Ariel Rot: “Para el concierto de “En vivo mucho mejor” reuní a mi banda ideal y soñada”


Por: Guillermo García Domingo y Javier González.

En los últimos años Ariel Rot ha ejercido como entrevistador gracias al programa de la televisión pública, “Un país para escucharlo”. Esta vez le corresponde el papel de entrevistado. Nos recibió en las oficinas de Warner, al lado de la Estación del Norte, en el corazón de Madrid, la ciudad a la que llegó junto a su familia en 1976, procedente de Argentina, donde una siniestra junta militar había usurpado el gobierno. Desde entonces ha sido protagonista de algunas de las aventuras musicales más excitantes del rocanrol en nuestro país, antes de empezar una carrera artística sin compañía en el año 1997. A finales del mes de abril, se reedita en vinilo “En vivo mucho mejor”, un hito en directo de esta etapa en la que Ariel Rot decidió seguir en la carretera, pero, esta vez, “hablando solo”. La proverbial elegancia que se le atribuye a la guitarra se manifestó de la misma manera en la conversación que mantuvimos con él una tarde lluviosa de primavera. 

Hoy tenemos la oportunidad de sentarnos aquí contigo con la excusa perfecta de la reedición de “En vivo mucho mejor”. ¿Cómo surgió la idea de llevar a cabo este magnífico regalo para todos tus seguidores en aquel entonces? 

Ariel: No había hecho nunca un disco en directo, y ha sido el único que hice, salvo algunos conciertos de Los Rodríguez, que se grabaron, y con el tiempo, se convirtieron en disco. Pero esto no se trataba de lo mismo: pensar en un disco, armar un repertorio. Era una manera de revisar mi viejo repertorio. Cuando empecé mi carrera en solitario, creo que es algo que nos ha pasado a todos, sobre todo si hemos militado en un grupo que ha tenido éxito, tenemos la necesidad de reivindicar nuestro proyecto propio y tenemos prejuicios sobre reivindicar el viejo material. Yo me había negado a ello, cuando edité mis primeros discos, solamente poco a poco, en pequeñas dosis iba incorporando alguna cosas. Así que fue un momento de atrevimiento, de confirmación para poder creérmelo un poco: tengo este pasado, estas canciones, las compuse yo, aunque muchas no las canté yo, pero eso no es impedimento, también hay intérpretes que hacen suyos temas que no compusieron ellos. Empecé a pensar lentamente en este proyecto. Siempre un directo, sobre todo si es el primero, asusta un poco, porque da la sensación de que te estás jugando todo a una carta, y es así, fue un único concierto, una sola toma, pero lo preparé muy bien, hice un trabajo de preproducción muy serio con la banda, incorporando poco a poco a los ensayos a cada uno de los músicos. Durante dos meses, ensayamos todos los días. ¡Cómo se nota! La verdad es que el disco suena increíble. 

¿Por qué has considerado que este es el momento de reeditarlo? 

Ariel: Hoy en día se está reeditando mucho en vinilo. En su momento salían en un cd y ahora existe la posibilidad que te lo fabriquen bien con un arte distinto, más lujoso. Ricky Dávila, un fotógrafo increíble, había hecho una sesión de fotos de esa noche, pero en el libreto del cd no se aprecia. Esta reedición incluye un libro de fotos en tamaño grande, ahora me lo van a mostrar, todavía no lo vi ya fabricado y terminado. El vinilo es en dos colores, hay un tema más (nada menos que “Nena” de Tequila). Se estila mucho hacer esto, incluso cuando el vinilo no estaba en auge de nuevo, los artistas reeditaban sus propios discos con algún bonus track. Me pareció bien que los conciertos de esta gira próxima tengan este espíritu de recuperar viejas canciones, otras que nunca he tocado en directo, no exactamente las mismas que aparecen en el disco en todos los casos. Pero ponerles una nueva piel a las canciones, buscar nuevas opciones, y me estoy entreteniendo mucho con ello, revisando material. 

