Entrevista: Hotel de Marte


"Este disco ha sido un camino en la búsqueda de un sonido retro pero sin perder nuestra esencia"

Por: Javier López Romo 

Hotel de Marte es un grupo de rock proveniente de Zaragoza que reivindica el sonido más americano pero hecho en español. Es de esas bandas a las que le encanta hacer canciones y defenderlas sobre la tarima de un escenario. “En el camino”, es el primer adelanto del disco homónimo de Hotel de Marte, que ha cambiado su nombre, antes sólo Hotel, pero no sus raíces de rock setentero. Un disco que defendieron en directo el 27 de Noviembre, en el Rock & Blues, de Zaragoza. 

Un trabajo homónimo grabado en Audio Feeling de Zaragoza bajo la batuta de Diego García y con el buen hacer de Jesús Pérez, vocalista principal y compositor, en las ayudas de cooprodución. Completan la banda Jaime Lasaosa, en la guitarra, Beatriz Pérez con el teclado, Luis Gómez desde el bajo, y Héctor Salvador frente a su batería. 

¿Es esta la mejor formación para un grupo de rock&roll? 

Jesús Pérez: Para mí es muy completa, sí, podemos añadir a las grabaciones congas, colaboraciones varias, pero el esqueleto del rock and roll es esto. 

Coincidiendo con el nuevo nombre ¿Era importante sacar nuevo disco al mercado? 

J: La verdad es que fue en el último momento cuando hemos actualizado el nombre del grupo. Llevaba tiempo pensando en ello, era muy difícil encontrarnos en internet llamándonos Hotel a secas, y el título de uno de los temas nuevos nos dio la solución. Eso, y la hermana de la teclista, que nos proporcionó la idea. Así que, gracias, Nati.

Estamos muy contentos con este nuevo nombre, remite a imágenes de Marc Bolan, con su tema “Ballrooms of mars”, la idea de no ser de este planeta también nos atrae (risas). Son cosas nuestras y de David Bowie… que son siempre buenas cosas. 

¿Es un buen momento ahora, dentro de la nueva normalidad, para defender este bonito trabajo?

J: Ni idea. Queremos que se escuche este disco, tocarlo en directo y disfrutar de la vida, para nosotros la música es esto. 

¿Qué sonidos defendéis en este álbum? 

J: Estoy muy contento con el sonido de este disco, lo hemos producido Diego García y yo mismo, ha sido un camino interesante en la búsqueda de un sonido retro pero sin perder nuestra esencia. 

¿De cuantos discos dispone Hotel de Marte, antes de llamarse así? 

J: Este es nuestro segundo LP. El primero fue “Tiempo de luz” y ahora “Hotel de Marte”. Antes sacamos varios Eps, “La suite de Marc Star”,”Mujer satélite”… Llevamos ya un tiempo... 

Recuerdo, o tengo la sensación impresa en mi disco duro, que fue en Gijón, en el 2013, en un concierto de Bruce Springsteen, cuando alguien me habló de un grupo de Zaragoza que hacían buen rock and roll basado en las profundas raíces del rock americano. Estaba a nuestro lado en el pit, y viendo nuestra marca del Stone Pony, club de fans de Bruce en España, nos entró directamente presentándose como un tal Rafa Dominguez, guitarrista durante muchos años del “Huracán Ambulante” de Enrique Bunbury, y nos pasó un documento, que yo dejé aparcado y que muchos años después recuperé bajo la manager de Hotel, era un trabajo titulado “Tiempo de Luz”. Me gustó, sí, pero no le presté la atención necesaria en aquellos tiempos. Ahora ya es otra cosa.

¿Qué fue de aquel trabajo? 

J: ¿Tiempo de luz…? Hay muy buenos temas y grandísimas alegrías con ese disco. La producción estaba menos pensada que en éste, ahora creo que somos más detallistas, aunque siempre lo hemos sido… Es lo lógico, una evolución…¡Yo creo que es un discazo! (Risas) 

En este nuevo disco encuentro muchas huellas de los grandes, como Chris Robinson, Black Crowes, Neil Young, Eric Clapton y otros ediles del genuino rock americano, ¿Es este vuestro bagaje musical? ¿Vuestro sonido perfecto? 

 J: A mí me gusta mucho la música que se hizo a finales de los 60 y principios de los 70, grupos que juntaban el soul y el rock and roll: Eric Clapton, Leon Russell, Joe Cocker… y mil más. En esos años dieron en la diana. Chris Robinson Brotherhood también es muy importante para mí, por supuesto. 

¿Cómo fue la grabación del disco y de esas canciones que cabalgan a lomos de un caballo desbocado y sin montura? 

