Por: Àlex Fraile.
La música trasciende fronteras. Parece una perogrullada, pero no deja de ser una maravillosa evidencia. Basta cerrar los ojos, escuchar unas cuantas melodías para viajar con la mente a territorios lejanos. ¿Así de fácil? No del todo. Tirar de imaginación ayuda, aunque no sería posible sin la poción mágica. Una voz cálida, unos certeros acordes de guitarra, una steel y una letra rebosante de amor y verdad. Todo esto confluye en "Eternity", el primer corte de "My Senses" (Lucinda Records, 2025), el preciosista nuevo disco de la catalana Jodie Cash.
Una artista mayúscula que no necesitó criarse en Nashville ni en Bakersfield para incubar el virus de la americana. Desde bien pequeña Jodie – ventaja de nacer en el seno de una familia de músicos – probó las mieles del country y el rock sureño. Tal como reza su propia biografía creció rodeada de discos de gigantes como Willie Nelson, The Eagles, Creedence Clearwater Revival o Loretta Lynn. Sus influencias van más allá. Nunca ha escondido su apego por artistas como Aretha Franklin, Little Richards o más contemporáneos como Imelda May o la propia Christina Aguilera, por mucho que se escandalicen los más snobs.
Este nuevo disco, si bien evoca a música de raíces americanas no se grabó al otro lado del charco. Ni falta que hacía. Desde los Panorama Room Studios de Sant Climent de Llobregat, Jodie acompañada por la que fuera su banda original en los tiempos de Jodie Cash Fingers – Moisés Sorolla, John Revell, Tüan D Bass y los Toni: Espelta y del Almo – logra el milagro. "My Senses" nos transporta a salones de oeste, carreteras secundarias decoradas por arcoíris. Todo ello sin movernos de casa.
Tras su último trabajo – "Mil noches" (2021) – donde exploró sonidos con dejes de flamenco o rancheras y cantó en castellano, vuelve a sus raíces sin renunciar a ese eclecticismo tan marca de la casa. Ya lo dijo ella misma en una reciente entrevista para el Ruta 66, acuñando la frase de sus queridos Blackberry Smoke: “too country to be rock, too rock to be country”.
Etiquetas al margen, este trabajo irradia verdad por sus cuatro costados. Su reciente maternidad a buen seguro que ha influido, convirtiendo My Senses en su disco más honesto. Un álbum sin artificios que abre con la mencionada "Eternity", un canto hermosísimo a ese nuevo amor que conmueve y roba el corazón desde la primera escucha. Resulta imposible no engancharse a esta balada predestinada a perdurar en el tiempo.
Solo por esta canción ya valdría la pena, pero "My Senses" es mucho más. A lo largo de sus casi cuarenta y cinco minutos el nuevo trabajo de Jodie supone una vía de escape al frenesís que nos rodea. Tras la vaporosa "Mary (Say Goodbye)", "I Miss My Man" – que ya aparecía en el EP "Before My Senses" (2023) – adopta en esta ocasión un tono bluesy con esos medios tiempos y su hermosa voz volando en el aire y marcando el ritmo. "This Lovely Night" nace como un susurro en el oído para convertirse en un introspectivo dueto con una sutil y atmosférica batería. El ritmo sube por momentos con canciones con toques a corridos como "Farru" o la adictiva "Changes in the Wind" – con aires folkies y rockeros – que prometen fuertes emociones en directo.
Cuando uno se da cuenta – tras ese delicado arranque – "Sunday Mornin’ (Alternative Version)" ya sí que obliga a bailar. Del bluegrass al desenfreno de la potente "Comeback Home": genuino country-rock. El violín cobra protagonismo en la dulce ‘If You Knew’ para dar paso a una electrizante sección rítmica en la rockera "Way’s Hard".Desgraciadamente es hora de cerrar el disco y lo hace con otra declaración de intenciones: "When You Are a Woman". Una canción cruda donde Jodie vuelve a demostrar su poderío y sus variados registros sonoros.
Así, sin que uno se de cuenta, transcurre una obra delicada, hermosa, cargada de honestidad. Un trabajo que invita a ser escuchado varias veces y a viajar por la senda del country, el bluegrass o el rock. Un viaje apasionante acompañado de una artista rebosante de clase que bien podría haber nacido donde quisiese. No dejaría de brillar.