéis preparado para este éxito o para esa posibilidad? 

Kingfishr: No, probablemente no. Creo que lo único que tenemos a nuestro favor es que estamos los tres y somos amigos desde hace mucho tiempo antes de formar la banda, porque vemos a gente que se vio empujada a esto sola, sin un grupo de apoyo a su alrededor, y debe de ser muy difícil para ellos afrontar todo esto solos. Si ves el documental de Lewis Capaldi, cuenta cómo saltó a la fama tan rápido y simplemente no supo manejarlo bien, lo cual le afectó muchísimo. Creo que lo que venga, ya sea éxito o fracaso, tendremos que manejarlo. Todo es una posibilidad, pero ojalá no sea el fracaso. Al menos los tres estamos ahí para apoyarnos mutuamente y creo que estaremos bien.

LA MILAGROSA: “Ya no duele mal”


Por: Javier González. 

El verano es un buen momento para ponerse al día respecto a ciertas novedades a las que por diversas circunstancias no se le ha prestado el caso que realmente merecían, algo que por otra parte es más común de lo que pueda parecer puesto que diariamente no dejan de aparecer en el mercado canciones y discos a los que es imposible acercarse en el mismo momento de su edición. Afortunadamente la música es un ente cultural que merece ser disfrutada con reposo, o, al menos, así debería ser, capaz de perdurar a la inmediatez si las composiciones son buenas realmente.

Bajo el paradigma más arriba comentado encontramos uno de los trabajos aparecidos bastantes meses atrás que se escapó de mi radar personal, estoy hablando “Ya no duele mal”, el debut en formato larga duración de LA MILAGROSA, un curioso compendio de canciones que funcionan de manera más que efectiva entre un pop de guitarras limpias, acertadas ambientaciones y bajos marcadamente after-punk que sirven de acomodo sonoro a unas letras cristalinas plenas de desamor, extravío y anhelos que se clavan profundamente en el corazón por su cercanía y cotidianeidad, ajenas a cualquier amago de impostación. 

El pop saltarín con arpegios de “Tripitir” es una fenomenal forma de abrir boca, con la sombra juguetona de “This Charming Man” asomando en su desarrollo, perfecto anticipo a “Ponzano”, un hitazo en toda regla con ese bajo que se clava por dentro mientras clamamos al viento por nuestra condición de “bichos raros” con absoluto orgullo, y a “Me paso por tu zona”, gamberra y punk; claman contra la inmediatez y lo vacío de este mundo en “Anestesiado” y nos invitan a bailar con languidez en “La danza de la muerte”. 

La segunda parte se abre con “Héroes y villanos”, las más floja del minutaje, y la fenomenal “Ya no me duele mal”, con la ventana de la esperanza abierta a un posible amor que no acaba de confirmarse, continuando con la bella melancolía y añoranza que encierra “Carlos tiburón”, un bonito recuerdo a los tiempos pasados de amistad y fraternidad, cerrando con la gráfica “La vida es una mierda pero a veces mola un poco”, finiquitando de esta forma un primer trabajo de categoría donde los males comunes de una generación emergen con voz propia una vez más a la superficie, demostrando que actualmente dentro de nuestro pop florecen las propuestas emergentes que en no mucho tiempo están llamadas a acumular grandes audiencias, tal y como pudimos comprobar semanas atrás durante el fenomenal concierto que nos regalaron en el Canela Party.