J: La grabación ha sido un largo proceso por culpa de la pandemia y mil cosas más. Nos gustaría no espaciar tanto a la hora de sacar disco, pero las cosas a veces son así, para bien o para mal. Esta vez fue para bien. Hemos tenido la suerte de grabar en el estudio de Diego, que es una persona increíble. Un tipo que seguro va a triunfar. Ha conseguido sacar el sonido que buscaba. 

Es un disco muy cuidadoso en matices y detalles... 

J: Siempre hemos sido bastante detallistas, en el grupo cada cual busca su sitio y eso es interesante, son buenísimos músicos. Es una suerte estar en un grupo con ellos 

El disco está muy inspirado en un viaje por California buscando un sonido orgánico de otras épocas. ¿Te parece que lo desgranemos canción a canción? 

J: Vayamos a ello… 

“En el camino”: Una canción dedicada a Jerry García, y sus entrevistas, en las  que se intuye que es un autentico hippy y sus ganas (no conseguidas) de no dejar constancia de su paso por este mundo. 

J: Descubrí a Jerry García y me volví loco, me encanta, su actitud, su grandeza, su sinceridad, su buen gusto. Grateful Dead es un estilo de vida, aquí no son muy conocidos, pero en Estados Unidos son números uno. 

“San Francisco”: En vuestro viaje por la costa oeste quedasteis fascinados por esa ciudad, sus películas (Bullit), y por supuesto, sus grupos de música, ¿no?

J: San Francisco… Buen lugar, si señor… Viajar es una cosa maravillosa que abre la mente. Es una canción de rendición a esa ciudad, a sus grupos, (la muerte y García) es otro homenaje a los Grateful Dead; al Ford Mustang, a viajar sin prisas por la costa oeste, y el placer de estar en el sitio correcto, en el mejor momento, de un idílico viaje en un mundo perfecto como puede ser California. Ahí radican impresionantes grupos que nacen y viven por el Rock and Roll. Todo es magia, todo es música, todo son buenos momentos… 

"No mires atrás", letra de Beatriz (teclista), inspirada en la importancia de sintonizar con nuestras emociones para sintonizar también con los demás. 

J: La energía positiva es muy importante, hay que dar sentido a las cosas desde una visión acertada. ¡Buen tema! Es el perfecto vinculo receptivo hacia la razón, o al claro entendimiento, en este caso, hacia los estímulos del oído, más que nada; o quizás hacia la visión. Es importante tanto ver, oír como sentir en una canción donde todo depende de este entendimiento. Si unes todos los referentes, el resultado será espectacular. 

“Plomo en el vacío”: Canción que proviene de un poema que aparece en el libro Psicokillers de Jorge Nebra. habla del destino y de la tristeza. 

J: Yo creo que es un tema en el que tienes que abrir la mente y ver a través del arte, nada es más enriquecedor. La poesía o el cine con mayúsculas, libros… no hay inspiración sin esto. Pero sí que es cierto que no sabemos cuál es nuestro destino, y quién nos coloca en cualquier lugar hoy en día, al igual que las tristezas nunca vienen solas, y si se apoderan de los estados de ánimo de cualquiera… eso es plomo en el vacío.

“Deja volar tus sueños” es exactamente eso, lo que quiere expresar la canción, libertad y ánimo para intentar las cosas. 

J: Esta es la primera canción que compuse de encargo, me dijeron, necesitamos un tema para una historia de baloncesto. Me dije, voy a probar, y salió este tema. Yo pensaba en la peli de los setenta que me ponía mi hermano, Basket Music… (Risas) 

“Eric”. Un tema dedicado a Eric Clapton, muy influyente en la música de aquellos 60 y 70, y en vuestro grupo. 

J: Escribí este tema a raíz de leer su biografía, muy dura, pero es que este tío ha estado siempre bien acompañado. Soy muy fan de sus primeros discos y de sus primeros grupos. Eric Clapton es ese rock & blues británico que tanto fascina, por lo que es, por lo que genera, por lo musical y por lo que ha sufrido, amado y vivido. Es un puto Crack. 

“Aunque no quiera”. En este tema se quiere expresar que aunque las cosas vayan mal, merece la pena seguir adelante. 

J: Hay frases importantes en esta canción. Es un poco sobre lo que te han enseñado de niño, que nunca se puede dejar atrás, y gracias que sea así, en mi caso por lo menos. El solo de guitarra final es increíble… ¡Jaime es así! 

“Los ángeles caídos”. Tema dedicado a Gram Parsons, un referente en la música americana. Una gran historia la de su ataúd robado en el aeropuerto…. 

J: Poco mas que decir, los Flying Burrito Brothers!!! Vaya música americana cósmica… 

“Bailas”. Buscando sensaciones de la noche y del momento del encuentro… ¿Es así? 

J: Nuestro primer mellotron, que simula los violines y que usaban The Beatles. Un tema light que busca disfrutar del baile y del momento. 

