Durand Jones & The Indications: “Flowers”


Por: Juanjo Frontera. 

Pues, oiga, creo que ya he encontrado mi disco ideal para este verano (con el permiso del último de Yaya Bey). Y eso que sus autores no han querido hacer precisamente un disco rendido al hedonismo y completamente despreocupado, como debería ser el caso. No, Durand Jones & The Indications han hecho deliberadamente un disco maduro, con un sonido que muestra clara evolución respecto a sus anteriores entregas y con preocupación, en el aspecto lírico, por temas importantes. Pero oiga, a mi así, a bote pronto, lo que me produce el escucharlo es una sensación de frescor en el mes de julio que ni una caña bien tirada en el centro de Madrid

Con su más de una década de existencia, la banda de Indiana se consolidó hace ya tiempo como uno de los grandes referentes de esta corriente retro soul que afortunadamente inunda nuestros oídos desde hace algunos años. Tanto, que hasta se han permitido tener spin-offs casi igual de celebrados, como lo han sido los dos discos en solitario de su baterista (y también vocalista de falsetto sedoso) Aaron Frazer, el magnífico y consciente disco en solitario ("Wait Til I Get Over") que publicó su frontman hace un par de años, o las aventuras extramatrimoniales del guitarrista Blake Rhein, el teclista Steve Okonski o el bajista Michael Isvara Montgomery, que tampoco han andado nada ociosos colaborando con casi todo el mundo. 

Así las cosas, por supuesto que para su quinto disco la banda se ha tomado el tiempo necesario. De hecho, eso se nota en el resultado. Es un disco cocinado a fuego lento. Su anterior disco de estudio, el bailongo "Private Space", aparecía en julio de 2021. Desde entonces, como decíamos en el anterior párrafo, la banda no ha estado quieta, pero sí desperdigada. Eso les ha hecho ver las cosas de otra manera. Para Flowers, eligieron como escenario una de las cunas del soul, la ciudad de Chicago, donde su guitarrista Blake Rhein tiene su domicilio y estudio. Y algo habría en el ambiente, porque parece a la vez que no ha pasado el tiempo y que han crecido enormemente como banda. 

Se notaba con el primer sencillo de adelanto, un proverbial “Been so long” que llegaba a nuestros oídos en marzo de este año y en la que encontrábamos una textura muy cercana a aquél sonido quiet storm que inauguró Smokey en los setenta con su disco de mismo nombre y que tanta cola ha traído al soul. Con unos arreglos sutiles y de una elegancia incontestable, la canción ya daba pistas del conjunto que estaba por llegar, con esa portada, obra de Andrea Peterson, que parece sacada de la época azul de Picasso y muestra un jarrón con las flores a las que alude el título. Y que anuncia un disco sereno, luminoso, sexy, pero no exento de profundidad. Así podríamos definirlo.

Tanto aquél single como la totalidad del resto de canciones no te sueltan ni por un segundo. Con “Paradise” y esa cadencia entre Sade y Donny Hathaway que se gasta ya tenemos esa sensación de sosiego, de querer besar a alguien en una piscina, que no nos abandonará hasta el final de la secuencia. Por el camino, todo dianas: “Lover’s holiday” es un single perfecto para bailar sin aspavientos, para mirar al ser deseado con dulzura. Lo mismo pasa con “Really wanna be with you” y su recuerdo tan claro a las producciones de Gamble y Huff en Philadelphia. Puro Harold Melvin & The Blue Notes, igual que la final y gloriosa “Without you”, más centrada en llevarnos a la cama. 

Ambas caras de la moneda, el baile y la sensualidad más tórrida, están presentes en un conjunto de canciones que sin embargo apela líricamente al al amor, a la pérdida, al paso del tiempo, al crecimiento personal o a la complejidad de las relaciones y que no necesita hablar de playas y sol para ser el disco perfecto para amenizar tu verano a ritmo del mejor soul que sabe destilar una banda en el top de su juego que vuelve tras largo tiempo a reclamar su trono ¡Así que a disfrutar! (lo que nos dejen).