Pistones – Un regreso inesperado

31 de mayo del 2014 sala Amor Brujo

Tras agotar su primera fecha en la misma sala, conseguimos una preciada entrada para el segundo día. Sin apenas promoción, la vuelta al ruedo musical de Ricardo Chirinos era recibida con dos llenos. Y es que las canciones de Pistones han permanecido en la memoria de los buenos aficionados siendo consideradas como de las mejores que se han escrito en el pop en castellano, algo que no se olvida.

Nuestra primera reacción al llegar al local fue la de decepción ante la estrechez del sitio, el calor y una imposibilidad de moverse que condicionó un poco el inicio del show. Hacía tanto calor encima del escenario que se les llegaron a desafinar las guitarras al grupo. Así que las tres primeras canciones: Las siete menos cuarto, Amiga Lola y Flores condenadas, no sonaron como debieran. Una vez solucionados los problemas iniciales y el nerviosismo propio de llevar casi veinte años sin tocar, Chirinos y sus nuevos compañeros (de la última formación sólo queda José Marín, el bajista) empezaron a sentirse cómodos en escena, sobre todo con los temas de la última y reivindicable época, cuando grabaron Entre dos fuegos (1992). De ahí sonaron con fuerza Vivo para caminar, La escapada, Caravanas al Sur, Despertarte o la que da título al disco. A partir de ahí todo fue a mejor, reivindicando sus mejores temas como Que el sol te dé, del olvidado Canciones de lustre (1986), un single que de haberse promocionado bien en su momento hoy sería un clásico. 

La gente se entregó con Persecución y Metadona, que contó con la colaboración del guitarrista y productor José Nortes, un auténtico huracán en escena que insufló su energía, subiendo enteros al espectáculo a partir de ese momento.

Fue una noche de reencuentros, entre el público se encontraba el antiguo teclista de la banda, Frank Lopez, quien subió al escenario para abrazar a su viejo compinche. No hubiera estado nada mal que hubiera aparecido Ambite, cofundador, para una velada completa. Seguro que habrá otra ocasión. 

El final fue realmente emocionante, con la banda ya perfectamente engrasada interpretaron su mayor éxito, El pistolero, con la que se despidieron momentáneamente. En el bis, solo con su acústica, Ricardo bordó una estupenda versión de Persiguiendo sombras, una de las más desconocidas piezas de Antonio Vega con Nacha Pop y que sirvió como homenaje al desaparecido músico madrileño. 

El repaso fue completo por todas las etapas del grupo, desde las más desconocidas como Cien veces no (1987), hasta su primeros y exitosos inicios de Los Ramones (1982), con la que terminaron con una cerrada ovación. Las caras de felicidad lo decían todo, esto sólo ha sido un primer paso para una vuelta definitiva, ¡bienvenidos Pistones, os echábamos de menos! 

Texto y fotos: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”