“Me siento muy orgulloso de mi repertorio y muy orgulloso de mis letras, tanto que a veces creo que no las voy a poder superar. Ni falta que hace”

También nos resulta sorprendente que el concierto se llevara a cabo fuera del circuito de Madrid, en Galapagar, ¿qué te inclino a hacerlo allí, alejado de los neones de la ciudad? 

Ariel: Sinceramente no lo sé, habría que preguntarle a David Bonilla, que es el que sabe todo eso, fue él mismo quien me lo ofreció. Me pareció muy bien hacerlo en un teatro (El teatro Jacinto Benavente). Tuvimos ciertas dificultades técnicas, de audio. En el ensayo del día anterior la sala tenía un rebote tremendo, así que encargamos unos telones que pusimos en el techo. Lo recuerdo porque en el proceso de elaboración del disco por momentos entraba en ataques de pánico. Me imponía mucho hacer un disco en directo. Tuvimos ese inconveniente y otro fue que el día de antes se me cayó la guitarra. Es una historia divertida porque esa guitarra la utilizaba Julián Infante y yo pensé que era un recuerdo importante de Julián. Pasaron unas cuantas cosas, sin embargo, salí milagrosamente tranquilo al escenario, y creo que se nota en la filmación del DVD. Ni siquiera yo mismo lo entendí. En mi camerino, hice mis pequeñas ceremonias, me llevé un montón de cosas fetiches para mí, algunas fotos y objetos, para sentirme un poco en casa y funcionó. 

Para muchos de nosotros es un disco bastante especial, pese a que te conocíamos de tus etapas junto a Tequila y Los Rodríguez, creemos que se trata de un trabajo con el que una nueva generación comenzó a saber de la existencia de Ariel Rot, pues era habitual verte en la ya extinta Los 40 Televisión con relativa frecuencia, donde solían emitir con asiduidad los videos de este directo. ¿Tienes la misma percepción sobre este trabajo? 

Ariel: Noté que este disco supuso un empujón de popularidad y comercial. Era uno de los objetivos, obviamente, recuperar el viejo material y que la gente supiera de dónde venía, por ejemplo, gente que estaba al tanto de Los Rodríguez, pero no tanto de Tequila. Revivir y dar a conocer mi pasado. 

Por cierto, menuda banda reuniste para la ocasión, nutrida y además de una calidad excelsa, ¿no es cierto? La mayor parte de ellos siguen de gira contigo, los identifiqué en uno de tus últimos conciertos madrileños, ¿También te van a secundar en la gira que ahora comienza? 

Ariel:
Sí, en realidad es la misma banda con la que sigo tocando. Fuimos testigos de ello en la sala But (25 de enero de 2024), y comprobamos que esta banda excepcional estaba en plena forma, a saber, Ricardo Marín (guitarra), Tito Dávila a los teclados, Jacob Reguilón al bajo, y David Serrano a la batería. En este caso será Tony Jurado, con quien ya trabajé muchísimo hace años. Hace unos meses se fue David Serrano y entró Tony. Esa era mi primera banda, con la que toqué en But. Ellos conformaron la primera banda con la que toqué después de grabar Hablando solo (con The Attractions). Fue muy emocionante reencontrarme con ellos en la gira de los 25 años de Hablando solo (grabado en 1997). Pero a ese núcleo se unieron otros músicos, incluso una sección de viento ¿no es así? Osvi Grecco ya había estado conmigo, y es verdad, también estaba Dani Nel-lo (es un músico por el que nuestra revista siente predilección, nos gusta todo lo que toca y hace), espectacular, un invitado superstar, también invité a Carlos Tarque. Yo quería separar el piano del órgano, como en esas formaciones de los sesenta y los setenta, al igual que hacía The Band, lo armé así porque estaba además Ciro Fogliatta, otro músico excepcional. 

“En un momento la música se convierte en el centro de gravedad permanente de tu vida, todo tu crecimiento pasa por ahí” 

Respecto a los invitados, ¿los decidiste a partir del repertorio que tenías en mente o fue al revés, los dos invitados y la idiosincrasia de la banda son los que te llevaron a escoger unas canciones en concreto? 

