Kurt Baker: “Rock’n’Roll Club”


Por: Skar P.D 

Existen, aún, bares de luminosidad cálida y escasa, tirando a penumbra, y con las paredes repletas de infografías de bandas o artistas que parecen supervivientes a pesar de que, en algunas ocasiones, ni siquiera esto sea cierto. Existen, aún, garitos que, incluso ubicados en el centro de las ciudades, las cervezas tienen sabor a barrio. Ese tipo de garitos son el atrezo perfecto para determinado sentido de la vida, puede que cada vez más en desuso, pero que siguen funcionando como cámaras de descompresión que evitan el colapso cuando intentas llegar a la superficie, donde las bandas de guitarras, baterías y melodías todavía tienen la oportunidad de ponerle banda sonora a este peculiar, y cada vez más vintage, sentido de la vida. En ese entorno es donde tipos como Kurt Baker se mueven como pez en el agua, o quizás, el que haya tipos como él posibilitan que estos garitos sigan existiendo. No importa el orden, si es que fuera necesario tener un orden.

En realidad todo lo escrito hasta ahora lo explica mucho mejor Kurt Baker en la presentación de la canción que da título a su disco de este año, "Rock'n'Roll Club", y que además es el segundo sencillo extraído del mismo:  "Desafortunadamente hoy en día, el club de rock 'n' roll es una institución casi moribunda, y esto es triste. Estos clubes son los lugares donde crecimos, descubrimos nuestro mundo musical y siempre nos permitieron a los músicos usar sus escenarios para tocar nuestras canciones". Pues eso ¿a alguien se le ha caído una lagrimilla?

Hace años, en plena pandemia, Kurt Baker publicó "After Party", un disco que significó un salto en su evolución musical, donde dejaba bien a las claras que el término "power pop", aunque por supuesto que había la dosis habitual, no hacía justicia a la música que contenía, porque había más sonidos que agrandaban su espectro musical. Había glam, había nueva ola, había brit pop, incluso había soul, y tres años después, el prolífico e hiperactivo Kurt Baker publica la continuación y la confirmación de aquella apertura estilística con el nombre altamente descriptivo de "Rock'n'Roll Club". En ambos discos, aunque no figure con ese nombre, que es curioso que no aparezca en ningún disco de su amplia discografía, la impronta de la Kurt Baker Band es bastante significativa. Tipos como Wyatt Funderburk, Geoff Palmer o Kris Rodgers, en este disco, en mayor o menor medida, también en labores de composición, bien detrás o al lado de Kurt Baker, rezuman a aroma de formación clásica. De esas que todavía algunos son capaces de recitar y si se ha visto a la Kurt Baker Band en directo todo esto se entiende perfectamente.

Las poderosas guitarras de "Hittin' Rock Bottom" nos sitúan inmediatamente en la última década del siglo pasado y la voz y, desde luego, el infeccioso estribillo nos revela una de las más claras influencias de Kurt Baker, y es que el espíritu del brit pop más gamberro, léase Oasis, lo evidencia. De la misma forma que la canción que da título al álbum, compuesta por un desconocido -para la mayoría de los mortales- icono del rock and roll, del Portland de Maine natal de Kurt Baker, llamado Kip Brown que abandonó el club de la vida antes de poder grabarla él mismo, no sólo es un homenaje al músico fallecido, es también todo un homenaje a una forma de entender el rock´n´roll en el sentido clásico del término, como si estuviéramos hablando de unos renacidos Mott The Hopple.

Que The Beatles son el santo grial para toda una constelación de músicos, en especial para estos que se dedican a esculpir melodías, es una constatación que el propio Kurt Baker reivindica con esa oda a los amores fallidos que es la absolutamente powerpopera "She Don't Wanna Be Alone". No muy lejos de ese estilismo está "Anchors Up", el sencillo de presentación de disco. Canciones de cerveza y esperanzas vaya, o de marineros borrachos que al fin y al cabo su Maine natal tiene una larga tradición marinera.

El irresistible ritmo funky de "Love Express" es otra de las aperturas estilísticas visibles, y no es la primera vez, porque Kurt Baker ya realizó otra incursión a su particular reinterpretación de la música disco en "Move Up", uno de los sencillos digitales, y ha habido unos cuantos, publicado interalbums, y es que la palabra ocioso no es precisamente algo que lo defina.

Los sonidos del glam tienen su cuota alícuota en la distorsión guitarrera que acompaña a "Bright Blue Sky" o en los teclados que sirven de guía a la posterior "Not Right". Y por el camino otra vez el pop saltarín de coros a mano alzada de "Missed Connection" a la que el sonido de mellotrón la dota de un inequívoco aroma ochentero al igual que la, por momentos, estremecedora y elegante melodía de "Good Feeling",  que es que te dan ganas de sacar a bailar, porque la visualizas, a la chica del pelo cardado que está al fondo del club. Más incisivo es el desarrollo de "Go Getter", que es otra de esas canciones deudoras de los sonidos más puros de bandas como Cheap Trick,  incluidos eso coros casi finales apoyados solo sobre los sonidos de los tambores de una potente batería. Y si hablamos de aromas clásicos es casi inevitable que las referencias del power pop que Kurt Baker ejecuta en "In Love Alone" te recuerden a tipos como Jackson Browne, y es que en ocasiones parece que la melodía podría evolucionar a cantarla en modo falsete.

La acústica con la que empieza "It Was You", la canción que cierra el álbum, te lleva directamente a algún lugar del Manchester profundo que fuera frecuentado por los hermanos Gallagher, bueno, la acústica y la entrada de la batería y los arreglos de cuerda, que es que pareciera que Kurt Baker ha refundido canciones como "Wonderwall" o "Whatever" para componerla, él y su mano derecha Wyatt Funderburk, que es otro tipo de esos que tienen una capacidad innata para la construcción de melodías atemporales. Como el Billie Joe Armstrong de los Green Day que también jugó a esto de refundir canciones en "Good Riddance (Time of Your Life)".

Esta nueva entrega de Kurt Baker, de nuevo con Wicked Cool Records, continúa por el camino emprendido por el disco anterior, esto es, avanzando en su propuesta de seguir ampliando y diversificando su paleta de influencias y desde luego que lo consigue. En realidad todo lo que se escucha te resulta familiar porque las melodías y los patrones rítmicos suenan conocidos, pero esto lejos de ser una desventaja se convierte en una virtud al ser capaz de aglutinarlos en un solo disco sin que por ello, esta variedad estilística, le haga perder sentido unitario. Y huelga decirlo pero el resultado es ampliamente satisfactorio. La hiperactividad parece sentarle bien a Kurt Baker y a su banda, que como queda dicho juega un papel importante en el resultado final. Y lo más sorprendente es que todo lo que contiene se ha pergeñado mientras Kurt Baker graba y publica sencillos, colabora con otros músicos, se va de gira por el este de su país, por Europa, ahora por Japón, ha tenido tiempo hasta para casarse este verano en Estepona y ahora comienza un programa de radio con su mentor, y fundador de la discográfica que publica sus discos, el guitarrista de la E Street Band, Steven Van Zandt. ¿Cómo lo haces Kurt?