“Yo no soy Gilbert Bécaud/ ni Serrat con su poesía/No soy Donovan ni soy Dylan/porque mi melodía/ha nacido poco a poco/ de lo que me gustaría”
Leandro
Cinco singles editados por EMI España. Un EP recopilatorio. Y una obsesión por el mar que marcaría su vida y su obra, escrita a la sombra del tótem omnipresente que para él fue el Mediterráneo. Incluso cuando habla de las tías, las olas sampleadas resuenan con furia y reclaman para si al almeriense, como un coro de sirenas que lo empujan a la fatalidad, en una noche de tempestad y caracolas locas.
Visto y oído el material existente, podemos imaginar a Leandro Sánchez como un ser arrebatado –a las fotos promocionales me remito- que vivía en una especie de limbo -un estudio analógico excavado en la roca de una cala, talvez- suspendido entre dos mundos imposibles de conciliar: las mujeres y el inmens bressol de tots els blaus, que cantaba Lluís Llach. Conceptos aparentemente autoexcluyentes, como la canción melódica y el glam, que guiaban sus pasos de extraterrestre.
Así pues su –breve- vida y su obra fueron una dicotomía, hasta que un accidente de tráfico –en la España de los setenta, la carretera fue la heroína y el Vietnam de nuestros cantautores, queridos lectores- nos privó de su presencia física una noche de verano de 1972. El 14 de agosto, para más señas. O quizás… ¡No! ¡Espera un momento! ¿Dices que un marinero perjura haberlo visto sonreír sobre las aguas, fundido con los reflejos de la puesta de sol mientras recogía sus redes? Oh…
¡Basta! Dejemos la tristeza y la especulación a un lado, como proclama el Leandro de “Cosas”, y capitulemos su obra, que es lo que aún podemos disfrutar en este plano dimensional. Let me take you down:
Mi Barca Construiré/La Pobre Mía (1970)
Lo que arranca como una sutil baladita mediterránea, se transforma en un cumbayá glam con ecos del “Space Oddity” de Bowie, muy del palo de cuando Albert Hammond senior le cantaba en español a la pichabravería latina. Una rancia cara b, como de karaoke crepuscular nos deja claro que Leandro era un hombre alegre que escondía un reverso oscuro. Nosotros nos quedamos con el primero, obviously.
La Mar/Rosas Rojas (1970)
¿Qué os dije? El mar vuelve a ser el protagonista absoluto en una canción que termina con el protagonista en trance absoluto increpándole al horizonte, con resonancias en lo musical del “Season Of The Witch” de Donovan. “Rosas Rojas” cumple la cuota de “normalidad” complaciendo las orejas del oyente clásico. Otro 1 a 0.
Quiero Recordar/Cosas (1971)
“Quiero Recordar” es un medio tiempo marítimo a lo Nino Bravo con una producción mucho más alegre y cercana al indie –a toro pasado- que la media de sus contemporáneos. Leandro –o sus machacas de estudio- también escuchaba a los Beatles.
“Cosas” narra la huída hacia delante de un amante despechado, que se propone cerrar todos los bares a raíz de un abandono. En esta pieza, de una teatralidad desbordante, se desgañita como un Raphael enloquecido, con los ojos en blanco, y alcanza su clímax en un final muy loco y muy zíngaro, ebrio de “ahí te quedas, guapa”. Bunbury debería hacer una cover.
El Hombre Del Tanque Rosa/Me Gustaría (1971)
Una barbaridad camp. Una pieza de coleccionismo absolutamente kitsch. “El Hombre Del Tanque Rosa” viene a ser algo así como un flash del musical “Hair” traducido al español.
Leandro compone una pieza antibelicista muy en la línea de lo que unos años después haría Mike Ríos con el pasote hippy de La Huerta Atómica –de la que hablaremos aquí en su momento-, facturando un single correcto, con una cara b aún mejor: “Me Gustaría”, donde se deja arropar por unos coros femeninos muy serie s, que acaban en un calco del “Salt Of The Earth” de los Rolling Stones.
Silvia/Lo Que Antes Fui (1972)
La joya de la corona que nunca se calzó: una balada histriónica donde alcanza el punto medio y, si, amigos, la mezcla entre el pop sofisticado y el crooner, le queda cuajada. Si eligen escuchar una sóla canción de Leandro en toda su vida, que sea ésta.
Al otro lado de la galleta tebenis “Lo Que Antes Fui”, una preciosidad preñada de arreglos ampulosos, en pleno auge del muro de sonido de Phil Spector, cuando a los productores les dio por inflar todas las baladas con cuerdas y vientos hasta el último rincón de cada pista disponible; con una melodía parecida a la del “Creeme” de Los Ángeles.
Su single más redondo en mi modesta opinión. Y, quién sabe, quizás aquí residan las pautas que habrían marcado su futuro sonido, de no haber desaparecido prematuramente.
Super Jet/Mujer (1972)
Un pepinazo glam setentón enfocado a la pista de baile. Antes que Brian Eno y los Wings de Paul McCartney, Leandro vio claro que el concepto Jet tenía un magnetismo pop casi vudú. Unos coros que parecen el equivalente vocal del ballet zoom Lazaroviano, envuelven este tema, qué digo tema, ritual sonoro que parece glosar –en sentido metafórico, claro- las excelencias de un subidón anfetamínico. La cara b “Mujer” otra balada destinada a la radiofórmula de toda la puta vida con sobreproducción a lo Augusto Algueró, queda empequeñecida ante tamaño predecesor. Poco después un accidente de coche segaba la vida de Leandro en algún lugar de la carretera que unía Albacete con Madrid. Había nacido un mito.
Influencias: Camilo Sesto, David Bowie, Joan Manuel Serrat, Albert Hammond, The Rolling Stones, Nino Bravo, Donovan, Ráphael…
Por: Pablo Maronda Ruiz.
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