Por: Albert Barrios
Las cinco canciones que componen el EP “Topaz” fueron originalmente concebidas como la cara A de un nuevo LP del genio de Dripping Springs, pero debido a la incertidumbre y oscuridad de los raros tiempos que nos ha tocado vivir, decidió compartirlas de manera libre y espontánea. Canciones agridulces, que tratan sobre todo tipo de divisiones y distancias (entre amigos, amantes, extraños, ideas, etc…) , y que huyendo de la figura del gurú de autoayuda o del típico demagogo, entroniza el ideal de que tenemos más cosas en común de las que nos separan.
Grabado en su propio estudio, Plum Creek Sound, y coproducido junto a Adrian Quesada, “Canyonheart” abre el disco por todo lo alto, a través de cristalinas harmónicas y un luminoso estribillo, todo regado con un delicioso aroma a los Stray Gators. El groove se apodera de “Down In The Country” gracias a la participación de la sección de vientos de Hard Proof : una canción sobre la gente común, sobre la verdad, enfocándose sobre todo en la más devastada América rural.
“Closer” comienza espaciosa, se expande poco a poco y estalla en un inflamable estribillo, repleto de suaves armonías vocales y sutiles toques de banjo. En “Southern Coasts” muta en una suerte de crepusculares Beach Boys tejanos, con la slide más presente que nunca. Cierra “Dividing Lines”, heredera de la psicodelia del anterior álbum de Nash, ese “Lifted” tan necesario como incomprendido. Barroquismo con aromas de Love, y unos grandes coros femeninos para completar el círculo.
“Topaz” consolida la evolución natural de un músico tan singular como genial, comprometido con el presente pero digno heredero de las voces más audaces de nuestro pasado. Reconozco que aunque he disfrutado sobremanera de sus trabajos posteriores, siempre he considerado “Rain Plans” como su obra cumbre, pero visto el desarrollo de este inesperado diamante tejano que es “Topaz”, quién sabe si la gran obra magna de Israel Nash está por llegar. Malos tiempos para los humanos, buenos tiempos para la lírica…