“Super Duper Alice Cooper”

Dir.- Reginal Harkema, Scout Mc Fadyen, Sam Dunn- Canada 2014 (87 Min)

Super Duper Alice Cooper narra la historia de cómo el nombre de una banda pasa a ser el de un personaje, y de cómo este personaje devora atrozmente a la persona de detrás, hasta que ésta supera los obstáculos hasta aprender a cargar con él. 

A principios de los cincuenta Vincent Damon Furnier, un joven muchacho de Phoenix (oriundo de la fría Detroit) e hijo de un pastor, empieza a interesarse por el arte y por el surrealismo (la figura de Dalí captará su atención) hasta que decide imitar a sus ídolos Beatles,  lo que le lleva a subirse junto a unos amigos encima de los escenarios. Tras el subidón que siente decide formar con ellos la banda de Earvings,  que posteriormente pasará a llamarse Spiders hasta adoptar el definitivo Alice Cooper, este último decidido mientras jugaban a la güija. 

Tras ganarse cierta fama en Arizona la formación decide marcharse hacia Los Angeles en busca de la fama. Allí conocerán a un grupo de chicas (GTOs) que cambiará su estética y actitud e introducirá en el mundo de las drogas y la bebida. Vecinas de Frank Zappa, los muchachos graban su primer disco con el sello de aquel mientras conocen a su manager Shep Gordon y comparten porros con Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison. Pero la California hippie no encaja bien su dureza sonora y su agresividad escénica. 

Rendidos, los Alice Cooper emprenden una precaria gira por todos los EEUU hasta que reciben una oferta para actuar en Detroit junto a MC5 y los Stooges. Y allí empieza su fortuna. Su rock duro viene a las mil maravillas para las tendencias de la ciudad de la Motown de finales de los sesenta, en donde empiezan a cosechar cierta fama gracias a singles como I’ m Eighteen y School’ s Out. Con el éxito vienen los conciertos donde los números provocadores y sorpresivos se van incrementando, focalizados en el personaje de su frontman y vocalista Vincent cuyo carisma será absorbido por los medios de comunicación.  Serpientes encima del escenario, asesinatos de patos, batallas campales sobre las tablas, ahorcamientos simulados, falsas guillotinas, y un sinfín de recursos más para el fervor del respetable. 

Con ello, la banda poco a poco va perdiendo una identidad que pasa a su cara visible hasta que ésta se disuelve en beneficio de la carrera en solitario del solista. Casado con una bailarina con quien tiene una hija, el bueno de Vincent, o Alice, entra/cae en las redes de la popularidad y se refugia en el alcoholismo hasta que tiene que parar para desintoxicarse en un manicomio. Aparentemente curado de su adicción decide volver al ruedo y entra en contacto con Bernie Taupin con quien escribe canciones sobre sus experiencias en el sanatorio. Pero su nuevo socio le introduce a la cocaína empezando una nueva espiral adictiva. 

Después de largas luchas y con la ayuda de su familia el bueno de Vincent resurge de sus cenizas para encarar una década de los ochenta en el que se erige de padrino del heavy-metal, movimiento en auge por entonces que lo recibe con los brazos abiertos. Desde entonces lejos de las drogas y la bebida, la persona ha sabido compaginar su vida privada con el personaje público. Su tormenta había terminado. 

Esta historia centra un ágil y entretenido documental que utiliza muy bien las imágenes, crea ilustrativos montajes, introduce trozos de vetustas películas de serie B de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, a la vez que conecta con comentarios de los protagonistas y de artistas invitados como Elton John, John Lydon o Iggy Pop sin aparecer sus entrevistas. 

El gran "pero" del film lo encontramos en la parte musical, con una pésima utilización de las canciones, un nulo repaso de los discos cardinales y sobre todo en el hecho de que se centra injustamente en el relato personal y elude el relato de la trayectoria artística-musical y de la formación original de los primeros años de la década de los setenta, periodo fundamental de la banda e imprescindible para comprender la evolución del hard-rock. Un colectivo cuya grandeza fue más allá de las extravagancias y del irrefutable carisma de su líder y usurpador del nombre. 

Alejandro Guimerà