El “penúltimo” vals de Ariel Rot. Reedición en vinilo de “En vivo mucho mejor”.


Por: Guillermo García Domingo. 

Llevamos un cuarto de este siglo, en el que iba a sobrevenir “el fin de la historia”, un período en el que, según algunos optimistas, dejaríamos atrás para siempre cualquier problema social, político o económico. Entonces, ¿por qué y cuándo “se torció” el siglo XXI? Tal vez fuera en septiembre de 2001, recién comenzada la nueva centuria, precisamente en ese mismo año Ariel Rot publicó este disco que ahora Warner reedita en una versión si no “mucho mejor”, al menos “mejor” que aquella, que rinde tributo a la excelsa música en vivo que se esconde en cada uno de los surcos del doble vinilo. Dos colores naranja y azul y cuatro caras, por tanto, en las que se suceden las canciones en el mismo orden en que fueron tocadas en aquella noche única del mes de marzo, contradiciendo el orden del cedé original. Las fotos de Ricky Dávila por fin se disfrutarán a un tamaño que hace justicia a su maestría. 

En lo que va de siglo es difícil encontrar una grabación en directo que tenga la misma categoría artística. En la conversación que mantuvimos con el músico argentino (y español) desveló algunos secretos de esta velada y dejó la incógnita de por qué se grabó en Galapagar. La sierra madrileña parecía un sitio demasiado alejado de los neones de la capital madrileña, que es la protagonista de algunas de las canciones de este concierto sin igual.

Tampoco hay parangón de este concierto en la carrera larguísima de Ariel Rot, entre otras cosas, porque los sueños, si se repiten, dejan de serlo. Y para esta ocasión el guitarrista de Tequila y Los Rodríguez reunió a una banda de ensueño. Quería resucitar a The Band, en este caso de nacionalidad hispano-argentina, y bailar con ellos un vals, como aquel que inmortalizó Scorsese en los años setenta. Necesitaba tres guitarras en su mejor plenitud, dos teclados de distinta índole: un órgano y un piano. La diosa del Rocanrol se lo concedió todo en virtud de los méritos que Ariel había hecho: dejar una huella indeleble con dos grupos fundamentales sin los que el rock en nuestro idioma no habría sido factible, y cumplir con todos y cada uno de los preceptos del rock, los que siempre ha profesado Rot hasta el día de hoy, revitalizando el rocanrol primigenio de mitad del siglo XX en adelante. 

La banda a la que persuadió para este único concierto quita la respiración: Tito Dávila (Piano, órgano y coros), Ricardo Marín (Guitarra eléctrica y acústica, coros, percusión), Pablo Serrano (Batería), Jacob Reguilón (Bajo eléctrico), Osvi Grecco (Guitarra eléctrica, española y acústica, coros); hasta aquí los sospechosos habituales, que escoltaron a Ariel Rot en la gira posterior a “Hablando solo”, su primer proyecto en solitario grabado en Francia en 1997, y que cumplieron con creces en el difícil papel de sustituir a The Attractions (con los que había grabado en el estudio). Son aquellos que le acompañarán, por cierto, en la gira que está a punto de dar comienzo. Los que disfrutamos del tremendo concierto de la sala But hace un año y medio sabemos de lo que son capaces. 

Además de los citados arriba se sumaron a la aventura de Galapagar Dani Nel·lo (Saxo y armónica), Rodney D’Assis (Percusión) y Ciro Fogliatta (Órgano Hammond, armónica y kazoo). Qué grandes teclistas ha ofrecido la música popular argentina. Si tienes a tu disposición a estas personalidades musicales, ya no necesitas a Robertson, Manuel, Danko y compañía. A todo esto, hay que añadir las virtudes guitarreras del propio líder. Ariel Rot es uno de los más dotados guitarristas de nuestro país y del otro lado del Atlántico. Escogió la guitarra antes que el vulgar colegio, tal y como afirma en la autobiográfica canción con la que se inauguró la velada , “El vals de los recuerdos”. Nada podía salir mal en Galapagar.

La dedicación de Rot no decayó durante los ensayos diarios que se prolongaron a lo largo de los dos meses previos al concierto. La noche prevista acudieron con los deberes hechos y eso se percibe en cada una de las notas de este disco. La emoción es el último e imprescindible miembro de cualquier banda de rock que quiera dejar huella. En las tablas del teatro Jacinto Benavente estaba en el elenco, por supuesto. 