 El hotel de marte”. Buscando el espíritu de Grateful Dead.  

J: Me encanta esta canción. Simplemente es jugar con las palabras. Metemos nuestros primeros sintetizadores en este tema, lo merecía.

Estamos ante un disco que busca sonar en sí mismo como sus referentes, grupos como The Band, The Rolling Stones, o muchos otros… De la música actual se interesa por el tipo de sonido de Neal Francis, pero sobre todo mirar a los sesenta y setenta sin dejar de lado su puro sonido, y llegando cada más lejos, hasta acercarse al mismísimo “Joshua Tree”, donde explorar nuevos sonidos de la Costa Oeste sin dejar de ser ellos mismos. Y es que sus canciones van desbocadas en medios tiempos de claras emociones, de sonidos robustos, pero con el cuidado de pulir la obra con matices y detalles, alcanzando el sentimiento necesario para calar hondo en los corazones de sus fans más acérrimos. ¿Y qué conseguimos con esto? Nada, tan sólo ese crepitar de guitarras, que rugen como afiladas espadas en una lucha interna.

Dicen, a veces, que en ese trayecto de la seducción musical, se busca, o tiene como finalidad, encontrar aquello que encaja, divierte o escucha. ·En este caso en concreto, Hotel de Marte supone la seducción que ofrece escuchar acordes de rock. No sé amigos lectores si os pasa lo que a mí, pero este tipo de sonidos son como un amor recién nacido, en el que te involucras por que sientes la necesidad de amar y ser amado, de escuchar esos ambientes que te llegan desde el otro lado del Océano Pacifico, ya sea por viajes, rutas, o el propio aprendizaje, en este caso traídos desde una ciudad como puede ser Zaragoza. Y es que estos chicos, que desempolvan sus vinilos de clásicos como Lenny Kravitz, Bruce Springsteen, Eric Clapton, The Rolling Stones, The Beatles, Curtis Mayfield, Bowie, Neil Young, , son personas que están muy introducidos en este género musical esplendoroso. 

No quiero acabar este artículo sin comentar esas bellas fotos que identifican al álbum, hechas en el Hotel Oasis de Fraga, porque Hotel de Marte, es mucho Hotel. Tanto como buscar un hotel con vistas al mar, un hotel con rastros de nieve y frío, e incluso un confortante hotel donde disfrutar de los más y mejores paisajes de tu vida. Pero siempre un Hotel, ahora convertido en Hotel de Marte, con una nueva identidad, y su nueva realidad.

La ciudad del viento es mecida a capricho del cierzo. Sobre el asfalto de las calles de Zaragoza cae una fina lluvia que humedece sus huesos hasta el punto de hacerlos brillar en una tarde de un completo anochecer. Miro el reloj y me da la impresión de que voy a llegar tarde, el taxista intenta esquivar los semáforos en rojo, pero no tenemos suerte. Ya la mánager Pilar Vázquez me lo dijo: “deberás de estar con tiempo suficiente en la sala”, y tenía razón, la cola llegaba hasta donde el día anterior habíamos estado tomando cervezas y aperitivos, “El tubo”. Es lenta porque piden el certificado Covid, lo tengo descargado en mi móvil que perdí en el taxi y que después recuperé por la gracia de Dios. Así que me abro paso entre la gente y llego dos canciones tarde. Jesús se esconde bajo sus gafas de sol Ray Ban, su torso lo cubre una camiseta gris que reza Gram Parsons, unos vaqueros desgastados acampanados, al estilo hippy californiano de los 60, y sus botas country puntiagudas; es el puro y claro rock setentero, lo luce, lo vive y lo disfruta como un campeón en su bóxer, como en el videoclip de “La vieja señal”. 

Pilar me hace desde lejos un guiño como diciéndome dónde coño estabas, junto mis manos como pidiendo perdón, después le explico. Tan sólo me he perdido la primera, “Mujer Satélite”, en la segunda yo y mi cámara ya estamos listos para defender “Tiempo de Luz” y el resto del concierto. La sala sigue como el día anterior, con un calor asfixiante, el aire acondicionado no existe, y si en la ciudad del viento éste sigue soplando a puro pulmón, se suda, si; y la camiseta de Gram Parsons se torna en un gris más húmedo. Me quedo con la certeza de que esa noche estaba prevista para el éxito. Después de “Tiempo de luz” llega “Bailas” y “Plomo en el vacuo”, todo se acelera; la guitarra de Jaime Lasaosa, me enloquece hasta el punto de que Neils tendría que aprender algo de este maño, me fijo tanto en él, que le considero como un gran orfebre y mejor maestro de la seis cuerdas. Entre “Ningún lugar” y “No mires atrás”, el rock permanece vivo; intenso, febril, enérgico y apasionado... Hay un duelo en las guitarras de Jaime y Jesús, es como llevar afiladas cuerdas a un combate sin ningún vencedor en la pelea, y es que en el fondo los dos aspiran a lo mismo, al espectáculo, a la magia de tocar para un público sabedor de sus encantos. No es ninguna mentira si se afirma que Hotel de Marte es la mejor banda aragonesa, al menos lo que mis oídos percibieron más tarde una vez concluido el show.