Ariel: En realidad, pensé en cuál sería mi banda ideal, mi banda soñada, tener a mi disposición las posibilidades que te ofrece una banda así, y las combinaciones que te permiten tres guitarras, poder hacer acústicas, slide…etc, y de esa manera jugar con los arreglos y que se parezca a la grabación de un disco, en el que siempre hay recordings, es raro que haya dos guitarras, suele haber más. Y luego la percusión, en esa época colegueábamos con Rodney, y esto pensábamos que sería un punto a nuestro favor. Se trataba de pensar en la banda ideal para girar con ella, aunque era en la práctica imposible, pero sí en un único concierto. No se volvió a repetir una formación así. 

Pero todo te salió a pedir de boca… 

Ariel: Sí, fui introduciendo a los músicos paulatinamente. Comencé metiendo a la gente de a poco, como mencioné antes, primero bajo y batería, de lo contrario nos habríamos vuelto locos, además ensayábamos en Tablada. Cada vez estábamos más apretados, los ensayos eran más intensos, y el aire cada vez más irrespirable (risas). 

Es un lugar legendario sobre el que circulan historias muy divertidas… 

Ariel: solíamos decir que Gabinete Caligari tenían una puerta de entrada directa al local. Eran realmente escurridizos. 

En el repertorio, parece que quieres contar tu historia, de dónde vienes, y tu trayectoria, en Los Rodríguez, Tequila, incluso desde antes, la música que te trajiste de Argentina, por la inclusión “Mr Jones” de Sui Generis/Charly García. 

Ariel: Sí, “Mr Jones” ya la hacíamos con Tequila. “Matrícula de Honor” la compusimos con apenas 18 años. Sí, se trataba de recuperar el pasado, ponerme al día, y empezar con cosas nuevas, porque después del directo grabé “Lo siento Frank”, que es un disco más complejo que los anteriores. Para mí este disco es muy especial, a ver si pronto lo sacamos en vinilo de nuevo y hacemos una entrevista para hablar de él. 

“En vivo mucho mejor“, es una parada en directo y una recapitulación, después del camino recorrido a través de dos discos extraordinarios: “Hablando solo“ y “Cenizas en el aire”. ¿Tienes la misma percepción que nosotros o encuentras en ellos algún defecto (o algo que habrías hecho de otra manera)? 

Ariel: Sí, a nivel compositivo fue todo un reto para mí. Hacía mucho tiempo que no realizaba un disco entero solo, me refiero a la tarea compositiva. Era una prueba para averiguar si podía ser autosuficiente. Tenía que valorar si podía ser un frontman y componer solo mis canciones, dejar de tener el apoyo de lo que es una banda como Los Rodríguez, donde estaba Andrés que es súper prolífico. Iba muy tranquilo con Los Rodríguez sabía que canciones para discos teníamos todas las que queríamos. Aquí tomé mucho más compromiso. 

Antes has dicho que necesitabas probar que eras capaz de ser un buen líder vocal, un frontman fiable, ¿albergaste dudas acerca de tu voz?

Ariel: No tenía experiencia con la voz, es un instrumento maravilloso y misterioso. No es un instrumento que ves cómo se mueve, debes sentirlo dentro de ti. Es curioso, te puede quedar bien una canción e inclusive un disco entero sin todavía entender muy bien cómo es el mecanismo de tu instrumento. Ahora a veces lo escucho y pienso “lo canté muy bien”, sobre todo en comparación con el dominio que tengo ahora de la técnica, el conocimiento de cómo es mi instrumento. 

A nosotros nos parece que cantas muy bien, al escuchar “Mil Mentiras y una Verdad” junto a Fito Páez en “Hablando Solo“ no hay manera de saber cuándo canta uno u otro… 

Ariel: Bueno… eso puede ser un piropo… o no (Risas). ¿Qué es cantar bien? Es algo tan relativo. A mí tampoco me gusta la gente solo porque toca la guitarra súper bien. Hay malos guitarristas que me gustan. Hay que ser convincente y convencerte a ti mismo. Para mí cantar bien, es ser tú mismo. 