La confianza de Rot se había fortalecido gracias a dos pruebas superadas con un resultado sobresaliente. De ahí que tenga sentido comenzar sacando pecho del presente (de aquel entonces): El “Vals de los recuerdos”, “Hasta perder la cuenta” y “Colgado de la luna”, pertenecientes a “Cenizas en el aire” y “Hablando solo” respectivamente. Tres argumentos a favor de la tesis que defiende que Rot es un letrista fuera de lo común, al que le bastan pocos versos para erigir historias personales y ficticias de encantadores perdedores, que viven peligrosamente, y la mayoría de las veces pierden, aunque siempre con elegancia y una actitud irreprochables, y en contadas ocasiones la vida les sonríe. Pero es que el pasado de Rot era y es brillante, al igual que los vinilos de esta hermosa edición. Las dos canciones de esta primera cara así lo atestiguan: “Nena” y “Señorita” de Tequila. “Nena” es una novedad, aunque podía disfrutarse en el DVD. Y es un acierto haberla incluido, un punto más lenta que la original del 81, más auténtica y bluesera. El “tempo” elegido embriaga como el alcohol de alta graduación. Rot hace de las suyas con las cuerdas y el pedal de su guitarra. Las dos “señoritas” de ambas canciones son irresistibles. La cara B sigue por el cauce abierto por Tequila, que después utilizaron tantos otros grupos posteriores. Si “Quiero besarte” se hubiera denominado “I Want To Kiss You”, habría sido un éxito internacional. Su groove si te muerde no tiene antídoto. La banda está ya a pleno rendimiento desde su increíble introducción, la percusión de Rodney de D´Assis y el bajo de Reguilón están sobresalientes. Como también lo está Tito Dávila en el tema que ya es un clásico: “Sin saber qué decir”. Sin tiempo para descansar, en la madrugada se extiende la “Bruma en la Castellana”, en la que la música de Rot exalta la grandísima letra de Moris, otro de los personajes exiliados que a finales de los setenta sentía la “Fiebre por vivir” del ambiente cultural, social y político de la capital madrileña. Es una versión perfecta. De aquella época regresamos al presente gracias a la excitante partida de cartas de “Dos de corazones”. 

La siguiente cara, la C, pertenece a los invitados, Chirinos salda la deuda con creces con Ariel Rot, quien produjo el disco de Pistones y la canción que aquella noche interpretó, “El pistolero”, claro está. Después de la electrizante, “Adiós, mundo cruel”, llega el turno de Carlos Tarque y su garganta de arena, hecha a medida para el rocanrol. En el medley rebosante de “Tequila” formado por “Necesito un trago”, “El ahorcado” (la autoría de su letra tan mordaz es de Sergio Makaroff), “Mr. Jones” (esta es de Charly García, cuidado) y “Matrícula de honor”, que los profesores con sentido del humor disfrutamos al máximo, la voz de Tarque se luce. Todo el mundo sabe que después de Tequila, Rot fue una parte fundamental de Los Rodríguez, por eso es necesario escuchar, una de sus mejores canciones: “Me estás atrapando otra vez”, en la que Ariel Rot, escoltado por Ciro Fogliatta, se pone al piano. No echamos de menos a Calamaro y ya es decir. Para la canción instrumental “Confesiones de un comedor de pizza” regresan los ocho músicos a un ritmo frenético, demostrando su talento en cada uno de sus instrumentos. En la última cara están incluidos cuatro temas de probado éxito y calidad indiscutible. La exquisita “Vicios caros” es interpretada con un pulso perfecto, y la voz de Ariel más tersa y persuasiva que nunca; el órgano de Tito Dávila y la guitarra de Ricardo Marín la engrandecen. Somos multitud los que la consideramos como una de las mejores canciones de Ariel Rot. Con el paso del tiempo todavía resulta “mucho mejor” . Las siguientes, quién no las conoce, son historia del rock en español: “Milonga del marinero y el capitán”, “Baile de ilusiones”, y “Mucho mejor”, canallas y excelsas al mismo tiempo. La apoteosis estalla con la irrupción determinante del saxo del barcelonés Dani Nel·lo, que influye de forma decisiva en el destino de las tres últimas canciones. 

Ahora que nadie puede disimular o decir que no lo sabía, sería una gran equivocación no acudir a la tienda de discos o a alguno de los conciertos de esta gira. ¿Quién puede rechazar este regalo? El guitarrista Ariel Rot no solo ha sido miembro destacado de bandas sin las cuales es imposible concebir la música popular, además, como demuestra este disco, es un sólido compositor, un vocalista elocuente y un líder sólido. No hay excusa que valga: ¡Viva el Rock and Rot!