“San Francisco” y “Eric” son dos trallazos consecutivos para ambientar una sala, que ya estaba rendida al hechizo de Hotel de Marte: la primera, porque en esa costa oeste todo es magia, música, y todos son excelentes momentos de vivencias únicas, y la segunda porque Eric Clapton es el valiente amo del rock& blues, un británico de un innegable lujo musical,y lo que genera es una fascinación absoluta. Lo defienden como gladiadores en la arena de un anfiteatro romano. La batería de Héctor resuena en la sala tan contundente como enérgica, la fuerza en esas muñecas golpeando los platillos y el ritmo en sus pies sobre el pedal de un bombo que parece romperse a los golpes fijos de sus baquetas sobre los tambores. Todo tiene un equilibrio, natural y auténtico. Les sigue “Aunque no quiera”, “Caminos estrechos” y “La vieja señal”, esta última dedicada al ex-boxeador Alfredo Evangelista. Todo es como un aura, el bajo de Luis llega más alllá de esos graves que alteran lo armónico, siempre estableciendo el tiempo y las formas de un acompañamiento espectacular. Suena muy compacto, también transmitiendo esos sonidos rítmicos sostenidos, no es una guitarra pero Luis casi lo lleva a eso. En “ Hotel de Marte”, canción homónima del disco, es como un tema boscoso de innumerables paisajes; pueden ser lunares, de planetas, o terrícolas, pero aquí surgen los sintetizadores de Beatriz Pérez, en los que nos manda una clara señal a través de infinitos circuitos, generando señales eléctricas y creando nuevos timbres que tanto bien nos hace. Esos finos dedos sobre un teclado en blanco y negro hacen presagiar unas escaramuzas, con las que mostrar todas las armas de su versátil magia.

En “Los ángeles caídos”, bajo esa camiseta con su logo y el nombre de Gram Parsons, noto como si el mal y el bien hacen sus paces, como si Gabriel y Lucifer se van de copas y acaban en un concierto de Hotel. Como si lo bueno y lo malo conlleva una revolución, pero hay que pronunciarse, y eso implica más valor, más imaginación y más sagacidad que cualquier sumisión. Ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos, hay que estar avizor si quieres realmente salirte por la tangente. “En el camino” y “Deja volar tus sueños” son el final de fiesta. Y qué fiesta. Miro incrédulo al público que parece poseído por lo que sobre un pobre escenario ven la esencia, las formas, las maneras, de una banda que suda, vive por y para el rock; y esto es una garantía, de éxito o de vivencia personal, de empatía y sueños, de libertad, ser libre es asumir siempre algún riesgo, y Hotel de Marte los asumirá.

El concierto acaba con un sabor de boca a cerveza, a tequila, o como yo, a un Jack Daniels seco, sin hielo. Más calor para el cuerpo, como si ya no fuese suficiente con el que hacía en el interior del Rock Blues Café. Pero la ocasión lo merecía y el trabajo ya está hecho. Pero no, lo tomo de un trago acelerado ya que queda aún el bis, y no quiero perderme este “Jumpin Jack Flash” de los Rolling Stones. La sala se enerva, se ensalza. Sobre la tarima el mejor fin de fiesta, que en un concierto de Hotel de Marte la bordan, la hacen suya, la viven y la disfrutan, es el mejor colofón a una gran noche. Noches así son las que necesitamos los que creemos que el R&R todavía no ha muerto y sigue más vivo que nunca. Gracias chicos por tanto... 

En todo caso, pongo siempre en los demás, pese a tener mi propia certeza, conocer quiénes son Hotel de Marte y lo que ellos defienden, que no es otra cosa que un rock de una alta graduación alcohólica. Y aún tengo más cosas que decir, o de expresar: Yo pensé aquella noche que las gracias debería dárselas yo a ellos, por su vitalidad, por su entrega, por su simpatía en el más alto sentido, por su ejemplo y por su total confianza mutua; por su rock and roll, por permitirme tocar en su puerta y abrirla sin reparos, porque después de tantos meses en la oscuridad bajo un cielo desnudo, pasé una maravillosa velada de puro Rock and roll… No sé si será bastante, para los que no los conozcáis, dejaros caer por cualquier Hotel de Marte; en recepción, tendréis las llaves y las claves para llevaros a casa una espléndida banda de rock and roll...