Brian Wilson: Love & Mercy


Por: Àlex Guimerà. 

El amor y la pasión por la música es algo que surge a lo largo de la infancia. En mi caso, desde muy pequeño me crié entre discos de los Beatles y de Elvis (por mis padres), pero también entre álbumes de moda en aquella época como los de Michael Jackson, Geogre Michael o Europe (por mis hermanos). Pero fueron los sonidos más añejos los que realmente me robaron el corazón. Un día apareció por casa un vinilo recopilatorio de los Beach Boys con aquella etiqueta tan cutre de "Anunciado en Televisión" y al escucharlo flipé tanto como había flipado con los de Liverpool y con el Rey. Esa nueva banda para mi era de la época de los Beatles, y como aquellos también eran divertidos, luminosos y juveniles, aunque me parecían algo distintos. Canciones como "Fun Fun Fun", "I Get Around" o "Barbara Ann" fueron irresistibles para mi desde sus primeras escuchas, con esas voces afeminadas tan bien compactadas, esa guitarra rockanrolera - años después supe que Carl Wilson las "robó" del gran Chuck Berry - y ese carsima único. Tiempo después aluciné del todo con la escena de la peli "Teen Wolf" en la que Scott el personaje encarnado por Michael J. Fox surfeaba encima de la furgoneta de su amigo Stiles al son de "Surfin USA". Esa secuencia hizo que me estallara la cabeza, los Beach Boys ahora eran algo atrevido, salvaje, aguerrido... todo lo que un niño deseaba ser en esa edad. También ayudó a ese descubrimiento el medley inicial de la película gamberra "Top Secret" basado en la música de los Beach Boys. Tenía que escucharlos más, por eso con un amigo nos compramos a medias con las pocas pesetas que teníamos ahorradas una cassette doble de un recopilatorio de los "Chicos de la Playa" en el que había muchas canciones nuevas que no conocía.

Con ellos crecí, pero fue ya pasada la adolescencia cuando descubrí que detrás de esas canciones había un genio musical, un compositor único que no sólo creó esas melodías formidables que marcaron mi infancia si no que creó una de las obras magnas más decisivas de la música moderna: el disco "Pet Sounds". Cuando finalmente me hice con él y leí en algún libro su historia descubrí como el hermano mayor de los Wilson, Brian, tenía un universo infinito en su mente de notas musicales y ritmos, y cómo a finales de 1965 comenzó a idear esa Capilla Sixtina del rock motivado (o mejor dicho, obsesionado) por el "Wall Of Sound" de Phil Spector y por el "Rubber Soul" de los Beatles. Ese disco iba en una dirección opuesta a la dirección comercial que abogaba su primo y cantante principal en la banda Mike Love y supuso meses de esforzados ensayos y grabaciones, eternas repeticiones, correcciones insignificantes y el apoyo de los mejores músicos de estudio de la época como eran The Wrecking Crew. Pero el resultado acabó dando el que fue sin duda alguna uno de los álbumes decisivos para que el rock y el pop asumieran el estatus de arte. Tras escucharlo, Paul McCartney se impulsó a grabar el también monumental "Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band" (1967). El rock había llegado a su cruce más decisivo, junto con aquel entre Bob Dylan-Beatles-Byrds, y ya no había marcha atrás. Las multipistas y el trabajo de producción, el uso de músicos o instrumentos ajenos al rock, la exploración musical fueron aspectos de los que Brian Wilson fue uno de los grandes pioneros. Qué lástima que esa canción tan y tan perfecta como es "Good Vibrations", cuya creación tomó meses de trabajo, quedara fuera del álbum ya que de lo contrario estaríamos hablando de una locura si es posible aún mayor.

Sin embargo, la etapa posterior al "Pet Sounds" llegó a mi alcanzados la veintena, seguramente por tener que digerir los matices infinitos de ese disco. Con esa edad fui descubriendo poco a poco trabajos imbatibles como "Surf' s Up", "Wild Honey" o "Sunflower", gracias a unas ediciones dobles (venían dos álbumes en un cedé) de su discográfica Capital Records. Qué maravilla de álbumes gestados en estudio por un recluído Brian que inmerso en sus problemas mentales decidió abandonar las giras y centrarse en la composición. Luego llegaría la bomba en 2005 cuando Brian Wilson volvió a ser noticia cuando decidió recuperar su proyecto fallido de 1967 del disco "Smile", el álbum que nunca publicó debido a su perfeccionismo obsesivo y que para el nuevo milenio conquistó a todo el mundo, incluso a los más esnobs musicales y al indie modernete. A partir de esa época, el hermano mayor de los Wilson y su mítica banda dejaron de ser para el imaginario popular y para la juventud moderna algo divertido y desenfadado para ser considerados lo que realmente son, un legado musical inigualable. 

Para la gira de "Smile" tuve la fortuna de poder ir al concierto del 5 de julio de 2005 en el Pueblo Español de Barcelona. Vimos a Brian con toda esa banda espectacular que montó y que trasladaba la complejidad sonora del estudio al directo. Observarle detrás del piano y de los teclados por primera vez, desplegando su simpatía y talento, realmente me emocionó. 

Años después volvió a juntarse con Mike Love, Al Jardine y Bruce Johnson con un disco "That' s Why God Made The Radio" bajo la firma de los Beach Boys y en el que se notaba la mano de Brian. Para su promoción volvió nuevamente a Barcelona en pleno verano (23 de julio de 2012) y en el mismo lugar en el que lo había visto siete años antes. Acompañado por la que era mi mujer desde hacía año y poco pero también por un nutrido grupo de amigos, todos enfundados con camisetas de los Beach Boys, disfrutamos del que aún considero uno de los mejores conciertos a los que nunca he asistido nunca. Las voces, las melodías, los instrumentos, el repertorio, la dinámica, nada falló esa maravillosa velada en la que un Brian aquejado por la salud y postrado tras los teclados dio muestras esporádicas de su grandeza.

Los años han seguido y he intentando contagiar el amor por su música a mis hijos. También he intentado no perderme sus documentales (imprescindible ver el de la gira de "Smile" que estrenaron en el Festival In-Edit) , sus biografías, sus discos en solitario, el estreno de la película "Love & Mercy" y todo aquello que girara alrededor del músico. En la retina me queda la imagen del encuentro con Paul McCartney antes de su concierto de la gira Smile en Londres donde aquel le agradeció por su música y le reconoció su gran admiración. Años después el californiano devolvió el gesto a Macca cuando hizo una maravillosa versión de "Wanderlust" que se incluyó en el disco de versiones-homenaje "The Art Of Mc Cartney", sin duda la mejor versión de las 34 que tenía el álbum. O esa escena en la que el mismísimo Leonard Berstein en televisión lo reconocía como a uno de los grandes compositores del siglo XX. 

Brian Wilson fue frágil, inestable, tuvo una vida difícil desde pequeño, sus enfermedades condicionaron toda su vida, las pérdidas prematuras de sus dos hermanos Dennis y Carl le supusieron dos duros golpes, durante muchos años fue incomprendido, pero no cabe duda que su legado es algo hoy en día indiscutible. Se va uno de los grandes de nuestros tiempos, y nos deja de la forma que mejor podría hacerlo, sin hacer ruido y a puertas del verano. Descansa en paz Brian, gracias por tu música.