Por: Pepe Nave
Alex Stoitsiadis, cantante y líder de Dogleg, es un chaval de 22 años de Detroit que tras pasar por varias bandas de rock donde no le dejaban meter baza en la composición, decidió quedarse en el sótano de la casa de sus padres a componer con su guitarra, y tras contactar con varios amigos del instituto de gustos musicales afines les convence para formar un grupo.
Como son muy fans de otra banda de la ciudad, Bear vs Shark, sacan el nombre de la suya del título de una de sus canciones "Broken dog leg". Otras referencias para conformar su sonido son At the Drive-In, Japandroids, Cloud Nothings, Jawbreaker, Fucked Up y cualquier banda que combine con contundencia el punk y el hardcore con un punto emo. Ellos no tienen complejos en citar a The Strokes o The Libertines como bandas que han escuchado mucho, pero es difícil encontrar algún rastro de ellos en las canciones de "Melee." Quizás lo había ligeramente en su anterior EP editado en 2016 y titulado "Remember Alderaan", en el que ya se reconocen algunas de sus virtudes pero con un sonido menos denso y potente que no refleja lo que se escucha en sus directos.
Decididos a plasmar con mayor fidelidad su forma de afrontar las canciones, fichan por Triple Crown y no dudan en rechazar una primera mezcla del disco realizada por Maurizio Borgna y deciden realizarla ellos mismos ayudados por Tyler Floyd en busca de esa pegada y urgencia de la que todo el mundo que los ha visto en vivo habla. Y vaya si lo han conseguido.
No es fácil a partir de una fórmula ya conocida, siendo fieles a la misma, realizar una obra que impacte y te deje con la boca abierta, pero cuando sucede lo notas al instante, de la misma forma que cuando pruebas unas patatas fritas crujientes y en su punto te das cuenta de cuántas veces te las han servido reblandecidas, aceitosas o revenidas como una suela de zapato.
Desde que el bajo y la batería revientan los altavoces tras el riff de guitarra que abre "Kawasaki backflip", ya no va a haber un respiro hasta prácticamente el final. Y es que el proceso de composición parece seguir dicho patrón: Stoitsiadis junta unos acordes con su guitarra, cuando crea algo que le gusta se los presenta al grupo que suman su aportación en el local de ensayo, por último con la parte instrumental acabada añaden las letras. Primero son palabras sin sentido aparente pero que suenen bien dentro de la canción, posteriormente, Alex las va transformando y dotando de sentido. Éstas oscilan entre frases claras y contundentes que aluden a la ansiedad, al estar harto, al mandarlo todo a paseo, a que si vienen de frente me van a encontrar; con otras más crípticas e indescifrables que Alex dice que son traslaciones de vivencias personales.
Como chavales occidentales de esa edad que son, incluyen con naturalidad referencias a juegos de videoconsola, parece ser que el bajista Chase Macinski es tan hábil en el juego "Super Smash Bros" que tras cada concierto regalan una camiseta del grupo al que le gane una partida. Dicen que aún no ha ocurrido.Una buena toma de contacto de lo que te vas a encontrar es a través del videoclip de "Fox", grabado en una de sus actuaciones en directo, en la que se ve al público haciendo pogo, surfeando sobre el público, y a la banda tocar como si se acabara el mundo en cinco minutos. Dicen que cualquiera que los ha vivido los recomienda con entusiasmo.
El boca-oreja ha hecho su efecto y se han granjeado un público y unas expectativas, confirmadas y acentuadas por la etiqueta de "Best new music" con la que la influyente revista virtual Pitchfork bendice a los que van a figurar en las listas de mejores del año de medio mundo y que es pasaporte directo para presencia en festivales, conciertos etc. El disco salió el 13 de marzo, y claro, todo el panorama era idílico hasta toparse con la pandemia que nos asola. Suspensión de toda la gira, las tiendas de discos cerradas y lo que iba a ser su gran ascenso lo es de momento solo de forma virtual, a través de escuchas en plataformas digitales y comentarios en redes sociales.
Quizás les venga bien que las canciones vayan llegando a más público mientras tanto, y no es difícil porque el disco está plagado de hits cantados con la garganta inflamada y coros celebratorios, algunos gritados fuera de micro. Todos ellos van al grano: "Hotlines", en la que Bob Mould reconocería a unos aventajados alumnos, la melódica y coreable "Wartortle", pasando por las más pausadas en velocidad, que no en intensidad, "Headfirst" y "Cannonball", hasta llegar a "Ender", que como su nombre indica cierra la colección. Es esta última la más larga del disco, empieza como un tiro para ir ralentizándose hacia la segunda mitad y desembocar en un último minuto en que los instrumentos de rock dejan de sonar para dejar paso a una sección de cuerda que plácidamente rematan la función. Quizás no pega, o puede que sea como esa música que se lanza desde la mesa de sonido para indicar que un concierto ha finalizado. Uno que nos ha dejado, en este caso, satisfechos y exhaustos.