La edición 2025 de las Noches del Botánico vuelve a deslumbrar desde el Jardín complutense



El calor empieza a calentar el asfalto de Madrid. Menos mal que no todo es asfalto en la metrópolis. Hay oasis como el del jardín Botánico Alfonso XIII en la ciudad universitaria, que en las tardes estivales de junio y julio ofrece la mejor música nacional e internacional. Desde que comenzó su andadura en 2016, Las noches del Botánico no ha dejado de crecer de forma asombrosa. En esta edición de 2025 ha reunido a más de 80 artistas. 

El contexto urbano, y al mismo tiempo, natural, que arropa a la música en este festival, es una de sus notas características. El enclave en un jardín, al igual que ocurre en Cap Roig, otro festival veraniego muy destacado, y en otros festivales que han escogido lugares de un gran valor natural de la geografía de nuestro país, no impide que su escenario esté situado a la sombra del imponente edificio de la facultad de Ciencias Biológicas. Muchos doctores (y doctoras) de la música han ofrecido sus lecciones magistrales en la tarima del Botánico durante el turno vespertino. Hace dos años acudió Bob Dylan, y antes lo hizo Wilco, PJ Harvey o Pretenders, mientras que este año durante dos noches, los afortunados que consiguieron entrada disfrutarán de dos veladas consecutivas amenizadas por el León de Belfast, Van Morrison, y en los últimos días de julio, otras dos noches junto a Santana

El cartel de este año incluye también a numerosos talentos que se han graduado con notas sobresalientes. Tanto es así que el festival en pasadas ediciones ha tenido el mérito de descubrir al público madrileño a artistas que no eran tan conocidos en nuestro país, como sucedió con la canadiense Allison Russell. A los aficionados inquietos les interesará indagar en su nutrida programación, les aseguramos que encontrarán gratas sorpresas que no les defraudarán. Por si fuera poco, no hay género que no esté representado en el festival, y que no cumpla con las expectativas y los gustos musicales de todos los aficionados. 

Otra de las singularidades de este festival es el formato doble, que resulta excitante, debido al diálogo y al contraste que ambas propuestas desarrollan delante de los espectadores. Siempre hay recompensa para aquellos que dan una oportunidad para el artista que, a simple vista, parece menos interesante. La gran calidad de su oferta musical da a entender que la organización del festival no ha perdido de vista que el centro de atención es la música, aunque haya otros atractivos para acercarse al campus de Moncloa, a saber, escuchar a otros artistas en sus escenarios secundarios, o al dj de turno, comprar alguna prenda, beber y comer al fresco. 

La última buena noticia es que quedan todavía entradas para ver algunos artistas extraordinarios, los precios no son desorbitados, y lo mejor de todo, ¡no son dinámicos! El Giradiscos no se lo va a perder y va a estar en varias citas en el Jardín Botánico de la Complutense. Atentos a las páginas de El Giradiscos.