The Farm: "Let The Music (Take Control)"


Por: Begoña Serralvo Titos. 

The Farm regresa con nuevo disco tras treinta años sin pasar por un estudio de grabación. "Let the music (take control)" mantiene el espíritu combativo y eufórico que definió a la banda en los años noventa, actualizando sus melodías con muchas influencias del nuevo milenio.

Desde el primer tema, “Forever & ever”, queda claro que el grupo de Liverpool no ha perdido pulso: Las bases electrónicas han evolucionado, mezclándose con sintetizadores densos, ritmos breakbeat y líneas de bajo, reminiscencia del acid house clásico junto a ritmos más contemporáneos. Todo ello bajo la misma consigna: escapar a través del sonido, entregarse al beat y encontrar comunidad en la pista.

Líricamente, el disco retoma el cariz directo y políticamente cargado de sus inicios, pero con una mirada más reflexiva y profunda. “Moment in time” retrata la rutina laboral en una ciudad impersonal, con versos secos y ritmos tensos que desembocan en un estribillo liberador. En “Breathe" la banda se adentra en la ansiedad colectiva y la hiperconexión digital, contraponiéndola con la liberación del cuerpo en movimiento. El contraste entre letras críticas y arreglos vibrantes crea una tensión vital que atraviesa todo el álbum.

En el centro del disco, “That feeling” ofrece una oda a los supervivientes de la pista, a quienes siguen creyendo en el poder del beat como ritual compartido. Es melodía cálida pero contundente, con ecos que se desvanecen lentamente, como el último baile antes del amanecer porque, si algo caracteriza a los diez temas que componen este largo es, sin duda, la invitación a bailar. No es casualidad que el tema que da título al disco, “Let The Music (Take Control)” sea un himno post-rave para tiempos inciertos. Con voces distorsionadas, tempo ralentizado y una atmósfera casi cinematográfica, condensa el espíritu del álbum: una invitación a dejarse llevar por el ritmo como forma de supervivencia emocional y comunión colectiva. 

El álbum transcurre hasta el cierre con “Eternity”, un respiro melódico con tintes melancólicos. Su estructura más pausada, casi baladesca, resalta la voz principal, que aquí suena más vulnerable. La canción se convierte en una especie de manifiesto emocional donde el recuerdo del pasado no es peso, sino impulso.

Treinta años después, The Farm no solo vuelve: demuestra que el beat sigue siendo un acto de resistencia, una forma de estar vivos. Este disco no es solo un regreso: es una declaración de principios.