Javier Escorzo: “Balmoral. Loquillo, por un instante, la eternidad”


Por: Javier González

Buen tino el que ha tenido Javier Escorzo al lanzarse a la aventura de glosar en una pormenorizada obra un disco como Bamoral. Un trabajo fundamental dentro de nuestra música más reciente que supuso perfilar el círculo que definía el personaje de Loquillo en plena madurez al cien por cien. 

Cabe recordar que el de El Clot acababa de cerrar recientemente su periplo junto a Trogloditas, dando rienda suelta a todos sus gustos e inquietudes, fundiendo en un solo álbum el rock heterodoxo, su amor por la poesía y un amplio abanico de sonoridades que trabajadas con absoluta elegancia le acercaban por concepto a gloriosos pasajes musicales de clara tradición europea, dando de esta forma el pistoletazo de salida de una vez por todas a su carrera en solitario.

Un conjunto de páginas pormenorizadas enlazando precedentes y vivencias repletas de interés, trazando un sesudo examen a la trayectoria previa de Loquillo, su relación con los medios y discográficas, así como su particular travesía del desierto de los años noventa, donde supo cobijarse en salas de aforo más reducido, rodearse de nuevos colaboradores y sobre todo atacar proyectos valientes con presupuestos ciertamente inquietantes que fueron perfilando lo que sería un futuro de triunfos en el que quizás solo confiaban José María Sanz y Gabriel Sopeña

Se otorga voz a colaboradores esenciales que conformaron el núcleo duro, especialmente brillantes los apuntes de Igor Paskual, sangre fresca en su día y actual mano derecha del Loco, Jaime Stinus, figura esencial en la producción de las obras que han posibilitado la segunda edad de oro del barcelonés, y de Gabriel Sopeña, compañero de fatigas, versos y proyectos en la sombra que finalmente han gozado del beneplácito de crítica y público. Página a página se desmenuzan los pormenores de “Balmoral”, un disco con concepto y sonoridades muy definidas que supuso el salto mortal que nuestro rock necesitaba para demostrar de una vez por todas que en España se podía facturar música madura con cuajo, solvencia, elegancia y arrestos. 

En la sombra aparece Javier Escorzo, cosiendo las costuras y dando velocidad, voz y contexto a opiniones de grandes nombres de nuestra música, desde compañeros cantantes, Jaime Urrutia, Carlos Segarra o Andrés Calamaro, por citar unos pocos, hasta hombres de confianza de la guardiana pretoriana de la banda, Laurent Castagnet, y capos de su discográfica como David Bonilla, Warner Music. Demostrando que el navarro sabe tocar en corto y en largo, flojo y fuerte, despacio y deprisa, consagrándose como un gran escritor de libros, faceta que a buen seguro seguirá cultivando, para complementar su labor como uno de los mejores periodistas de nuestro país. Ejerciendo con maestría esa labor oscura que, en términos futbolísticos, tan solo se observa en los más grande jugadores con el cinco a la espalda.

“Balmoral. Loquillo, por un instante, la eternidad”-Efe Eme-, no es solo la obra que recoge los pormenores de un gran disco, es un libro que habla de travesías del desierto y de cómo unas pocas canciones tuvieron la capacidad de mostrar el camino a seguir para facturar un rock nacional con canas, sonido natural y muchas cosas que contar.