Marina: “Princess of Power”


Por: Nuria Pastor Navarro. 

 No hace mucho tiempo, allá por 2015, reinaba en el microcosmos de los adolescentes una red social llamaba Tumblr. Frases bonitas de las películas “teen” del momento, poemas cogidos con pinzas y fotos en blanco y negro rellenaban dicha red, concebida casi como un collage de ideas y pensamientos. Rápidamente, Tumblr se convirtió en una especie de forma de vida, en una estética que motivaba a los adolescentes a llevar medias de rejilla con camisas de cuadros abiertas y el pelo teñido. En el panorama musical, gobernaban los llamados profetas de Tumblr; bandas como Arctic Monkeys, The Neighbourhood y, cómo no, la gran tríada femenina: Lana del Rey, Lorde y Marina and the Diamonds.

Como cualquier tendencia, la era Tumblr quedó atrás y sólo los ahora jóvenes adultos nostálgicos recuerdan cómo se sentía escuchar “Sweater Weather” antes de que se pusiera de moda. Sin embargo, diez años después, los astros se han alineado, y aquellas profetas han vuelto pisando fuerte. Marina, coronada en 2015 como reina adolescente con “Electra Heart”, regresa ahora transformada en princesa del pop con “Princess of Power”, un álbum en mayúsculas —literal y figuradamente—. Tal y como declaró la artista en varias entrevistas, este disco tiene una vena mucho más introspectiva que los anteriores, y los singles que fue lanzando como pequeñas pistas no hicieron más que confirmarlo. En pocas palabras, “Princess of Power” es el grito empoderado que Marina, por fin, ha logrado sacar de su más profundo ser.

La primera canción, homónima al disco, es la perfecta introducción para el viaje que está a punto de comenzar. Con un tono orquestal combinado con momentos tecno, define de forma impoluta el ambiente musical que rodea a todo el álbum, y la letra casi resume el alma e idea de la nueva princesa del poder. Con este tema, Marina da la bienvenida a la nueva era.

Esta idea de transformación la retoma “Butterfly”, primer single ya reseñado en esta revista. Como hará múltiples veces a lo largo del álbum, la artista se despide de su pasado lastrado, abriendo las alas al marcado ritmo pop de su música. Sin darnos un respiro, Marina continúa con “Cuntissimo”, la joya de la corona sin duda alguna. Vestida con una estética casi rococó, nos lanza directamente a la cara todo un himno feminista que rechaza el gastado estereotipo de Bonnie y Clyde para acercarse más a Thelma y Louise. Si el título no lo deja bastante claro, Marina lo declara a viva voz: no piensa dejarse pisar por nadie, y vuelve a brillar con todos sus colores “sirviendo” más que nunca. 

El ritmo de “Cuntissimo” casi te electrocuta, te devuelve a la vida como un desfibrilador, siendo el máximo exponencial de la mezcla de música orquestal con tonos electrónicos que la artista propone para esta era. Es, además, la favorita de los fans, que temblaron cuando Marina la interpretó en Coachella — “Cuntchella”, para ella—. La verdad es que no es difícil imaginar este tema como banda sonora de la película “María Antonieta”, de Sofía Coppola… 

Este alegato de libertad queda reflejado en otras canciones, como la divertida “Rollercoaster”. No obstante, la autodeterminación no es la única temática que vertebra el álbum. “Princess of Power ” destaca por incluir una profunda reflexión sobre el amor en los múltiples prismas que despliega este sentimiento. El amor en la era digital con “Digital Fantasy”, el misterio del enamoramiento con “Je Ne Sais Quot” o el lado más festivo y divertido del amor con “con “I 3 U” o “Cupid´s Girl”: Marina no se deja ningún cabo suelto.

Sin embargo, también deja espacio para algunas baladas más profundas. “Metallic Stallion” y “Hello Kitty” salpican algo de tristeza esperanzadora al álbum, mientras que “Everybody Knows I´m Sad” rompe los moldes de lo que normalmente es una balada e inyecta un ritmo pegadizo y animado a una letra que se revuelca en la soledad y la duda. Pero si hay una canción que realmente hace escocer las heridas es “Adult Girl”. En ella, Marina reflexiona sobre su adolescencia perdida en casi una charla con su niña interior. “Now I´m too old to die young, but at least I had some fun / Spent my twenties on the run dreamin´ of suicide and love”, declara de forma descorazonadora. A pesar de todo, la cantante consigue mantener un tono optimista de fondo en toda la canción, reflejando el nuevo espíritu que la caracteriza ahora.

Y tras esta montaña rusa de emociones, llegamos a “Final Boss”, que, como si de un videojuego se tratara, marca la batalla final de Marina contra sus demonios. Con una marcada influencia de los sonidos y músicas de videojuegos clásicos, la artista presenta su victoria frente a su rival —posiblemente alguien que la hirió en el pasado—, finalizando el disco con un “Game Over” casi burlón.

Con el silencio que sigue, el oyente respira profundamente, y piensa en todo lo que representa “Princess OF Power”. Marina consigue romper numerosas cadenas que la ataban pesadamente, reforzando a la vez el alegato feminista que ya lanzaba en “Ancient Dreams In A Modern Land”. Crea un nuevo camino en el que no importan las opiniones ajenas. Hibrida géneros, ideas, tonos y hasta renueva la música disco. 

Es cierto que todo ello dista bastante de la “Teen Idle” que fue en 2015, pero, en el fondo, la esencia permanece. Una mariposa, al fin y al cabo, no deja de ser la misma oruga por haber pasado por una metamorfosis. Simplemente, ahora tiene la capacidad de volar… Justo como la nueva Marina.