Ariel, igual suena grandilocuente, pero sin tu concurso el rocanrol en nuestro país no se habría librado del complejo de que no se puede hacer rock (en su forma más primigenia) en español, solamente en inglés. Tú has contribuido decisivamente a que los músicos que cantan en español crean que el rock es posible en nuestro idioma. Había honrosas excepciones en los años sesenta y setenta, pero llegasteis los exiliados, permíteme la expresión, con el empuje que llegaba de Latinoamérica y todo saltó por los aires con “Fiebre de vivir” de Moris y Tequila. ¿Estás de acuerdo con esta apreciación? 

Ariel:
En ese sentido nosotros jugamos con ventaja porque en Argentina siempre se cantó rock en castellano, no existía lo de cantar en inglés. No solo es que no hubiera complejo sino que se veía de forma natural. Tú escuchas rock americano o inglés, pero hablas otro idioma, por lo que buscas tu voz propia, es algo que marca tu estética. Cada idioma marca una estética. No puedes clonar lo que se hace afuera y si lo haces no vas a tener grandes resultados. En Argentina se hizo muy bien, desde el principio los pioneros nos enseñaron cómo usar bien nuestro idioma y una lírica para dar contenido a lo que queríamos cantar. Vine a Madrid con 16 años, llevaba yendo desde los 10 a conciertos, escuchando mucha música argentina. No distinguía entre la música anglo y la música argentina, lo que nosotros llamábamos rock nacional. Para mí estaba Robert Soul y el primer disco de Almendra, donde estaba Luis Alberto Spinetta. Yo era un niño, ambos discos estaban en casa, no sabía de dónde venían, los escuchaban. Los traían mis padres, mi hermana y los amigos de mi hermana. Tuve suerte. En mi casa también había mucha música porque mis padres pertenecían a una generación de gente que se juntaban en casa para cantar, tenían relación con gente que venía de afuera. Venía Paco Ibáñez, Soledad Bravo, Facundo Cabral, gente que me fascinaba, les oía y quería ser cómo ellos. No por la fama, por la bohemia, el carismo, las cosas que contaban, cómo vestían y las bromas que hacían. Estar en el medio era una fiesta. No abría la boca, estaba el listón muy alto como para hacerlo. Se lo agradezco a la vida y a mis padres. Mi padre va a cumplir 99 años. Ahora iré al cumpleaños, en unos días. 

La última vez que tuvimos la oportunidad de hablar contigo con motivo de la edición de “La manada” nos comentabas que últimamente te había llamado la atención el trabajo de Lemon Twigs, una reivindicación que hoy es tendencia masiva. ¿Qué bandas recientes te han llamado la atención? 

Ariel: Voy a intentar poner en el mapa a un artista casi desconocido. Estoy escuchando mucho a Ray Charles, Sinatra, John Lee Hooker, Johnny Guitar Watson… cuando pongo música en casa es básicamente del siglo XX. A veces hago cosas con Spotify de fondo, descubro cosas y curioseo, creo que se hace buena música, pero mi capacidad de interiorizar buena música está superada. Tiene que ser algo único y casi todo me lleva a referencias antiguas. Sigo descubriendo mucha música del pasado. 

“Fui músico antes de saber que se podía ser músico” 

Ahora nos encontramos en un mundo que mira con recelo la IA, dado que tú eres un fantástico guitarrista de herencia clásica. ¿Qué opinión tienes de este elemento que puede venir a distorsionar un poco más el complicado mundo musical? 

Ariel: Sinceramente no lo sé. No me interesa, sinceramente. No me veo amenazado en lo personal. Si aparece una máquina que consigue imitarme… Es interesante, sería un desafío para no repetirse y tratar de ganar al ordenador, como intentó Kaspárov. 

En los últimos años has realizado un gran viaje mediante el programa “Un país para escucharlo”, ¿qué impresión has obtenido hasta el momento del estado de la música en nuestro país? 

