La siempre provocadora Sinéad O’Connor se ha ganado a pulso su derecho a hacer lo que le dé la gana. Rompió la foto del Papa, le hicieron llorar y abandonar el escenario en el concierto 30 Aniversario de Bob Dylan, buscó novio por internet o se declaró fascinada y ansiosa de sexo anal. Pero todo esto no son más que anécdotas para una veteranísima de sólo 47 años que tuvo su primer éxito a los 20 o que llegó a los hogares de todo el mundo con su incomparable versión del Nothing compares 2 U de Prince.
También ha colaborado a lo largo de todos estos años con figuras de primer nivel y de etilos muy dispares como Peter Gabriel, The Chieftains o Massive Attack. Pero es que ella también practica estilos muy dispares como demostró en su anterior y muy buen recibido How About I Be Me (And You Be You)?
Esa misma y merecida recepción está teniendo con este décimo disco de estudio tras fichar por el prestigioso sello Nettwerk Productions (Peter Murphy, Run River North, Family Of The Year, Jake Owen y mil artistas interesantes y variados más).
El tema que tituló su disco anterior abre con una buena melodía pop. Las voces y las guitarras eléctricas más rock llegan con Kisses like mine o en la agresiva y estupenda The voice of my doctor.
No faltan sus habituales destellos folk como los del melódico medio tiempo titulado The Vishnu room. Tampoco los arreglos más tecnificados como los del oscuro e inquietante lento titulado Harbour que puede tener algo de Peter Gabriel, pero que luego adquiere una violencia casi punk en las guitarras al estilo de The Fall y en la percusión, para acabar a voz en grito casi como la inicial PJ Harvey. 8 good reasons es otra buena razón en formas lentas para quererla y cuando escuché por primera vez Take me to church ya pensé que era un claro single por su gran estribillo y su tono épico para cantar. Luego me he enterado que sí que es el primer single de un trabajo con varios posibles más.
Otra prueba se su eclecticismo
es un título como James Brown (with Seun Kuti). Para cerrar se guarda la repleta de emoción Streetcars, casi a pelo con el piano y su voz y otra más de sus atrevidas historias, porque también marca la diferencia con sus letras. ¡Siempre revolucionaria!
Txema Mañeru