Ariel: No, por favor, no soy doctor en la materia. Más alumno que profesor. Fue una experiencia buenísima, por supuesto. La confraternización en el equipo, parecía una gira. Éramos muy pocos, aunque parezca que éramos muchos. Las entrevistas y charlas, además de los encuentros, conocer a la gente fuera de cámara, pasando unas horas y días. Así conocí a Kiko. Mi impresión es que hay mucha música oculta, lamentablemente, da la impresión que la franja se achica, centrándose en determinado tipo de música. En el programa salía música que no suena en radios y en plataformas si no la buscas. No es un proyecto mío, me llamaron cuando ya estaba hecho. Me parece que es un programa obligatorio en la televisión pública, se haga con quien se haga, debe existir. Si no, ¿dónde está la música que se hace en los pueblos y con raíz? Esa música tiene una razón de ser, viene de sus abuelos y cómo no se va a estudiar. ¿Por qué no forma parte de nuestra cultura y no está presente? 

“En mi casa también había música porque mis padres pertenecían a una generación de gente que se juntaban en casa para cantar, tenían relación con gente que venía de afuera. Venía Paco Ibáñez, Soledad Bravo, Facundo Cabral, gente que me fascinaba, les oía y quería ser cómo ellos”

Siempre has sido un músico rodeado de músicos, amigos y en muchos casos colaboradores. ¿De qué forma ha engrandecido esto tu trayectoria y tu labor como creador? 

Ariel: Aprendí a tocar la guitarra tocando con amigos, siendo muy críos, generalmente tocaban mejor y eran más adultos que yo, puede que tuviera 13 o 14 años, me iba a los parques donde sabía que se juntaba gente a tocar, hacía intercambio. A partir de ahí, con cada músico que tocas, en mayor o menor medida, algo te da. Haber grabado con The Attractions, grabando con Pete Thomas, que es batería, aprendí de su concepto de lo que es encarar una canción dentro del estudio. Por supuesto Andrés y Fito, toda la escuela argentina tremenda, de eso se trata la música, es su gran regalo. En un momento la música se convierte en el centro de gravedad permanente de tu vida, todo tu crecimiento pasa por ahí. Al menos en mi vida fue así, pero también en la de un montón de gente que conozco. 

Todo el mundo sabe que eres un fantástico guitarrista, pero además eres un gran contador de historias más o menos canallas, la “Milonga del marinero y el capitán”, y otras describiendo tus aventuras vitales como el “Vals de los Recuerdos”. 

Ariel: Me siento muy orgulloso de mi repertorio y muy orgulloso de mis letras, tanto que a veces creo que no las voy a poder superar. Ni falta que hace. Por favor, parad con los elogios. Esto no parece una entrevista. 

Vienes de una familia de artistas reconocidos a ambos lados del Atlántico, ¿cómo de fuerte vienen pisando tu hijo e hija? ¿Han sacado a relucir su vena artística? 

Ariel: No, fíjate que no. Tienen mucho arte igualmente, en su razonamiento y capacidad. Lo intenté con la música, pero cuando pudieron opinar me dijeron que no, cosa que prefiero. Presionar con eso cuando no hay una llama real, algo que detecté rápidamente, no es conveniente. Yo fui músico antes de saber que se podía ser músico. Quise experimentar a ver qué pasaba, pero no funcionó, algo de lo que me alegro. Mi hija escribe muy bien, le gusta y disfruta. Mi hijo estudia carreras que para mí son como estudiar chino y ruso. 

Tu trayectoria personal va íntimamente ligada a la de muchos de nosotros que crecimos escuchando tus canciones, sin embargo, en los últimos años tu labor productiva en el estudio se ha ralentizado. ¿Vamos a poder disfrutar de un nuevo trabajo en breve? 

Ariel: Me encanta el estudio, por eso cada vez que amigos y colegas me piden colaboración acepto. Me lo paso genial. Voy mucho a grabar guitarras y voces con José Nortes para hacer cosas con bandas argentinas y también con Sergio Makaroff. No tengo material propio terminado, ni tengo la presión ni la urgencia para hacerlo. Hay bocetos, pero se ve que ninguno me resulta tan emocionante como para tener rigor y conseguir convertirlo en canción. Se editan no sé cuántos miles de discos al día, así que. ¿Realmente el mundo necesita otro disco mío? 

Muchas gracias, Ariel. 

Ariel: A vosotros por la cantidad de cosas bonitas que me decís.